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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for the ‘amigos’ Category

Grow Up

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* Este viernes fui al Open House de un amigo que se acaba de ir a vivir solo. Así, solo. Bebimos cerveza, fumamos sheesha y escuchamos buena música. Quizás eso a ustedes no les sorprenda (¿a quién diablos le va a sorprender que un twentysomething se vaya a vivir solito?)… pero para mí significa bastante. Debido a que nos conocemos desde que estábamos en quinto de primaria, ir a su depa y disfrutar unas chelas arropados por su (suyo de él) nuevo hogar, me hizo pensar en mil y un cosas no sólo mientras estábamos ahí, sino también muchas horas despues de haber dejado su depa.

* El próximo martes, Rodrigo, un buen amigo, se va a trabajar a los EEUU. Le ofrecieron dirigir un periódico para hispanos en Atlanta y para allá se va. Este sábado fue su despedida en un bar y al momento de despedirme de él, me llegó una muy extraña sensación de no saber exactamente cuándo nos volveremos a ver.

* Peter, aquel viejo compañero de aventuras (cfr. nuestro viaje a Acapulco y a Montreal) me visitó en la oficina el jueves pasado para platicarme que también se va a vivir solito. Hablamos durante un buen rato de cómo las series de televisión de varios amigos están llegando a su final de temporada simultáneamente y quedamos en vernos a su regreso de París.

* Mi prima me invitó la semana pasada a su nuevo departamento. Ella también se acaba de mudar. Comimos sushi, pizza y jugamos una cosa que se llama Cranium.

Una de mis canciones favoritas de los Beach Boys es When I Grow Up. Y desde hace un par de semanas he traído pegada la tonadita en la cabeza. No sé si sea la cercanía de mi cumpleaños o que tantas cosas estén pasando a mi alrededor… pero nomás por tenerla disponible desde cualquier lugar, aquí la dejo.

Clip de audio: Es necesario tener Adobe Flash Player (versión 9 o superior) para reproducir este clip de audio. Descargue la versión más reciente aquí. También necesita tener activado Javascript en su navegador.

When I grow up to be a man
Will I dig the same things that turn me on as a kid?
Will I look back and say that I wish I hadn’t done what I did?
Will I joke around and still dig those sounds?
When I grow up to be a man?

Will I look for the same things in a woman that I dig in a girl?
(fourteen, fifteen)
Will I settle down fast or will I first wanna travel the world?
(sixteen, seventeen)
Now I’m young and free, but how will it be
When I grow up to be a man?

Will my kids be proud or think their old man is really a square?
(eighteen, nineteen)
When they’re out having fun yeah, will I still wanna have my share?
(twenty, twenty-one)
Will I love my wife for the rest of my life
When I grow up to be a man?

What will I be when I grow up to be a man?
(twenty-two, twenty-three)
Won’t last forever
(twenty-four, twenty-five)
It’s kind of sad
(twenty-six, twenty-seven)
Won’t last forever
(twenty-eight, twenty-nine)
It’s kind of sad
(thirty, thirty-one)
Won’t last forever
(thirty-two…)

Written by Salvador Leal

marzo 4th, 2007 at 5:49 pm

Vivir tu vida puede cambiar tu vida para siempre

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No sé ustedes, pero a mí varias veces me han dicho que «mi vida está a punto de cambiar». Recuerdo que alguien me lo dijo recién entré a trabajar a aquella estación de radio en donde estuve como locutor de 3 a 6 de la tarde. También me lo dijeron cuando me fui a estudiar a Cambridge a los 15 años y cuando entré a Procter & Gamble en el 2003.

Y la verdad es que mi vida sí cambió en aquellas ocasiones. Pero definitivamente no han sido los cambios más grandes de la vida. Sí, un día de la noche a la mañana comencé a recibir llamadas y correos electrónicos de gente a la que le gustaba mi voz (weird), las cosas que decía (weird x 10^3) o hasta mi forma de ser (weird x 10^12). Pero la verdad es que agradecería más que alguien me hubiera avisado en otras ocasiones menos obvias que mi vida iba a cambiar. Por ejemplo, ¿quién diría que mi vida cambiaría al cantar ‘It wasn’t me’ de Shaggy a la 1 de la mañana de un viernes?, ¿y por qué nadie me avisó que mi vida cambiaría al escoger el lugar en donde me sentaría durante 4° de prepa?.

Si ustedes han sido fieles lectores de este blog, sabrán que odio bastante al ITAM a pesar de que soy egresado de esa universidad (si no son lectores asiduos, para eso sirven las categorías que están en la columna de la derecha, den click donde dice ‘itam’). Y de hecho, cada vez que amigos y conocidos me escuchan hablando del querido Infierno Tecnológico Autónomo de México, me terminan preguntando: «¿y entonces por qué estudiaste ahí?». La respuesta siempre es la misma. Por error.

De hecho, la respuesta podría ser más certera y podría decir que fue por casualidad. O por las trajineras de Xochimilco. O por no tener coche en la prepa. Todas las razones tendrían sentido, pues resulta que un viernes de hace justo diez años, decidimos en el salón que nos iríamos a beber alcohol y escuchar música trepados en una trajinera de Xochimilico. Yo estaba invitado, pero por no tener coche, un amigo me daría aventón si lo acompañaba a hacer un par de cosas antes. Dentro de ese par de cosas, tenía que llevar sus papeles para hacer el examen en el ITAM.
El resto se lo podrán imaginar. Acompañé a mi amigo, la fulanita que le recibió los documentos a mi cuate me dijo que si yo no quería entrar, le dije que no tenía papeles, me preguntó mi promedio y me dijo que los alumnos del CUM tenían pase automático, así que el único documento que tendría que entregar -si quería- era para sacar una beca. Me dijo que no perdía nada, bla bla bla.
El resto es historia: fui admitido en la UNAM y en ITAM. Y como yo me quería ir a la UNAM, cuando llegó a mi casa una carta con el porcentaje de beca que me daba el ITAM (recordemos que en el 97 usar internet no era muy común), pasé saliva y les hablé por teléfono mandándolos mucho a la goma.

Al día siguiente, los malditos itamitas hablaron con una oferta que no pude rechazar -Vito Corleone dixit-. No me arrepiento. Nomás soy un itamita renegado que le debe a esa escuelita casi todo lo que he hecho desde hace diez años: escribir para Sputnik, trabajar en una estación de radio, chambear en el lugar que trabajo actualmente, escribir comedia para televisión, tener una estación de radio por internet y hasta los cuates con los que salgo hoy en día. Y no, no es que todo lo que me rodea esté lleno de hijos del ITAM. No. Pero si no fuera por esa p****e escuela, mi vida sería totalmente distinta.

Hoy me pregunto por qué aquella tarde de viernes no hubo nadie que estuviera a mi lado y me dijera: «¿Sabes? Ir a las trajineras va a cambiar tu vida para siempre»

Written by Salvador Leal

febrero 14th, 2007 at 7:23 pm

Cuatro cosas

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1. El último libro de Harry Potter será publicado el 21 de julio de este año, diez años después de que la primera parte saliera a la luz. Si ustedes leyeron el sexto seguramente están que se comen las uñas por saber el desenlace de la saga.
La noticia fue tan importante que, después de saberse la fecha de publicación, las acciones de la casa editora de los libros –Bloomsbury– registraron un aumento. Me gusta coleccionar estas notas.

2. Cada vez que cuento la historia de mis crisis vocacionales (que son muy populares en estas épocas entre preparatorianos confundidos) siempre digo que la verdadera razón por la que dejé de estudiar Actuaría fue porque no amaba lo que hacía. La palabra clave en la elección (de una carrera, de una persona, de una vida) es esa cursísima palabra: amor. Porque cuando uno ama la carrera que estudia -Actuaría en este caso-, todo el tiempo está pensando en aprender y conocer más. Si estudias Matemáticas o Actuaría, por ejemplo, seguramente te gusta resolver integrales nomás por el mero hecho de pasar el rato sin aburrirte.
Yo, por supuesto, no era de esos. Y por eso me cambié de carrera.

Un escritor sabe que ama lo que hace porque siempre está observando y viviendo (las principales materias primas de un escritor), y escribiendo por supuesto. Escribiendo a pesar de cualquier cosa y a la primera oportunidad. Escribe ante la menor provocación.
Agustín Fest tiene un pequeño ejercicio en donde cualquiera le manda fotografías y a él se le ocurren historias relacionadas con la imagen enviada. Luego las publica en su blog. Recientemente publicó una foto mía que tengo por aquí en la página, nomás porque le gustó. De hecho, él no sabía de quién era esa foto y anduvo preguntando por messenger si alguien conocía a su autor. Cual zapatilla de la Cenicienta, me enteré de su búsqueda, me pidió autorización y publicó un pequeño escrito que le agradezco. Pueden leerlo aquí.

3. Leo el inciso anterior y hago un pequeño disclaimer. El inciso número 2 de este post está escrito por Salvador Leal ‘el artista’. Salvador Leal ‘el economista’ diría que la clave en la elección de cualquier cosa, desde una carrera hasta el número de hijos que vas a tener, es el costo que te representa y el beneficio que te reporta. Si el beneficio es mayor al costo (que, para hacerlo más complicado, generalmente no se puede medir en pesos y centavos), lo haces. Si no, pues no.

Ah! Y si no me creen que existe un Salvador Leal ‘el artista’, pregúntenle a Hacienda. Yo estoy registrado con esa actividad preponderante.

4. En prepa yo, como todos, pertenecía a un grupo de amigos. Nuestra ‘bolita’. Con ellos salía, platicaba y reía. Vivíamos, vaya. Como sólo se puede hacer cuando estás en una preparatoria de puros hombres en donde se forman amistades sólo comparables con las que tienen los soldados durante una guerra.
En el 2007 se cumplen diez años de que salimos del CUM.
Y justo a diez años, Wicho, un viejo amigo del recordadísimo 106, se casa. Es el primero de mi ‘bolita’ que se casa. El shock, por supuesto, nos invadió a todos.

Pero en lugar de ponerme a filosofar acerca de lo mucho que hemos crecido, de todo lo que hemos caminado, de los ausentes y los presentes, de si está llegando la época en la que todos comenzarán a casarse y formar sus familias… En lugar de hacer eso, mejor les pongo una canciocita. Con especial dedicación a mis cuates de la prepa, y a Wicho que fue el primer valiente en organizar una boda en donde tendrá que invitar a todos sus viejos amigos.

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Ellos son The White Stripes, y la rola se llama We’re Going To Be Friends. La parte que más me gusta es:

and we don’t notice any time pass
we don’t notice anything
we sit side by side in every class
(…)
tonight i’ll dream while i’m in bed
when silly thoughts go through my head
about the bugs and alphabet
and when i wake tomorrow, i’ll bet
that you and i will walk together again
cause i can tell that we
are going to be friends

Written by Salvador Leal

febrero 1st, 2007 at 2:36 pm

Besos

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En el universo de la blogosfera, me parece que Orsai hace trampa y no juega el mismo juego que todos jugamos. El tipo es, simplemente, demasiado bueno para escribir. Pero dejando de lado la enorme envidia que le tengo a la forma en la que desarrolla sus temas, el día de hoy hizo que me acordara de una época que yo ya había olvidado. La etapa de mi vida en la que yo besaba hombres.

Me explico.

Justo hace diez años tuve la fortuna de vivir un buen rato en Buenos Aires y conocer de cerca la sociedad argentina. Ya lo he dicho en otras ocasiones, a mí eso de ser turista no me gusta; lo mío, lo mío, lo mío, es ser un viajero. Alguien que sabe que se debe bajar del autobús una parada antes pues se ahorrará diez pasos menos en llegar a su casa o quien ubica al mismo vendedor de periódicos todas las mañanas. El tipo de cosas que los turistas jamás notan.

Pues bien, ese tipo de experiencia la viví al estar en Buenos Aires. El tiempo que pasé en Argentina me permitió conocer las profundas diferencias (y las cercanas similitudes también) que marcaban a los pueblos argentino y mexicano. En aquella época un peso argentino era igual a un dólar americano, lo que volvía a esa ciudad algo obscenamente caro para un jovenzuelo de 17. El uso del tren y la chafez del metro fueron otra de las cosas a notar de diferencia entre mis dos ciudades. Pero la principal de todas ellas, la que más marcado me dejó, es justamente de la que habla Orsai en su último post: los besos.

Resulta ser que, por razones que desconozco pero que seguramente tendrán que ver con el delirio obsesivamente europeo que manejan los argentinos, cuando dos hombres en Argentina se saludan, lo hacen de beso. Sí, como lo leen. Los hombres se besan.

Así como aquí en México nos hacemos notar porque cuando conocemos a una mujer la saludamos de beso y abrazo, allá van un paso (?) adelante y cuando dos hombres se encuentran en la calle, se agarran del cuello y se dan un beso en el cachete.

Por supuesto, se podrán imaginar el corto circuito mental y cultural que esto provocaba. Yo llegaba a una fiesta con mi botella de Quilmes y alguien, no sé, Santi, desde el fondo del salón gritaba: «Pero que ha shegado el mexicaaaa-no!» Después de decir esto, cruzaba todo el departamento, me agarraba del cuello y me besaba. Yo no soltaba la botella de Quilmes como si de ello dependiera mi vida. Santi, dicho sea de paso, siempre traía una barba de tres días, por lo que al shock de ser besado por un hombre, agrégenle el shock de sentir barbita tocando tu, hasta entonces, virginal cachete.

Porque después de Santi (diminutivo de Santiago) venía Tincho (diminutivo de Martín), Santiago, Mateo, Matías, Facundo, Torli, Gabriel, Flavio y Ezequiel. Y todos te daban un beso y peor, OH PEOR!, todos esperaban recibir uno tuyo.

La primera semana fue más o menos fácil no caer ante el poder de la costumbre. Uno llegaba con cara de macho imaginándose Pedro Infante y diciendo por dentro «a mí ningún argentinillo me va a obligar a que lo bese». A la tercer semana, uno terminaba aplicando el «a la tierra que fueres, haz lo que vieres» y no sólo comenzaba a recibir besos sino que hasta le comenzaba a encontrar la razón del ser de la exótica manía de darle besos a los hombres. Al mes, entre lo pegajoso del acento, los modismos aprendidos y la costumbre auténtica de darle besos a los hombres, yo podía pasar por el mismísimo Martín Fierro.

Orsai compara la capacidad de darle besos a tus amigos con la profundida de la relación que puedes tener con ellos. Sé que bromea, pues tengo la fortuna de tener a mi alrededor amigos hombres que me conocen de cuerpo y alma sin que nuestros cachetes hayan sentido la necesidad de tocarse jamás. Bueno, con excepción de uno que fue, justamente, el primer amigo al que vi a mi regreso de Argentina y al que, con mucho gusto, me acerqué, lo tomé del cuello y le propiné un sonoro beso argentino en su mejilla mexicana.

Mi amigo, totalmente sacado de onda, sólo atinó a decir: «¡veo que vienes muy cambiadito!».

Written by Salvador Leal

noviembre 13th, 2006 at 7:21 pm

Karma IV

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Una imagen vale más que mil palabras…

La imagen es de Playa Cerritos, ubicada a unos kilómetros de Todos Santos, B.C.S.

Written by Salvador Leal

septiembre 4th, 2006 at 9:21 pm

Amistad

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Esto y más sucede en Sonar

Guadalajara: Martes y Jueves, 8.30pm – 100.3fm [www.rmx1003.com]

Toluca: Sábados 12am, Martes 7pm – 102.1fm [www.neurotica.fm]

una producción de Básico FM [www.basico.fm]

(gracias Agus!)

Written by Salvador Leal

agosto 29th, 2006 at 1:12 am

Varias

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1. Hace un par de días fui a comer con algunos viejos amigos de la escuela. Al más antiguo lo conozco desde 1987 y al más reciente desde el 92; y como buena reunión de exalumnos de escuelas para hombres, la conversación llegó al tema de las mujeres. De repente, uno de ellos dijo algo así como «… era una chava como de 30 años».

¡Una chava de 30 años! ¿Cuándo comenzamos a ver a las treintonas como chavas?

Esa línea de la conversación me dejó con una sensación muy ambigua que de repente identifico con juventud (para mí, alguien de treinta NO es una chava) pero en otras cae en vejez (mi generación ya está más hacia los ‘tas’ que cerca de los ‘tes’ [trein’tas’ vs. vein’tes’, por si alguien no entendío la referencia]).

Para como son mis cuates, poquito falta para que comiencen a ir a ligar al Gymboree.

2. Sólo hay una cosa que me desespera más que lavar mi coche. Ah! Porque han de saber que me molesta muchísimo ir a lavar mi coche (lavarlo yo mismo me disgusta muchísimo más, así que ni siquiera es opción). Pero como iba diciendo, sólo hay algo que me desespera más que lavar mi coche, y eso es ir a bolearme (lustrarme) los zapatos.

Me desespera -al igual que el coche- porque toma una cantidad de tiempo que me hace sentir como si estuviera tirando minutos valiosísimos a la basura. Mientras lavan el auto o lustran mis cacles puedo pensar en al menos 12 cosas más importantes y/o urgentes y/o divertidas que hacer.

Lo que es verdaderamente para el diván, es que en vez de sentirme bien viendo el reflejo de mi cara en los zapatos, siento que la impecabilidad de los zapatos, en lugar de dar el mensaje de limpieza y pulcritud, creo que gritan «mira a este tipejo que se puede dar el lujo de perder el tiempo esperando que le lustren los zapatos». Me acordé de este justo porque mis zapatos ya estaban hechos una lástima y decidí que los lustraran. Paso a paso siento que mis cacles gritan.

Weird.

3. Hoy leía una nota que no sé si es liberadora o perturbadora. Supongo que depende de quién la lea.
Resulta que la escuela de Medicina de Harvard hizo un estudio acerca de la influencia del rezo en la recuperación de las personas después de una cirugía. Sí, así como lo leen. ¿Rezar por alguien a quien están operando funciona o no?
Los del estudio formaron tres grupos de personas sometidas a una cirugía cardiaca. El Grupo 1 estaba conformado por gente a la que le decían que a lo mejor rezaban por ella (o a lo mejor no) y rezaban por ellos; el Grupo 2 era de personas a las que también les decían que igual y rezaban por ellos pero en la realidad nadie rezaba; y el Grupo 3 era de personas que se les decía que iban a rezar por ellos y por quienes sí rezaban.
Los que rezaban eran dos grupos católicos y uno protestante (por separado, obvio) y los rezos comenzaban en la víspera de la operación y terminaban dos semanas después.

Los resultados, insisto, son o liberadores o perturbadores. El estudio concluyó que rezar o no rezar por alguien que entra a cirugía de corazón da enteramente lo mismo para efectos de la recuperación del paciente. El 52% del Grupo 1 tuvo complicaciones y en el Grupo 2, las complicaciones fueron del 51%. Entre el Grupo 3, es decir, a quienes se les dijo que iban a rezar por ellos y que sí se rezaba, las complicaciones ocurrieron en el 59% de los casos.

Un mes después de la operación, la incidencia de muertes y/o complicaciones post-operatorias, fueron exactamente las mismas para los tres grupos.

Ante un estudio de este tipo, ya salieron las primeras reacciones. El Instituto Ayn Rand (creado en homenaje a una de los seres humanos que más admiro en el planeta, gracias a su «Rebelión de Atlas«) escribió algunos comentarios acerca de dicho reporte:

Dear Editor:

The Harvard medical study showing that prayer has no effect on recovery from heart surgery is shocking. It is not shocking that prayer has no medical effects–what’s shocking is that scientists at Harvard Medical School are wasting their time studying the medical effects of prayer.

Science is a method of gaining knowledge by systematically studying things that actually exist and have real effects. The notion that someone’s health can be affected by the prayers or wishes of strangers is based on nothing but imagination and faith. Such blind belief represents the rejection of reason and science, and is not worthy of serious, rational consideration. What’s next? A study of the medical effects of blowing out birthday candles?

Every minute these doctors spend conducting this sort of faith-based study is one minute less spent on reality-based research–research that actually has hope of leading to real medical cures.

Dr. Yaron Brook
Ayn Rand Institute Executive Director
Irvine, CA

Una verdadera joya.

4. Finalmente y después de muchos trabajos, este sábado se transmitirá el primer programa de Básico FM (llamado Sonar) en el 102.1 de Toluca a partir del mediodía. Les recuerdo que también en Super RMX 100.3 de Guadalajara pueden escuchar los desvaríos del equipo Básico todos los martes y jueves a las 20.30hrs. Ojalá los puedan escuchar y darnos retroalimentación.

P.D. Si quieren leer el estudio del rezo, click aquí.

Written by Salvador Leal

abril 6th, 2006 at 4:46 pm

Reflexiones…

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… a unas horas de haber cumplido los 27:

– Hoy me salió un barro. Es gigantezco y su timing no pudo haber sido mejor; sigo prefiriendo que me salgan barros a que me salgan canas.

– Agradezco a todos aquellos que han hecho posible las múltiples celebraciones que he tenido durante esta semana. Todavía faltan y si nos va bien, hasta finales de abril continuaremos festejando. Como le dije a un amigo, «a mí no me molesta festejar mi cumpleaños, lo que no me gusta es cumplir los años»

– Llego a revisar mi correo y los dos primeros mails de felicitación por mi cumpleaños son brutales. El primero es de mi Afore (plan de fondos para retiro laboral) y el segundo es de la oficina de ex-alumnos del ITAM. Salvador se colapsa. Mi mail luce así:

– No sé si esos correos de *felicitación* sean suficientes para abandonarme en la depresión o esperarme a que me llegue el newsletter de planes de financiamiento en una funeraria o un asilo para, entonces sí, darme un tiro.

– Con o sin drama, con o sin años, mando un enorme abrazo a todos aquellos que se acordaron de mí en este día y en los días previos. Sus regalos y presencia, aunque haya sido breve, ayuda a -sacrilegio!- querer cumplir años mucho más seguido.

– Seguiremos informando…

Written by Salvador Leal

marzo 19th, 2006 at 1:28 am

El Turibús™

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Empujados por la inercia de un blog, un grupo de cuates logramos sin querer, un muy interesante experimento sociológico-blogguero-literario del que apenas me voy dando cuenta.

Si ustedes han hecho caso de la recomendación implícita de blogs que se encuentran al lado derecho de este catártico blog, se habrán enterado que hubo una abierta pero discreta convocatoria para darnos una vuelta en el Turibús de la Ciudad de México el sábado pasado.
De las personas que asistieron, la gran mayoría son recién llegados a la blogósfera e incluso hubo quien no está interesado en abrir su propia bitácora personal. Eso nos hacía un grupo heterogéneo, unido por la confianza que puedes tener al leer periódicamente a alguien o por conocerlo desde tiempo atrás en la vida real.
El tour lo dimos el sábado y para el lunes ya había varias reseñas del mismo en los distintos blogs de los respectivos invitados.

¿A qué me refiero con que logramos un experimento sin querer?
A que tuvimos un mismo hecho que fue vivido por distintas personas (distintos ojos, distintas maneras de pensar, distintos gustos y/o manías) y que fue reseñado de acuerdo a las características narrativas de cada quién.

Pareciera que La Verdad® como tal no existe. La meta de objetividad que tienen los medios de comunicación convencionales es negada por el principal activo de las bitácoras electrónicas: la subjetividad. En este pequeño experimento (que, insisto, se dio sin querer) cada quién le dio mayor importancia a ciertas cosas y minimizó u omitió otras que para él (o ella) no tenían tanta relevancia. ¿Qué fue lo que realmente ocurrió? Viéndonos filosóficos podría contestar que quizás ni siquiera nosotros que estuvimos ahí y lo vivimos, podríamos saberlo.

Sin embargo, si ustedes quieren leer un mismo hecho visto por distintos ojos y procesado por distintas mentes, léanlo aquí:

Ruy Feben: Quiúbole Chilangia Tour 2005: la minuta
Lulú Marina: ¡¡Desde el Turibú, para el mundo!!
YoSola: Turibús Chilango
Conde de Almaviva: The «Quiúbole Chilangia Tour 2005» Review
Terrible Funk: Aventura bloggera en un segundo piso móvil o Como sobrevivir a un beso sin ser golpeado por una rama
Quack: Mi primer reunion de bloggers
Lillith Galactik: Paseo «offline»

Y ahora sí, después de echarme esta reflexión, este blog regresa a dormir.

Written by Salvador Leal

noviembre 9th, 2005 at 11:10 am

Posted in amigos,blogosfera

Viajar

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Hace unas dos semanas me fui a tomar una chela con un viejo amigo de la preparatoria. En sexto de prepa era el compañero de banca de la persona que se sentaba frente de mí y, así como la guerra genera amistades entrañables entre los soldados, vivir la experiencia de tu último año de preparatoria en una escuela sólo para hombres hace que tú y tus compañeros de banca tengan una relación muy particular.

Sin embargo, tenía mucho de no verlo, por lo que me pidió que le contara qué había sido de mi vida. Contar lo que he hecho de mi vida desde 1997 a la fecha es poco menos que un crimen, así que le dije lo que suelo decir cada vez que me encuentro con alguien a quien no he visto en mucho tiempo y que me pide que le resuma ocho años de mi vida en una frase: «Pues nada… estudié economía y ahora estoy trabajando».
Dependiendo del nivel del alcohol o de la profundidad de la conversación (que muchas veces van de la mano), el resto de la conversación puede explorar de manera más extensa en mi época de estudiante (y le cuento que empecé con una carrera, luego me salí, luego me metí a estudiar dos carreras al mismo tiempo, luego me pusieron una huelga que le partió el queso a una de esas dos carreras para quedar finalmente como economista) o en mi etapa laboral (comencé trabajando en una estación de radio, de ahí me salí para terminar la escuela, trabajé en una multinacional que me enseñó lo bajo que podía caer como persona para finalmente terminar en el lugar en donde estoy actualmente).

Sin embargo, en esta ocasión, la conversación se fue por un camino que jamás había explorado por completo y que, por lo mismo, no me había dado cuenta que era tan rico en anécdotas y vivencias: viajar.
Sí, como a muchos más, me encanta viajar. Pero no fue sino hasta que comencé a platicar anécdota tras anécdota que me di cuenta que a viajar lo he vuelto una actividad en sí misma dentro de mi vida. Sin querer (o sin pensarlo) he visitado muchos lugares… pero particularmente, he vivido muchas cosas en el transcurso de los viajes en los que he estado.
Así, sin proponérmelo, comencé a contar anécdotas que me hacían acordarme de otros viajes y otras personas. En menos de lo que lo platico, le conté de noches perdido en la lluvia de Londres o comiendo tacos árabes en pijama y calcetines en Cambridge; de maletas y contratiempos en Frankfurt o de trasbordos en Philadelphia; de aventuras en Guanajuato o de viajes en tren a Zacatecas; de tugurios de mala muerte en Acapulco o de nadar en un cenote bajo la luz de la luna; de visitar de manera extraordinaria los aposentos privados de Carlos Menem o de quedar atrapado en un pueblito de Oaxaca (Arrazola) al más puro estilo de la Dimensión Desconocida.

Yo era el más sorprendido. Hasta ese momento, no me había dado cuenta que sí, que tenía muchas historias que contar, que en todas esas había estado yo presente y que invariablemente me había divertido al vivirlas. Hasta ganas me dieron de tener un lugar en donde escribir tanta aventura (jo!).

Hoy, hace un año, estaba de viaje. Todo comenzó siendo una idea tan sencilla que cuando se comenzó a hacer más grande y más real, no hubo otra alternativa que disfrutarlo. Aún me causa sorpresa el imaginarme viajar durante toda la noche de Boston a la frontera con Canadá para desayunar en Montreal; ir al festival de Jazz con unos pases de prensa que nos permitieron tener acceso a refrescos, cervezas y bocadillos ilimitados, conocer Québec y Vermont, comer langosta y putin, visitar el MIT, Harvard y los Hamptons, dormir en una camioneta porque el departamento en donde nos estábamos quedando en Montreal estaba cerrado, cantar en un bar gay o dormir en la casa del amigo de la esposa de un amigo de un amigo mío…

Hoy me dieron ganas de releer las aventuras que pasamos. Si ustedes también tienen ganas, ¿qué tal que me acompañan?

Viaje a Montreal – 1
Viaje a Montreal – 2
Viaje a Montreal – 3
Viaje a Montreal – 4
Viaje a Montreal – 5
Viaje a Montreal – 6
Viaje a Montreal – 7
Viaje a Montreal – 8
Viaje a Montreal – 9
Viaje a Montreal – 10
Viaje a Montreal – 11
Viaje a Montreal – 12

Viaje a Montreal – 13

Written by Salvador Leal

julio 11th, 2005 at 3:03 pm