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La vida irreal de Salvador Leal

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Grow Up

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* Este viernes fui al Open House de un amigo que se acaba de ir a vivir solo. Así, solo. Bebimos cerveza, fumamos sheesha y escuchamos buena música. Quizás eso a ustedes no les sorprenda (¿a quién diablos le va a sorprender que un twentysomething se vaya a vivir solito?)… pero para mí significa bastante. Debido a que nos conocemos desde que estábamos en quinto de primaria, ir a su depa y disfrutar unas chelas arropados por su (suyo de él) nuevo hogar, me hizo pensar en mil y un cosas no sólo mientras estábamos ahí, sino también muchas horas despues de haber dejado su depa.

* El próximo martes, Rodrigo, un buen amigo, se va a trabajar a los EEUU. Le ofrecieron dirigir un periódico para hispanos en Atlanta y para allá se va. Este sábado fue su despedida en un bar y al momento de despedirme de él, me llegó una muy extraña sensación de no saber exactamente cuándo nos volveremos a ver.

* Peter, aquel viejo compañero de aventuras (cfr. nuestro viaje a Acapulco y a Montreal) me visitó en la oficina el jueves pasado para platicarme que también se va a vivir solito. Hablamos durante un buen rato de cómo las series de televisión de varios amigos están llegando a su final de temporada simultáneamente y quedamos en vernos a su regreso de París.

* Mi prima me invitó la semana pasada a su nuevo departamento. Ella también se acaba de mudar. Comimos sushi, pizza y jugamos una cosa que se llama Cranium.

Una de mis canciones favoritas de los Beach Boys es When I Grow Up. Y desde hace un par de semanas he traído pegada la tonadita en la cabeza. No sé si sea la cercanía de mi cumpleaños o que tantas cosas estén pasando a mi alrededor… pero nomás por tenerla disponible desde cualquier lugar, aquí la dejo.

Clip de audio: Es necesario tener Adobe Flash Player (versión 9 o superior) para reproducir este clip de audio. Descargue la versión más reciente aquí. También necesita tener activado Javascript en su navegador.

When I grow up to be a man
Will I dig the same things that turn me on as a kid?
Will I look back and say that I wish I hadn’t done what I did?
Will I joke around and still dig those sounds?
When I grow up to be a man?

Will I look for the same things in a woman that I dig in a girl?
(fourteen, fifteen)
Will I settle down fast or will I first wanna travel the world?
(sixteen, seventeen)
Now I’m young and free, but how will it be
When I grow up to be a man?

Will my kids be proud or think their old man is really a square?
(eighteen, nineteen)
When they’re out having fun yeah, will I still wanna have my share?
(twenty, twenty-one)
Will I love my wife for the rest of my life
When I grow up to be a man?

What will I be when I grow up to be a man?
(twenty-two, twenty-three)
Won’t last forever
(twenty-four, twenty-five)
It’s kind of sad
(twenty-six, twenty-seven)
Won’t last forever
(twenty-eight, twenty-nine)
It’s kind of sad
(thirty, thirty-one)
Won’t last forever
(thirty-two…)

Written by Salvador Leal

marzo 4th, 2007 at 5:49 pm

De vuelta

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No les voy a platicar de todas las cosas que no he hecho en mi vida, por razones de pudor, prudencia y salud mental propia. La lista es larga, no crean… y bastante multifacética también. Incluye varias películas que muchos considerarían como básicas (las de Freddy Krueger, todas las de Rambo y Rocky, Terminator I y Basic Instincts), mucha música que nomás no ha llegado a mis oídos (hay una cantidad infinita de DJ’s, artistas, bandas y proyectos cuya existencia no he conocido y que incluye a Pink Floyd y a José Alfredo Jiménez) y también libros, pintores y lugares que para alguien que está ávido de conocimientos e información es un cuasi-pecado no conocer. Un ejemplo claro es la ciudad de Cuernavaca. No hay persona que se precie de ser chilango que no haya comido quesadillas en Tres Marías y disfrutado del benévolo clima de Cuerna®. No haber ido a Cuernavaca es tan imperdonable como si uno no conociera Acapulco (que, por cierto, fue un pecado del que fui redimido hace apenas unos seis años).

Otra cosa que jamás he hecho, ha sido manejar en carretera.
Llámenme niño mimado, hijo de mami y papi o ñoño. Nomás nunca se ha prestado la ocasión para que yo agarre mi coche y me vaya a algún lugar en carretera. Cuando salimos de viaje con cuates, siempre son otros los que manejan (Peter y Joe fueron los conductores designados para el viaje a Montreal, por ejemplo), así que ha pasado el tiempo y Salvador simple y sencillamente nunca ha estado al frente de Indiana recorriendo los caminos de México.

Ahora que saben esto, se podrán imaginar la cara de mis papás cuando les dije que tenía que ir a Cuernavaca a una reunión con diputados. Para poder llegar hasta allá había dos opciones: o me iba con los diputados o me iba manejando solo… y como mis papás, antes que otra cosa, son bastante prudentes y precavidos, prefirieron que me fuera manejando solo por primera vez, antes de dejarme en las garras de nuestros queridos legisladores.
El detalle de manejar a Cuerna® tiene otro reto que procedo a explicarles y que, insisto, cualquier habitante del Distrito Federal mayor de 16 años que se haya ido de pinta a aquella zona, podrá constatar. El detalle que aumenta el grado de dificultad de manejo en la carretera México-Cuernavaca es la presencia de… La Pera™.

Para aquellos que no viven en las inmediaciones de la zona metropolitana de la Ciudad de México, les explico que La Pera™ es algo así como el monumento a la planeación a la mexicana. Imaginen que un grupo de ingenieros y planeadores carreteros deciden hacer un camino que una al Distrito Federal con la ciudad de Cuernavaca. Comienzan del lado de la ciudad capital y van recorriendo y derribando montañas enteras para abrirle paso a una modernísima carretera de tres carriles (cuatro en sus mejores momentos) que es el inicio del camino más rápido entre la costa del Pacífico y el centro del país.
De repente, un maistro albañil se acerca al Ingeniero en jefe:
(albañil) «Oiga inge…»
(Ingeniero, mirando por encima del hombro) «¿Dígame, Godínez?»
(albañil) «Se me hace que ya nos pasamos, m’inge»
(Ingeniero) «¿Cómo que ya nos pasamos?»
(albañil) «Pos sí… ¿a poco la carretera no iba a pasar por Cuernavaca?»
(Ingeniero) «Así es»
(albañil) «Pos… pos esque, Cuernavaca está allá atrás!»
(Ingeniero) «¡Cómo que está allá atrás! No diga tonterías Godínez, que no ve que…»
(el ingeniero voltea, ve en dónde está la carretera, ve en donde está Cuernavaca)
(Ingeniero) «ME LLEVA LA CHIN***!!!»

Pues así es. La carretera que une a la ciudad de México con Cuernavaca da una vertiginosa y complicada vuelta de -literalmente- 180°, que la sabiduría popular ha bautizado como La Pera™ por su similitud con esa fruta.

Y debido también a esa similitud, la curva es algo así como la Curva de la Muerte, especialmente entre los jóvenes inexpertos que manejan esa carretera por primera vez (entra música de suspenso: chan chan chaaaaaaaaaannn)

El jueves en la mañana, salí con rumbo a mi reunión con los diputados muy temprano y dejé a mis papás recitando todos los rezos que se saben, desde el Credo hasta la Oración de Unción de los Enfermos. Y, obviamente, como era la primera vez que manejaba en carretera (bueno, he manejado la que lleva a Pachuca, pero esa es de chocolate) me fui especialmente lento. y uando llegué a La Pera™ poquito faltó para que me bajara a empujar el coche en lugar de pasar por ahí manejando.
Ya cerca de Cuerna®, me comuniqué con la organizadora del evento, sólo para enterarme que en esta ocasión tampoco conocería la Ciudad de la Eterna Primavera: el evento había sido cambiado a Zacatepec.
«¡Zacatepec! Y dónde queda eso!!» le pregunté a la organizadora.
«Adelantito de Alpuyeca… no hay pierde!» respondió y me colgó.

Pues ahí tienen a Salvador recorriendo Los Caminos del Sur™ buscando el lugar del evento, que terminó siendo en un campo experimental del gobierno. La reunión duró todo el día y, cuando comenzó a oscurecer, decidimos darla por concluída.

Todos comenzamos a despedirnos y cuando me dirigía a mi coche, me di cuenta que se veía medio extraño.
Una de las llantas traseras estaba totalmente desinflada.
¿Qué pasará?
¿Nuestro protagonista podrá salir del oscuro campo experimental para regresar a su casa en donde lo esperan sus angustiados padres?
¿Cómo podrá conseguir a alguien que le arregle la llanta a esas horas de la noche en un pueblito perdido del estado de Morelos?
¿Qué hará alguien que jamás en su vida ha cambiado una llanta y que a duras penas sabe ponerle gasolina al automóvil?
No se pierdan la continuación de esta inquietante historia…

Written by Salvador Leal

agosto 9th, 2004 at 4:22 pm

The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure IV

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Quebéc estuvo mojado y nublado. No tengo nada contra la lluvia, el frío o la niebla siempre y cuando sea en la Ciudad de México y no en un lugar para el que viajé varios cientos de miles de millas y que quiero visitar en todo su esplendor. Debido a eso, hicimos una rápida visita desde la camioneta y vimos una ciudad que, debido a la neblina, lo mismo pudo haber sido San Cristóbal de la Casas o Oaxtepec. Sólo nos bajamos para tomar una foto y comer en un restaurante francés (Quebéc es la ciudad francófona por excelencia en Canadá).
Regresando al departamento, nos preparamos para nuestra última noche en Montreal.
(a pesar del cliché, aquí comienza a sonar ‘Raphael – Mi Gran Noche’)
(imagínense al Jazzy Bunch: uno baila en la regadera, mientras otro termina de abrocharse la camisa; un tercero está en el bar, preparando las bebidas para ponernos a tono. El último está seleccionando la música)
 
Esa noche vimos a Los Mocosos y a Buscemi en una actuación espectacular y nos colamos a la actuación de un grupo desconocido de free jazz llamado Triumph. Al finalizar la noche, nos despedimos de Laura, Sebastián y Santiago (nuestros nuevos amigos colombianos) pues al día siguiente nos iríamos muy temprano para hacer rendir nuestro día de viaje de regreso a Boston. En la mañana nos tomamos nuestro Desayuno de Campeones™, nos montamos a la camioneta y salimos rumbo al sur. (si se quieren estar más en el mood de road trip, inserten aquí ‘Ray Charles – Hit the Road Jack’, o si se quieren ver más actuales, ‘Mad Caddies – Road Rash’). Cruzamos parte del estado de Nueva York, Vermont y New Hampshire. En este último, visitamos los Hamptons, que es el conjunto de playas en donde los millonarios de Manhattan tienen sus casas de veraneo. Nos detuvimos a disfrutar de unas deliciosas langostas (vean a la pobre a punto de ser sacrificada, aquí) y continuamos nuestro viaje rumbo al sur. Kilómetro a kilómetro, nos adentrábamos más en los terrenos de Joey y Pacey… me explico.
 
Nadie está exento de los denominados ‘placeres culpables’ o ‘placeres de clóset’. Se le llama ‘placer culpable’ a todas aquellas cosas que nos gustan pero que, debido a la sociedad en donde vivimos, no estamos dispuestos a aceptar que nos gustan a menos que estemos con nuestros mejores amigos o que tengamos mucho alcohol en la sangre. Ejemplos hay muchos: el rocker al que le gusta Belinda, la niña fresa que ha ganado campeonatos de eructos o el papá al que le gusta el novio de su hija (bueno… ese último está algo hardcorero, pero supongo que cabe en la categoría de ‘placer de clóset’ literal) .
Pues bien, uno de mis placeres culpables (muy muy culpable) es la serie/telenovela gringa llamada Dawson’s Creek. Para los que no saben de esta referencia, les puedo decir que DC es la historia del crecimiento de un grupo de jóvenes que viven en un pueblito norteamericano. La serie brilla en muchos aspectos: los diálogos son grandiosos, las actuaciones son bastante convincentes, está llena de teenage angst (soy fan) y la selección musical para cada una de las secuencias en la serie es simplemente impecable. El detalle aquí es que durante toda la parte que recorrimos New Hampshire, parecía que estábamos en el escenario de Dawson’s Creek. Y la razón por la que estoy publicando esto es porque quiero darle una segunda disculpa pública al Jazzy Bunch debido a mi comportamiento durante nuestra visita a Burlington y sus alrededores. (hasta creen que les voy a contar qué hice en Burlington… sí les confieso mis pecados, pero no todos!!!)

Si pensaban que ya habíamos terminado con nuestro frenesí consumista, están muy equivocados. Resulta que en New Hampshire no tienen sales tax (algo así como el IVA mexicano), así que las cosas son realmente más baratas. Si a esto le agregamos la existencia de un outlet de siete cuadras y un Best Buy con su propio Barnes and Noble al lado, la combinación es mortal. Ahora, cada vez que me da hambre aquí en la oficina y que no tengo ni para comprarme unas papitas, me pongo a pensar en lo mucho que me divertí rumbo a Boston… y aunque eso no me quita el hambre, por lo menos le da un objetivo a mi sufrimiento.

Llegamos a Boston alrededor de las 2 de la mañana y le llamamos a nuestro contacto en esa ciudad. Su nombre era Niaz y era el amigo de la esposa del un amigo de Rodrigo (a ver… déjenme reviso si la relación está correcta… mmmmm.. sí, así es). Nunca supimos si Niaz era gay o no, pero lo que sí es que era muy gracioso, tremendamente extrovertido y con una facilidad para ganarse nuestra confianza que no desapareció ni siquiera cuando al día siguiente nos depertó con un ‘Gooood moooorning my sweeties!! How are my baaaaabies?? uhhh??’.

El departamento de Niaz no tenía un solo mueble, así que volvimos a dormir en el piso (aunque esta vez, era un piso con alfombra) agradeciéndole su hospitalidad y la confianza de recibir a 4 mexicanos desconocidos que, después de un día de viaje y shopping, parecían prisioneros de guerra. A la mañana siguiente nos fuimos a recorrer la ciudad de Boston; desayunamos en el MIT y fuimos a reposar los wraps en el patio de Harvard. La experiencia en los dos lugares fue distinta para los miembros del Jazzy Bunch, pues mientras que Peter y Joe buscaban dónde dejar sus currícula y disertaban de los distintos Premios Nobel que han salido de cada una de esas universidades, yo nomás estaba esperando que en cualquier momento me saliera Will Hunting o Monty Kessler (Brendan Fraser en ‘With Honors’). Estando ahí, acostado en el pasto de Harvard que les cuesta a sus alumnos más de treinta mil dólares el semestre, me di cuenta que las referencias que tengo a cualquiera de universidades de la Ivy League, son más cinematográficas que académicas. Es decir que, a pesar de haber sido contaminado por la Economía itamita, pienso más en Russell Crowe, Patrick Dempsey y Matt Damon que en Franco Modigliani o Joseph Stiglitz… y eso me dio tanto gusto, me hasta recogí una piedrecita de Harvard Yard como lo hace Simon Wilder, el personaje de Joe Pesci en ‘With Honors’.

Conocimos Boston durante el resto del día y a la mañana siguiente, justo antes de tomar el avión que nos llevaría de regreso a nuestros hogares, visitamos el Fine Arts Museum. El viaje había terminado (bueno… aún no, si es que leyeron todo lo que nos ocurrió en el avión) y ahora sólo nos queda planear la siguiente vacación!!

(ajajajajaja, originalmente aquí había puesto que nos enviaran un mail con sus recomendaciones de a dónde nos podíamos ir la siguiente ocasión… pero me sonó demasiado a «Llame y nosotros lo visitaremos. El Jazzy Bunch *original* podría visitar su pueblo, ciudad o metrópoli» así que mejor omito mi mensaje)

Written by Salvador Leal

julio 19th, 2004 at 10:36 am

The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure III

with one comment

Behind the Scenes: The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure
 
Me han dicho que todo en el viaje parece haber sido color de rosa (y no necesariamente por nuestros episodios gay). Así que este post está dedicado a aquellos momentos que, en conjunto nunca tendrán importancia, pero que demuestran que no todo en el Jazzy Bunch fue dulce y sencillo.
 
1. Yo tengo un tío que parece sacado de una novela de Jorge Ibargüengoitia. Es solterón, vive en un rancho perdido de donde sólo sale para sus jueves de póker y sus sábados de brandy, y su vocabulario está casi limitado a decir refranes.
Imagínense las comidas familiares en donde se discute de política y economía y cada uno de los que estamos sentados a la mesa tenemos oportunidad de hablar. Cuando le toca el turno a mi tío, toma un sorbo de su tequilita y dice algo así como ‘Pues a cualquier dolencia, es remedio la paciencia’ y sigue comiendo.
El tema cambia y ahora se habla de religión (en mi familia no seguimos esa regla de oro de evitar hablar de sexo, política o religión) y cuando mi tío abre la boca es para decir ‘Tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata’, y así es toda la comida. Para el postre, cuando mi tío ya ha bebido bastante, suele pasar que no termina los refranes, así que uno se queda con dudas que rayan en lo existencial al tratar de adivinar la frase que falta. Una vez se me acercó y me dijo al oído: «Acuérdese m’hijo que si con pañuelo de seda vas a la arada…» Y ahí se quedó.
A la fecha, me sigo preguntando qué quiso decir con eso.
 
¿Que por qué les cuento ésto? Bueno, pues porque uno de los refranes que en algún momento me dijo fue ‘Si quieres conocer a Andrés, viaja con él un mes’. Y esto viene a cuento porque si bien Peter, Joe y Rodrigo nos conocemos desde hace mucho tiempo, nunca habíamos convivido durante taaaaaanto tiempo.
Después de varios días, nuestras mejores caras (las que les ponemos a los cuates que nos honran con su compañía) fueron desapareciendo y cada quien fue sacando sus propias obsesiones: que si X no puede dormir si antes no ha tomado lechita caliente, que si Y deja el jabón de la regadera llena de pelos o si Z no puede salir del departamento si antes no se ha aplicado su tratamiento facial para la resequedad en los poros.
Aquí quiero aprovechar para agradecer y pedir perdón a mis compañeros de viaje. Sé que soy un pain para muchas cosas (en efecto, no como leche ni huevo y por lo tanto, el 98% de las combinaciones posibles de desayuno práctico no son válidas conmigo), soy un obsesivo-compulsivo de primera (sí, me gusta llegar con 2 horas de anticipación a la sala de espera del avión y no me separo de mi pasaporte ni para bañarme) y tengo mis malos momentos del día (en efecto, si nos retrasamos demasiado en la hora de comer, no respondo por aventar bandejas de comida a los fulanitos de Burguer King). Es por eso que les agradezco que me hayan aguantado y pido perdón en público por cualquier momento especialmente incómodo que les haya podido generar.
 
2. Los momentos amargos y estresantes también estuvieron presentes en Montreal. Uno de ellos fue cuando Joe fue a comprar libros y el cajero le comenzó a hacer plática de los libros que había comprado. Fácilmente fueron diez minutos en los que Peter, Rodrigo y yo estuvimos esperando a que los dos nuevos mejores amigos terminaran su conversación. Poquito faltó para que se despideran de beso y quedaran de tomarse un café juntos. Dos horas después, cuando Joe quiso pagar en Ikea, se dio cuenta que su tarjeta de crédito no estaba.
 
«No mames… no encuentro mi tarjeta de crédito» dijo Joe, aventando el librero de roble y la mesa de centro que traía en los brazos. «Segurito fue el gay de la librería que te estaba ligando y te distrajo para no regresarte tu tarjeta» dijo Peter, «O a lo mejor quería volverte a ver y quedarse con tu tarjeta le pareció una buena excusa». Después de fulminarlo con la mirada, Joe llamó para cancelar su tarjeta y regresamos rumbo a Montreal rezando porque no la hubieran utilizado demasiado. Llegamos muy noche y ya habían cerrado el lugar. Así que a la mañana siguiente, Joe se puso sus mejores galas (just kidding joe!) y lo acompañamos cual chaperones a ver qué había sido de la tarjeta.
Cuál sería nuestra sorpresa, cuando descubrimos que la tarjeta la tenían en la librería, que no la había utilizado y se indignaron cuando se enteraron que habíamos cancelado el número. Parece ser que los canadienses no están acostumbrados a usar tarjetas de crédito de turistas despistados. Go figure.
 
3. El movimiento era arriesgado pero era posible. Saldríamos a las 3 de Boston para llegar a las 6 a Atlanta y alcanzar el vuelo de las 6.35 a México. Lo único que teníamos que hacer era estar coordinados, ser los primeros en salir del avión y correr a dónde estuviera el avión que nos regresaría a tierras mexicas.
Todo comenzó con la cara de horror de la señorita del mostrador cuando vio la caja en donde traíamos las cosas de Ikea. La caja realmente podría traer cualquier cosa, desde unos manteles bordados hasta una peligrosa bomba antiaérea; y la señorita lo sabía pues llamó a Seguridad. Nos hicieron sacar todo, volverlo a meter y llevar la caja a nombre de Joe a un cuarto especial con varias cámaras de rayos X y robots desactivadores de bombas a control remoto. Subimos al avión… y el avión nomás no despegaba. Cinco minutos. Diez minutos. Quince minutos.
(voz de señorita de Delta) «Mister Espinousa, Youzé Manuell… Mister Espinousa, Youzé Manuell, please raise your hand». Joe levantó tímidamente su mano e inmediatamente dos sobrecargos se pusieron tras de él. «Can I see your passport and visa, please?» Momento de freak para el Jazzy Bunch. Mientras el sobrecargo revisaba los papeles, volteó hacia nosotros y nos preguntó si veníamos con él.
En un acto de cobardía y traición que no se veía desde que Pedro negó a Jesús tres veces, los tres, al unísono dijimos que no. Rodrigo incluso se atrevió a decir «I’ve never seen him in my whole life«. El sobrecargo vio que todo estaba bien y ordenó que finalmente podrían cerrar la puerta del avión y despegar.
Joe, desde luego, no nos volvió a hablar sino hasta que le explicamos que si lo detenían, el avión despegaría mucho más rápido y podríamos llegar a tiempo a hacer la conexión en Atlanta, además de que era mucho más sencillo que nosotros organizáramos su defensa estando fuera de la cárcel que dentro. Y que era lo más práctico y que él habría hecho lo mismo. Creo que se la creyó… aunque es día que no responde mis mensajes en el messenger.

Written by Salvador Leal

julio 16th, 2004 at 12:00 pm

The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure II

with one comment

En el capítulo anterior, nuestros alegres protagonistas habían recorrido la parte ‘cultural’ de Montreal visitando museos, jardines botánicos y áreas de sano esparcimiento. Sin embargo, nuestros amigos no viajaron tantos kilómetros para sólo ir a ver pinturas, esculturas y plantitas… no!!

Cuando uno viaja a cualquier lugar, sea Montreal, Nueva Zelanda o Ciudad Satélite, uno tiene dos opciones. Puedes ser un Turista® y pasarla con tu cámara colgada al cuello, lentes oscuros, visitando los lugares más característicos del sitio (el Jardín Botánico, los escenarios donde filmaron «El Señor de los Anillos» o el Circuito Periodistas, si seguimos con nuestro anterior ejemplo de ciudades a visitar) y quedándose con sólo una de las muchas facetas que una ciudad puede tener.
Pero hay otra opción… uno puede ser un Traveler®, es decir, un Viajero. El viajero disfruta los lugares clásicos pero busca espacios que le permitan conocer más de las personas y de su forma de vida; trata de llevar una vida ‘normal’ dentro de una ciudad extraña.
Siguiendo esta lógica, el Jazzy Bunch ya había cumplido su cuota de turisteo y era momento de ponerse el traje de Viajero para tener la experiencia completa. Dicho esto, esa noche nos dirigimos a un antro en donde, nos dijeron, el ambiente era el más *auténtico*: el Cheers.

En esta ocasión, el contingente que se disponía a celebrar estaba conformado por los ya conocidos cuatro Jinetes de Apocalipsis Joe, Peter, Rodrigo y Yo Mero™. A este grupo se le habían agregado tres personajes que no había tenido tiempo de reseñar pero que aprovecho este momento de la historia para presentárselos.

– Laura, nuestra anfitriona. Para todos aquellos que se preguntaban por qué habíamos llegado a un loft en Montreal, sepan que ella es la feliz arrendataria de tan agradable lugar con tan cómodo piso. Laura, en un arranque de locura y por razones que preferí nunca preguntar, accedió a recibir en su hogar a cuatro trogloditas mexicanos que diariamente dejaban su departamento en calidad de zona de desastre. Por su paciencia y aguante para con nosotros, estoy seguro que el nombre de Lau ya se encuentra en la selecta lista de los seres humanos que podrán entrar a disfrutar del Cielo. (P.S. Gracias Lau!!)

– Sebastián es, cual canción de Sting, un colombiano que ronda por las calles de Montreal. Trabaja en la organización de un mega-hiper-super congreso que tendrá lugar en octubre… pero que como mis amigos mexicanos que trabajan en la organización de eventos saben perfectamente, uno no comienza a trabajar-trabajar sino hasta que faltan dos o tres días para el congreso.

– Santiago. También colombiano, estudia Cine en la Universidad de la Concordia de Montreal. Afortunadamente, las vacaciones de la universidad le permitieron acompañarnos en esa y otras cuantas noches más.

Este grupo se dirigió a rockear en el Cheers, un bar en donde el hip-hop era prácticamente lo único que ponían. La verdad es que ninguno de los miembros de Jazzy Bunch es fan de ese movimieno musical, así que nos dedicamos a probar las distintas variedades de cerveza que vendían en el lugar. El experimento tuvo tanto éxito que a las dos horas parecíamos negros recién salidos del ghetto. Joe fue el único que desistió y decidió irse a dormir ‘temprano’ mientras el resto del grupo nos quedamos rapeando en un estilo que me gustaría decir era como Eminem pero que terminó más bien pareciéndose a Caló.

Alrededor de las tres de la mañana, el antro comenzó a apagarse un poco y nosotros decidimos irnos a nuestras respectivas casas. Pero mientras íbamos a la camioneta pasamos a un lado de un karaoke en donde estaba cantando una mujer canciones de Vaselina. Uuuuuuuy! A esas horas y con el nivel de prendidez que traíamos, no hay nada mejor que cantar ‘Rebelde’ (o ‘Greased Lightning’… pero la verdad es que esa canción es ‘Rebelde’ y quien la canta no es John Travolta sino Diego Shoening). El grupo acaparó el micrófono y fuimos la sensación del lugar, pues después de esa siguió ‘Summer Nights’, ‘La Bamba’, ‘Guantanamera’ (les tengo que postear el clip de Rodrigo cantando ‘Guantanamera’) y muchísimas más.

La primera señal de alerta debí haberla tenido yo al ver tantas canciones de musicales en la lista del karaoke. No he ido a muchos karaokes, pero la verdad es que nunca he tenido oportunidad de cantar los grandes éxitos de ‘La Novicia Rebelde’, ‘Anita la Huefanita’ y ‘Cats’ en un mismo lugar… pero bueh, no se me hizo tan extraño. A lo mejor a los habitantes de Montreal les gustan mucho los musicales y las canciones de Barbra Streisand y Liza Minelli (no hay nada como cantar ‘Don’t Rain on my Parade’ a todo pulmón sintiéndote el dueño del escenario).
La segunda señal de alerta debió haber sido detonada cuando fui al baño y no había los simbolitos universales de ‘hombre’ y ‘mujer’ en las puertas. «Qué raros son los canadienses», pensé.
La tercera señal de alarma surgió cuando vi la cara de Peter en cuanto bajé del baño. Sus ojos estaban viendo una revista que, alarmado, cerró de un golpe.

Nos habíamos dado cuenta demasiado tarde que el lugar era un karaoke gay bar.
De la manera más discreta posible (si es que hay una manera discreta de salir de un karaoke para gays después de haber cantado ‘Good Lovin’ con todo y coreografía) comenzamos a salir del lugar y, ahora sí, dirigirnos a nuestras casas sintiéndonos gaybaits.
Les dimos un aventón a Santiago y Sebastián y estábamos muertos cuando llegamos al departamento de Laura. Tocamos el timbre… y tocamos y volvimos a tocar. Y nadie nos habrió. Gritamos, pedimos posada, tratamos de forzar la cerradura, pero al final de cuentas Joe estaba en su sexto ciclo de REM y nosotros estabamos demasiado cansados para organizar una subida en rappel hasta el departamento.

Agotados, nos metimos otra vez en la camioneta, abatimos los asientos y nos dispusimos a «dormir». Para cuando despertamos, los vidrios de nuestro vehículo estaban más empañados que vochito en autocinema. Hagan de cuenta la escena de Titanic cuando Leonardo Di Caprio y Kate Winslet le ponen en un coche estacionado en las profundidades del trasatlántico.
El nene Joe se despertó fresco como lechuga y supongo que salía a buscarnos cuando se encontró con los desechos humanos del grupo que lo acompañaba la noche anterior.

«¿Qué? Vamos a Quebéc, ¿no?» dijo Joe con la mayor tranquilidad del mundo.
En ese momento lo último que quería era saber de otra cosa que no fuera mi «cama» (un espacio en el suelo acondicionado con cobijas y almohaditas cortesía de Aeroméxico). Al final, el espíritu aventurero triunfó y nos dirigimos, molidos y con sueño, a la ciudad de Quebéc.

Continuará…

Written by Salvador Leal

julio 14th, 2004 at 11:53 am

The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure I

with one comment

YA REGRESÉ!!
Con cinco maletas y un backpack llenos de compras, fui el miembro del Jazzy Bunch que menos cosas traía. Con decirles que Joe y Peter metieron todas las cosas de Ikea en una caja de televisión (no pregunten de dónde salió la caja para la televisión o en dónde quedó la televisión).
El vuelo de regreso nos lo cambiaron y lo demoraron, así que un vuelo que iba a ser Boston-México, se convirtió en un Boston-Nueva York-México que luego lo volvieron a cambiar a un Boston-Atlanta-México.
Muchas -muchísimas- cosas sucedieron desde el último post que escribí en Montreal y prometo contarlo todo y poner fotos de todo, desde nuestro viaje a Quebec, Maine y Burlington, hasta el frenesí de compras que tuvimos en New Hampshire (tres palabras: no sales tax!), las langostas que nos merendamos en Hampton Beach (el lugar de recreo de todos los millonarios neoyorquinos), nuestro debut en un karaoke gay y la noche que dormimos en la camioneta gracias a que Joe nunca despertó para abrirnos la puerta del departamento. Traigo hasta videitos de conciertos en Montreal!

Solo que ahora, por razones laborales (la pila de trabajo que tengo en mi escritorio es de proporciones desquiciantes), no se los puedo contar del todo bien. Prometo darme un tiempecito para revelarles todos los secretos del viaje del Jazzy Bunch.
Mientras, para que vean lo mucho que sufrimos en el viaje, los dejo con tres fotitos:


El Jazzy Bunch en la zona china del Parque Botánico de Montreal; de izquierda a derecha: Peter, Salvador, Rodrigo y Joe. Al fondo, se ve el mirador del Estado Olímpico.


Rodrigo y Joe con ‘la música por dentro’ en el GogoLounge. Esa noche fue simplemente inolvidable.


Peter y Joe en el avión que originalmente era Boston-México, que luego se volvió Boston-Nueva York-México para finalmente terminar en Boston-Atlanta-México. Como pueden notar, casi no estábamos cansados.

Estoy agotado, con muchísima chamba y harto estrés. Pero la verdad, el viaje estuvo increíble. Ya les contaré de todos los lugares y personajes que conocimos. Denme chance y no se arrepentirán.
YA LLEGUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEÉ!

Written by Salvador Leal

julio 12th, 2004 at 12:45 pm

Festival! V

with one comment

Todos los festivales a los que habia ido anteriormente, eran reuniones de gente muy famosa y tambien bastante mamona. Tratar de platicar con Moby cuando estaba saliendo de su presentacion en el Aca World Sound Fest me costo un microfonazo en el ojo que no porque te lo de un artista del tamanio de Moby, no deja de dolerte. Por otro lado, tratar de darle seguimiento a todos los artistas importantes del festival en el que estuviera era dificil y muy cansado (habia que caminar largas distancias), pero no es imposible.

Aqui en Montreal, las cosas son muy distintas. Por principio de cuentas estamos hablando de 2,500 artistas que se presentan en 500 conciertos, de los cuales mas de 350 son al aire libre y gratuitos. En un buen dia, dos millones de personas (de todo tipo, raza y nacionalidad) se reunen con la unica finalidad de escuchar buena musica. Y que musica!
Tomemos como ejemplo el dia de ayer. Ayer decidimos que la maniana seria un frenesi de shopping, asi que nos armamos con nuestras respectivas billeteras y salimos a conquistar los malls del centro de Montreal. Yo sentia que las dependientas de las tiendas temblaban. A lo mejor me lo imagine. Lo que no fue imaginario fueron las ofertas de verano que habia por todos lados… 50%, 40%, 60% AAAAAAAUUUU!!!

Gap practicamente se quedo con unos calcetincitos y dos playeritas despues que pasamos por ahi. Ahora vamos a tener que rentar otra camioneta para llevar nuestro shopping! (creo que ese dato no lo habia mencionado, pero cuando fuimos a rentar el «coche» vimos una SUV y no pudimos resistir la tentacion; ahora andamos en una Blazer Blanca por todo Montreal) Pero en fin… me estoy desviando del tema.

Lo que les iba a platicar es que ayer fue un dia musicalmente yermo hasta que llego la noche y decidimos lanzarnos a la zona del festival (a cuatro cuadras de aqui.. AAAUUU!). La guia de bolsillo que traiamos solo decia que el grupo era de Hungria y que se llamaba Besh O Drom. Desconocidos, no? Bueno, pues los tipos prendieron el festival de una manera que vale la pena verse (grabe una de las rolas y en cuanto regrese a Mexico la pongo en el sitio). Los tipos no son famosos, no son divas, son tremendamente accesibles (Peter y yo le pichamos una rebanada de pizza al baterista dos horas despues de terminado el concierto, cuando nos lo encontramos en la calle) y ademas son muy muy buenos. El festival de jazz de Montreal es un lugar para venir y no solo empaparse de musica, sino para venir y descubrir nuevos talentos. No importa que sean hungaros, montrealenses o gringos (el jueves vemos a Los Mocosos!!), lo que importa es que sea de calidad.

Despues del conciertazazazazazazo de Besh O Drom, salimos y fuimos al Spectrum a ver a John Bonnamasa, un cuate descubierto por B.B.King cuando tenia 13 anios (Bonnamasa, no KIng). El tipo es brutal! Se echo tres blues que tenian al auditorio completo con el ojito Remi nomas del sentimiento que le ponia. Al finalizar, firmo los discos y playeras que le pusieran en frente y se fue a tomar unas chelas con personas del publico.

Insisto, el Festival de Jazz de Montreal no se parece en nada al resto de los festivales. Aqui hay grandes nombres (muchos) pero los pequenios nombres son tambien tremendamente buenos. Antier escuchaba que este lugar es semillero de las futuras estrellas del Jazz; con decirles que en el 2001 toco una chavita que cautivo al festival y que se llamaba Norah Jones. Ademas de esto, darle seguimiento a 10 escenarios, no es dificil… simplemente es imposible!!

Y ya comenzo a tener repercusiones en mi cuerpo. Mi pie izquierdo me duele de una manera que no habia conocido. Ando caminando como pollo espinado, lo que no solo es muy incomodo sino tremendamente ridiculo. Ya no se que hacer. Por lo pronto, ahorita saldremos a ver si encontramos Le Lonol.

Salvador Leal, reportando desde Montreal, Canada….

Written by Salvador Leal

julio 6th, 2004 at 9:46 am

Festival! III

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Si ustedes escucharon el post auditivo de la noche de ayer, se daran cuenta que ya andaba desvariando medio gacho. Lo siento. Para ese momento se cumplian justo 41 sin dormir, sin poder entrar en el departamento donde nos estamos quedando y sin encontrar al Jazzy Bunch.
Que hicieron ellos mientras yo estaba perdido en Montreal?
Joe y Peter estaba atorados en el elevador del edificio donde esta nuestro departamento, mientras que Rodrigo seguia insistentemente a unas canadienses que lo tuvieron a bien invitar a su departamento (de todo esto me entere hoy en la maniana… inserte aqui una carita de sorpresa)
Creo que no les he hablado del departamento donde estamos. No es un departamento, es un loft… UN LOFT!! Un loft es un espacio que solia ser una bodega de algun edificio abandonado en el centro de una ciudad y que debido a su antigua utilidad es un lugar muy espacioso y exageradamente trendy. Nuestro loft esta ubicado a dos cuatro cuadras del epicentro del festival, en un edificio que originalmente era una fabrica de papel, en un quinto piso. El edificio es ultra moderno (no tiene llaves, sino tarjetitas electronicas que abren la puerta del edificio y la puerta del departamento) y tremendamente elegante. En el departamento solo hay un sofa cama y el piso que, debido al lugar tan trendy, es horriblemente incomodo. Es, literalmente, dormir en un piso de concreto. Mon Dieu!!

Como escucharon en el post auditivo, me perdi ayer en la noche. Fui al banio y a buscar una computadora y cuando regrese, el Jazzy Bunch (y un grupo de colombianos con los que hicimos amistad) ya no estaba en el lugar donde los habia dejado. Camine la mitad de Montreal buscando el sitio a donde habiamos planeado ir (los feux d’artifice o «fuegos artificiales») y tampoco los localice. Regrese al departamento (sin la llave, pues la traia Joe) a esperar a que sucediera algo que no sucedio: que llegaran.
Como no paso, volvi a donde es la plaza principal de eventos, comi hot-dogs, un helado y un pretzel (-ejem- me duele la panza), puse el audio-post y regrese al edificio para ver si ya habian llegado. No fue asi. Y ni como entrar, les digo que la llave es electronica, lo que significa que en el remoto caso de que hubiera traido mi juego de ganzuas, no me hubieran servido. Pero un mexicano (y este mexicano en particular) no se da por vencido tan facilmente, asi que lo que hice fue esperar en la esquina a que llegara algun otro inquilino y en el momento en el que sacara su tarjeta para abrir, acercarme con cara de «inquilino que ha vivido aqui muchos anios», saludarlo inclinando un poco la cabeza y entrar con el.
Asi sucedio. Subimos al elevador y llegue al piso 5, que es donde esta nuestro loft. Aqui cabe mencionar que en el otro elevador estaban Joe y Peter esperando que llegara el tecnico para que los sacara del elevador atorado. Al llegar al loft, me sente a esperar. Estuve ahi por 10 minutos y cuando comenzaba a cabecear de suenio y mis neuronas estaban haciendo conexiones sinapticas que no suelen hacer, se me ocurrio que no habia revisado si la puerta estaba cerrada.
El resto es historia, la puerta estaba abierta y me fui a dormir. Joe y Peter fueron liberados alrededor de las 5 de la maniana y para las 10 regreso Rodrigo de su «intercambio cultural». Apenas era el primer dia y el viaje ya es de teen movie.

Cualquier comentario, duda, pregunta o peticion, en el correo: exlocutor@gmail.com. Me han encargado muchas hojitas de maple y estoy dispuesto a traer mas cosas… nomas me depositan lana y listo (jejejeje).

Salvador Leal reportando desde el Festival de Jazz de Montreal, Canada.

Written by Salvador Leal

julio 4th, 2004 at 11:45 am

Festival! II

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Montreal, Canada.- Como han podido ver, no tengo ni enies (con las que se escribe ninio y ninia) y tampoco tengo acentos. Yo se que el duende de la ortografia me perdonara pues este maldito teclado no esta en chino pero si esta en frances!
Como muchos de ustedes saben, Canada tiene dos idiomas oficiales: el ingles (una razon para que se le considere un Estados Unidos light) y el frances. El por que del idioma frances se los debo para mejor ocasion, pero tengan por seguro que he tenido mas de un altercado debido a mis anejos conocimientos de este idioma.
Durante la secundaria, mis papas me obligaron (ese es el verbo!) a estudiar frances. No se si creian que tenia yo mucho potencial para los idiomas o si fue un simple capricho para acabar con mis tardes de ver tele y escuchar musica… el asunto es que un dia, sin previa consulta y sin mi consentimiento (obvio) me encontre inscrito en la Alianza Francesa de Mexico.
De los traumas y anecdotas luego les cuento, solo sepan que despues de varios anios de larga ensenianza, obtuve el mayor grado de frances que otorga la Alianza: el Certificat de Langue Fracaise. Mismo que hoy, cuando trate de pedirle una Coca-Cola a un mesero sirvio para un carajo.
El problema es que segun todos los tips de las guias de viaje, los habitantes de Montreal prefieren que les hables mil veces en frances que en ingles… aunque no te entiendan. Eso ha provocado que hayamos comido cosas que no ordenamos y que nos hayan hecho un descuento de la tercera edad cuando lo que realmente habiamos pedido habian sido servilletas.

Sirva este post (asi a la carrera, pero con las mejores intenciones) para mantenerlos al tanto de las aventuras que Joe, Peter, Rodrigo y yo estamos viviendo por aca. Aun quedan varias sorpresas que les ire revelando conforme pase el tiempo, pero creanme que nos la estamos pasando increible. Solo recuerdo una vez que habia pasado tanto tiempo sin dormir y los resultados no fueron muy alentadores… En estos momentos que escribo este post les puedo decir que llevo 39 horas sin dormir. Desde el viernes que me levante a las 8 de la maniana hasta las 11 de la noche de este sabado 3 de julio.
Si se preguntan que hago enfrente de una computadora en lugar de estar en el Festival, les debo decir que la computadora esta justo frente al escenario principal, que estamos escuchando a un grupo llamado Shuffle Demons y que lo unico que sobrepasa a nuestro cansancio es nuestro buen animo y diversion.

Desde la ciudad de Montreal, seguiremos informando…

Written by Salvador Leal

julio 3rd, 2004 at 8:46 pm

The Jazzy Bunch

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Como se pueden imaginar, el día comenzó más temprano de lo normal. En estos momentos estoy terminando de hacer mi maleta al ritmo de Los Fabulosos Cadillacs – Cadillacs (versión ’93) que le da el toque de prontitud que tendría la escena de una película que va en cámara rápida.
El horario se ha complicado más de la cuenta pues ahora debo ir por unos documentos de ************ que muy probablemente le den al Jazzy Bunch la posibilidad de ser ‘Prensa Acreditada’ en el Festival de Jazz de Montreal. Como se pueden imaginar, el Jazzy Bunch es el nombre que he decidido darle a nuestro grupo de viaje (bien podría haber escogido The Mighty Mexicans o Tres Tristes Tigres, pero esos nombres mejor los guardo para cuando tenga una banda de rock)
Resumo información:
El Jazzy Bunch (la referencia directa es al programa The Brady Bunch) está conformado por:
– Peter; danés de nacimiento, mexicano por necesidad y si todo sale bien en las próximas horas, Ingeniero Civil vía examen profesional.
– Joe; fotógrafo de vocación, ingeniero por herencia, pueden saber más de él en su blog.
– Rodrigo; reportero de conocido periódico capitalino, última adquisición del Jazzy Bunch.
– Salvador; también conocido como yours truly, para saber quién soy, vayan aquí.

No sé si éste sea el último post en México o no. Trataré de conectarme en el aeropuerto (creo recordar que sí se puede) en el dado caso que lleguemos con el suficiente tiempo de anticipación que marcan los estándares internacionales. Si puedo, les contaré qué sucedió con el examen profesional de Peter (de buena fuente sé que Peter no ha dormido). Si no puedo, trataré de conectarme ya sea en Boston o en Montreal. Ustedes no dejen de preocuparse.

Con el rush que da justo antes de treparse a un avión… seguiremos informando!

P.D. Como pueden ver, NO estoy considerando la opción de que NO lleguemos al aeropuerto… pero en caso de que así sea, supongo que leeran un mail de lo más depresivo, así que por su bien y por el nuestro espero que eso NO suceda.

Written by Salvador Leal

julio 2nd, 2004 at 9:01 am