Archive for the ‘navidad’ Category
Y rápidamente…
… un mensaje de nuestros patrocinadores:
¿Aún no sabe qué regalarme en esta Navidad?
¿El intercambio navideño es una pesadilla debido a que no conoce los gustos de quien le tocó?
¿Cree que mis gustos son raros y que comprando una corbata se libera del compromiso?
Si usted es de estas personas y yo soy quien el destino puso en el papelito que está en sus manos y que lleva el nombre del individuo que le corresponde en el intercambio navideño, siga las siguientes instrucciones:
1. Vaya a mi Wish List de Amazon.com
2. Navegue en ella.
3. Una vez que se ha hecho a la idea de las cosas que quiero y no tengo…
4. Cómprelo.
SalvadorLeal.com: Porque somos la mejor opción de información en lo que a Salvador Leal se refiere.
(jingle) SalvadoooooorLe-al (cha-cha-cha) punto (cha) com (cha-cha-cha)
Querido Santa Claus:
Este año, sólo quiero esto:
Prometo portarme muy muy muy MUY bien.
Saludos,
Salvador Leal.
La Estrella
Se los pongo aquí de una vez para que lo vayan imprimiendo y leyendo poco a poco. No es que esté largo, se lo echan en una sentada… pero no deja de ser muy extenso para los estándares de un post común y corriente.
Este cuento lo descubrí a finales de 1999 y desde entonces me gusta leerlo justo en estas épocas del año, no antes ni después. Se llama ‘La Estrella’ y es del escritor británico Arthur C. Clarke.
El link permanente está en www.salvadorleal.com/estrella
Ojalá lo disfruten tanto como yo.
Xmas 6
No sé si a ustedes les pase con su familia, pero una vez que termina la cena navideña y se entregan los regalos el 24 de diciembre, se crea un silencio algo incómodo que cualquier estudioso del comportamiento humano calificaría como «La Reacción del ‘¿y ahora qué?'».
Lo que termina sucediendo en mi familia es que ‘los grandes’ se quedan platicando en el comedor, al calor del wisky y el cognac, de navidades pasadas; por otro lado, ‘los niños’ (el más chico de mis primos está en la prepa, pero pus ya saben que siempre seremos ‘los niños’) nos vamos a la sala a ver cómo diablos nos entretenemos durante el tiempo que nos falta de convivencia.
Cuado éramos chicos, pues la cosa estaba sencilla y un juego de mesa resolvía el problema. Ahora lo sigue resolviendo, pero sólo un ratito pues desde que mis primos se enteraron que yo tenía un problema de adicción al jugar Monopoly (se dieron cuenta cuando teníamos 10 años), no hemos vuelto a sacarlo en Navidad y así evitar quedarnos semanas enteras sentados frente al tablero.
En fin, si ustedes también tienen una familia por el estilo y no tienen la más remota idea de cómo pasar la Navidad en compañía de sus primos, encerrados en su casa (porque, seamos sinceros, todo se resolvería si cada quién se largara a donde mejor le viniera en gana… pero los papás siempre dicen que la Navidad es para pasarse en familia y bla bla bla), pues aquí les paso mi lista particular de «Las Mejores Películas Navideñas Para Pasar el Rato».
Cabe resaltar que no son ni obras de arte ni nada por el estilo (por ejemplo, el clasiquísimo ‘It’s a Beautiful Wonderful Life’ no anda por acá), sólo son películas que, por alguna extraña razón, uno disfruta ver en Navidad. Si no las tienen cómprenlas (o réntenlas un día antes, o pídanlas en el intercambio) y verán que se la pasan de yingolbels.
6. Historia de Navidad (A Christmas Story)
La pongo en el número 6 porque la verdad es que no me acuerdo muy bien de esta película (¡ni siquiera sé si el título de la película está bien!)… sólo recuerdo que es muy divertida y que me identifiqué tremendamente. A Christmas Story es la historia de un chavito en la década de los 40 que quiere un rifle de postas para Navidad. Tooooooda la película este cuate se la pasa tratando de mover cielo, mar y tierra para que Santa Claus le traiga su rifle y toda la película su mamá se la pasa diciéndole que se va a sacar un ojo con el mentado rifle. Al final… bueh, el final lo tendrán que ver ustedes. Búsquenla, generalmente la pasan en la tele y si no, aquí está en Amazon.
La escena que recuerdo más vívidamente es cuando uno de los amigos de este chavito, pone la lengua en un poste congelado… y se le queda pegada la lengua al poste!
5. Tienes Un E-Mail (You’ve Got Mail)
Creo que no lo había dicho en este espacio, pero una de las personas a las que no aguanto en este planeta, es Tom Hanks. Creo que si lo viera caminando del otro lado de la calle, me cruzaría nada más para patearlo. Es como la versión gringa y masculina de Lucerito: el tipo con la vida ‘perfecta’, las decisiones laborales ‘perfectas’ y la carrera artística ‘perfecta’.
Peeeeeero, You’ve Got E-Mail es en el único papel en el que sí lo trago. Además, es de esas películas que puedes comenzar a ver, pararte por palomitas, regresar, contestar el teléfono… y no le pierdes la continuidad. Sí, es chick flick, pero pus total, es Navidad!
4. Un Gran Chico (About A Boy)
Un puberto rechazado con una mamá loca conoce a un treintañero cool pero bueno para nada que vive de las regalías de una canción de Navidad que su papá compuso en la década de los 60. El soundtrack es de Badly Drawn Boy. Los directores son los de American Pie. ¿Necesito decir más?
3. Realmente Amor (Love Actually)
Cursi hasta decir basta, Love Actually es la mezcla de varias historias de distintos tipos de amor: el que se acaba, el que nunca será, el enfermizo, el que viene en los momentos más inoportunos, el que sobrepasa las barreras del lenguaje, el totalmente amistoso, el meramente sexual. Y todo sucede como pretexto de la Navidad.
Mi escena favorita: la de los cartelones. Esa y cuando Emma Thompson se va a llorar sola por unos minutos antes de ir a dejar a los niños a su pastorela.
2. Mi Pobre Angelito (Home Alone)
Todos la conocemos, todos la vimos, todos reímos… y no sé si todos, pero yo me sigo riendo cuando el repartidor de pizzas va a casa de los McCallister a dejar la pizza de queso y Macaulay Culkin pone el diálogo de una película de gangsters. Ah! Y cuando a la mamá le da un ride el grupo de polka. Comedia de absurdo at its best. Además, el soundtrack tiene las canciones navideñas más representativas de la época.
1. Vacaciones de Invierno (National Lampoon’s Christmas Vacation)
Simple y sencillamente, la mejor película navideña. Y Chevy Chase en su mejor papel de papá estúpido/necio/macho. Hace tiempo que no la veo, pero hay una innumerable cantidad de escenas que me vienen a la mente: cuando pone los foquitos a lo largo de toda la casa, cuando se quema el gato, cuando llega el hermano perdedor… ene!
Así que ya lo saben, ármense de valor, renten estas peliculitas en caso de que no hayan visto ninguna y disfruten su Navidad. Ah! Y si tienen alguna buena recomendación, no se olviden compartirla en los comments. Eso y…
Keep the change, you filthy animal!
Navidad I
Si se han dado una vuelta por este blog (juro que cada vez que puedo pongo al corriente las categorías de mis posts para que sean más fáciles), sabrán que soy fan de la Navidad. Muy fan. Súper fan. Peeeeero, soy fan de la Navidad hasta antes de diciembre.
Seh, es raro, lo sé. Todo el año me gusta escuchar música navideña, pensar en el frío, los regalos y el bacalao. Hasta que llega. Supongo que es un tema que algún día tendré que llevar al diván y hablar de las expectativas versus las realidades.
Pero mientras eso sucede, no quería dejar pasar este momento. Porque hoy que llegué a mi casa, mi mamá estaba haciendo ponche. Y ese olor es uno de los muchos olores que me recuerdan a la Navidad. Ese junto con el olor de los suéteres cuando uno da los abrazos de felicitación (suéteres que muchas veces han estado guardados varios meses y huelen a clóset cerrado), el olor del arbolito de Navidad, los olores de la cena navideña, que van desde el mencionado bacalao, los romeritos, la pierna adobada (no suelo comer pavo) y el spaguetti. El olor de la gente que no vemos todo el año, pero que nos damos un tiempo en diciembre para reunirnos con ella y saber cómo van nuestras mutuas vidas. El olor de pasteles y galletas, del vino tinto con el que brindo en las fiestas de mis cuates o la champaña de las reuniones familiares, el olor del musgo mojado del nacimiento y de las velas prendidas en los días previos a la Navidad. El olor de los recuerdos.
En ocasiones me preguntan que por qué escribo un blog. Mis respuestas suelen ser o muy vagas o demasiado técnicas y frías. Y aunque sigo sin poder responder bien a bien por qué escribo un blog, hoy sé que escribo este post para recordar ese momento en el que olí el ponche en mi casa este año. Sé que escribo este post sin importarme si alguien lo lee. Y sé que escribo este post para recordar lo mucho que me gusta la Navidad.
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Jingle Bell Rock
Parece ser que se ha desatado una fiebre por los blogs. Aparte de mi amigo con problemas de personalidad (cfr. «What’s in a name» del 3 de enero) ya hay otros dos cuates que han comenzado a contar sus aventuras en internet.
El primero es un producto importado directamente desde Minatitlán, Ver. que ya tenía una página de internet (una de verdad, no como la mía) en donde además de publicar fotos de sus cuates suele dar rienda suelta a su vena poética.
El otro amigo que acaba de entrar en el rollo de los blogs escribió en su primer post algo que quiero retomar. De hecho, a él lo pueden escuchar todos los días a partir de las seis y media de la mañana por el 102.5fm en la Ciudad de México. Suele tener comentarios inteligentes y divertidos (afortunadamente son más lo segundo que lo primero) que opacan a los ya de por sí opacos conductores del programa.
En su post, mi cuate habla de lo devaluada que se encuentra la Navidad tanto en forma como -especialmente- en fondo. ¿Qué celebramos y por qué?
¿Qué tan conscientes estamos de nuestros actos y qué tanto actuamos porque así nos dicen que debemos actuar? ¿Qué tanta diferencia tenemos con las gallinas que ponen huevos cuando les encienden repentinamente las luces y nuestro comportamiento en cuanto comenzamos a ver arbolitos adornados y escuchar música navideña?
La Navidad está tan devaluada globalmente que en China, un lugar en donde actualmente se tolera más al capitalismo que a la religión, los oficiales del gobierno chino han decidido aprobar la Navidad por ser más un fenómeno consumista que una expresión religiosa (The Economist, December 20th 2003, p. 56)
¿No me digan que no resulta curioso que un análisis de instauración de política no haya generado preocupación el que la segunda fiesta más importante de una de las religiones con más adeptos en el planeta sea instaurada dentro de la ateísima y cerradísima sociedad china?
Quizás se vuelva un tema repetitivo en este blog, pero el núcleo del problema consiste en preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos. Cuáles son las razones por las que tenemos el trabajo que tenemos o estudiamos la carrera que estudiamos, por qué tomamos/comemos/bebemos/esnifamos los productos que compramos, por qué celebramos las fiestas que celebramos.
No quiero verme ni ‘grinch’ ni mocho pues no me reconozco como ninguna de las dos cosas; sin embargo, resulta una lástima que podamos reducir una idea tan grande en un concepto tan vano. Digo, hasta para la persona menos interesada, la Navidad le podría resultar impactante tanto teológica como literariamente (un Dios que manda a su hijo a nacer entre las peores condiciones no suena al clásico cuento de hadas)… para que al final de cuentas todo se convierta en un pretexto para trabajar medio mes, comer mucho, beber más y gastar a todo lo que da.
Y si ustedes me dicen que uno de los propósitos de la Navidad sí se cumple pues finalmente te da una oportunidad de convivir con tu familia y tus amigos… quizás tengan un poco de razón. Pero entonces estoy realmente ardido por no haber podido celebrar con ustedes tan importantes fechas.