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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for noviembre, 2005

Otra duda

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¿En qué momento de la historia del idioma inglés, se perdieron el signo de interrogación inicial [¿] y el signo de admiración inicial [¡]?

Me queda claro que en el español lo estamos perdiendo paulatinamente con el uso diario (¿a poco ustedes ponen signos de admiración o interrogación iniciales durante sus conversaciones en el messenger?), pero me gustaría saber si en algún momento el idioma inglés los tuvo y cómo los perdió…

Igual y un día que tenga tiempo me pongo a escribir el libro «Extinción de Signos Ortográficos, Un Recuento Histórico»

Written by Salvador Leal

noviembre 22nd, 2005 at 4:57 pm

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De Puntitas

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La mayor preocupación que yo tenía a los 6 años, era poderme levantar lo suficientemente temprano como para que el camión de la escuela (el glorioso Instituto México) no me fuera a dejar. Dicho camión (el número 8, por cierto) pasaba entre 7 y 7.10 de la mañana, lo que significaba que para ese entonces yo tenía que estar vestido, peinado y desayunado desde hacía rato.

Por razones que desconozco, pero que fueron tremendamente útiles y que conservo hasta el día de hoy, mi papá solía despertarme con música. Así pues, a eso de las seis y cuarto, encendía el radio de mi cuarto y ponía alguna estación que no tuviera noticias. Un día, no mucho tiempo después de haber entrado a primero de primaria (ca. 1985) mi papá sintonizó el 1060 de AM que transmitía un programa diseñado específicamente para ayudarle a los niños a despertar. El programa se llamaba ‘De Puntitas’.

‘De Puntitas’ tenía música, cuentos (la mayoría de ellos, prehispánicos), entrevistas, tips y detalles curiosos pensados para atraer la atención de un chamaco de seis años. Desde aquél primer día, quedé cautivado con el programa.

Una de las características más interesantes de tal programa era que sólo tenía un conductor que llevaba el programa durante su media hora de duración. Dicho conductor hacía todas las voces: las de conejo y las del coyote en las leyendas mexicanas, las de los entrevistados y las de los animales en las fábulas y la de básicamente cualquier otro participante en los chistes, tips y anécdotas que se contaran durante el programa.
La música también era una parte muy importante, pues no crean que pasaban los ‘éxitos del momento’ ni mucho menos. Las canciones eran verdadera música para niños cuando a este género aún no habían llegado ni Tatiana ni Ivonne e Ivette. Más que música para niños era música bien hecha que podía ser disfrutada por niños. Y además era hasta subersiva! Recuerdo una canción (con ritmos folclóricos latinoamericanos) que hablaba de un ratoncito (chiquito, chiquito) que se metía a las computadoras del Banco Central y provocaba la parálisis de la economía nacional. La canción terminaba con un verso que decía algo así como «imagínate qué no haríamos tú y yo!»

El conductor de ‘De Puntitas’ era un locutor de nombre Emilio Ebergenyi que, descubrí después, se dedicaba con particular éxito a ser la voz institucional no sólo de la estación en donde se transmitía ese programa (Radio Educación) sino en general del ambiente cultural en México. Fue debido a Emilio, y particularmente a la magia radiofónica desplegada con ‘De Puntitas’, que mucho tiempo después quise dedicarme a la radio, a sacudir la imaginación de las personas como me tocó vivirlo durante las mañanas antes de tomar el camión que me llevaba a la primaria.

Nunca conocí a Emilio Ebergenyi, pero como suele suceder con los personajes de radio, lo considero un compañero entrañable y alguien *importante* no sólo como parte de mi infancia sino como punto de referencia en las decisiones radiofónicas/profesionales que he tomado. Si en algún momento quise parecerme a alguien estando al aire, mi ejemplo siempre fue él, tratando de lograr un punto medio entre el entretenimiento y la cultura y reflejando lo que sucede en el mundo del ciudadano común y corriente.

Emilio murió la semana pasada. Suena extraño pues, aunque nunca lo traté, la noticia me puso realmente triste… y no encuentro otra manera de quitármelo de la cabeza más que escribiendo y compartiendo lo importante que fue este cuate para mí.

Si quieren, pueden escuchar algunas de las repeticiones de ‘De Puntitas’ los sábados a las 9.30am o estar pendientes al homenaje que le rendirá la estación de radio en la que trabajó por más de 30 años.

Written by Salvador Leal

noviembre 16th, 2005 at 12:22 pm

El Turibús™

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Empujados por la inercia de un blog, un grupo de cuates logramos sin querer, un muy interesante experimento sociológico-blogguero-literario del que apenas me voy dando cuenta.

Si ustedes han hecho caso de la recomendación implícita de blogs que se encuentran al lado derecho de este catártico blog, se habrán enterado que hubo una abierta pero discreta convocatoria para darnos una vuelta en el Turibús de la Ciudad de México el sábado pasado.
De las personas que asistieron, la gran mayoría son recién llegados a la blogósfera e incluso hubo quien no está interesado en abrir su propia bitácora personal. Eso nos hacía un grupo heterogéneo, unido por la confianza que puedes tener al leer periódicamente a alguien o por conocerlo desde tiempo atrás en la vida real.
El tour lo dimos el sábado y para el lunes ya había varias reseñas del mismo en los distintos blogs de los respectivos invitados.

¿A qué me refiero con que logramos un experimento sin querer?
A que tuvimos un mismo hecho que fue vivido por distintas personas (distintos ojos, distintas maneras de pensar, distintos gustos y/o manías) y que fue reseñado de acuerdo a las características narrativas de cada quién.

Pareciera que La Verdad® como tal no existe. La meta de objetividad que tienen los medios de comunicación convencionales es negada por el principal activo de las bitácoras electrónicas: la subjetividad. En este pequeño experimento (que, insisto, se dio sin querer) cada quién le dio mayor importancia a ciertas cosas y minimizó u omitió otras que para él (o ella) no tenían tanta relevancia. ¿Qué fue lo que realmente ocurrió? Viéndonos filosóficos podría contestar que quizás ni siquiera nosotros que estuvimos ahí y lo vivimos, podríamos saberlo.

Sin embargo, si ustedes quieren leer un mismo hecho visto por distintos ojos y procesado por distintas mentes, léanlo aquí:

Ruy Feben: Quiúbole Chilangia Tour 2005: la minuta
Lulú Marina: ¡¡Desde el Turibú, para el mundo!!
YoSola: Turibús Chilango
Conde de Almaviva: The «Quiúbole Chilangia Tour 2005» Review
Terrible Funk: Aventura bloggera en un segundo piso móvil o Como sobrevivir a un beso sin ser golpeado por una rama
Quack: Mi primer reunion de bloggers
Lillith Galactik: Paseo «offline»

Y ahora sí, después de echarme esta reflexión, este blog regresa a dormir.

Written by Salvador Leal

noviembre 9th, 2005 at 11:10 am

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