Archive for the ‘personal struggle’ Category
Farewell, Indiana
Quienes han seguido este blog a lo largo de los años y/o quienes me conozcan personalmente, saben perfectamente de la existencia de Indiana. Nos conocimos en el 2000 y hemos pasado tantas cosas los dos, que muy probablemente sepa más de mi que yo mismo. Él me acompañó durante los arduos semestres en el ITAM, ya fuera a clase de 7 o en examen departamental un sábado al mediodía; él estuvo en WFM conmigo regresando de cubrir un evento a las 4 de la mañana (y después, claro, a la ya mencionada clase de 7). A lo largo de los años ha estado a mi lado en las tres chambas que he tenido saliendo de la Universidad, fue conmigo en el primer viaje que manejé por carretera y me ha dado calma y relax durante las pesadas horas de tráfico de la Ciudad de México. Indiana, como se podrán imaginar, es el fiel automóvil que tengo desde hace 7 años.
Indiana, un aún flamante ZX2 color plata, es el segundo automóvil que tengo. El primero era un amigable Topaz blanco que comenzó llamándose ‘El Halcón Milenario’. Desgraciadamente, mi Topaz no tenía de halcón ni el color, así que rápidamente su nombre cambió por el de ‘El Palomo Milenario’ para después quedarse con el ya famoso nombre de ‘El Palomo’. ‘El Palomo’ tenía la divertida costumbre de tener fugas del anticongelante, manía que me convirtió en un verdadero catador de anticongelantes provocando que hasta el día de hoy pueda distinguir la marca de las diferentes marcas de anticongelantes en el mercado con mi olfato. Durante varios años, el Topaz y yo generamos una relación tan estrecha que pensé que nunca nadie podría ocupar su lugar… hasta que llegó Indiana.
Como un amigo fiel, Indiana jamás me ha dejado tirado sin importar las condiciones en las que estemos, ya sea él o yo. Ha llegado a andar con apenas el olor de la gasolina y nunca se le ha descompuesto nada grave. Es tan fiel como el mejor perro que uno pudiera desear. Claro, eso no significa que no me haya dado grandes anécdotas… como aquella ocasión (tres ocasiones, de hecho) en la que se le quedó pegado el claxon.
Sin embargo, la mejor historia de Indiana es una que no me incluye y que procederé a platicarles. Corría el año de 2002 y como buen locutor de radio que era en ese momento, me invitaban a ver películas antes del estreno para dar mi opinión y que dicha opinión saliera en los promocionales de las películas (si no me creen, busquen el poster de ‘Red Dragon’). La cosa es que me invitaron a ver ‘American Pie 2’ y ahí vamos mis amigos y yo a ver la película a una sala privada por el rumbo de Tecamachalco. Quienes conocen el rumbo saben que las calles o son subidas pronunciadas o son bajadas de montaña rusa, no hay puntos medios. Siendo así, llegué con Indiana, lo estacioné en la calle, de bajada, y me metí a ver la película.
Dos horas después y luego de haber dado nuestra opinión acerca de la película (medianamente sesgada por las palomitas y refrescos gratis), salimos y ¡oh sorpresa! el lugar en donde había dejado a Indiana estaba vacío. «Ya se lo robaron», pensé mientras me dirigía al lugar en donde había dejado a mi fiel corcel.
La verdad ese que no sé por qué hice eso. Si mis ojos no lo veían en el lugar de la calle en donde lo había estacionado no iba a resolver nada poniéndome físicamente en el lugar vacío… pero pus ahí fui a cerciorarme, con tristeza, que Indiana no estaba. Ya estaba tristeando y pensando si llamar al seguro o no, cuando a la distancia, a unos 50 metros adelante, había gente alrededor de un vehículo plateado. Una lucecita de esperanza se prendió dentro de mí.
La bajada era muy pronunciada así que bajar caminando significaba casi casi bajar corriendo, por lo que no tardé mucho en llegar al lugar. Ahí, rodeado de personas y detenido suavemente por un árbol, estaba Indiana. Mi automóvil, gracioso y juguetón, decidió soltar su freno de mano y recorrer, del lado derecho de la calle al lado izquierdo y de bajada, un tramo en doble sentido con coches lujosos estacionados en la calle (estamos hablando de Teca, we!). Quienes vieron el espectáculo nos dijeron después que el coche había pasado rozando un BMW blanco y que una camioneta Cadillac se había tenido que detener en seco para que Indiana pasara sin nadie al volante. A pesar de la bajada, su recorrido fue detenido por un árbol sin un solo raspón. Ahí fue donde lo descubrimos, rodeado de personas que simplemente no podían creer lo que había sucedido.
Sé que suena irreal, pero me tranquiliza saber que tengo varios testigos dispuestos a repetir, con mucha emoción, la anécdota de Indiana. Y esta historia no la estaría contando si no fuera porque todo parece indicar que a mi vida llegará un nuevo compañero.
El Palomo. Indiana. ¿Cómo se llamará el siguiente?
Nuevo Sonar, Mex. II – Pueblo Fantasma
Pues con la novedad que la primera parte de este post (Nuevo Sonar, Mex.) publicado el pasado 31 de julio, fue motivo de enojo por parte de nuestros antiguos empleadores la empresa que nunca nos pagó por ningún programa de radio que transmitimos por casi dos años en su frecuencia.
Así es. Un emisario de Grupo 7 fue con uno de los miembros de Básico (ni siquiera tuvieron la decencia de echarme un telefonazo o mandarme un mail) y les dijo que o bajábamos el post en donde hablábamos de la relación entre Sonar y Grupo 7, o ‘tomaban acciones legales en nuestra contra’.
Está bien, Grupo 7. Ahí está el post bajado. No veo qué tipo de ‘acciones legales’ podrían ejercer en nuestra contra… sobretodo porque nunca hubo ningún tipo de papel firmado (de hecho, eso hubiera sido lo mejor, porque así no nos habrían dado una patada en el trasero tan fácilmente). Que por Básico FM no quede.
Equilibrio
Hoy, en un momento de epifanía, se me ocurrió una manera para ejemplificar las enormes diferencias existentes entre la cultura oriental y la cultura occidental. Y además de todo, les puedo decir que es una manera muy gráfica que me propongo exponer aquí para ver si logro expresar correctamente mi punto.
Veamos la Figura No. 1:
Ustedes no lo saben, pero el mundo occidental gira alrededor de esta figura. Si ustedes nunca antes la habían visto, no se preocupen que aquí estamos para explicarla, nomás sepan de entrada que todo lo que ven a su alrededor (su compu, el refresco que tienen enfrente, la ropa que traen puesta y hasta el hecho de que ustedes estén ahí sentadotes en lugar de que sus padres haya escogido tener un perro o darles un hermanito) es culpa de estos dos alegres compadres. Señoras y señores, con ustedes: la oferta y la demanda.
La Figura No. 1 es, en efecto, una Gráfica de Oferta y Demanda®. En ella se ve reflejada un mercado (el que ustedes quieran: el intercambio de cacahuates, el mercado de granos y oleaginosas, el mercado de clips) que tiene una demanda (lo que la gente del mercado quiere) y una oferta (lo que la gente del mercado ofrece). Y sí, cuando lo que se quiere se junta con lo que se ofrece, se tiene una determinada cantidad de bienes intercambiados a un precio determinado. En este ejemplo, nomás por ponerlo bonito, el precio al que se están vendiendo nuestros bienes es P* (y sí… los grandes economistas de verdad le dicen ‘pe estrella’) y la cantidad que se intercambia al precio P* es Q*.
Esto significa que en la Figura No. 1 no sólo estamos viendo un mercado. No señor. Arrodíllense y muestren respeto. Estamos viendo el éxtasis hecho gráfica, el Nirvana económico, el non-plus-ultra de las entelequias: tenemos un Mercado en Equilibrio.
Sabemos que está en equilibrio (pequeño tip para que los no-economistas asombren a sus engreídos amigos economistas) porque la P es P* y la Q es Q*. Si la P fuera P1, P2 (*risa contenida*) o Pn (*más risa contenida*) pues este no sería un mercado en equilibrio. Pero como las grandes mentes económicas del planeta Tierra han convenido (?) que cuando a una letra se le agrega un asterisco se ha llegado a donde ningún hombre ha llegado antes (el Capitán Kirk dixit), pues entonces eso significa que estamos en la meritita onda: el equilibrio.
Pero ahora les pido que le den un vistazo a la Figura No. 2:
Sí, ustedes que ahora ya son unos expertos me pueden decir que también ven un ‘mercado’, una ‘oferta’, una ‘demanda’ y, lo mejor de todo ‘El Equilibrio’ (inserte aquí sonido de gong… es más, insértenlo de verdad)
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Pero si somos más observadores, notaremos que este es un ‘nuevo’ equilibrio. Podemos ver que, por alguna razón (este año se cultivaron y cosecharon más cacahuates) la oferta ha aumentado y se ha movido hacia la derecha. Si lo pensamos durante un momento, veremos que resulta muy lógico que cuando hay más de algo, ese algo se vuelve más barato. Así que si este año el mercado fue ‘inundado’ por cacahuates (a los periódicos les encanta usar ese verbo en los temas económicos) eso significa que nuestro dibujito de la oferta se va a mover y que nuestra grafiquita va a cambiar.
Ahora tenemos un nuevo equilibrio. Un equilibrio de P* y Q* en donde el precio es más bajo que en la Figura 1. Y donde, debido a que los cacahuates están más baras, pues se van a intercambiar más… llegando a una Q* mayor que la de la Figura 1. ¿Me siguen? Hay un equilibrio aunque ahora el precio esté más bajo. Hay un equilibrio aunque los productores de cacahuate reciban menos dinero por cacahuate. Hay un equilibrio aunque los consumidores compren un cachuate barato. No hay igualdad en el asunto, hay equilibrio.
Finalmente, veamos la Figura No. 3:
¿Necesito decir más? Para la cultura oriental (y para muchos no-economistas en el mundo) el rollo del equilibrio tiene que ver con la igualdad del ying y el yang, con cierta armonía universal en donde a todos les toca lo que han dado, en donde el lugar en donde tú terminas y los demás comienzan tiene la misma cantidad de espacio. En el mundo de la oferta y la demanda, unos ganan y otros pierden. Y el equilibrio no se trata de que todos vivamos en Shangri-La… sino de que caminemos hacia adelante, produzcamos y obtengamos beneficios de nuestro trabajo.
P.D. Éste es uno más dentro de la serie de posts con tema económico. Otras reflexiones del estilo están aquí y acá.
Protegido: Nuevo Sonar, Mex.
Fontanarrosa
El jueves pasado murió Roberto Fontanarrosa. Escritor y dibujante argentino, Fontanarrosa alcanzó la fama gracias a dos personajes de historietas: Inodoro Pereyra y Boogie ‘el Aceitoso’. Como buen mexicano (que, por definición, es un chafísima argentino), Pereyra me es bastante equis, pero Boogie fue de esos viejos acompañantes que, durante toda mi infancia y domingo a domingo, leía en la revista Proceso que recibíamos en casa.
Si con el humor ácido, ultraviolento y machista de Boogie Fontanarrosa se ganó mis simpatías, al saberlo escritor de las locuras de Les Luthiers se ganó mi absoluto respeto. Sirva la transcripción de su participación en el Congreso de la Lengua del 2004 como un pequeño homenaje de este blog para ‘el Negro’ Fontanarrosa.
Defensa de las malas palabras ante la Academia
Roberto Fontanarrosa(…)
Un Congreso de la Lengua es, más que todo, para plantearse preguntas. Yo, como casi siempre hablo desde el desconocimiento, me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué? ¿Quién dice qué tienen las malas palabras? ¿O es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad? ¿O sea que cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿O, cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?Obviamente, no se quién las define como malas palabras. Tal vez sean (ellas) como esos villanos de viejas películas —como las que nosotros veíamos—, que en un principio eran buenos, pero que al final la sociedad los hizo malos. Tal vez nosotros, al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas. Lo que yo pienso es que brindan otros matices, muchas de ellas. Yo soy fundamentalmente dibujante, con lo que uno se preguntará: ¿qué hace ese muchacho arriba del escenario? Manejo muy mal el color, por ejemplo, pero a través de eso sé que cuanto más matices tenga uno, más puede defenderse, para expresarse, para transmitir, para graficar algo; entonces: hay palabras, palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad, por fuerza, algunas incluso por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo. Tonto puede incluso incluir un problema de disminución neurológica realmente agresivo.
El secreto de la palabra pelotudo, ya universalizada —no sé si está en el diccionario de dudas—, está en que también puede hacer referencia a algo que tiene pelotas. Puede hacer referencia a algo que tiene pelotas, que puede ser un utilero de fútbol que es un pelotudo porque traslada las pelotas; pero lo que digo, el secreto, la fuerza, está en la letra t. Analicémoslo —anoten las maestras—: está en la letra t, puesto que no es lo mismo decir zonzo que decir peloTudo.
Otra cosa, hay una palabra maravillosa que en otros países está exenta de culpa —esa es otra particularidad, porque todos los países tienen malas palabras pero se ve que las leyes de algunos países protegen y en otros no—, hay una palabra maravillosa, decía, que es carajo. Yo tendría que recurrir a mi amigo y conocedor, Arturo Pérez Reverte, conocedor en cuanto a la navegación, porque tengo entendido que el carajo era el lugar donde se colocaba el vigía, en lo alto de los mástiles de los barcos para divisar tierra o lo que fuere; entonces mandar a una persona al carajo era estrictamente eso, mandarlo ahí arriba.
Amigos mexicanos con los que estuve cenando anoche me estuvieron enseñando una cantidad de malas palabras mexicanas. Ahora que lo pienso creo que me estaban insultando porque se suscitó un problema con la cuenta a la hora de pagar. Me explicaban que las islas Carajo son unas islas que están en el océano Indico.
En España, el carajillo es el café con coñac y acá apareció como mala palabra, al punto que se llega a los eufemismos, se decía caracho; es de una debilidad absoluta y de una hipocresía… ¿no?
A veces hay periódicos que ponen: «El senador Fulano de Tal envío a la m… a su par». La triste función de esos puntos suspensivos, realmente el papel absurdo que están haciendo ahí, merecería también una discusión acá, en el Congreso de la Lengua.
Voy a ir cerrando. Hay otra palabra que quiero apuntar que creo es fundamental en el idioma castellano, que es la palabra «mierda», que también es irremplazable. El secreto de la contextura física está en la r —anoten las docentes—, porque es mucho más débil como la dicen los cubanos: mieLda, que suena a chino, y eso —yo creo que ahí está la base de los problemas que ha tenido la Revolución cubana—, le quita posibilidades de expresividad.
Voy cerrando, después de este aporte medular que he hecho al lenguaje y al Congreso. Lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo único que yo pediría (no quiero hacer una teoría) es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar.
Fuente: El Clarín
NY 070707 (III)
Hace 13 anios comence mi carrera como Viajero Profesional al irme solito a Cambridge, Inglaterra. En aquella ocasion, vivi durante un buen rato en un lugar al que aprendi a querer (primero) y detestar (despues de mucho tiempo de vivir ahi). Este lugar tenia muchas cualidades que un dia les contare (es particularmente divertida la guerra de extintores que tuve con mis companieros de clase) pero si algo recuerdo perfectamente es el olor que tenia.
He recordado ese olor pues el hostal en donde me quedo huele exactamente igual. Y todo, eh. Los banios, los dormitorios, los pasillos… hasta el ‘cuarto de la tele’ tiene ese mismo olorcillo que tenia mi dormitorio en 1994. Y si, estoy en un hostal. Pero no en cualquier hostal, no senior.
Estoy en el hostal mas grande del planeta en la ciudad mas cosmopolita del planeta. Si cuando ustedes leen la palabra ‘hostal’ piensan en una pequenia casita que es manejada por una viejecilla atenta, no pueden estar mas equivocados. El hostal donde me quedo tiene 6 pisos y enormes cuartos en donde duermen hasta 12 personas en literas; en la recepcion no esta la viejecilla sino un tipo que imprime la reservacion que hiciste por internet.
Mi cuarto, ademas de tener a 12 seres humanos (seamos claros: a 12 olorosos, sudorosos, ruidosos y descuidados seres humanos del genero masculino), tiene 12 lenguajes distintos. En serio. Me siento viviendo dentro de un chiste, de esos que comienzan con un «estaban un mexicano, un polaco y un aleman…», nomas que aqui le puedo agregar la presencia de un coreano, un finlandes, un gringo, un holandes, un griego, un italiano, un indu y un tipo que no tengo idea de donde venga pero que, dormido, habla palabras que parecen hebreas por lo que supongo que es judio. Dios bendiga la globalizacion.
Ha sido un dia pesado pues decidi que tenia que recorrer Nueva York lo mas que pudiera. Esto ha provocado dos cosas: uno, que este listo para hacer un post acerca de «como lograr mas con menos en NYC» y dos, que mis ojitos se esten cerrando de suenio desde hace tres parrafos. Lo que no puedo dejar pasar es contarles que pise el escenario de Saturday Night Live.
A ver. Lean bien. PISE EL ESCENARIO DE SATURDAY NIGHT LIVE. El escenario!!!! No las butacas (que hoy supe que son las mismas sillas del estadio de los Yankees) sino el escenario, pase por el pasillo lleno de fotos y luego las cortinas negras que uno llega a ver en algunos sketches del programa. Estuve ahi. En el escenario. Y si no hubiera sido muy ridiculo, me hubiera a rodillado. Ahora que si me hubiera encontrado a Lorne Michaels, si lo hubiera hecho.
Afuera llueve. Bastante. A estas horas a Nueva York y a mi tambien, la nostalgia le pega un poco. Pobre Nueva York. Pongamosle una rola…
Cats On Fire – Mesmer and Reason
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Nos vemos maniana!
NY 070707 (II)
¿¡¿¡¿¡¿¡¿Diecisiete pesos por 5 minutos de internet?!?!?!?!
Es un escándalo… un abuso! (la mamá de Mafalda dixit)
Recuerdo mis clases de Economía y el concepto del ‘excedente del consumidor’: ¿Cuánto estás dispuesto a pagar por internet?… para todo precio existe un consumidor dispuesto a pagarlo.
Sigh, $17 pesos y yo utilizándolos en postear tonterías…
Vicky
Su nombre era Vicky y tenía una semana de haber dado a luz. Su hijo había tenido muchísimos problemas al nacer, tantos que ni siquiera había tenido oportunidad de registrarlo o ponerle nombre. Debido a situaciones que, desgraciadamente, son frecuentes en nuestro país, en el hospital le había dicho que no podía hacer nada más por él y que tendría que llevarse a su hijo en dos días. Ella movió cielo, mar y tierra, y consiguió que su cuñado, miembro del ejército, le diera un pase para el Hospital Militar haciéndose pasar por el padre del bebé. Esto le salvó la vida y hasta allá fue a llegar su hijo.
Yo me enteré de esta historia pues mi mamá me la contó. Vicky era amiga de la persona que nos ayudaba en la casa (la famosa Fabi) y le había contado esta historia a mi mamá para que la dejara dormir en el cuarto de servicio durante los días que su hijo estuviera en el Hospital Militar. Esto era un aliviane tremendo pues su casa estaba a más de dos horas y media de camino, un trayecto que si a ti y a mí nos da flojera, para una mujer recién salida de un parto no era nada grato. Mi mamá le dijo que sí, que se quedara el tiempo que fuera necesario. Pero me contó esta historia con un motivo adicional. Quería que yo le enseñara a Vicky cómo irse diariamente al hospital a ver a su hijo.
Me da un poco de vergüenza contarlo ahora, pero debo admitir que la idea no me gustó. Es más, me desagradó bastante. El Hospital Militar ni siquiera estaba hacia el rumbo al que yo iba diariamente a la universidad y tendría que salir más temprano que de costumbre para ayudar a Vicky. Y digo que me da vergüenza porque ahora que pienso en las razones por las que no quería echarle la mano, me parecen francamente estúpidas.
Con bastantes empujones dije que sí y a la mañana siguiente Vicky se subió a mi coche para comenzar el trayecto. Ese día estaba de mejor humor, así que la llevé al punto en donde tendría que tomar el microbús, seguimos al microbús, le dije dónde tendría que bajarse y tomar el otro camión. Seguimos al camión por el Periférico y ahí le mostré en donde se tendría que bajar para tomar un último micro que la dejaría en las puertas del Hospital. De veras, no hice más. Pero tampoco hice menos; le expliqué cuánto le cobrarían en cada uno, más o menos cuánto tardaría y que diría el letrero del autobús que la traería de regreso. Le pregunté si tenía alguna duda, si le podía ayudar en algo más y luego le dije cómo regresarse.
Hoy me recordaron esta historia pues Fabi vino a visitarnos y me platicó que Vicky estaba viviendo en Chilpancingo ahora. Que su hijo tiene seis años y aunque tiene marcas de las operaciones por todo el cuerpo, está bien de salud y es un niño feliz. Y también me dijo que Vicky le puso a su hijo Salvador.
Y la única razón por la que escribo esto, es para no olvidarlo.
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Ciencia
En el Congreso Mexicano de Pediatría, una niña de diez años, Carolina Aranda, dió el siguiente discurso. Vale muchísimo la pena leerlo:
A las personas de hoy casi no les interesa la ciencia; les interesa más el futbol. Los periódicos pocas veces tienen notas de ciencia y la radio y la televisión casi nunca. Sólo las publican cuando ocurre algo que no pueden ocultar, como cuando llegó a la Luna Neil Armstrong.
Todos los días aparecen notas de futbol, entrevistas con jugadores y hasta nos cuentan chismes de su vida: que si Galilea Montijo fue novia de Cuauhtémoc Blanco…pero no toman en cuenta que tenemos derecho a estar bien informados sobre ciencia. Y así como sabemos tanto de futbol sabemos tan poco y tan mal de nuestros científicos que da pena. Ese es el caso de Guillermo Haro. Guillermo Haro, astrónomo mexicano, descubrió cometas y muchos cuerpos celestes y no cuenta siquiera con una biografía.
He visitado nueve grandes librerías y ninguna tiene nada sobre él.
¿Por qué apoyar más a los futbolistas que a los científicos? ¿Son mejores personas? ¿Producen mayor riqueza? ¿Nos divierten más? No creo: gracias a los científicos también nos divertimos, ellos inventaron las computadoras, los ipod, los simuladores.
Además, salvo algunos casos, los jugadores de futbol nos hacen ver muy mal mundialmente y nuestros científicos, que nadie apoya no. Estoy segura que México es de los países que tienen algunos de los mejores científicos. Además nos hacen quedar muy bien. Son como los atletas paralímpicos que, sin apoyo, ganan medallas.
¿Por qué no apoyar una educación de excelencia? Tenemos derecho a ella. ¿Alguno de ustedes conoce a Guillermo Haro? Supongo que muy pocos. Y los que no, no tienen la culpa: cuando nuestro equipo de futbol gana partidos de poca importancia hasta el Presidente los felicita y los entrevistan en todos lados. Cuando Guillermo Haro descubrió varias estrellas rojas y azules sólo lo felicitaron otros científicos.
Gracias a la ciencia calentamos en unos segundos la comida en el microondas, gracias a la ciencia nuestras madres no se pasan la vida lavando pañales. Estos inventos son resultado de las misiones al espacio. Por los científicos nuestra ropa es ligera y abrigadora. Por ellos podemos leer aunque se oculte el Sol o ver a cientos de kilómetros un partido de futbol.
¿Les gusta la televisión a colores? Yo nunca conocí una en blanco y negro, y la televisión a colores fue invento del mexicano Guillermo González Camarena. Gracias a los científicos mexicanos podemos ver mejor las estrellas pues aquí se fabrican los mejores lentes de astronomía del mundo.
Hace un año el Instituto de Astronomía de la UNAM envió a las Islas Canarias un instrumento de precisión para el que será el observatorio más importante del mundo. Tiene nueve lentes y 270 piezas.
Y mirar astros nos debe importar porque somos, como escribió Carl Sagan, «polvo de estrellas», de allí venimos. Países desarrollados como Alemania, Estados Unidos y Japón invierten mucho apoyo en ciencia. México cada vez invierte menos, y pese a ello contamos con grandes científicos como Guillermo Haro que vivió y murió siendo un desconocido. El premio Nobel de Química, Mario Molina nació en México, pero se tuvo que ir a Estados Unidos. Por desgracia no es el único caso. Muchos jóvenes científicos hacen lo mismo.
¿No podría nuestro gobierno invertir más en educación? Tenemos derecho a una educación de excelencia.
Me da pena que nuestro gobierno y nuestros empresarios inviertan tanto en futbol y seamos tan malos. Me da pena que inviertan tan poco en ciencia y seamos tan buenos. Tenemos la mejor Universidad de Hispanoamérica según el periódico Time y cada vez le damos menos recursos a la UNAM. ¿Por qué no apoyar a lo que ya da resultados? Un País que no invierte en ciencia y educación siempre será un País pobre ¿Queremos un México pobre? ¿Seguiremos dejando que nuestros Mario Molina se vayan a otros países?
Pobre México nuestro tan cerca del futbol y tan lejos de la Ciencia.
¿A poco no está increíble? Aunque yo tengo una respuesta para la buena de Carolina (que, espero, estudie Economía). En mi opinión, una de las respuestas del porqué se le da más importancia al futbol que a la ciencia es que el futbol está en manos privadas y la ciencia está, fundamentalmente, en manos públicas. Esto significa que el gobierno (ese ente que mete las manos en muchos rubros de nuestra vida sin especializarse realmente en ninguno de ellos) ha cuasi monopolizado a la Ciencia® en nuestro país, contrario a lo que ocurre en otros países en donde mucha de la investigación se hace en universidades y centros de investigación que obedecen a intereses privados. Sí, Carolina, los agentes privados (las empresas, las personas como tú y como yo, los grandes magnates) saben gastar mejor el dinero que el Gobierno, saben en dónde da mejores rendimientos y en este país claramente la ganancia está en el futbol y no en la ciencia. Cuando dices que el Gobierno debiera apoyar a la ciencia, estoy de acuerdo contigo… pero no en que se debiera utilizar más presupuesto en ciencia, sino en que el Gobierno planteara esquemas de apoyo (vía reducción de impuestos, por ejemplo) para que las empresas y las universidades privadas invirtieran más en investigación.
Otra idea
Después de un par de novelas y varios cuentos cortos, mi carrera como escritor tendrá más solidez y podré dedicarme a esos proyectos ‘especiales’ que siempre he querido hacer. Quisiera, por ejemplo, escribir una nueva versión de La Divina Comedia. Sí, lo sé, suena a un fusil herético de dimensiones escalofriantes. Pero la única razón por la que quiero hacerla es por la parte del Infierno.
En la nueva versión (mi versión) de la Divina Comedia, Dante bajará a un bar de mala muerte instalado en el sótano de un callejón en Londres. Humo, oscuridad y un calor sofocante lo cubren. Camina por las escaleras tocando los muros de ladrillo y escuchando el murmullo de voces más abajo. De repente, llega. La oscuridad se rompe por una pequeña luz que ilumina un escenario rodeado de miles de almas que no lograron la gracia; arriba, el vocalista se quita la chamarra y la deja a un lado. Comienzan a sonar los primeros acordes de una canción y Dante sabe, con certeza, que está entrando al Infierno.
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