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La vida irreal de Salvador Leal

Farewell, Indiana

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Quienes han seguido este blog a lo largo de los años y/o quienes me conozcan personalmente, saben perfectamente de la existencia de Indiana. Nos conocimos en el 2000 y hemos pasado tantas cosas los dos, que muy probablemente sepa más de mi que yo mismo. Él me acompañó durante los arduos semestres en el ITAM, ya fuera a clase de 7 o en examen departamental un sábado al mediodía; él estuvo en WFM conmigo regresando de cubrir un evento a las 4 de la mañana (y después, claro, a la ya mencionada clase de 7). A lo largo de los años ha estado a mi lado en las tres chambas que he tenido saliendo de la Universidad, fue conmigo en el primer viaje que manejé por carretera y me ha dado calma y relax durante las pesadas horas de tráfico de la Ciudad de México. Indiana, como se podrán imaginar, es el fiel automóvil que tengo desde hace 7 años.

Indiana, un aún flamante ZX2 color plata, es el segundo automóvil que tengo. El primero era un amigable Topaz blanco que comenzó llamándose ‘El Halcón Milenario’. Desgraciadamente, mi Topaz no tenía de halcón ni el color, así que rápidamente su nombre cambió por el de ‘El Palomo Milenario’ para después quedarse con el ya famoso nombre de ‘El Palomo’. ‘El Palomo’ tenía la divertida costumbre de tener fugas del anticongelante, manía que me convirtió en un verdadero catador de anticongelantes provocando que hasta el día de hoy pueda distinguir la marca de las diferentes marcas de anticongelantes en el mercado con mi olfato. Durante varios años, el Topaz y yo generamos una relación tan estrecha que pensé que nunca nadie podría ocupar su lugar… hasta que llegó Indiana.

Como un amigo fiel, Indiana jamás me ha dejado tirado sin importar las condiciones en las que estemos, ya sea él o yo. Ha llegado a andar con apenas el olor de la gasolina y nunca se le ha descompuesto nada grave. Es tan fiel como el mejor perro que uno pudiera desear. Claro, eso no significa que no me haya dado grandes anécdotas… como aquella ocasión (tres ocasiones, de hecho) en la que se le quedó pegado el claxon.

Sin embargo, la mejor historia de Indiana es una que no me incluye y que procederé a platicarles. Corría el año de 2002 y como buen locutor de radio que era en ese momento, me invitaban a ver películas antes del estreno para dar mi opinión y que dicha opinión saliera en los promocionales de las películas (si no me creen, busquen el poster de ‘Red Dragon’). La cosa es que me invitaron a ver ‘American Pie 2’ y ahí vamos mis amigos y yo a ver la película a una sala privada por el rumbo de Tecamachalco. Quienes conocen el rumbo saben que las calles o son subidas pronunciadas o son bajadas de montaña rusa, no hay puntos medios. Siendo así, llegué con Indiana, lo estacioné en la calle, de bajada, y me metí a ver la película.

Dos horas después y luego de haber dado nuestra opinión acerca de la película (medianamente sesgada por las palomitas y refrescos gratis), salimos y ¡oh sorpresa! el lugar en donde había dejado a Indiana estaba vacío. «Ya se lo robaron», pensé mientras me dirigía al lugar en donde había dejado a mi fiel corcel.
La verdad ese que no sé por qué hice eso. Si mis ojos no lo veían en el lugar de la calle en donde lo había estacionado no iba a resolver nada poniéndome físicamente en el lugar vacío… pero pus ahí fui a cerciorarme, con tristeza, que Indiana no estaba. Ya estaba tristeando y pensando si llamar al seguro o no, cuando a la distancia, a unos 50 metros adelante, había gente alrededor de un vehículo plateado. Una lucecita de esperanza se prendió dentro de mí.

La bajada era muy pronunciada así que bajar caminando significaba casi casi bajar corriendo, por lo que no tardé mucho en llegar al lugar. Ahí, rodeado de personas y detenido suavemente por un árbol, estaba Indiana. Mi automóvil, gracioso y juguetón, decidió soltar su freno de mano y recorrer, del lado derecho de la calle al lado izquierdo y de bajada, un tramo en doble sentido con coches lujosos estacionados en la calle (estamos hablando de Teca, we!). Quienes vieron el espectáculo nos dijeron después que el coche había pasado rozando un BMW blanco y que una camioneta Cadillac se había tenido que detener en seco para que Indiana pasara sin nadie al volante. A pesar de la bajada, su recorrido fue detenido por un árbol sin un solo raspón. Ahí fue donde lo descubrimos, rodeado de personas que simplemente no podían creer lo que había sucedido.

Sé que suena irreal, pero me tranquiliza saber que tengo varios testigos dispuestos a repetir, con mucha emoción, la anécdota de Indiana. Y esta historia no la estaría contando si no fuera porque todo parece indicar que a mi vida llegará un nuevo compañero.

El Palomo. Indiana. ¿Cómo se llamará el siguiente?

Written by Salvador Leal

agosto 20th, 2007 at 3:49 pm

13 Responses to 'Farewell, Indiana'

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  1. Un tramo en doble sentido, sin conductor.

    Eso es para reescribir Christine, pero agradable, amoroso y bien intencionado.

    arboltsef

    20 Ago 07 at 3:59 pm

  2. El nombre de los carros llega cuando pasamos los primeros minutos con ellos 😀 hasta entonces sabremos…

    Ese indiana…

    Roko

    20 Ago 07 at 4:22 pm

  3. Definitivamente no hay amigo como el coche fiel, y madres que sabia divertirse!

    beco

    20 Ago 07 at 4:26 pm

  4. Hijole….a mi me paso lo mismo. Solo que pa no hacerla larga, el seguro no quizo pagar 🙁

    ponle…

    Douglas.

    o algo asi ultra mamon…como «ecto1» remember?

    El Dueño

    20 Ago 07 at 4:59 pm

  5. Pues, si ya andas con el tema de «aventuras», que se llame «PLATA» como el caballo del Llanero Solitario. (según yo, si no es, pues de todos modos que se llame Plata), snif

    semidios

    20 Ago 07 at 5:25 pm

  6. Osea que el carro nuevo no era realmente para mí… buaaaaaaaaa
    Rompiste mi corazón en mil pedazos

    OOYO

    20 Ago 07 at 9:21 pm

  7. Siempre se extrañan a amigos como Indiana en la vida… yo nunca he tenido carro pero Darren, alias mi ordenador ha hecho cada peripecia, que se que ya está viejito, pero no se sí tendría el corazón para cambiarlo por uno nuevo….

    Palomo, Indiana… que tal si al nuevo nene le pones Bond?

  8. Bueno, creo que eso, solo es onda de los chavos, que le ponen nombre a todo inclusive a su amiguito, que no? yo nunca le he puesto nombres a mis carros, pero acabo de ver la de transformers y me quede enamorada de Optimus Prime, y de Bumblebeel; No se si te compres un Camaro, pero si tiene el espiritu de el de la pelicula ya estuvo que tampoco te va a fallar. Ha! eso si solo espero nos invites a la vuelta del remojo.

    Lorena Sandoval

    21 Ago 07 at 12:21 am

  9. […] SalvadorLeal.com » Farewell, Indiana (tags: salvadorleal cotidianidad coche manejar curiosidades humor) […]

  10. El mio es Juquilo, como la virgen de Juqila, pero Juquilo.
    Es un almera confort 2002 gris. Es buen coche, pero ahora esta en el taller, le vole el clütch….

    ecoroberto

    21 Ago 07 at 10:33 am

  11. oye Salvador y porque uno nuevo? ya no charcha bien?…corre con MEGAN FOX…ella los «arregla» hasta para eso es buenisima…que digo buena…buenerrrima…

    El Dueño

    21 Ago 07 at 1:48 pm

  12. Ojala la vida se apiadara de mi para poder comprar un platina o un yaris negro y poder bautizarlo como «Tie Fighter», snif! que cagado, yo bautize el carro de un amigo como el slave 1, (por que a que TROFEOS subiamos al slave 1) y cuando se compró el segundo carro me preguntó si en el universon de star wars existia el slave 2, hasta senti bonito cuando me presento al flamante slave 2…

    Sssssss megan fotx……

    Porter

    21 Ago 07 at 7:30 pm

  13. Repite conmigo Salvador:

    No compres FORD. No compres FORD.
    Compra Nissan, GM, Chrysler, Honda. Es mas podria perdonarte si compras Toyota o admirarte hasta el cielo si compras un LADA Niva ruso.

    Pero no arriesgues tu dinero y tu vida comprando Ford.
    Te queremos Salvador. No compres Ford.

    los recuerdos del porvenir

    24 Ago 07 at 2:36 pm

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