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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for the ‘nostalgia’ Category

10 años

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1. Estaba leyendo un post acerca de gráficas de pastel graciosas (sí, así de ñoño soy) y me encontré esto:

Me causó tanta gracia que me espanté. Y es por eso que transmito mi miedo en este blog.
Si tú tienes menos de 25 años y/o no entendiste el chiste, ve el video aquí.

Si no te causa gracia, no te culpo.

2. En algún momento aquí publiqué tips para hacer un Currículum Vítae. (Tip No. 1: el plural de currículum es currícula, no currículums)
Hoy me encontré un post boenísimo de los 150 detalles más graciosos recopilados en cientos de currícula. Mis favoritos:

– “Skills: Strong Work Ethic, Attention to Detail, Team Player, Self Motivated, Attention to Detail”
– Other Interests: “Playing with my two dogs (They actually belong to my wife but I love the dogs more than my wife)”
– Awards: “National record for eating 45 eggs in two minutes.”
– Hobbies: “Drugs and girls”
– Background: “28 dog years of experience in sales (four human).”
– “Service for old man to check they are still alive or not.”

El post original, aquí.

3. Hoy hace 10 años, desperté. Literalmente.
Si en Ulises de James Joyce hay un Bloom’s Day, el día de hoy yo lo considero como el Día Leal desde hace una década. Un día como hoy, pero en 1998, decidí que no iba a seguir estudiando la carrera que hasta ese momento estudiaba, que no quería amargarme la vida ni ser infeliz. El 3 de junio de hace diez años desperté de una fiesta, encontré a todos mis amigos dormidos en el piso (en el mejor de los casos), sentí cómo la mañana entraba por la ventana del departamento del festejado y puse un CD.

No sé cuántos de ustedes tengan la fortuna de tener ‘momentos definitorios’ en su vida («momentos cambiavidas» también les llaman; yo soy excéptico… para más información, leer este post), pero puedo decirles que ese fue uno de esos momentos. El corte entre un antes y un después, una decisión de ‘never more’. Un ‘hasta aquí’.

Y así fue. Escuchando una canción, en las primeras horas de la mañana y viendo a una horda dormida de universitarios a punto de cumplir los veinte, decidí que nunca más haría nada que no me gustara. Que no mereciera mis desveladas, mi tiempo, mi vida. A partir de ahí, todo lo que he hecho lo he hecho convencido y con la certeza de que vale mi pasión por hacerlo.

Ese día, hoy hace diez años, decidí que comenzaría a quemar mi vida.

Y fue acompañado de esta rolotototototota.

Clip de audio: Es necesario tener Adobe Flash Player (versión 9 o superior) para reproducir este clip de audio. Descargue la versión más reciente aquí. También necesita tener activado Javascript en su navegador.


Jane’s Addiction – Jane Says

Written by Salvador Leal

junio 3rd, 2008 at 11:11 am

Rio

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… sólo para recordar.

Hace exactamente 10 años tuve mi primer reproductor de MP3.

Si ustedes no están familiarizados con los gadgets que de entonces hasta ahora se han producido, igual y creen que el iPod fue el primer dispositivo para reproducir cancioncitas en MP3 a los oídos de felices melómanos. No es así.

Siéntense, jóvenes lectores, que les voy a contar una historia.
Hace muchos, muchos años, no existían esos cuadritos blancos que tienen en su extremo un par de audífonos del mismo color y que ahora trae hasta el velador del edificio. No. En aquellos tiempos lo que se usaba era tener un Discman (generalmente se pronunciaba ‘diksman’) que era alimentado con múltiples discos compactos. Y los discos compactos provenían de dos lugares: o la tienda de discos, o un puesto chafa de piratería. Y cuando piensen en piratería, no piensen en los niveles de sofisticación a los que han llegado los Barba Roja de la música de nuestros días. No, no, no. Piensen en discos que si dejabas demasiado tiempo en el reproductor en pausa, terminaban fritos por el rayo láser. En ese tiempo, el término «quemar un disco» se refería literalmente a tomar un CD y prenderle fuego.

Incluso en los inicios de la música por MP3 (que comenzó siendo la fascinación de nerds y geeks para luego esparcirse entre el populacho), uno mantenía su música en los discos duros sin posibilidad de que ésta saltara a otros espacios. Cabe mencionar que cuando comencé mi carrera como DJ (ja!) en las fiestas de mis cuates, fue acompañando a un amigo al que le ayudaba a cargar el CPU en donde guardábamos todas las joyas de nuestro repertorio.

Siendo así las cosas, la existencia de un dispositivo que pudiera transportar archivos de música de un lugar para otro y que no fuera tan permanente como un CD era algo que yo buscaba con desesperación en cuanta revista de música y tecnología caía a mis manos. Así llegué al RIO PMP300, una maravilla tecnológica jamás antes vista. ¡Imagínense, chiquillos y chiquillas, tenía 32 megas de memoria! No, no, no… Algo que ni en sueños podría uno pensar. Era como un casette pero digital, que te permitía ir de un track a otro sin la necesidad de adelantarle con el molesto botón del FF (un día les hablaré de otro aparatito antediluviano llamado ‘Walkman’ que sólo tenía tres botones, el de Play, el de Stop y el de Fast Forward; eso significaba que para ‘regresarle’ tenías que cambiarle de lado, ‘adelantarle’ y regresar a la cara original. Pero eso, como dijera la Nana Goya [también personaje de otros tiempos] «es otra historia»).

La cosa es que el RIO llegó a mi vida y sí, durante cierto tiempo fui la envidia de varios cuates. Porque, échenle cuentas. El RIO salió en 1998, el primer iPod salió en el 2001; y a eso agréguenle que el iPod prendió realmente hasta el 2003/2004. Tons, desde el 98 hasta el 2003, lo más parecido a un iPod que alguien podía tener, era un RIO.
El problema es que el modelo era tan poco amigable, caro y sin ‘allure’, que la neta hasta yo terminé dejándolo a un lado al año y medio de comprarlo. Hasta el día de hoy que me lo encontré en las cajas de mi mudanza:


El iPod rinde tributo a su abuelo, el RIO PMP300

Y bueh, nomás por no dejar, les dejo las rolas que se quedaron en el RIO. Y digo que se quedaron porque el único sistema operativo con el que trabaja es el Windows 98. Quede aquí una pequeña cápsula del tiempo involuntaria de lo que andaba escuchando aquellos ayeres:

1. Una versión de ‘Fly Me to the Moon’ electrónica, de esas que salían por montones en Evangelion.
2. Una versión de ‘Fly Me to the Moon’ smooth, sí, también de Evangelion (era nuestro gusto culpable de esos años).
3. La versión original de ‘Where Is My Mind?’ de The Pixies.
4. La versión en vivo de ‘Glory Box’ de Portishead
5. ‘Jane Says’, en la versión en vivo de Jane’s Addiction.
6. ‘Teach Me Tiger’ de April Stevens, sacado de alguna recopilación del Ultra-Lounge
7. El tema de James Bond en la versión de Moby (la que salió en ‘Tomorrow Never Dies’)
8. ‘Backseat Driver’ de los Propellerheads, también del soundtrack de aquella película de Bond.

Y ya. No sé si era porque ya se había llenado o porque aquella última ocasión no supe qué ponerle. Dato curioso: de las 8 canciones del RIO, sólo las dos primeras no las traigo en mi actual iPod.

¡Ah, qué tiempos!

Written by Salvador Leal

mayo 12th, 2008 at 1:47 pm

Lunes

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Hoy amanecí con ganas de escuchar/ver el video ‘Verde Será’, que cantaba Plácido Domingo alrededor del Árbol del Tule en Oaxaca, por ahí de mediados de la década de los 80.

Clásico, no lo encontré. Maldito Lunes™

Written by Salvador Leal

febrero 11th, 2008 at 9:47 am

Oscar

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Buscando los comerciales del Oscar del año pasado (que eran personas comunes y corrientes diciendo las líneas más conocidas de la historia del cine) y no encontrarla, me di cuenta que ya van dos Épocas de Oro de Internet® que me tocan.

A finales de la década de los noventa Napster era tierra de nadie y cualquier cosa que buscaras, lo encontrabas. De aquellas épocas son mis más viejos (duh! de hecho, los primeros) MP3’s de mi colección en donde lo mismo bajaba rolas clásicas que comerciales viejos y anuncios de los rides de Disneylandia. TODO estaba en Napster. Hasta que, claro, llegó Metallica y valió queso.

Hasta hace un año, el fenómeno se repitió con YouTube. Simple y sencillamente, si no estaba en YouTube, era muy probable que no hubiera existido jamás. Comerciales, programas enteros, fragmentos de películas… la historia de la cultura pop de nuestros días al alcance gratuito de cualquier hijo de vecino.

Pero ya no más. Uno busca, por ejemplo, el comercial de los Óscares del año pasado y nanai. El capítulo de los Simpsons donde el diablo da de comer a Homero todas las rosquillas del mundo, tampoco. El sketch de Saturday Night Live de ‘Qué Hora Es?’… ni pensarlo.

Ni modo, ahí va otra ola que viene y se va. ¿Qué será lo siguiente?

P.D. Ustedes no están para saberlo ni yo para contárselos pero sufro como no tienen una idea por el hecho de que este año no se realice la entrega de los Óscares… es mi evento televisivo del año!! Malditos sindicatos.

Written by Salvador Leal

enero 22nd, 2008 at 12:15 pm

Grow Up

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Facebook sigue dando de qué hablar en mi vida.
Resulta que alguien de mi generación de la prepa (CUM, 94-97) abrió un grupo al que poco a poco han ido entrando más y más personas de las que hace -literalmente- AÑOS no sabía nada.

Esto sería divertido de no ser porque este año se cumplen 11 años de que salí de la prepa. Unos han embarnecido, otros han perdido el pelo y la gran mayoría… pues sí, han crecido. Orsai (ese maldito) ya había hablado de los caradeforme, ese grupo de personas que conociste hace mucho, mucho tiempo y que encuentras después de mucho tiempo. Facebook es la más grande galería de caradeformes que existe.

Y Dios Morrissey, siendo lo grande que es, acaba de estrenar el video de su canción «That’s how people grow up» que, nomás porque viene muchísimo al caso, me permito postear:


Morrissey – That's How People Grow Up
Cargado por umusic

Written by Salvador Leal

enero 17th, 2008 at 2:05 pm

20159

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Uno nunca sabe cuándo los recuerdos te guiñan el ojo.
Generalmente los dolorosos son los que te sorprenden en el momento menos pensado. Vas escuchando la radio y de repente suena una canción que te transporta a momentos felices que compartiste con personas que ya no están. O hueles un aroma viejo como el recuerdo que despierta. O pruebas un sabor que probaste cuando todo era diferente. Hasta tú.

Hoy, haciendo una búsqueda improbable, me encontré con el viejo sitio de mi programa de radio en el ITAM: Micro 20159. Y tuve que estar unos buenos 30 minutos acordándome de cosas que ya no son y gente que ya no ronda en mi vida.

Y a pesar de todo, no puedo evitar sonreír.

Written by Salvador Leal

diciembre 14th, 2007 at 5:14 pm

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Lada

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No sé ustedes (le hablo a mi generación, esa que nació a finales de los 70) pero cada vez que me dan un número telefónico que comienza con 91, me saco de onda.
Yo, como ustedes, crecí cuando en México la clave Lada de larga distancia era, justamente 91 (no 01 como ahora), así que cada vez que me dan un número telefónico que comienza con 91 (como los de las oficinas que están en Santa Fe, por ejemplo) siento que me están dando un número de provincia y que voy a gastar un dineral en la llamada.

La vida es dura en el Planeta Salvador Leal.

Written by Salvador Leal

diciembre 12th, 2007 at 8:03 pm

Bañado con miel

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En mi primaria, el tres veces glorioso Instituto México, sabías que se acercaba la época navideña cuando nuestro profesor de canto comenzaba a «enseñarnos» villancicos. Utilizo las comillas en el verbo «enseñar» porque la verdad es que más de la mitad de los trogloditas que asistían a clases no podía emitir un ‘Do’ ni aunque su vida dependiera de ello.

Nuestro maestro de música se llamaba Ángel Novoa y era un ser verdaderamente excéntrico, como sacado de una ópera italiana. Era famoso porque, durante los actos cívicos mensuales, era el que daba el conteo a toda la escuela para que echara la porra al instituto justo después del himno.
Releo el párrafo y creo que me he saltado un par de ideas: sí, mi primaria tenía himno y sí, mi primaria tenía una porra. Y si bien el himno no era cantado con exactitud (ya ven cómo se le dan a los niños eso de cambiar la letra de las canciones), toda la escuela, 2,500 almas, se unían a la porra al Glorioso Instituto México. Y el encargado de contar ‘uno, dos, tres’ antes de que la porra comenzara, era Ángel Novoa.

Lo pienso dos veces y creo que sí me gustaría una chamba como la de él.

En fin. La única persona más extravagante que el profesor de música era su esposa, Cecilia Valdés, que era quien tocaba el piano durante las horas de clase. Doña Cecilia (que muchos, muchos años después, supe que era una virtuosa de clase mundial) venía vestida con estolas, abrigos y bufandas en los días más calurosos del año. Unos días se pintaba el pelo de rojo, otras de café; algunas veces usaba una bolsa enorme decorada como papel tapiz y otras traía un paraguas sin ninguna utilidad aparente. Eran la pareja perfecta. Y los dos daban clase de música a todos (TODOS) los salones de mi primaria, es decir, a las 2,500 almas que echaban la porra del Instituto México el día de actos cívicos.

Decir que era clase de música es decir demasiado. La verdad es que la primera vez que las generaciones veían una nota musical era hasta que llegábamos a la secundaria y ahí, La Vitola, pretendía enseñarnos la diferencia entre un Fa sostenido y un Re bemol. Pobre.
Lo que nos enseñaban los profesores de música era, básicamente, a cantar canciones típicas mexicanas. Gracias a ellos conocí ‘La Bikina’ antes de que la cantara Luismi, cantamos una cosa llamada ‘De niño quise una estrella’, corridos, boleros y demás repertorio que nos permitieron no sólo sobrevivir sino destacar en visitas posteriores a cantinas y bares de mala muerte.

Con esto dicho, regreso al inicio del post; te dabas cuenta que la época navideña se acercaba porque una mañana don Ángel repartía hojas con una canción que, creo, se llama ‘Los 12 días de Las Posadas’ y que era una adaptación al español de la canción ‘Twelve days of Christmas’.
Y todo este choro mareador me lo eché únicamente como pretexto para publicar la letra de dicha canción que he buscado incesamente en internet y que no había podido encontrar. En una comida reciente con viejos amigos de la primaria, esta canción salió a la conversación y nos dimos cuenta que no recordábamos qué decía exactamente la canción. Después de desempolvar las memorias y los recuerdos, aquí está. Sirva entonces como un servicio a todos aquellos que han buscado la letra -críptica y rara- de «Los 12 días de Las Posadas» (que no tiene sentido porque en México no son 12 sino 16 y porque si alguien llegara a la posada con seis gansos finos todos lo veríamos como venido de otro planeta).

El primer día de posadas, mi amada me mandó
Una pera bañanda con miel

El segundo de posadas, mi amada me mandó
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El tercer día de posadas, mi amada me mandó
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El cuarto de posadas, mi amada me mandó
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El quinto de posadas, mi amada me mandó
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El sexto de posadas, mi amada me mandó
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El séptimo que pasa, mi amada me mandó
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El octavo de posadas, mi amada me mandó
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

Al noveno que pasa, mi amada me mandó
Nueve danzantes
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El décimo que pasa, mi amada me mandó
Diez nobles cojos
Nueve danzantes
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El undécimo que pasa, mi amada me mandó
Once tamboras
Diez nobles cojos
Nueve danzantes
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel

El duodécimo que pasa, mi amada me mandó
Doce flautistas
Once tamboras
Diez nobles cojos
Nueve danzantes
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel!

Written by Salvador Leal

diciembre 7th, 2007 at 1:15 pm

Viernes Musical

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Viernes musical, dedicado a todos aquellos jovenzuelos que están empeñados en quitarle los 80’s a las personas de mi generación (en verdad, ¿se dan cuenta de lo mucho que nos costó salir de esa moda horrible, esa música horrible y esos diseños horribles para ahora regresar a ellos?)
Y bueno, para demostrarles que no todo en los ochenta es digno de imitarse… Choose the worst!

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Carlos Mata – Que por qué te quiero

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Los Fantasmas del Caribe – Muchachita

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Yuri – Osito Panda

Written by Salvador Leal

noviembre 16th, 2007 at 11:02 am

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Sé Excesivo

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Pues resulta que ando de mudanza. Física, anímica y sentimental. Y buscando entre archivos viejos y documentos arrumbados, encontré el demo de una campaña que ideamos en mis tiempos en WFM.
Siendo apegados a la verdad, la idea se me ocurrió a mí después de que un día llegaron con la consigna de que hiciéramos una campaña de corte social pero con el toque de la casa. Esa idea se la platiqué a Kaeri Tedla y él lo tradujo a lenguaje radiofónico, Javier ‘Javimix’ García hizo la producción de audio y las voces las sacamos de algunas locutoras que pululaban por los pasillos de Televisa Radio… la voz del remate es de mi buen cuate Elías Herrera y la institucional la hago yo (ahí nomás pa’ que se den un quemón).

¿De qué era la campaña? Escuchen el promito:

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Soy fan fan FAN del slogan.

Written by Salvador Leal

agosto 29th, 2007 at 8:34 pm

Posted in medios,nostalgia,wfm