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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for julio, 2004

The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure IV

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Quebéc estuvo mojado y nublado. No tengo nada contra la lluvia, el frío o la niebla siempre y cuando sea en la Ciudad de México y no en un lugar para el que viajé varios cientos de miles de millas y que quiero visitar en todo su esplendor. Debido a eso, hicimos una rápida visita desde la camioneta y vimos una ciudad que, debido a la neblina, lo mismo pudo haber sido San Cristóbal de la Casas o Oaxtepec. Sólo nos bajamos para tomar una foto y comer en un restaurante francés (Quebéc es la ciudad francófona por excelencia en Canadá).
Regresando al departamento, nos preparamos para nuestra última noche en Montreal.
(a pesar del cliché, aquí comienza a sonar ‘Raphael – Mi Gran Noche’)
(imagínense al Jazzy Bunch: uno baila en la regadera, mientras otro termina de abrocharse la camisa; un tercero está en el bar, preparando las bebidas para ponernos a tono. El último está seleccionando la música)
 
Esa noche vimos a Los Mocosos y a Buscemi en una actuación espectacular y nos colamos a la actuación de un grupo desconocido de free jazz llamado Triumph. Al finalizar la noche, nos despedimos de Laura, Sebastián y Santiago (nuestros nuevos amigos colombianos) pues al día siguiente nos iríamos muy temprano para hacer rendir nuestro día de viaje de regreso a Boston. En la mañana nos tomamos nuestro Desayuno de Campeones™, nos montamos a la camioneta y salimos rumbo al sur. (si se quieren estar más en el mood de road trip, inserten aquí ‘Ray Charles – Hit the Road Jack’, o si se quieren ver más actuales, ‘Mad Caddies – Road Rash’). Cruzamos parte del estado de Nueva York, Vermont y New Hampshire. En este último, visitamos los Hamptons, que es el conjunto de playas en donde los millonarios de Manhattan tienen sus casas de veraneo. Nos detuvimos a disfrutar de unas deliciosas langostas (vean a la pobre a punto de ser sacrificada, aquí) y continuamos nuestro viaje rumbo al sur. Kilómetro a kilómetro, nos adentrábamos más en los terrenos de Joey y Pacey… me explico.
 
Nadie está exento de los denominados ‘placeres culpables’ o ‘placeres de clóset’. Se le llama ‘placer culpable’ a todas aquellas cosas que nos gustan pero que, debido a la sociedad en donde vivimos, no estamos dispuestos a aceptar que nos gustan a menos que estemos con nuestros mejores amigos o que tengamos mucho alcohol en la sangre. Ejemplos hay muchos: el rocker al que le gusta Belinda, la niña fresa que ha ganado campeonatos de eructos o el papá al que le gusta el novio de su hija (bueno… ese último está algo hardcorero, pero supongo que cabe en la categoría de ‘placer de clóset’ literal) .
Pues bien, uno de mis placeres culpables (muy muy culpable) es la serie/telenovela gringa llamada Dawson’s Creek. Para los que no saben de esta referencia, les puedo decir que DC es la historia del crecimiento de un grupo de jóvenes que viven en un pueblito norteamericano. La serie brilla en muchos aspectos: los diálogos son grandiosos, las actuaciones son bastante convincentes, está llena de teenage angst (soy fan) y la selección musical para cada una de las secuencias en la serie es simplemente impecable. El detalle aquí es que durante toda la parte que recorrimos New Hampshire, parecía que estábamos en el escenario de Dawson’s Creek. Y la razón por la que estoy publicando esto es porque quiero darle una segunda disculpa pública al Jazzy Bunch debido a mi comportamiento durante nuestra visita a Burlington y sus alrededores. (hasta creen que les voy a contar qué hice en Burlington… sí les confieso mis pecados, pero no todos!!!)

Si pensaban que ya habíamos terminado con nuestro frenesí consumista, están muy equivocados. Resulta que en New Hampshire no tienen sales tax (algo así como el IVA mexicano), así que las cosas son realmente más baratas. Si a esto le agregamos la existencia de un outlet de siete cuadras y un Best Buy con su propio Barnes and Noble al lado, la combinación es mortal. Ahora, cada vez que me da hambre aquí en la oficina y que no tengo ni para comprarme unas papitas, me pongo a pensar en lo mucho que me divertí rumbo a Boston… y aunque eso no me quita el hambre, por lo menos le da un objetivo a mi sufrimiento.

Llegamos a Boston alrededor de las 2 de la mañana y le llamamos a nuestro contacto en esa ciudad. Su nombre era Niaz y era el amigo de la esposa del un amigo de Rodrigo (a ver… déjenme reviso si la relación está correcta… mmmmm.. sí, así es). Nunca supimos si Niaz era gay o no, pero lo que sí es que era muy gracioso, tremendamente extrovertido y con una facilidad para ganarse nuestra confianza que no desapareció ni siquiera cuando al día siguiente nos depertó con un ‘Gooood moooorning my sweeties!! How are my baaaaabies?? uhhh??’.

El departamento de Niaz no tenía un solo mueble, así que volvimos a dormir en el piso (aunque esta vez, era un piso con alfombra) agradeciéndole su hospitalidad y la confianza de recibir a 4 mexicanos desconocidos que, después de un día de viaje y shopping, parecían prisioneros de guerra. A la mañana siguiente nos fuimos a recorrer la ciudad de Boston; desayunamos en el MIT y fuimos a reposar los wraps en el patio de Harvard. La experiencia en los dos lugares fue distinta para los miembros del Jazzy Bunch, pues mientras que Peter y Joe buscaban dónde dejar sus currícula y disertaban de los distintos Premios Nobel que han salido de cada una de esas universidades, yo nomás estaba esperando que en cualquier momento me saliera Will Hunting o Monty Kessler (Brendan Fraser en ‘With Honors’). Estando ahí, acostado en el pasto de Harvard que les cuesta a sus alumnos más de treinta mil dólares el semestre, me di cuenta que las referencias que tengo a cualquiera de universidades de la Ivy League, son más cinematográficas que académicas. Es decir que, a pesar de haber sido contaminado por la Economía itamita, pienso más en Russell Crowe, Patrick Dempsey y Matt Damon que en Franco Modigliani o Joseph Stiglitz… y eso me dio tanto gusto, me hasta recogí una piedrecita de Harvard Yard como lo hace Simon Wilder, el personaje de Joe Pesci en ‘With Honors’.

Conocimos Boston durante el resto del día y a la mañana siguiente, justo antes de tomar el avión que nos llevaría de regreso a nuestros hogares, visitamos el Fine Arts Museum. El viaje había terminado (bueno… aún no, si es que leyeron todo lo que nos ocurrió en el avión) y ahora sólo nos queda planear la siguiente vacación!!

(ajajajajaja, originalmente aquí había puesto que nos enviaran un mail con sus recomendaciones de a dónde nos podíamos ir la siguiente ocasión… pero me sonó demasiado a «Llame y nosotros lo visitaremos. El Jazzy Bunch *original* podría visitar su pueblo, ciudad o metrópoli» así que mejor omito mi mensaje)

Written by Salvador Leal

julio 19th, 2004 at 10:36 am

The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure III

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Behind the Scenes: The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure
 
Me han dicho que todo en el viaje parece haber sido color de rosa (y no necesariamente por nuestros episodios gay). Así que este post está dedicado a aquellos momentos que, en conjunto nunca tendrán importancia, pero que demuestran que no todo en el Jazzy Bunch fue dulce y sencillo.
 
1. Yo tengo un tío que parece sacado de una novela de Jorge Ibargüengoitia. Es solterón, vive en un rancho perdido de donde sólo sale para sus jueves de póker y sus sábados de brandy, y su vocabulario está casi limitado a decir refranes.
Imagínense las comidas familiares en donde se discute de política y economía y cada uno de los que estamos sentados a la mesa tenemos oportunidad de hablar. Cuando le toca el turno a mi tío, toma un sorbo de su tequilita y dice algo así como ‘Pues a cualquier dolencia, es remedio la paciencia’ y sigue comiendo.
El tema cambia y ahora se habla de religión (en mi familia no seguimos esa regla de oro de evitar hablar de sexo, política o religión) y cuando mi tío abre la boca es para decir ‘Tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata’, y así es toda la comida. Para el postre, cuando mi tío ya ha bebido bastante, suele pasar que no termina los refranes, así que uno se queda con dudas que rayan en lo existencial al tratar de adivinar la frase que falta. Una vez se me acercó y me dijo al oído: «Acuérdese m’hijo que si con pañuelo de seda vas a la arada…» Y ahí se quedó.
A la fecha, me sigo preguntando qué quiso decir con eso.
 
¿Que por qué les cuento ésto? Bueno, pues porque uno de los refranes que en algún momento me dijo fue ‘Si quieres conocer a Andrés, viaja con él un mes’. Y esto viene a cuento porque si bien Peter, Joe y Rodrigo nos conocemos desde hace mucho tiempo, nunca habíamos convivido durante taaaaaanto tiempo.
Después de varios días, nuestras mejores caras (las que les ponemos a los cuates que nos honran con su compañía) fueron desapareciendo y cada quien fue sacando sus propias obsesiones: que si X no puede dormir si antes no ha tomado lechita caliente, que si Y deja el jabón de la regadera llena de pelos o si Z no puede salir del departamento si antes no se ha aplicado su tratamiento facial para la resequedad en los poros.
Aquí quiero aprovechar para agradecer y pedir perdón a mis compañeros de viaje. Sé que soy un pain para muchas cosas (en efecto, no como leche ni huevo y por lo tanto, el 98% de las combinaciones posibles de desayuno práctico no son válidas conmigo), soy un obsesivo-compulsivo de primera (sí, me gusta llegar con 2 horas de anticipación a la sala de espera del avión y no me separo de mi pasaporte ni para bañarme) y tengo mis malos momentos del día (en efecto, si nos retrasamos demasiado en la hora de comer, no respondo por aventar bandejas de comida a los fulanitos de Burguer King). Es por eso que les agradezco que me hayan aguantado y pido perdón en público por cualquier momento especialmente incómodo que les haya podido generar.
 
2. Los momentos amargos y estresantes también estuvieron presentes en Montreal. Uno de ellos fue cuando Joe fue a comprar libros y el cajero le comenzó a hacer plática de los libros que había comprado. Fácilmente fueron diez minutos en los que Peter, Rodrigo y yo estuvimos esperando a que los dos nuevos mejores amigos terminaran su conversación. Poquito faltó para que se despideran de beso y quedaran de tomarse un café juntos. Dos horas después, cuando Joe quiso pagar en Ikea, se dio cuenta que su tarjeta de crédito no estaba.
 
«No mames… no encuentro mi tarjeta de crédito» dijo Joe, aventando el librero de roble y la mesa de centro que traía en los brazos. «Segurito fue el gay de la librería que te estaba ligando y te distrajo para no regresarte tu tarjeta» dijo Peter, «O a lo mejor quería volverte a ver y quedarse con tu tarjeta le pareció una buena excusa». Después de fulminarlo con la mirada, Joe llamó para cancelar su tarjeta y regresamos rumbo a Montreal rezando porque no la hubieran utilizado demasiado. Llegamos muy noche y ya habían cerrado el lugar. Así que a la mañana siguiente, Joe se puso sus mejores galas (just kidding joe!) y lo acompañamos cual chaperones a ver qué había sido de la tarjeta.
Cuál sería nuestra sorpresa, cuando descubrimos que la tarjeta la tenían en la librería, que no la había utilizado y se indignaron cuando se enteraron que habíamos cancelado el número. Parece ser que los canadienses no están acostumbrados a usar tarjetas de crédito de turistas despistados. Go figure.
 
3. El movimiento era arriesgado pero era posible. Saldríamos a las 3 de Boston para llegar a las 6 a Atlanta y alcanzar el vuelo de las 6.35 a México. Lo único que teníamos que hacer era estar coordinados, ser los primeros en salir del avión y correr a dónde estuviera el avión que nos regresaría a tierras mexicas.
Todo comenzó con la cara de horror de la señorita del mostrador cuando vio la caja en donde traíamos las cosas de Ikea. La caja realmente podría traer cualquier cosa, desde unos manteles bordados hasta una peligrosa bomba antiaérea; y la señorita lo sabía pues llamó a Seguridad. Nos hicieron sacar todo, volverlo a meter y llevar la caja a nombre de Joe a un cuarto especial con varias cámaras de rayos X y robots desactivadores de bombas a control remoto. Subimos al avión… y el avión nomás no despegaba. Cinco minutos. Diez minutos. Quince minutos.
(voz de señorita de Delta) «Mister Espinousa, Youzé Manuell… Mister Espinousa, Youzé Manuell, please raise your hand». Joe levantó tímidamente su mano e inmediatamente dos sobrecargos se pusieron tras de él. «Can I see your passport and visa, please?» Momento de freak para el Jazzy Bunch. Mientras el sobrecargo revisaba los papeles, volteó hacia nosotros y nos preguntó si veníamos con él.
En un acto de cobardía y traición que no se veía desde que Pedro negó a Jesús tres veces, los tres, al unísono dijimos que no. Rodrigo incluso se atrevió a decir «I’ve never seen him in my whole life«. El sobrecargo vio que todo estaba bien y ordenó que finalmente podrían cerrar la puerta del avión y despegar.
Joe, desde luego, no nos volvió a hablar sino hasta que le explicamos que si lo detenían, el avión despegaría mucho más rápido y podríamos llegar a tiempo a hacer la conexión en Atlanta, además de que era mucho más sencillo que nosotros organizáramos su defensa estando fuera de la cárcel que dentro. Y que era lo más práctico y que él habría hecho lo mismo. Creo que se la creyó… aunque es día que no responde mis mensajes en el messenger.

Written by Salvador Leal

julio 16th, 2004 at 12:00 pm

Tres veces Tres

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De las cosas que más me dolieron en mi ausencia fue el no poder revisar los blogs que tengo listados y que tanto disfruto leyendo.
Aún no he podido ponerme al corriente de todas las cosas que sucedieron en esta semana… pero lo que sí es que me encontré con una variación de ‘Las 5 del Viernes’ que son algo así como ‘Las 3’.

Haciendo un pequeño paréntesis en las historias del Jazzy Bunch, publico mis 3:

Tres cosas que me asustan
01 | Los políticos de mi país
02 | La policía de mi país
03 | La indiferencia

Tres personas que me hacen reir
01 | Orly & Amín™
02 | Semidios
03 | J. Guzmán

Tres cosas que me gustan
01 | La pizza
02 | El cine
03 | Platicar con mis amigos

Tres cosas que no me gustan
01 | Los huevos revueltos
02 | La leche (sí, soy pain para eso del desayuno)
03 | El olor a cebolla cruda

Tres cosas que no entiendo
01 | La Física
02 | La Química
03 | El fuera de lugar en el futbol soccer

Tres cosas en mi escritorio
01 | Mi laptop
02 | Un dinosaurio de plástico
03 | Un Obi-Wan Kenobi

Tres cosas que estoy haciendo en este momento
01 | Terminando un boletín que entrego mañana
02 | Escuchando a Mew
03 | Pensando qué voy a comer hoy.

Tres cosas que quiero hacer antes de morir
01 | ‘Manejar’ un submarino
02 | Consentir a mis nietos
03 | Publicar un libro

Tres cosas que puedo hacer
01 | Lasagna Napolitana
02 | Mantener la calma
03 | Cantar toda la letra de ‘American Pie’ de Don Mclean

Tres formas de describir mi personalidad
01 | Obsesivo
02 | Sarcástico
03 | Narcisista

Tres cosas que no puedo hacer
01 | Aprenderme los nombres de jugadores de futbol
02 | Echarme clavados
03 | Estar conforme

Tres cosas que creo que deberías escuchar
01 | Tu sentido común
02 | Básico.fm
03 | Tu creatividad

Tres cosas que creo que NO deberías de escuchar
01 | A Andrés Manuel López Obrador
02 | A Andrés Manuel López Obrador
03 | A Norberto Rivera

Tres de las cosas que digo más
01 | Obvio no!
02 | Qué mal!
03 | Yo creo que…

Tres cosas que te gustaría aprender
01 | Tocar el piano
02 | Italiano
03 | Historia (la carrera, I mean)

Tres bebidas que consumas regularmente
01 | Propel de Mandarina
02 | Zubrowka
03 | Bacardí Limón con refresco de manzana

Tres programas que veías cuando eras niño
01 | Bolek y Lolek (caricaturas comunistas!)
02 | Juan sin Miedo
03 | Tooooooda la barra de caricaturas del Canal 5

Tres películas que recomiendes
01 | Citizen Kane
02 | Peter Pan
03 | Gattaca

Tres pasatiempos favoritos
01 | Leer
02 | Escribir
03 | Pensar en ‘mi estación de radio ideal’

Tres canciones que te ponen en ambiente
01 | Phantom Planet – California
02 | Volován – Te Quiero
03 | Caesars Palace – Jerk It Out

Tres pecadillos
01 | Veía y me gustaba ‘Hasta en las Mejores Familias’
02 | La música de Juan Gabriel
03 | En algún momento compré y leí la revista Eres.

Tres logros
01 | Haberme sacado MB en Física de tercero de prepa
02 | Trabajar en mi estación de radio favorita
03 | Ser lo que soy ahora

Tres mañas
01 | Muerdo plumas
02 | Extorsiono a la gente cuando juego Monopoly
03 | Reviso mi e-mail a cada rato

Tres objetos en las bolsas del pantalón
01 | Llaves de mi casa con llavero de Darth Maul
02 | Llaves de Indiana con llavero de Darth Sidious
03 | Celular

Tres aromas que disfrutes
01 | El olor después de que llueve
02 | El bacalao en Navidad
03 | El bosque

Tres títulos para la novela de tu vida
01 | Cómo ser un Ñoño® y no morir en el intento
02 | Entre la Vida y la Muerte
03 | Salvador Leal: Una Historia

Written by Salvador Leal

julio 14th, 2004 at 1:23 pm

The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure II

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En el capítulo anterior, nuestros alegres protagonistas habían recorrido la parte ‘cultural’ de Montreal visitando museos, jardines botánicos y áreas de sano esparcimiento. Sin embargo, nuestros amigos no viajaron tantos kilómetros para sólo ir a ver pinturas, esculturas y plantitas… no!!

Cuando uno viaja a cualquier lugar, sea Montreal, Nueva Zelanda o Ciudad Satélite, uno tiene dos opciones. Puedes ser un Turista® y pasarla con tu cámara colgada al cuello, lentes oscuros, visitando los lugares más característicos del sitio (el Jardín Botánico, los escenarios donde filmaron «El Señor de los Anillos» o el Circuito Periodistas, si seguimos con nuestro anterior ejemplo de ciudades a visitar) y quedándose con sólo una de las muchas facetas que una ciudad puede tener.
Pero hay otra opción… uno puede ser un Traveler®, es decir, un Viajero. El viajero disfruta los lugares clásicos pero busca espacios que le permitan conocer más de las personas y de su forma de vida; trata de llevar una vida ‘normal’ dentro de una ciudad extraña.
Siguiendo esta lógica, el Jazzy Bunch ya había cumplido su cuota de turisteo y era momento de ponerse el traje de Viajero para tener la experiencia completa. Dicho esto, esa noche nos dirigimos a un antro en donde, nos dijeron, el ambiente era el más *auténtico*: el Cheers.

En esta ocasión, el contingente que se disponía a celebrar estaba conformado por los ya conocidos cuatro Jinetes de Apocalipsis Joe, Peter, Rodrigo y Yo Mero™. A este grupo se le habían agregado tres personajes que no había tenido tiempo de reseñar pero que aprovecho este momento de la historia para presentárselos.

– Laura, nuestra anfitriona. Para todos aquellos que se preguntaban por qué habíamos llegado a un loft en Montreal, sepan que ella es la feliz arrendataria de tan agradable lugar con tan cómodo piso. Laura, en un arranque de locura y por razones que preferí nunca preguntar, accedió a recibir en su hogar a cuatro trogloditas mexicanos que diariamente dejaban su departamento en calidad de zona de desastre. Por su paciencia y aguante para con nosotros, estoy seguro que el nombre de Lau ya se encuentra en la selecta lista de los seres humanos que podrán entrar a disfrutar del Cielo. (P.S. Gracias Lau!!)

– Sebastián es, cual canción de Sting, un colombiano que ronda por las calles de Montreal. Trabaja en la organización de un mega-hiper-super congreso que tendrá lugar en octubre… pero que como mis amigos mexicanos que trabajan en la organización de eventos saben perfectamente, uno no comienza a trabajar-trabajar sino hasta que faltan dos o tres días para el congreso.

– Santiago. También colombiano, estudia Cine en la Universidad de la Concordia de Montreal. Afortunadamente, las vacaciones de la universidad le permitieron acompañarnos en esa y otras cuantas noches más.

Este grupo se dirigió a rockear en el Cheers, un bar en donde el hip-hop era prácticamente lo único que ponían. La verdad es que ninguno de los miembros de Jazzy Bunch es fan de ese movimieno musical, así que nos dedicamos a probar las distintas variedades de cerveza que vendían en el lugar. El experimento tuvo tanto éxito que a las dos horas parecíamos negros recién salidos del ghetto. Joe fue el único que desistió y decidió irse a dormir ‘temprano’ mientras el resto del grupo nos quedamos rapeando en un estilo que me gustaría decir era como Eminem pero que terminó más bien pareciéndose a Caló.

Alrededor de las tres de la mañana, el antro comenzó a apagarse un poco y nosotros decidimos irnos a nuestras respectivas casas. Pero mientras íbamos a la camioneta pasamos a un lado de un karaoke en donde estaba cantando una mujer canciones de Vaselina. Uuuuuuuy! A esas horas y con el nivel de prendidez que traíamos, no hay nada mejor que cantar ‘Rebelde’ (o ‘Greased Lightning’… pero la verdad es que esa canción es ‘Rebelde’ y quien la canta no es John Travolta sino Diego Shoening). El grupo acaparó el micrófono y fuimos la sensación del lugar, pues después de esa siguió ‘Summer Nights’, ‘La Bamba’, ‘Guantanamera’ (les tengo que postear el clip de Rodrigo cantando ‘Guantanamera’) y muchísimas más.

La primera señal de alerta debí haberla tenido yo al ver tantas canciones de musicales en la lista del karaoke. No he ido a muchos karaokes, pero la verdad es que nunca he tenido oportunidad de cantar los grandes éxitos de ‘La Novicia Rebelde’, ‘Anita la Huefanita’ y ‘Cats’ en un mismo lugar… pero bueh, no se me hizo tan extraño. A lo mejor a los habitantes de Montreal les gustan mucho los musicales y las canciones de Barbra Streisand y Liza Minelli (no hay nada como cantar ‘Don’t Rain on my Parade’ a todo pulmón sintiéndote el dueño del escenario).
La segunda señal de alerta debió haber sido detonada cuando fui al baño y no había los simbolitos universales de ‘hombre’ y ‘mujer’ en las puertas. «Qué raros son los canadienses», pensé.
La tercera señal de alarma surgió cuando vi la cara de Peter en cuanto bajé del baño. Sus ojos estaban viendo una revista que, alarmado, cerró de un golpe.

Nos habíamos dado cuenta demasiado tarde que el lugar era un karaoke gay bar.
De la manera más discreta posible (si es que hay una manera discreta de salir de un karaoke para gays después de haber cantado ‘Good Lovin’ con todo y coreografía) comenzamos a salir del lugar y, ahora sí, dirigirnos a nuestras casas sintiéndonos gaybaits.
Les dimos un aventón a Santiago y Sebastián y estábamos muertos cuando llegamos al departamento de Laura. Tocamos el timbre… y tocamos y volvimos a tocar. Y nadie nos habrió. Gritamos, pedimos posada, tratamos de forzar la cerradura, pero al final de cuentas Joe estaba en su sexto ciclo de REM y nosotros estabamos demasiado cansados para organizar una subida en rappel hasta el departamento.

Agotados, nos metimos otra vez en la camioneta, abatimos los asientos y nos dispusimos a «dormir». Para cuando despertamos, los vidrios de nuestro vehículo estaban más empañados que vochito en autocinema. Hagan de cuenta la escena de Titanic cuando Leonardo Di Caprio y Kate Winslet le ponen en un coche estacionado en las profundidades del trasatlántico.
El nene Joe se despertó fresco como lechuga y supongo que salía a buscarnos cuando se encontró con los desechos humanos del grupo que lo acompañaba la noche anterior.

«¿Qué? Vamos a Quebéc, ¿no?» dijo Joe con la mayor tranquilidad del mundo.
En ese momento lo último que quería era saber de otra cosa que no fuera mi «cama» (un espacio en el suelo acondicionado con cobijas y almohaditas cortesía de Aeroméxico). Al final, el espíritu aventurero triunfó y nos dirigimos, molidos y con sueño, a la ciudad de Quebéc.

Continuará…

Written by Salvador Leal

julio 14th, 2004 at 11:53 am

The Jazzy Bunch’s Big Musical Adventure I

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YA REGRESÉ!!
Con cinco maletas y un backpack llenos de compras, fui el miembro del Jazzy Bunch que menos cosas traía. Con decirles que Joe y Peter metieron todas las cosas de Ikea en una caja de televisión (no pregunten de dónde salió la caja para la televisión o en dónde quedó la televisión).
El vuelo de regreso nos lo cambiaron y lo demoraron, así que un vuelo que iba a ser Boston-México, se convirtió en un Boston-Nueva York-México que luego lo volvieron a cambiar a un Boston-Atlanta-México.
Muchas -muchísimas- cosas sucedieron desde el último post que escribí en Montreal y prometo contarlo todo y poner fotos de todo, desde nuestro viaje a Quebec, Maine y Burlington, hasta el frenesí de compras que tuvimos en New Hampshire (tres palabras: no sales tax!), las langostas que nos merendamos en Hampton Beach (el lugar de recreo de todos los millonarios neoyorquinos), nuestro debut en un karaoke gay y la noche que dormimos en la camioneta gracias a que Joe nunca despertó para abrirnos la puerta del departamento. Traigo hasta videitos de conciertos en Montreal!

Solo que ahora, por razones laborales (la pila de trabajo que tengo en mi escritorio es de proporciones desquiciantes), no se los puedo contar del todo bien. Prometo darme un tiempecito para revelarles todos los secretos del viaje del Jazzy Bunch.
Mientras, para que vean lo mucho que sufrimos en el viaje, los dejo con tres fotitos:


El Jazzy Bunch en la zona china del Parque Botánico de Montreal; de izquierda a derecha: Peter, Salvador, Rodrigo y Joe. Al fondo, se ve el mirador del Estado Olímpico.


Rodrigo y Joe con ‘la música por dentro’ en el GogoLounge. Esa noche fue simplemente inolvidable.


Peter y Joe en el avión que originalmente era Boston-México, que luego se volvió Boston-Nueva York-México para finalmente terminar en Boston-Atlanta-México. Como pueden notar, casi no estábamos cansados.

Estoy agotado, con muchísima chamba y harto estrés. Pero la verdad, el viaje estuvo increíble. Ya les contaré de todos los lugares y personajes que conocimos. Denme chance y no se arrepentirán.
YA LLEGUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEÉ!

Written by Salvador Leal

julio 12th, 2004 at 12:45 pm

Festival! VII

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He recibido mails que critican severamente la manera en la que hacemos turismo los miembros del Jazzy Bunch. Que como es posible que vayamos a Ikea (whooa!) y no visitemos las atracciones culturales principales de Montreal. Que porque vamos de shopping y no vamos de sightseeing.
Para satisfacer a todos los turistas en potencia que han enviado mails, el Jazzy Bunch tuvo a bien visitar muchisimos lugares considerados como musts en Montreal.
Hemos ido al Museo de Bellas Artes de Montreal, un conjunto de dos edificios (uno viejito y el otro mega nuevo) que tienen muchisimas obras de arte, desde los clasicos Renoir y Picasso hasta artistas modernos y videoastas pachecos. Tenian una exhibicion especial de Jean Cocteau y esculturas del siglo XX que incluian computadoras Apple y maquinas de escribir Olivetti.
Tambien fuimos al estadio Olimpico y su mirador. Estuvimos en el Biodome que es un enorme lugar con distintos ecosistemas juntos. Finalmente, visitamos el Jardin Botanico.

La unica referencia de Jardin Botanico que tengo es el del Jardin Botanico de la UNAM que conoci haciendo una practica de Laboratorio de Biologia en segundo de secundaria. Astorga, nuestro maestro de biologia (lo recordaran por la practica no. 28), nos habia encargado conseguir unos animalitos (unos bichos, vaya) llamados planarias. Las planarias son mas chicas que un gusano de tierra, de consistencia babosa y de color cafe caca; no viven demasiado tiempo pues suelen estar en lugares pantanosos y hediondos, son invertebradas y no tienen ni ojos. Las planarias son los seres mas horribles y aburridos del planeta de no ser por un detalle: si las partes a la mitad, dos horas despues tienes dos planarias en lugar de una.
Para conseguir las planarias que queria Astorga, necesitabamos ir a buscar las planarias por todo el Distrito Federal. Una forma era agarrar un higado crudo, amarrarlo a un hilito, aventarlo en Xochimilco y al sacarlo -teoricamente- deberia salir el higado lleno de planarias.
Cuando fuimos a pescar planarias a los canales de Xochimilco, sobra decir que no conseguimos ninguna planaria, solo logramos que el higado saliera color blanco y que al aventarlo al agua para tirarlo se lo comiera una rata.

Alguien mas nerd que nuestro equipo de biologia nos dijo que en el Jardin Botanico de la UNAM habia planarias, asi que se pueden imaginar que tipo de lugar tan mas sordido es el jardin, pues ahi si las encontramos. Nada que ver con el Jardin Botanico de Montreal. Nada.
Primero, es kilometrico y no lo recorres todo ni teniendo una semana disponible para visitarlo con detenimiento.
Segundo, es uno de los lugares mas bonitos que he visitado en toda mi vida.
Tercero, nomas visitamos los hot spots del lugar.
Tengo una foto del Jazzy Bunch que seria la envidia de los biologos y botanicos del Distrito Federal. Nomas faltan nuestras botas de caucho y nuestros cubrebocas para vernos como amigos de la naturaleza profesionales.

En fin, nos vamos a seguir viviendo el Festival de Jazz. Maniana tocan los Roots y Yosou n’Dour ademas de Los Mocosos. Pasado maniana saldremos de Montreal para regresar a Boston, conocer esa ciudad y el domingo partiremos de regreso a nuestro querido y anhelado (aja) Mexico.

Grooviness in excelsis!
Desde la ciudad del jazz, reporto, Salvador Leal.

Written by Salvador Leal

julio 7th, 2004 at 6:08 pm

Festival! VI

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La ciudad de Montreal es un espacio eminentemente universitario. Por las calles se ven ejecutivos y trabajadores como en cualquier otra ciudad, pero la presencia de estudiantes que van y vienen por las calles de este lugar es sensiblemente mas notorio que los del resto. Esto se debe, desde luego, a que varios centros de estudio importantes se encuentran enclavados en el centro de la isla (porque si, curiosamente, Montreal es una isla!) y son la Universidad de McGill, la Concordia, la Universidad de Montreal y la Universidad de Quebec a Montreal.

El que haya tantas universidades con tantas ramas de especializacion y que sean reconocidas por sus especializaciones academicas (McGill es todo un bastion en el area matematica, por ejemplo) hace que, ademas de jovenes estudiantes, sean jovenes estudiantes de todas partes del mundo. Desde coreanos y chinos hasta colombianos y mexicanos recorren las calles de esta cosmopolita ciudad y, sobretodo… LE DAN UN AMBIENTE EXCELENTE A SUS ANTROS!!!

Vamos llegando de nuestra fiesta que comenzo ayer a las 8 de la noche cuando salimos del departamento (con nuestros respectivos ‘pepsilindros’) y nos dirigimos a ver a Garland Jeffreys en el escenario principal. De ahi fuimos a echarnos un tentempie a uno de los puestecitos de comida que habia ahi.
Aqui hago un parentesis.
La comida ‘canadiense’ podria ser cuasi-inexistente, de no ser por la presencia de un platillo conocido como poutine que, muy divertidamente, se pronuncia ‘putin’. Como es el unico platillo netamente creado en Montreal, todas las personas que se enteran que venimos de visita, nos preguntan si ya comimos poutine. Nosotros, todas las manianas, hacemos la misma broma (repetitiva, pero no por eso menos divertida) que involucra la aparicion o desaparicion de una coma, es decir que la frase comienza en el muy albureabe: Ya comiste putin? hasta el Y que… ya comiste, putin?. Jajajajajajaja, ahorita que lo relei no suena tan gracioso, asi que supongo que no hay como vivirlo.
Cierro parentesis.

Fuimos por un tentempie (comimos poutine) y seguimos la fiesta en un espectaculo que se llama Harmonica Nights en donde, obviamente, el show involucra al blues y las harmonicas. Salimos de ahi con bastante pila para dirigirnos al Campus Cafe, que es un lugar en donde se reunen los estudiantes de Montreal para despejar su mente antes/durante/despues de examenes. Bastante tarde, salimos de ahi con rumbo de un lugar conocido como el GogoLounge.

El GogoLounge no tiene una sola luz blanca, todas son rojas. Esta iluminacion le da un aspecto que podria ser de casa de citas que, aunque muchos de sus usuarios lo utilicen y les sirva para eso, termina dandole un toque muy kitsch y locochon. Sin lugar a dudas, el GogoLounge es de los mejores bares (que no antro o club) a los que he ido. La musica perfectamente escogida (creo que iPod-eada) y el ambiente simplemente inmejorable. De lo que ahi sucedio luego les platico con mas calma pues ahorita ya tengo muchisimo suenio, solo quedense con mi enorme duda del porque E Entertainment Television no ha venido a hacer Wild On Montreal!!

Ah! por la maniana de ayer hicimos otras actividades.
Yo suelo ser de las personas que compra estupideces y cosas que no sirven para nada. Sin embargo, suelen haber personas que estan a mi lado y que en determinados momentos se han dedicado a calmar mis frenesis de compras. Este no ha sido el caso en Montreal, a los cuatro miembros del Jazzy Bunch nos gusta ir de compras y nos gusta comprar ya sea cosas inservibles o que sean dificiles de pasar por la aduana.
Todo esto se los digo porque ayer, en un destello de locura, decidimos ir a Ikea. Todo iba bien hasta que comenzamos a ver la posibilidad de contrar un flete para transportar todas las cosas que habiamos comprado y que no cabian en la camioneta. Ahora ya necesitamos dos coches extras: uno para lo que compramos en Gap y otro para lo que compramos en Ikea.

Estamos pensando pasar de regreso a un outlet en Vermont cuya mayor atraccion es un Abercrombie & Fitch. Nuestras tarjetas y nuestras billeteras no duermen del estres.

Written by Salvador Leal

julio 7th, 2004 at 8:13 am

Festival! V

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Todos los festivales a los que habia ido anteriormente, eran reuniones de gente muy famosa y tambien bastante mamona. Tratar de platicar con Moby cuando estaba saliendo de su presentacion en el Aca World Sound Fest me costo un microfonazo en el ojo que no porque te lo de un artista del tamanio de Moby, no deja de dolerte. Por otro lado, tratar de darle seguimiento a todos los artistas importantes del festival en el que estuviera era dificil y muy cansado (habia que caminar largas distancias), pero no es imposible.

Aqui en Montreal, las cosas son muy distintas. Por principio de cuentas estamos hablando de 2,500 artistas que se presentan en 500 conciertos, de los cuales mas de 350 son al aire libre y gratuitos. En un buen dia, dos millones de personas (de todo tipo, raza y nacionalidad) se reunen con la unica finalidad de escuchar buena musica. Y que musica!
Tomemos como ejemplo el dia de ayer. Ayer decidimos que la maniana seria un frenesi de shopping, asi que nos armamos con nuestras respectivas billeteras y salimos a conquistar los malls del centro de Montreal. Yo sentia que las dependientas de las tiendas temblaban. A lo mejor me lo imagine. Lo que no fue imaginario fueron las ofertas de verano que habia por todos lados… 50%, 40%, 60% AAAAAAAUUUU!!!

Gap practicamente se quedo con unos calcetincitos y dos playeritas despues que pasamos por ahi. Ahora vamos a tener que rentar otra camioneta para llevar nuestro shopping! (creo que ese dato no lo habia mencionado, pero cuando fuimos a rentar el «coche» vimos una SUV y no pudimos resistir la tentacion; ahora andamos en una Blazer Blanca por todo Montreal) Pero en fin… me estoy desviando del tema.

Lo que les iba a platicar es que ayer fue un dia musicalmente yermo hasta que llego la noche y decidimos lanzarnos a la zona del festival (a cuatro cuadras de aqui.. AAAUUU!). La guia de bolsillo que traiamos solo decia que el grupo era de Hungria y que se llamaba Besh O Drom. Desconocidos, no? Bueno, pues los tipos prendieron el festival de una manera que vale la pena verse (grabe una de las rolas y en cuanto regrese a Mexico la pongo en el sitio). Los tipos no son famosos, no son divas, son tremendamente accesibles (Peter y yo le pichamos una rebanada de pizza al baterista dos horas despues de terminado el concierto, cuando nos lo encontramos en la calle) y ademas son muy muy buenos. El festival de jazz de Montreal es un lugar para venir y no solo empaparse de musica, sino para venir y descubrir nuevos talentos. No importa que sean hungaros, montrealenses o gringos (el jueves vemos a Los Mocosos!!), lo que importa es que sea de calidad.

Despues del conciertazazazazazazo de Besh O Drom, salimos y fuimos al Spectrum a ver a John Bonnamasa, un cuate descubierto por B.B.King cuando tenia 13 anios (Bonnamasa, no KIng). El tipo es brutal! Se echo tres blues que tenian al auditorio completo con el ojito Remi nomas del sentimiento que le ponia. Al finalizar, firmo los discos y playeras que le pusieran en frente y se fue a tomar unas chelas con personas del publico.

Insisto, el Festival de Jazz de Montreal no se parece en nada al resto de los festivales. Aqui hay grandes nombres (muchos) pero los pequenios nombres son tambien tremendamente buenos. Antier escuchaba que este lugar es semillero de las futuras estrellas del Jazz; con decirles que en el 2001 toco una chavita que cautivo al festival y que se llamaba Norah Jones. Ademas de esto, darle seguimiento a 10 escenarios, no es dificil… simplemente es imposible!!

Y ya comenzo a tener repercusiones en mi cuerpo. Mi pie izquierdo me duele de una manera que no habia conocido. Ando caminando como pollo espinado, lo que no solo es muy incomodo sino tremendamente ridiculo. Ya no se que hacer. Por lo pronto, ahorita saldremos a ver si encontramos Le Lonol.

Salvador Leal, reportando desde Montreal, Canada….

Written by Salvador Leal

julio 6th, 2004 at 9:46 am

Festival! IV

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Grooviness in Excelsis!!
Ayer vi a los Funk Brothers.
Desde entonces estoy speechless; para el momento en que cantaron My Girl, yo estaba en el piso de rodillas alabando al cielo.
Cante y baile al ritmo de Heatwave, For Once in my Life y Sugar Pie/Honey Bunch. Se que no se los habia dicho, pero aunque me gusta mucho tooooda la musica que existe sobre esta tierra, hay dos o tres ramas en las que me gusta especializarme. La musica de soundtracks es una, la de series de television es otra… y el motown es otra.
Y fue 100% motown lo que escuche ayer en la noche.

En otra linea de pensamiento, todos estamos muuuuuuy bien, muuuuuy divertidos y pasando unas vacaciones grandiosas. Grooviness in Excelsis!!

Written by Salvador Leal

julio 5th, 2004 at 9:27 pm

Festival! III

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Si ustedes escucharon el post auditivo de la noche de ayer, se daran cuenta que ya andaba desvariando medio gacho. Lo siento. Para ese momento se cumplian justo 41 sin dormir, sin poder entrar en el departamento donde nos estamos quedando y sin encontrar al Jazzy Bunch.
Que hicieron ellos mientras yo estaba perdido en Montreal?
Joe y Peter estaba atorados en el elevador del edificio donde esta nuestro departamento, mientras que Rodrigo seguia insistentemente a unas canadienses que lo tuvieron a bien invitar a su departamento (de todo esto me entere hoy en la maniana… inserte aqui una carita de sorpresa)
Creo que no les he hablado del departamento donde estamos. No es un departamento, es un loft… UN LOFT!! Un loft es un espacio que solia ser una bodega de algun edificio abandonado en el centro de una ciudad y que debido a su antigua utilidad es un lugar muy espacioso y exageradamente trendy. Nuestro loft esta ubicado a dos cuatro cuadras del epicentro del festival, en un edificio que originalmente era una fabrica de papel, en un quinto piso. El edificio es ultra moderno (no tiene llaves, sino tarjetitas electronicas que abren la puerta del edificio y la puerta del departamento) y tremendamente elegante. En el departamento solo hay un sofa cama y el piso que, debido al lugar tan trendy, es horriblemente incomodo. Es, literalmente, dormir en un piso de concreto. Mon Dieu!!

Como escucharon en el post auditivo, me perdi ayer en la noche. Fui al banio y a buscar una computadora y cuando regrese, el Jazzy Bunch (y un grupo de colombianos con los que hicimos amistad) ya no estaba en el lugar donde los habia dejado. Camine la mitad de Montreal buscando el sitio a donde habiamos planeado ir (los feux d’artifice o «fuegos artificiales») y tampoco los localice. Regrese al departamento (sin la llave, pues la traia Joe) a esperar a que sucediera algo que no sucedio: que llegaran.
Como no paso, volvi a donde es la plaza principal de eventos, comi hot-dogs, un helado y un pretzel (-ejem- me duele la panza), puse el audio-post y regrese al edificio para ver si ya habian llegado. No fue asi. Y ni como entrar, les digo que la llave es electronica, lo que significa que en el remoto caso de que hubiera traido mi juego de ganzuas, no me hubieran servido. Pero un mexicano (y este mexicano en particular) no se da por vencido tan facilmente, asi que lo que hice fue esperar en la esquina a que llegara algun otro inquilino y en el momento en el que sacara su tarjeta para abrir, acercarme con cara de «inquilino que ha vivido aqui muchos anios», saludarlo inclinando un poco la cabeza y entrar con el.
Asi sucedio. Subimos al elevador y llegue al piso 5, que es donde esta nuestro loft. Aqui cabe mencionar que en el otro elevador estaban Joe y Peter esperando que llegara el tecnico para que los sacara del elevador atorado. Al llegar al loft, me sente a esperar. Estuve ahi por 10 minutos y cuando comenzaba a cabecear de suenio y mis neuronas estaban haciendo conexiones sinapticas que no suelen hacer, se me ocurrio que no habia revisado si la puerta estaba cerrada.
El resto es historia, la puerta estaba abierta y me fui a dormir. Joe y Peter fueron liberados alrededor de las 5 de la maniana y para las 10 regreso Rodrigo de su «intercambio cultural». Apenas era el primer dia y el viaje ya es de teen movie.

Cualquier comentario, duda, pregunta o peticion, en el correo: exlocutor@gmail.com. Me han encargado muchas hojitas de maple y estoy dispuesto a traer mas cosas… nomas me depositan lana y listo (jejejeje).

Salvador Leal reportando desde el Festival de Jazz de Montreal, Canada.

Written by Salvador Leal

julio 4th, 2004 at 11:45 am