SalvadorLeal.com

La vida irreal de Salvador Leal

Archive for the ‘personal struggle’ Category

Life as a Sitcom

with one comment

Yo, como muchos de ustedes, considero que la vida sería mucho más cómoda si fuera como una serie de televisión con problemas que comiencen y se resuelven en media hora. Si no, por lo menos sería bastante más divertido si hubiera risas grabadas y aplausos en determinados momentos de nuestra vida. Ah! y eso sí, un buen soundtrack.

Desde hace bastante tiempo, he medido algunos aspectos de mi vida como si viviera en una serie de televisión gringa. Ciertos personajes que sólo entran durante un capítulo para moverle el tapete al protagonista (es decir, yo) o algunas situaciones que merecen toda una temporada para desarrollarse. El tiempo que estuve en Procter, por ejemplo, constituye toda una temporada (en donde me imaginaba la secuencia de inicio recorriendo la ciudad, despierto hasta las 3 de la mañana planeando mis ventas, ahogado en una pila de detergente en polvo y jugando escondidas entre los pasillos de un supermercado); con W sucedía igual (la secuencia de inicio de esa temporada incluía un rave, los locutores siendo perseguidos por fans como en la escena de A Hard Day’s Night de los Beatles, mis compañeros y yo jugando con pistolitas de agua entre los pasillos de Televisa Radio y, por supuesto, una cabina de radio conmigo haciendo mi programa); lo mismo que en el ITAM y en otras etapas por las que he pasado.

Los capítulos de esta serie de televisión que es mi vida (y a la que suelo llamar ‘La Vida Irreal de Salvador Leal’ a falta de mejor título) suelen ser bastante buenos, divertidos y emocionantes, pero lo que más me gusta son los finales de temporada. Esos sí se ponen suuuuper buenos! Sobretodo porque de manera plenamente circunstancial, cada vez que han habido cambios en mi vida, suele haber eventos que marcan claramente que una temporada se está acabando y que el protagonista tendrá que tomar decisiones que modificarán la serie por completo. Algunas veces hay cambio del 80% del cast, otras requieren de un cambio de imagen por parte del protagonista, la gran mayoría incluyen una modificación total de escenografía.

Todo esto lo digo porque desde hace algunas semanas, se prepara el final de esta temporada. A ver qué tal se pone.

P.D. Y en otras noticias, no se olviden de comprar la revista Sputnik. Ahí encontraran un interesantísimo artículo de tecnología y economía escrito por un wey de nombre Salvador Leal™. Vayan a su Sanborns más cercano o exíjalo en su puesto de periódicos, y échenle un ojo… espero comentarios!

Written by Salvador Leal

septiembre 14th, 2005 at 1:06 pm

Procter & Gamble I

with 14 comments

La manera en la que entré y trabajé en Procter & Gamble fue, debo reconocerlo, toda una experiencia. Todo comenzó con una carta que me enviaron al ITAM (eso lo hacían mucho, eligiendo perfil de carrera y promedio) invitándome a hacer el examen para ingresar a las filas de la famosa trasnacional.

Quizás debería comenzar diciendo qué diablos es Procter & Gamble. Pues bien… ¿alguna vez te has lavado el pelo con shampoo Pantene? ¿No? Bueno… ¿Head & Shoulders?, ¿Herbal Essences? ¿Tampoco? ¿Pert Plus? Aaaahh, verdaaad… pues bien. Estos cuates no sólo hacen esos cuatro shampoos… también hacen los detergentes Ariel, Ace, Bold y Maestro Limpio, Salvo, Downy, Dawn, la pasta de dientes Crest, los desodorantes Mum, Old Spice y Secret, los jabones Zest, Camay y Escudo, los pañales Pampers, las toallas femeninas Always y Naturella así como toda la línea de Miss Clairol, Wella y Koleston. Ah! y acaban de comprar Gillette. Ahí nomás. Son el anunciante número uno en muchísimos países (en México ocupan el segundo lugar sólo después de los partidos políticos) y tienen una fama bastante bien ganada.

Hasta ese momento, yo sólo sabía de Procter por referencias de amigos más grandes que yo. De hecho, muchos itamitas morían y mataban por trabajar en esa empresa; yo, inmerson en mi ignorancia, no tenía ni idea de qué tipo de empresa se trataba… pero el mero hecho de que muchos itamitas quisieran entrar, me hacía tenerle bastante repulsión al asunto. Un amigo me dijo que él había hecho el examen, que lo había pasado y que le habían invitado una comida/peda en la Hacienda de los Morales. Impulsado más por la promesa de una comida/fiesta gratis que por el deseo de trabajar para Procter, decidí ir a hacer el examen y por razones que a la fecha desconozco, lo pasé.
De ahí me hicieron una y luego otra entrevista. Luego me llamaron a una entrevista más y de ahí me dijeron que me invitaban a un seminario de tres días que tendría lugar en el hotel Nikko de la Ciudad de México. Oooooobviamente dije que sí, a nadie se le niegan tres días con todo pagado en el Nikko y mucho menos si eso significaba no ir a clases (aunque a los maestros les dio enteramente lo mismo si faltaba o no…)

Pues ahí tienen a Salvador llegando a su super seminario de tres días en el Nikko. Desde el inicio, todo tenía cierto… mmmmmm… pues cierto sabor a algo que después reconocí como típicamente procteriano. Todo era competencia, todo era ver quién era el mejor, quién captaba mejor las cosas, quién podía explicarlas, quién hacía mejor el ejercicio o quién se expresaba de mejor manera. Todo. Pero cuando digo todo, es TODO. Vaya, hasta entre los ponentes se notaba que había una competencia por ver cuál era el mejor ponente, el que hacía participar más a las personas y el que lograba mejores resultados (mucho tiempo después supe que, en efecto, ese tipo de actividades de training te las contaban como puntos a favor en tu evaluación, también conocida como W&DP).

La noche del jueves nos la pasamos realmente bien. Al terminar el día nos invitaron a un casino que se organizó dentro de uno de los salones en donde la comida, las apuestas y la bebida corrieron abundantemente. Eso, que en un inicio yo lo vi como una muestra de lo espléndido que podía ser la compañía, en realidad era una prueba más… Los evaluadores medían cómo reaccionabas ante el alcohol, qué tan averso eras al riesgo y cómo te comportabas en situaciones sociales. Maquiavélico, ¿no?
A determinada hora nos mandaron a dormir y nos pidieron que estuviéramos temprano al día siguiente. A pesar de que había varios evaluadores checando qué es lo que hacía cada uno después de terminar en el casino, un grupo de compañeros y yo nos fuimos al bar del hotel a seguir la fiesta.

Al día siguiente nos dividieron en grupos y después de habernos dado todo un set de instrucciones, nos mandaron a realizar un trabajo que incluía de manera práctica todo lo que habíamos visto hasta ese momento. Las instrucciones nos las dieron a las 6 de la tarde y la primera presentación era a las 8.30 de la mañana del día siguiente. De ahí procedían a encerrarnos en unos cuartos con laptop, reportes de ventas, proyecciones de crecimiento, refrescos y palomitas.

Durante toda la noche, los miembros del equipo pasamos por todas las fases que se puedan imaginar: nos peleamos, nos reconciliamos, nos mandamos al carajo y ahí nos quedamos, nos pusimos a trabajar y nos dimos realmente cuenta de quién sabía y quién simplemente era un imbécil que había pasado por los selectivos filtros de Procter & Gamble. En algún momento de la madrugada me di cuenta que el ejercicio era un tema perfecto para un reality show: un grupo de universitarios se ven obligados a trabajar juntos resolviendo un problema de la vida real para ganar un puesto en la compañía.

… un año después, salió The Apprentice.

A eso de la una de la mañana, cuando todos estábamos hartos de trabajar en equipo y medio sacando la chamba, la puerta del cuarto se abrió y uno de los evaluadores entró a decirnos que las condiciones de la fusión que estábamos analizando habían cambiado y nos daba un enorme folder con los nuevos supuestos. Aaaaaahh… recordar es vivir.

Recuerdo haberme ido a las 8 de la mañana a bañar para estar más o menos presentable y así poderles presentar lo que habíamos logrado durante la noche. Al final, había una pequeña ceremonia de premiación (en donde más de la mitad ya estaban cuajados en su mesa debido a la falta de sueño) y se nos decía que en las siguientes semanas nos contactarían para decirnos quiénes habíamos pasado la prueba y quiénes no, basados en las opiniones de los evaluadores que habían estado viendo tu comportamiento durante los tres días (y la noche).

Una semana después me mandaron un mail diciéndome que querían volver a entrevistarme y luego me volvieron a entrevistar una vez más (cuéntenle cuántas entrevistas van) para que, finalmente, me ofrecieran un puesto en la compañía. La oferta de trabajo venía (but of course) en inglés y metida en un sobre muy cuco.

La aventura apenas comenzaba… iba a trabajar en Procter & Gamble!

Written by Salvador Leal

septiembre 8th, 2005 at 4:07 pm

Dentro del autobús

with 2 comments

Uno de los factores por los que he hecho muchas de las cosas que he logrado en mi vida ha sido la existencia de personas a mi alrededor que me han dicho ‘no se puede’ en el momento justo.
Si un día se me ocurre una idea, la suelo platicar por ahí para ver cómo funciona en la mente de otras personas y si por casualidad me encuentro con alguien que, con argumentos más o menos inteligentes, me dice que no se puede… no veo mejor excusa para realizar la idea que el demostrar que sí, que sí se puede.

Así sucedió hace casi seis años, cuando se me ocurrió que la estación de radio universitaria en donde trabajaba (el Circuito de Radio y Televisión del ITAM) podía cubrir la llegada de Vicente Fox, el primer presidente electo de un partido distinto en 70 años, al poder en México.
Y cuando conté mi idea, lo primero que me dijeron fue: 1. estás estúpido y 2. no se puede. Las razones eran muchas, que si un medio de comunicación universitario no podía ser considerado como un medio digno de una acreditación para la ceremonia de traspaso de poderes; que si bien el Circuito hacía una buena labor como radio universitaria, el ITAM ni siquiera tenía la carrera de Comunicaciones y que por lo tanto no podía haber ni siquiera una buena excusa para cubrir el evento; que si había una fila interminable de medios nacionales e internacionales que querían estar en el evento… y así, muchas razones para que decirme que no, que me olvidara del asunto, que no se podía.

No recuerdo bien a bien cómo le hice. Sí recuerdo una conversación con Marta Sahagún (a quien conocí en la campaña cuando era la vocera oficial) y con una colaboradora suya de nombre Gina Morris. Recuerdo haber mandado mi solicitud explicando los motivos de la cobertura y también recuerdo que mis motivos no iban mucho más allá de a) demostrar que sí se podía y b) ver Historia sucediendo frente a mis ojos. Contra todas las posibilidades, una mañana recibí un correo electrónico en donde se me indicaba que podía pasar por mi acreditación el 29 de noviembre a un edificio muy cercano a la glorieta de Colón en el Paseo de la Reforma y que ahí recibiría mayores indicaciones.

Para no hacerles el cuento largo (los cuentos largos saben mejor al calor del vodka), el primero de diciembre del año 2000, el día en el que un presidente de un partido distinto llegaba al poder después de más de 70 años de una denominada ‘dictadura perfecta’, aquí su seguro servidor portaba su gafete de prensa y se metía por todos lados acompañado de su fiel minidisc.

Muchas cosas vienen a mi mente de ese día. Recuerdo la cara de Paco Gil cuando me acerqué a pedirle una entrevista a nombre del Circuito de Radio del ITAM. Primero se rió y luego me dijo muy divertido «¿qué no deberías estar estudiando para tus finales?». En efecto… justo mis finales comenzaban la siguiente semana y don Paco, en un afán desmoralizador y en su papel de profesor de Economía en el ITAM, prefirió remitirme a mis deberes académicos que darme ‘la nota’. Recuerdo también que los eventos que más me gustaron de ese día fueron el desfile en el Campo Marte y la celebración en Palacio Nacional. Esa fue la última actividad de ese día (mi día de reportero presidencial) y había autobuses que llevaban a la comitiva desde Palacio hasta el Centro de Prensa en la glorieta de Colón.

Pues bien, yo la neta ya estaba cansado y me quería ir a mi casita a dormir, por lo que vi un camión desocupado, me subí y esperé a que llegaran más compañeros periodistas para irnos al Centro de Prensa. De repente el chofer recibe una orden y arranca. Me había subido en uno de los camiones del Estado Mayor Presidencial.

Lo que sigue jamás se me borrará de mi mente y corresponde al título de este post. Es la imagen de un ‘reportero’ de 21 años que va, sólo, en un autobús a toda velocidad hacia el Centro de Prensa. En cierto momento me doy cuenta que la velocidad del autobús es bastante considerable por lo que decido asomarme para ver cómo diablos le está haciendo para ir a ese ritmo por las congestionadas calles de la Ciudad. Ahí descubro que la policía ha cerrado las calles y que el camión circula entre una valla de personas (hombres, mujeres, niños, familias enteras) deseosos de ver a su nuevo Presidente. Recuerdo sus ojos, sus caras, la esperanza de sus miradas.

Eran caras de personas que habían votado por una alternativa y que querían hacerle saber a su nuevo líder que estaban con él, que lo único que él tenía que hacer era no fallarles. Era un ambiente de fiesta, de la esperanza de los desesperanzados, de ojos que nunca había mirado hacia arriba, de gente que quería celebrar su logro democrático.

Recuerdo que tuve que sentarme a pensar y asimilar lo que estaba viendo. Comprendí muchas cosas acerca del Poder, de quienes están afuera del camión y también de quienes van dentro de él a toda velocidad. Me dio tanta tristeza que me dieron escalofríos.

Y luego hice lo que cualquier wey de 21 años hubiera hecho en mi lugar: abrí la ventana y saludé a la gente.

Written by Salvador Leal

septiembre 2nd, 2005 at 10:15 pm

Temprano

without comments

La hora de publicación no se equivoca. Pasan de las cinco y ya estoy despierto y en la computadora. Ayer («ayer») terminé a las 2. Tres horas de sueño invaluables pero insuficientes… y todo un día por delante que simplemente no me va a terminar de rendir lo suficiente *sigh*

¿Lo mejor de esta hora? Que ya tengo e-mails en mi inbox. Además, no cualquier tipo de e-mails, sino los correos electrónicos que dan instrucciones y que piden hacer cosas o realizar actividades. E-mails malvados, evil mails, e-mails pero con la ‘e’ sangrante, llena de pus, garras asesinas y colmillos afilados.

¿Lo peor de esta hora? Que parece que debrayo más de la cuenta. Je. No, supongo que lo peor de esta hora es que no hay nadie conectado en el messenger con quien platicar. Levantarte temprano y trabajar es una actividad que se hace mejor acompañado de alguien… como cuando quieres que te vayan platicando mientras vas manejando en la carretera de noche para evitar dormirte.

Pero no, en el messenger sólo están ‘conectados’ Eduardo y Luis así como dos amigos del ITAM… pero no están conectados-conectados. Más bien dejaron sus sesiones abiertas y aparecen como ‘away’; obvio duermen. Siempre me he preguntado las razones para no apagar la compu. Es más, si un día de estos publicara un libro de autoayuda para manejo de estrés y relajación, se llamaría ‘Apagando la Compu: La Guía Completa para Disminuir el Estrés relacionado con el Trabajo’ o ‘Apagando la Compu: Guía de Práctica de Desintoxicación Tecnológica’.

Dios… estoy repensando ese asunto de escribir un libro de autoayuda y creo que si en algún momento veo mi nombre publicado debajo del título de un libro de ese estilo, sí me doy un tiro. Qué horror. Aunque, bueh, por lo menos le sacaría jugo al particular nombre que me cargo.

En fin, desde el País de los Sueños Interrumpidos, reportó Salvador Leal. Regresamos contigo Joaquín…

Written by Salvador Leal

agosto 25th, 2005 at 5:17 am

Resolución

without comments

Ya. Tengo demasiadas cosas que hacer. Pero muchas. Y todas son urgentes. Y además me acaban de agendar una reunión mañana a las 4 de la tarde lo que significa que a) voy a tener que venir de trajecito y corbatita y b) que no me voy a poder ir tempra a mi casa en viernes. Argh!

Pero bueh, acabo de leer una frase que me ha gustado mucho y que pienso poner en práctica en este mismo instante: I’m old enough to do what I want, and young enough to do it. En pocas palabras, al diablo el trabajo!

Es curioso, no tengo mucho que contarles y sin embargo he decidido venir a perder el tiempo escribiendo cosas. Por ejemplo, hoy me di cuenta que el hosting de SalvadorLeal.com se venció hace varios días. ¿Que cómo me di cuenta? Sencillo: mi página nomás no abrió y las imágenes que he guardado en aquel servidor nunca se desplegaron. Hablé al servicio de hosting (que no pienso recomendar, digo… son buenos pero no tanto) y me dijeron que mi cuenta había caducado el 12 de agosto, que me habían mandado mails pero que si era Gmail probablemente no habrían llegado.

La frase me pareció una enorme patraña pero aunque de todos modos tenía que pagar, procedí a hacerlo de inmediato (cargo a la tarjeta, shickling!) y para hoy en la tarde, SalvadorLeal.com regresó a su madre. (dato ñoño del día que supongo ya sabían, uno de los significados de ‘madre’ es «Cauce por donde ordinariamente corren las aguas de un río o arroyo» por lo que utilizar la palabre ‘desmadrar’, ‘desmadre’ o ‘salirse de madre’ está correctamente utilizada y no sólo no es una Mala Palabra™ [huy! cómo odio que les digan así a las groserías!!] sino que además están hablando un muy propio y correcto castellano)

Cuando llamé para saber si ya estaba arriba mi página de nuevo, el fulanito que me atendió (de nombre Edgar Pérez) me dijo que no sólo me habían restablecido el servicio sino que además me había dado un pilón. Que si antes tenía capacidad para 5 cuentas de correo (de la cual sólo uso una: salv@salvadorleal.com) ahora tengo 10 a mi entera disposición (pregunta: ¿alguien quiere una cuenta de correo en salvadorleal.com? juar juar), que además me habían aumentado de capacidad y que ahora iba a tener 100Mb, que tendría un usuario web además de poder manejar una base de datos. Para el momento en el que comenzó a hablar del ‘usuario web’ perdí a don Edgar, por lo que si alguien me puede explicar qué diablos fue lo que me dieron de extra, se los agradecería.

Esto de que me den pilón me conflictúa de una manera que no se imaginan. Siento o que el personaje en cuestión está cometiéndo un ilícito para darme un servicio porque le caí bien o que el tipo me está tratando de ligar y por lo tanto está cometiendo un ilícito para ver si yo caigo. Y no, no es que sea demasiado paranoico (bueno, también) pero créanme… ha pasado… varias veces. Shit.

Hoy comí en McDonalds y en la fila del Automac comencé a mandar mensajitos. Mandar mensajitos vía celular es algo que hago cuanto estoy particularmente aburrido. Cuando me contestaron mis mensajitos me sentí afortunado de tener amigos que se toman el tiempo de sacar del aburrimiento a sus cuates. Estrellita en la frente y tres puntos más a mis amigos que contestan mensajitos cuando se los mando desde una junta, un seminario aburridísimo o la cola del Automac.

Me he dado cuenta que no sé cerrar mis posts. Es decir… ahorita ya quería publicar esto que he escrito (y que sigo escribiendo en mi muy particular y ridícula manera de expresar mi inconformidad con la cantidad de chamba que tengo), sin embargo, siempre siento que mis finales deberían tener más punch.
Es más, me atrevería a decir que los mejores posts de este blog son aquellos que tienen un final con punch, ya sea que te hace reír, que te hace sentir mal o que te deja pensando. El desarrollo del post creo que debe ser entretenido y único, con una dinámica especial que te atrape… pero si al final chafeas, creo te quedas como con una sensación de coitus interruptus pero literario.

Supongo que al darle tanta importancia al final, hacer una analogía entre la vida y un post común y corriente no estaría nada fuera de lugar. ¿O sí?

P.D. Este post fue escrito con Aretha Franklin cantando a todo volumen.

Written by Salvador Leal

agosto 18th, 2005 at 7:03 pm

Y aquí sigo!

without comments

Si yo les contara la cantidad de cosas que he tenido que hacer durante los cuatro días que lleva esta semana, me cae que se cansan nomás de escucharme (o leerme, que sería más el caso). Del lunes para acá, mi promedio de sueño disminuyó drásticamente durante la semana y las ojeras que adornan mis ojos aumentaron de manera considerable.

Sin embargo, no me malentiendan. Siento raro al escribirlo, pero me gusta esto de la Mala Vida®. Soy de esas personas que tiene un raro gusto por ir a la oficina a trabajar los domingos o las vacaciones y que gusta de quedarse hasta altas horas de la noche escribiendo ideas para los diversos proyectos en los que ando metido.

El último de ellos es un artículo para una revista de tecnología que me pasé redactando durante la noche de ayer. Cuando lo terminé todavía traía pila y me quedé leyendo otro libro (aparte del de Ayn Rand) que me trae picadísimo. Por razones que desconozco, hoy sigo en pie y con una sonrisa de oreja a oreja. A estas alturas del jueves ya debería estar fundido y al borde de un emotional breakdown, pero en esta ocasión es muy distinto. De hecho, me siento como requinto de los Four Dreamers… ¿cómo es eso?

Pues así:

Les Four Dreamers – Mon Atout Coeur

P.D. Para los curiosos, sí, es música surf francesa.

Written by Salvador Leal

agosto 11th, 2005 at 6:17 pm

Rebelión

with 3 comments

Originalmente iba a hablar de los libros que estoy leyendo; iba a hacer un pequeño resumen del por qué los leo y de cómo van y luego se los iba a recomendar (como lo había hecho hace mucho mucho tiempo). Pero la verdad es que todo eso iba a ser una vil excusa para extenderme en mi recomendación de un libro nomás.

Lo compré porque la autora escribió un libro que me encanta y porque en la portada decía «Primera Edición en Castellano sin Censura». Fue un libro caro y con el que, durante los días que lo he cargado, he descubierto que el ejercicio y la lectura no están peleados (1113 páginas lo atestiguan).

Pero desde la primera página, me cautivó. Y no miento… la página del prólogo, escrito por Fredy Kofman, dice:

«En la década de los 80, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y el Círculo de Lectores hicieron una encuesta en la que se preguntaba cuál era el libro que mayor influencia había tenido en la vida de los encuestados. El primero en el ranking fue la Biblia; el segundo, este libro. Puedo dar fe de esa capacidad de impacto por mi propia experiencia.

(…)

«Escribir un prólogo para este libro es un gran desafío. La profundidad conceptual de la obra me tienta a hacer disquisiciones metafísicas, epistemológicas, éticas, políticas y estéticas. Pero no creo que estas reflexiones sean lo más conveniente. Para quienes conocen el texto, las palabras de Rand son insuperables y no requiren de exégesis. Para quienes no lo conocen, adentrarse en sus misterios por cuenta propia es el mejor camino.

(…)

«La Rebelión de Atlas es la obra culminante de Ayn Rand. Siendo ya una exitosa novelista, escribirla le llevó 13 años de absoluta dedicación. El discurso central de la obra, que en total tiene 55 páginas, le demandó más de tres años de trabajo febril. Despúes de La Rebelión de Atlas, Ayn Rand no pudo escribir otra novela. Publicó algunos ensayos cortos, pero nada comparable con esta. Rand se entregó a Atlas completamente, y Atlas tomó hasta la última gota de su energía creativa.
Así como Atlas le exigió a Rand un compromiso absoluto para ser escrito, le exige al lector una atención inusual para ser leído. Las más de mil páginas de esta obra pueden resultar desalentadoras para quien no conoce la recompensa que encierran.

(…)

«Leyendo las últimas páginas, me temblaban las manos como si hubiera tomado 10 tazas de café expreso doble bien cargado. Sabía que algo extremadamente significativo había tenido lugar en mi vida. Después de 38 años de vivir con los ojos cerrados, intuyendo que algo estaba mal en el mundo, pero sin saber qué era o cómo combatirlo, por primera vez los había abierto. La virtud y la nobleza de la libertad brillaban tan radiantes que me dolían, quemando mis retinas y penetrando hasta lo más hondo de mi corazón.»

Lo primero que me sorprende es que haya alguien que hable con tanta pasión y cariño de un libro y que sepa externarlo de una manera tan clara. Lo segundo que me sorprende es que voy en la página 230 (apenas llevo una quinta parte del libro) y debo decir que, en efecto, me tiene atrapado. Aún no he llegado a los niveles de éxtasis del autor del prólogo… pero sí lo suficiente como para invitarlos a que junten su lanita (cuesta como tres Harry Potters) y corran este fin de semana por él a su librería de confianza. Vale la pena.

RAND, Ayn, La Rebelión de Atlas, Ed. Grito Sagrado, Buenos Aires, 2004.

¿Quién es Ayn Rand? Aquí.
Compra el libro aquí, aquí o aquí.

Written by Salvador Leal

agosto 5th, 2005 at 10:30 am

De pasiones y tentaciones

without comments

Nunca he sido fan de las películas religiosas. Como buen mediajunkie, durante las vacaciones solía pasarmela frente al televisor en lugar de salir a jugar en las calles (las razones tampoco son complicadas: vivo en la ciudad de México, donde ‘salir a la calle’ puede ser considerado como deporte extremo) y me molestaba muchísimo que, precisamente en la temporada en la que podía ver tele hasta que mi cerebro comenzara a escurrir por mis oídos, los programadores de Canal 5 me recetaran dosis de ‘Rey de Reyes’, ‘Jesús de Nazareth’, ‘Los 10 Mandamientos’, ‘Ben-Hur’ y cosas similares. Las películas religiosas cayeron de mi gracia debido a los desesperantes momentos en donde tenía que decidir entre ver el noticiero de canal 11 o a un Jesús de pequeño convirtiéndo pajaritos de arcilla en canarios de carne y hueso.

Hasta hace una semana, la única película religiosa que me gustaba (y me gusta mucho, lo pueden comprobar en mi wish list de Amazon) era ‘La Última Tentación de Cristo’. Me gusta porque me hace pensar y porque le da cuerda a mi imaginación. Porque no es una película sencilla de entender y porque se requieren al menos 100grs. de criterio para no salir y, en pleno uso de los derechos como católico, quemar a Martin Scorsese en leña verde. Si además el soundtrack es de Peter Gabriel, el negocio es redondo y uno va al cine a ver una verdadera obra de arte que mueve partes del cerebro que uno nunca pensó que existieran.

Aquí debo confesar que con la misma alegría, soltura y desenfado con la que me acepto como ñoño, también me acepto como católico. Ojo: católico, que no mocho. La mochez es un símbolo de intolerancia, rasgo que, como ya había puesto anteriormente, es la única característica ante la que soy intolerante. Siendo así, y dándole motivo a este post, les recomiendo ampliamente que vayan al cine a ver ‘La última tentación de Cristo’ en su cine de confianza (que, según he escuchado tendrá que ser Cinemex pues ningún otro cine se animó a exhibirla). Si de plano no la pueden ver, hagan lo imposible por conseguir «Passion«, el disco que sacó Peter Gabriel con motivo de su participación en la película protagonizada por Willem Dafoe y Harvey Keitel.

Siguiendo en la línea religiosa y debido a todos los comentarios que leí/vi/escuché… decidí ver ‘La Pasión de Cristo’, película de moda dirigida que ha desatado desde rumores de crueldad hasta gritos de antisemitismo. Créanme, si tienen el criterio para ver ‘La Última Tentación de Cristo’ tienen toda la autoridad para ver (y aguantar) la película de Mel Gibson. El film no es rudo…. es rudísimo!! La violencia que se presenta la puede comparar con ‘Dobermann’ (rara coincidencia, tanto en ‘La pasión…’ como en ‘Dobermann’ actúa Monica Bellucci’) y el sadismo visual llega a su climax con la crucificción en una escena que parece sacada de cine gore (cfr. la escena del cuervo). También altamente recomendable.

Finalmente, les quiero compartir un pequeño texto en caso de que quieran ponerse ‘a tono’ con el ambiente de Semana Santa. No, no les voy a recomendar que lean la Biblia o cosas por el estilo… concédanme más creatividad, ¿no? El texto es un pequeño cuento de otro favorito de este blog, el argentino Jorge Luis Borges (o Borgues, para que me entienda el Presidente) y que yo leí originalmente en una compilación grandiosa llamada ‘Ficciones’. El cuento tiene dos ENORMES conceptos teológicos que, si se clavan un poco, puede ponerlos a pensar por mucho, mucho tiempo. Si aún tienen duda de leerlo, les puedo decir que el cuento se acerca más a la línea de ‘La Última Tentación…’ que a la de ‘La Pasión…’

El cuento se llama ‘Tres versiones de Judas’. No se dejen marear por los nombres, lean atentamente y prepárense para pensar. El cuento está aquí. Buen provecho.

Written by Salvador Leal

marzo 25th, 2004 at 3:31 pm

De fusil en fusil…

without comments

Fusil No. 1: Sin el permiso de Maga, pero bajo la premisa que conocimos en Il Postino («…la poesia non è di chi la scrive, è di chi gli serve…» o lo que es lo mismo: «la poesía no es de quién la escribe, sino de quien la necesita»), reproduzco aquí unas líneas que me pusieron a pensar mucho… sobretodo en vísperas de mi vigésimo quinto cumpleaños.

He vivido más años de los que recuerdo.

Pero últimamente, me encuentro PEQUEÑOS MOMENTOS en el día en que recuerdo todo. Todo. Hasta LO QUE NO ocurrió. Y TODOS ESOS AÑOS los veo pasar en menos de medio minuto. Y LA CALLE como que se abre. Entonces sale ALGUNA CANCION en el radio, que me encanta, y me pongo a cantar. Y LA VIDA se reduce a esos tres-cuatro minutos. En resumen, MI EDAD puede contabilizarse en minutos. Oh, con permiso…voy a celebrar UN MINUTO más.

Fusil No. 2: Incapaz de escribir acerca de lo ocurrido en Madrid la semana pasada, encuentro en el siguiente artículo escrito por mi amiga Azu (renombrada internacionalista del ITAM) algo de luz en una oscuridad que sólo la pólvora y el odio pueden generar. El link, aquí.

Written by Salvador Leal

marzo 16th, 2004 at 11:58 am

Homofobia (2a. Parte)

with one comment

Me resulta muy divertido cómo los correos que me mandan con opiniones acerca de este blog tienen, casi por ley, la siguiente frase: «… creo que nací mas para crítico que para creador…«.
Quienes han hecho uso del servicio de correo electrónico, saben a lo que me refiero y saben mi opinión al respecto: no les creo.

Y no les creo porque generalmente son los que dan las mejores aportaciones, tienen la mente más lúcida e ideas más aterrizadas. Claro, también son los que tienen miedo a escribir o a ser leídos (algo así como pánico escénico, pero literario). Para comenzar a vencer el miedo de estos lectores altamente participativos, lo que viene a continuación es la respuesta al post de Homofobia (cfr. Marzo 1) que trae excelentes líneas de pensamiento que, estoy seguro, los lectores de SalvadorLeal.com sabrán digerir. Omito su nombre pero para mayor información, su correo está disponible para cualquier opinión.

Homofobia y matrimonios Gay…
Al respecto quiero comentar lo siguiente: El hecho de querer aceptar un matrimonio gay es una de las actitudes machistas que tanto daño nos hacen, ¿por qué? Es lo mismo que buscar “igualdad” entre hombres y mujeres o entre negros y blancos… ¡¡Tranquilo!! No estoy dejando salir un lado oscuro, pero lo que quiero decir es que está MUY MAL querer medir a todos con la misma vara… ¿por qué somos un país mediocre? Porque no somos mejores gringos que los gringos… si, nunca vamos a negociar como un gringo, ni a ser mas ordenados que un suizo, ni a trabajar como alemanes o japoneses… nunca vamos a bailar mejor que los cubanos, ni a correr como alguien de Kenia… cada país tiene su personalidad, sus defectos y sus virtudes que lo hacen único… pero no quiero desviarme del tema, a lo que quiero llegar es que querer que las mujeres sean igual de “hombres” que los hombres, que los negros sean mejores “blancos” que los blancos es un absurdo… te lo dice alguien que pertenece también a una minoría, y yo como zurdo nunca voy a ser mejor “diestro” que tú…

Es igual de absurdo querer que los gays sean mejores “heterosexuales” que los heterosexuales… y el matrimonio es una institución heterosexual entre un hombre y una mujer, por lo tanto, no sirve para dos personas del mismo sexo (incluso a veces creo que ya no sirve ni para una pareja heterosexual en su forma original). Por lo que quisiera que en lugar de tratar de “legalizar” un matrimonio gay, se enfocaran los esfuerzos en crear las figuras legales que mejor cumplan con lo que estas personas necesitan. Por ejemplo, ya se ha hablado de “uniones de conveniencia” para los casos donde uno de los miembros de la pareja depende de la otra, para poder “asegurar” la fidelidad y en caso de rompimiento que la parte “débil” pueda tener los beneficios de los que gozaría la señora en caso de divorcio en un matrimonio… y digo señora no por macho, sino porque lamentablemente la ley no nos ampara a los hombres aunque seamos mantenidos o ganemos menos que una mujer (otro ejemplo de que el matrimonio también necesita una revisión seria).

Otra de las situaciones por la que los homosexuales piden el matrimonio es por la capacidad de adoptar a un hijo, y ahí si tienen un problema, porque un hijo es algo que una pareja homosexual no puede hacer sin ayuda. También en este punto nacerán los asuntos de ¿y un gay puede educar a un hijo? ¿lo va a volver gay? ¿le va a hacer mal?… varios comentarios al respecto: Primero: si un padre solo o una madre sola puede educar un hijo según la ley, ¿Por qué no podrían dos?
Segundo: yo no sé aún si un gay nace o se hace, pero después de todo, si “se hace” es lo mismo, si aceptamos a un gay, por qué no aceptar a “su hijo” gay… y si al niño le parece bien esa forma de ser, pues adelante… por otro lado, esa pareja gay tiene que tener mucho cuidado de dar la posibilidad al “hijo”, porque tan malo fue cuando sus padres los quisieron obligar a ser heterosexuales como sería que ellos obligaran a otro a ser homosexual.
Tercero: ¿no estará mejor un niño en manos de una pareja que lo ame que en un orfanato, donde por cierto fue ingresado en la mayoría de las veces por una “pareja” heterosexual disfuncional?
Cuarto: por ahí dicen “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”, y la mayoría de las justificaciones por las que dicen que una pareja homosexual no podría adoptar un niño son los peores defectos de las parejas heterosexuales… siendo sinceros, la violencia, la desintegración familiar, incluso el abuso sexual son cosa de todos los días en las familias modernas, y (perdona lo grotesco) en verdad no hay mucha diferencia si una niña es violada por su papá o por una de sus mamás…

Lo que se debe prohibir no es que un gay adopte a un niño, sino que un depravado, sin valores y escoria de la sociedad lo haga… y los hay tanto heterosexuales como gays. En fin, hay muchas cosas que revisar, y siempre es más fácil agarrar a una minoría de nuestro “puerquito” que buscar a las manzanas podridas dentro de nuestro propio grupo.
Volviendo a lo de los matrimonios, es ridículo que mientras los gays se quieren casar cada vez menos parejas heterosexuales lo hagan, se deben reformar todas esas figuras, para que no sean medios de represión y sirvan para expresar el amor que las personas se tienen, y basta de tratar de volver “normales” a todos, valdría la pena pedirle a todos los habitantes del mundo “que levante la mano quien no sea miembro de una minoría”.

Written by Salvador Leal

marzo 15th, 2004 at 1:03 pm