Archive for 2004
A las pruebas me remito
En esta futbolera semana he recibido en el tag, en el correo electrónico (exlocutor@gmail.com) y en el messenger (exlocutor@hotmail.com) diversas dudas acerca de mi lealtad a los Pumas de la UNAM.
Ahora resulta que si uno no va por la vida con el cachete pintado con un Puma y gritando ‘Goya!’ a la primera provocación, es un wey que nunca ha pisado Ciudad Universitaria. Pues bien, para acabar con esas dudas, a las pruebas me remito.
Vayan directamente a la galería de SalvadorLeal.com para mayores informes. No es precisamente mi mejor fotografía (parezco un bebé orangután) pero demuestra claramente de qué lado ruge el puma.
*Cable de Última Hora* Los boletos vía Ticketmaster para el partido del domingo se han agotado. En estos momentos tengo dos dudas: a) no sé si prestarme al juego de la reventa y b) estoy acostumbrado a pensar en los *revendedores* como señores prietos panzones que no suben las manos más allá del nivel de su cinturón, así que no me los imagino frente a una computadora haciendo básicamente lo mismo; la reventa cibernética, ¿cuenta como reventa?.
Futbol II
El domingo, si consigo boletos para el partido de los Pumas, estaremos gritando y celebrando ese campeonato tan largamente esperado
Es una lástima que yo y prácticamente la mitad de la ciudad de México, hayamos pensado lo mismo. ¿¿Vieron las imágenes para conseguir boletos?? Era como si hubieran avisado que iban a repartir los excedentes petroleros a cada uno de los mexicanos que se formara!
Y de repente, el tema de ‘La Final’ está no sólo en los noticieros deportivos sino en las primeras planas de los periódicos y con López-Dóriga. No faltan los culturosos que comienzan a hablar de una sociedad enajenada por el futbol o a los eventos deportivos como el verdadero opio de la sociedad. Yo mismo (no sé por qué) recibo un correo electrónico de alguien que está «decepcionado, nunca pensé que fueras del montón que cae en las garras del futbol y grita como subnormal en los estadios o frente a la tele».
Chas! Para dar una respuesta *inteligente* a todo este fenómeno y para demostrar que tener preferencias por un equipo (no se diga los Pumas) no es ser subnormal, cedo la palabra al buen Carl Sagan y una selección de su Billions and Billions:
«Tenemos que considerar, pues, que durante millones de años nuestros antepasados varones fueron nómadas que (…) formaban una sola línea de cazadores que gritando y corriendo trataban de espantar una manada de jabalíes. Sus vidas dependían de la destreza cinegética y del trabajo en equipo. Gran parte de su cultura estaba tejida en el telar de la caza. Los buenos cazadores eran también buenos guerreros. Luego, tras un largo periodo -tal ves unos cuantos miles de siglos-, muchos varores iban a nacer con una predisposición natural para la caza y el trabajo en equipo. ¿Por qué? Porque los cazadores incompetentes o faltos de entusiasmo dejaban menos descendencia.
(…)
«Tales inclinaciones tienen que seguir presentes en nosotros después de 10,000 generaciones en las que matar animales fue nuestro valladar contra la inanición. Y ansiamos ejercerlas, aunque sea a través de otros. Los deportes de equipo proporcionan una vía.
«Una parte de nuestro ser anhela unirse a una minúscula banda de hermanos en un empeño osado e intrépido. Podemos advertirlo incluso en los videojuegos y juegos de rol tan populares entre los varones preadolescentes y adolescentes. Todas las virtudes masculinas tradicionales -laconismo, maña, sencillez, precisión, estabilidad, profundo conocimiento de los animales, trabajo en equipo, amor por la vida al aire libre-era conductas adaptativas en nuestra época de cazadores-recolectores. Todavía admiramos estos rasgos, aunque casi hemos olvidado por qué.
(…)
«Una competencia deportiva es un conflicto simbólico apenas enmascarado. Hablamos de ganar y perder una guera con la misma naturalidad con la que se habla de ganar y perder un partido. (…) La mayor parte de los principales deportes se hallan asociados con una nación o con una ciudad y son símbolo de patriotismo y de orgullo cívico. Nuestro equipo nos representa -en tanto pueblo- frente a otros individuos de algún lugar diferente, habitado por seres extraños y, quizás, hostiles.»
Sagan, Carl, Miles de Millones, Ed. Zeta, Barcelona, 1998.
Así que, la próxima vez que su mamá/novia/esposa/pareja se queje de su afición a ver los partidos de fut por la tele, cómprenle el libro de Sagan y díganle: ‘Primero leelo y luego hablamos». Si no la convencen, por lo menos les dará tiempo suficiente para terminar de ver el partido!
Andrés Manuel Potter Obrador
Con el riesgo de pasar por un ñoño de primer nivel, vuelvo a traer a cuento a Harry Potter a este blog. Ayer me acordé de este fragmento que aparece en el primer libro de la serie:
– ¿Señor? -dijo Harry-. Estuve pensando… Señor, aunque la Piedra ya no esté, Vol… quiero decir Quién-Usted-Sabe…
– Llámalo Voldemort, Harry. Utiliza siempre el nombre correcto de las cosas. El miedo a un nombre aumenta el miedo a la cosa que se nombra.
Rowling, J.K., Harry Potter y la Piedra Filosofal, Ed. Emecé, Barcelona, 2000.
Es curioso cómo Andrés Manuel López Obrador, nuestro sui generis Jefe de Gobierno, se refiere a Carlos Salinas de Gortari como ‘El Innombrable’.
¿Mucho miedo? ¿Quiere borrar à la Stalin a una persona de la historia? ¿Quiere aplicarle el mismo castigo que se le aplicó al asesino de John Lennon para que la gente no recuerde nunca su nombre? ¿No es medio ridícula su forma de actuar? ¿No le da más publicidad a Salinas? No cabe duda… such is life at Hope City
Nota: El caso del asesino John Lennon es cuasi-único en el mundo. Para evitar darle publicidad a la persona que asesinó al líder de los Beatles, los fans alrededor del mundo evitaron decir su nombre en un acuerdo que, de haber sido organizado, no habría sido tan efectivo. A la fecha, el nombre del asesino del líder de los Beatles no está en el top of mind de las personas promedio.
Da click aquí para saber el nombre de la persona que mató a John Lennon.
Futbol
Los deportes, ya lo he dicho en esta página, no son mi delirio. Vaya, ni siquiera son mi hobbie. Apenas estoy aprendiendo a vivir con el deporte en mi vida y lo considero en mi lista de males necesarios junto con Carlos Salinas, Carmen Salinas y La Oreja. Así de mal me caen los deportes.
Pero el caso del futbol se cocina aparte. No me gusta ni jugarlo, ni le entiendo del todo (el fuera de lugar es uno de los grandes misterios de mi vida), ni los jugadores me caen bien. Pero me encanta todo lo que hay alrededor del fut: la tele, los amigos, las chelas, la botana, la polémica, la competencia y el desmadre.
Para mí, el futbol es el pretexto perfecto para ver a los amigos que hace tiempo que no veo o para estar con los cuates con los que religiosamente nos reunimos para ver ciertos eventos deportivos. Ya sea algún buen partido del Mundial o un simple América-Chivas es motivo de cuidadosa organización donde hay un variado menú que va desde la carne tártara hasta mis internacionalmente conocidas aceitunas empanizadas rellenas de queso roquefort. Todo en aras del entretenimiento.
Futbolísticamente hablando, únicamente he tenido dos grandes momentos de emoción. Momentos en donde realmente me he metido en el partido y podría haber saltado a la cancha de haber tenido la oportunidad; el resto del tiempo suelo estar bastante tranquilito.
Uno de esos momentos lo viví en la primavera de 1997.
En la gloriosa institución donde tuve a bien estudiar la preparatoria (el CUM), nos dividían en áreas académicas el último año. Estaba el Área I (físico-matemáticas), Área II (químico-biológicas), Área III (económico-administrativas) y Área IV (que básicamente era a donde se iban los que no querían estudiar nada). Háganse de cuenta las distintas casas de la escuela de Harry Potter.
Y al igual que sucede en el universo creado por J.K. Rowling, desde inicios del año, se fomentaba una competencia constante de los unos contra los otros. Los que generalmente tenían el monopolio de los éxitos (por razones de cantidad y calidad en sus alumnos) era el área I. Era el Gryffindor de la Colonia Del Valle. Por el otro lado estaban los que le seguían en número y en calidad pero que tenían cierto aire de maldad y corrupción… el área III. Si bien en el CUM se juntaban personas clasemedieras (nivel B+ y C), los realmente *fresas* (nivel A) que vestían ropa de marca, salían todos los fines de semana y tenían casa en Cuerna o Valle eran los de área III. A los demás nos venía dando igual todo eso, ya sea por razones de convicción o por razones económicas. Y sí, siguiendo el ejemplo potteresco, los de área III eran el equivalente a Slytherin.
El último año de la preparatoria llegaba a su recta final con el inicio de las Interáreas. Durante un par de meses, se jugaban distintos partidos de varias disciplinas deportivas entre las áreas del CUM y era el evento deportivo del año escolar. Previo a eso ya se había elegido el uniforme, el nombre y el logotipo que identificaría ese año a cada uno de los equipos. En 1997, nosotros éramos los Bulldozers. Los de Área III tenían el mamilísima nombre de los Stockers.
Las Interáreas de ese año han sido de las más competidas que se tenga memoria. Los de área I ya habíamos tenido la primera gran sorpresa del año cuando los Castores de área II, un puñado de locos que apenas tenían tiempo para sacar las materias con mayor carga académica de la escuela, lograron ser los ganadores en futbol americano. Con esas expectativas llegamos a los partidos de futbol. Los ñoños y demás personas que no jugábamos debido a que en nuestra vida habíamos tocado dos veces una pelota de fut, nos juntábamos en las tribunas para apoyar de la manera más salvaje y guarra posible a nuestros compañeros. Junto a nosotros se sentaban las mamás y novias de los jugadores y era de los pocos momentos en los que los losers que estaban echando porras podían echarle los perros a alguna de las invitadas al partido (recuerden que mi prepa era de puros hombres).
Todo este choro ha sido para describirles uno de los momentos más llenos de futbol que ha tenido mi vida. Imaginen la final. Área I contra Área III. Segundo tiempo. 5 minutos para que termine el partido. Marcador: Uno-Uno. Y los de Área III pueden meter gol en cualquier minutos pues están super motivados. Las gradas no pueden estar más encendidas. Literalmente. Área I ha sacado antorchas a las que el Prefecto está corriendo con desesperación para apagar. De repente, el gol.
Ninguno de los que estuvimos en ese partido podremos olvidar jamás a Lennarth, capitán del equipo de área I, corriendo por el lado izquierdo de la cancha después de haber recibido un pase de ‘el Moga’ Soreque (otra cosa que se me olvidaba: en mi escuela todos nos llamábamos por los apellidos… o por los apodos). Burla uno, burla a otro. Lennarth está frente al excelente portero del equipo contrario. Y tira.
El golpe de adrenalina es único. Hemos ganado.
¿Y por qué traigo a cuento este recuerdo? Porque el otro momento de gran emoción futbolera fue en 1991 cuando el gran ‘Tuca’ Ferreti metía un gol que hacía ganar la final a los Pumas de la UNAM contra las Águilas del América. Para mí, el Tuca y Lennarth están en el mismo pedestal deportivo. Sé que es una exageración, pero son las dos únicas personas que han logrado que grite ‘gol’ con la intensidad y la emoción de un comercial de Coca-Cola.
Ahora que mis Pumas están de regreso en una final, les mando desde este blog la mayor de las buenas vibras. El domingo, si consigo boletos, estaremos gritando y celebrando ese campeonato tan largamente esperado.
Dios santoooo!
Hoy iba a platicar de futbol, de la cantidad de proyectos en la que ando metido, del tiempo que ya no me alcanza y de mi urgente necesidad de conseguir un asistente personal que ordene mi vida. Sin embargo, llegó al correo electrónico (exlocutor@gmail.com) un link a los oscuros/graciosos/traumáticos momentos vividos en el año 2001 por éste que les escribe y todo lo que les iba a platicar, se fue al traste.
Resulta que, por razones que desconozco, EsMas.com -la compañía de internet de Televisa- sigue guardando en la red la página de internet de la estación de radio en la que tuve a bien participar. Quedó como congelada en el tiempo. Ahí están la programación original que tuvimos en el inicio… mi cuate Alejandro Franco, que ha conocido todos los horarios posibles en el espectro radial, estaba de 9 a 11 de la mañana; yo todavía compartía horario con Gaby Perera y hasta Erika Zavala todavía estaba todos los días por las noches!! Ahí está el horario nocturno de La Jefa™ (aún no la habían corrido) y Mariana del Valle, que hoy forma parte del equipo de Carlos Loret de Mola, era regañada porque se maquillaba las ojeras entre canción y canción en su turno de las seis de la mañana.
Insisto con mi idea del programa de televisión y más ahora que este sorpresivo correo electrónico llegó a mi buzón. Recordé las juntas de programación (todos podíamos proponer canciones que entraran en rotación), las juntas estratégicas (nos sentábamos todos en la sala de la oficina a planear las promociones) pero sobretodo, recordé las juntas de los martes.
Originalmente, las juntas de los martes eran juntas donde revisábamos qué había salido bien y qué había salido mal la semana anterior y revisábamos la manera de actuar para la siguiente semana. Pero aquí debemos recordar que los locutores de la estación de radio éramos muchas cosas menos *locutores profesionales*. Nos habían contratado precisamente porque no teníamos idea del medio y porque estábamos frescos. No he decidido aún si ese movimiento fue una enorme estupidez o un rayo de genialidad, pero lo que generaba era que estas juntas del martes se convirtieran en la cosa más temida de la semana.
Ahí nos regañaban, nos insultaban, nos pendejeaban, nos decían de cosas, dudaban de nuestra capacidad, ingenio y creatividad… básicamente, nos ponían en nuestro lugar y luego, una vez que la furia y el ánimo asesino de La Jefa™ habían sido saciados, nos mandaban de nuevo a las trincheras a dar la cara. Recuerdo particularmente las juntas donde las mujeres terminaban llorando y los hombres acabábamos humillados hasta decir basta. Era todo un espectáculo. Entrábamos bromeando a la sala de juntas y salíamos de ahí como si adentro estuvieran velando a algún familiar cercano. Así eran las cosas de la radio.
Durante el tiempo que estuve ahí, hubo momentos de mucha felicidad y buen humor, pero también hubo muchas -muchísimas- regañadas y metidas de pata, lágrimas y sinsabores que todos creíamos que eran parte de trabajar en radio. Nosotros aguantábamos vara, poníamos una sonrisa… y volvíamos a salir al aire a cometer los mismos errores por los que nos habían regañado minutos antes. En los momentos de desesperación, La Jefa™ decía que ella debería ser considerada una Leyenda de la Radio Mexicana pero que, en su lugar, nosotros la tratábamos como si fuera la Maestra Jimena (cfr. Carrusel)
Fueron buenas épocas. El anecdotario es muy variado y cada vez que nos reunimos los que trabajamos en aquel proyecto, terminamos recordando regaño tras regaño, error tras error y situación tras situación. Que si X anduvo con Y pero que no querían que nadie supiera, que si Z se encerraba en la oficina y nadie sabía lo que sucedía allá adentro, que si en la cobertura de eventos en Acapulco iban más de los que tenían que ir, etc.
Esa estación ya no existe más que en los recuerdos de quienes fuimos parte de ella… y si quieren darle un vistazo al pasado, vayan a este link. A mí me hizo recordar muchas cosas y quizás a ustedes también les suceda lo mismo.
Yo por mi parte, voy a irme a escuchar el disco que sacamos (y que promocionamos hasta el cansancio), estaré navegando en la página que me enviaron y, no conforme con eso, me voy a escuchar el famoso (y pachequísimo) promo de El Patito, que fuera el *primer promo* de nuestra época en WFM y de donde sale la frase que da título a este post: «Dioooos saaaantoooo!»
Sí… es una tarde nublada en el Distrito Federal, y la nostalgia pega cañón.
(Nota de Derechos de Autor: El promo de El Pato fue producido por Javier ‘Javimix’ García y Tato Ortega en los estudios de Televisa Radio, con una idea original de Elías y Canito. Las voces son de Elías Herrera, Canito Gutiérrez, Kaeri Tedla y Salvador Leal.)
ITAM’s Top Ten
Hace exactamente un año dejé de ir a la universidad. Ojo, no dije que me gradué o que me *recibí* como licenciado en Economía. No. Hace un año terminé las clases y decidí salir a ver qué me deparaba el mundo real.
Algunas de las conversaciones que he tenido en estos últimos días me han recordado lo que era estar estudiando en el Infierno Tecnológico Autónomo de México (inscríbase aquí) y así como puedo ser tremendamente cursi y nostálgico con mi prepa, la verdad mi experiencia universitaria se acerca mucho a la experiencia de un examen prostático… de 10 semestres!! (la comunidad gay que lee este blog puede intercambiar el examen prostático por algo realmente doloroso, incómodo y sórdido; it’s up to you).
El asunto es que, hace un año, durante las últimas horas de mi vida universitaria en el ITAM, decidí hacer un top ten con las experiencias más divertidas/curiosas/raras/patéticas/memorables que me ocurrieron durante mi larga estadía en ese antro de ñoños, regresiones econométricas y libros de estadística.
Debido a que comentar todos y cada uno de los puntos del top ten me llevaría demasiado espacio (y digo, ustedes tampoco MUEREN por conocerlos todos), haré una selección de cinco que me dejaron especialmente marcado.
Así que… empezamos!!
No. 10: Mi primer día de clases
Desde el inicio comenzamos mal. Imaginen a un ñoño que se mueve por la ciudad de México a través del transporte público; el ñoño tiene lentes de fondo de botella, peinado de libro abierto, chamarra verde como de velador de edificio y una pluma que se asoma del bolsillo de su camisa de cuadritos. El ñoño baja del microbús y cruza una calle que lo dejará justo al lado del estacionamiento de su nueva universidad. Intempestivamente, un BMV nuevecito pasa a escasos centrímetros de él, sin darse cuenta el conductor que estuvo a punto de terminar hasta con la última pizca de ñoñez que llena el cuerpo del peatón. Detrás del BMW, un Mercedes, luego otro Mercedes y otro BMW; el ñoño voltea a su alrededor y ve una fila de guardaespaldas que, cual mamás en primer día de clases, esperan a que el retoño entre al salón de clases y esperan pacientemente limpiando sus pistolas y puliendo la recubierta blindada del vehículo del pequeño.
En estos momentos, Salvador se siente la pulga más miserable que jamás ha pisado la faz de esta tierra. Piensa en Beverly Hills 90210 y se da cuenta que no se parece ni siquiera remotamente a Brandon. Entra a los pasillos y se encuentra con un desfile de modas instantáneo; decenas de supermodelos han decidido estudiar administración y relaciones internacionales y se pasean por las instalaciones del ITAM. Pasa el día, Salvador regresa a su casa y visualiza su autoestima como una jerga de gasolinera. Es apenas el primer día… de diez largos, largísimos semestres.
No. 7: Mi primer examen de Eco
Un ñoño siempre será un ñoño. Podrá pasar por épocas difíciles o de búsqueda personal, pero por dentro seguirá teniendo una extraña fascinación ya sea por D&D o por SW (si sabes a qué me estoy refiriendo… FELICIDADES! tú también eres un ñoño!).
Los ñoños estamos acostumbrados a varias cosas: a que no nos inviten a fiestas en la secundaria, a que destruyan nuestro proyecto de medio ambiente sustentable para el laboratorio de química y a siempre -SIEMPRE- sacar diez en todos los exámenes de todas las materias. ¿Saben en dónde radica el poder del ITAM? En que por muy ñoños que sean las personas que acuden a ese centro de saber, el ITAM siempre sabrá más que tú. Por muy *machetero* que seas, el profesor siempre será más ñoño que tú. Por muy inteligente que te creas, el ITAM siempre tendrá la ventaja sobre tí. O por lo menos eso se te queda grabado después de que en tu primer examen de economía, para el cual estudiaste desde dos semanas antes (no es exageración, pregúntenle a su itamita de confianza), para el que fuiste a todas las clases de recuperación y laboratorios extras, para el que sacaste los ejemplares más gordos de la biblioteca… en ese examen para el que te preparaste como si tu vida dependiera de ello… sacas 4.
Si… CUATRO!
«¿¿Pero cómo??» se pregunta el recién ingresado al templo del saber y del terror, «si en mi preparatoria casi me levantan una estatua después de haber visto las respuestas de mis exámenes!»
Pues nada… en ese momento y no antes, es cuando finalmente el ITAM te da la calurosa bienvenida y es apenas el prólogo de lo que vendrá más adelante.
Lo peor… LO PEOR! Es que, una vez que sales de el lugar con mayor cantidad de ñoños por metro cuadrado de la ciudad de México, sabes que ese primer examen que respondiste no se merecía más de un cuatro. El ITAM ha infectado tu alma.
No. 5: El CRTV
Desde que yo era muy pequeño me ha gustado la radio. Soy el típico caso del hijo *único* al que le regalaron una grabadora y un micrófono y hacía programas, anunciaba canciones, escribía comerciales y proporcionaba datos culturales. Creo que hasta recetas de cocina daba! Desde siempre, entonces, he querido ser locutor de radio; nomás que hasta el 2000 no había ningún valiente que me dejara un micrófono enfrente para que yo hablara a mis anchas. En el ITAM no existe la carrera de Comunicaciones; vaya no existe ni Periodismo!… lo más cercano a esas carreras es el Circuito de Radio y Televisión del ITAM.
Originalmente, el CRTV era un juguetito que los alumnos de ingenierías utilizaban para transmitir Metallica, AC/DC y hablar de circuitos eléctricos y cosas del estilo. Sin embargo, en los tiempos en los que yo pululaba por los grises pasillos itamitas, la dirección del CRTV cambió de manos y comenzó a ser manejada por administradores y economistas, quienes no tenían ningún conocimiento técnico de la radio, pero que desbordaban en entrepreneurship. Justo en ese momento llegué yo y mi vida, literalmente, jamás volvió a ser igual.
Tres meses después de haber entrado al CRTV, entrevisté a Vicente Fox y Francisco Labastida. Una semana después estuve con Juanes y para noviembre estaba tomando una cerveza en Acapulco con todo y mi acreditación de prensa para el evento masivo de música electrónica, el Aca World Sound Festival.
El Circuito me permitió conocer los oscuros negocios de las disqueras y los pretenciosos pasillos de las estaciones de radio comercial. Asímismo, el Circuito hizo que me atrasara casi un año en mis materias y que comenzara a vivir más en la Cabina que en mi propio cuarto. Cuando no llegaba a mi casa, mi mamá ya ni siquiera marcaba mi celular, simplemente marcaba el teléfono del ITAM (5628 4000) y la extensión del Circuito (1287) y sabía que ahí me encontraría, ya fuera haciendo promos, bajando canciones o simplemente disfrutando del Sky que teníamos contratado.
En el CRTV tuve varios programas: el Noticiero Itamita (lun-vie de 7 a 8.30), el Top 13 (lun y mie de 10 a 11), la Hora de Nadie (cuando alguien no llegaba a su turno), Fallas del Corazón (programa nocturno de consejos sentimentales) y la cobertura de los eventos especiales como el Día ITAM y el Día de Hacer Horarios. Sin embargo, el programa al que más cariño le tenía (y al que más tiempo le daba de preparación) era Micro20159. Como el pequeño racional lo dice, Micro20159 era un espacio dedicado a la buena música que comenzó por accidente y que terminó con bombo y platillo hace exactamente un año.
Había muchos gags que sólo los radioescuchas podían disfrutar en su totalidad, como el hecho de que los sidekicks no duraran más de unas cuantas semanas bajo el yugo del conductor o que programa a programa el grito introductorio fuera rompiendo su propio récord.
Aunque me despedí del aire universitario hace un año, el último programa de Micro20159… nunca se dio. De hecho, aún está por hacerse. Sobretodo porque lo extraño cañón.
Top 3: El Pulque
Nunca me ha gustado hacer las cosas que todos hacen. En parte por eso me molestaba tanto mi universidad. Un maestro decía ‘hagan un trabajo creativo’ y todos llegaban hablando de tasas de interés, inflación y regresiones econométricas. FLO-JE-RA.
Durante toda mi estancia en la Cuna de la Tecnocracia Mexicana tuve muy pocas ocasiones de realmente poner mi creatividad a prueba… y mi top 3 es precisamente una de ellas.
Resulta que el profesor de Historia Económica de México era un Perro del Mal™. Para su primer examen parcial (que todos reprobamos, desde luego) nos hizo aplicar modelos de Agente y Principal para las encomiendas españolas y los indígenas aztecas, además de pedirnos que explicáramos, con Teoría de Juegos, la relación que había entre los esclavos en la Nueva España.
El segundo parcial fue peor que el primero, por lo que todas mis esperanzas estaban puestas en el trabajo de fin de semestre y en el examen final. El examen final lo daba por descontado porque el Dr. Salas (en el ITAM se extasian cuando les dicen ‘doctor’ en lugar de ‘maestro’ o ‘profesor’) seguramente lo iba a hacer imposible de contestar. Esto es, todo dependía de mi trabajo final.
«El trabajo debe ser académica y teóricamente impecable, pero además debe tener un toque de originalidad. Quiero ideas O-RI-GI-NA-LES. Ni se les ocurra traerme viejas ideas disfrazadas con nuevos modelos económicos» nos dijo el Doctor. «Presentan su paper en hard copy y preparan una pequeña presentación oral para la clase, que también voy a calificar»
Pues ahí tienen a Salvador rompiéndose la cabeza para pensar en algo *económicamente* original. Y que se me ocurre! Y que lo presento! Y que pega!!
Mi trabajo se tituló «El Pulque en la Nueva España: Una Visión Económica» y hablaba de la importancia que tenía el pulque como el principal bien por el que se pagaban impuestos. Con decirles que hasta pulque llevé a mi presentación!!
Esa materia, de ser la que peor llevaba, terminé sacándola con 9.
Top 1: Pedro Aspe
Estudiar en el ITAM tiene muchas deficiencias: instalaciones hechas en un edificio originalmente planeado para ser un manicomio, cero areas verdes, compañeros más mamones que uno con una cuenta bancaria con muchísimos más ceros que la tuya, etc, etc. Lo único bueno que tiene esa escuelita, son los maestros. ¿Siempre has querido entrar al Banco de México? Pues tomas clase con el Director de Investigaciones Económicas. ¿Te interesa la parte fiscal? Te vas con el Subsecretario de Ingresos. ¿Tienes ganas de chismear agusto? Entras a tomar clase con José Córdoba Montoya. ¿Quieres conocer los entretelones de la política macroeconómica de México? Pues entras a tomar clase con Pedro Aspe, el famoso secretario de Hacienda en tiempos de Carlos Salinas de Gortari.
Tomar clase con Aspe era todo un reto. Y no sólo intelectual, sino físico también. Su clase era de 3 horas seguiditas los viernes a las siete de la mañana. Nos daba Macroeconomía I y debo decir que, si bien no era un maestro excelente, sus clases eran realmente grandiosas, pues más que enseñarnos lo que nos tenía que enseñar, nos daba lecciones de aplicación de política dura y madura. Sus anécdotas eran lo mejor: «Así que cuando me mandaron una manifestación a que cerraran mi oficina, a todos los líderes del movimiento les sacamos los impuestos que no habían pagado…», «Estaba hablando con Fidel Velázquez cuando…», «Entonces le pregunté al licenciado Salinas…»
Pero bueno… lo entretenido de mi Top 1 no es haber tomado clases con Pedro Aspe. Eso sería demasiado pretensioso (si de por sí). La razón por la que está en mi Top 1 es porque a mí, un ñoño al que jamás lo habían regañado ni por hablar en clase… a mí! me sacó Pedro Aspe del salón.
Los detalles me los guardo para la posteridad, pero sepan que una vez que un ex-secretario de la talla del Dr. Aspe te saca del salón, es como si te dieran una placa para hacer lo que quieras en el resto de las clases. El profesor, literalmente, te la viene pelando. Desde entonces, apliqué el «pues de mejores lugares me han corrido» cada vez que algún maestro encontraba mi presencia indeseable en el salón de clases… y no estaba mintiendo.
Fight Club (2a. parte)
Lo siento… no he podido dejar el programita de GoogleFight. La paginita ha abierto demasidas confrontaciones al estilo Celebrity Deadmatch que tenía pendientes y que ahora comparto con ustedes.
* Tu jefa vs. Mi jefa
Ganador: Mi Jefa (OOOBVIO!)
* Cuerpo vs. Alma
Ganador, dándole la razón a la tradición judeocristiana, ganó el Alma.
* Bien vs. Mal
Ganador: Bien (fiu! no sé qué hubiera hecho si hubiera salido lo contrario!)
* Joaquín López-Dóriga vs. Jacobo Zabludovsky
Ganador: Jacobo!!
* GC vs. el Tío Gamboín
Ganador: GC (maldito gato!)
* Espía blanco vs. Espía negro (cfr. Mad Magazine)
Ganador: Espía blanco (lo sabía!!)
* Big Mac vs. Whopper
Ganador: Big Mac (yacks!!)
* Carlos Salinas vs. Porfirio Díaz
Ganador: Carlos Salinas (inserte aquí alguna referencia de AMLO hacia ‘el innombrable’)
* The Beatles vs. Yoko Ono
Ganador: Los Beatles (pues no, eh!)
… y sigo y sigo y sigo y sigo
Fight Club
Nunca he estado en una pelea. Nunca he golpeado y nunca me han golpeado. No sé qué tan raro sea esto en sus comunidades, pero para uno que es ñoño desde la primaria, ésto es haber alcanzado un nivel de maestría de la ñoñez tal, que te eleva a una nueva categoría en totem social de la ñoñería: yo era un ñoño peligroso al cual no le podías pegar.
Ahora, no crean que soy una Hermana de la Caridad. Si nunca he estado en una pelea ha sido porque nunca me han pegado y porque no soy lo suficientemente estúpido como para pegarle a alguien sabiendo que no sé golpear. No es que sea un pacifista, sino que creo en la violencia verbal más que en la física… y creo más en una que en otra porque en una me defiendo bien mientras que en la otra nomás no. No hay nada como estar en un antro, con cierto alcohol de la sangre encima, y ponerte detrás de tu Amigo el Fuerte™ para gritarles a los de la otra mesa cosas que no les gritarías si no tuvieras la protectora presencia de tu cuate para defenderte.
Nunca me he peleado… hasta ahorita. Gracias a Mau, me enteré de esta página denominada ‘GoogleFight‘, que es la lucha encarnizada entre dos búsquedas de Google. Si por ejemplo, uno pone a luchar a los Pumas contra a las Águilas, el OBVIO ganador son los Pumas!
Si pones a luchar a Pepsi contra Coca, el ganador es Pepsi; si pones a Radioactivo contra WFM, el ganador OBVIO también es WFM… y así.
Dicho lo siguiente, nos arremangamos la camisa, nos quitamos zapatos, reloj y corbata, escuchamos los últimos consejos de nuestro mánager y…
LUCHARAAAAAAAAAAAAAAAAAAN, A DOOOS DE TRES CAÍIIIIDAS, SIN LÍIIIMITE DE TIEMPO…. En eeeeeeesta esquina, con 25 años y 250 kilos de libros y DVD’s a sus espaldas…. Salvadoooooooor Leaaaaal!!! (inserte aquí ovación de la multitud)
Y en eeeeesta ooootra…
* Salvador vs. AMLO – Ganador: Salvador (y esto no es complot!)
* Salvador vs. el Santo – Ganador: Salvador (ajuerzas!)
* Salvador vs. Darth Vader – Ganador: Salvador (may the force be with me!)
* Salvador vs. Marcelino Champagnat – Ganador: Salvador (pa’ que vean esos maristas de mi escuela con quién se meten!)
* Salvador vs. Sarampión – Ganador: Salvador (y eso que no me he vacunado!)
* Salvador vs. Dios – Ganador: Salvador (literalmente, ¡TÓMALA BARBÓN!)
* Salvador vs. Bill – Ganador: Bill!! (auxilio Uma!)
* Salvador vs. Satán – Ganador: Salvador (Obvio!)
* Salvador vs. Joe – Ganador: -ejem- mejor vayan a la página.
* Salvador vs. Benito Juárez – Ganador: Salvador
ajajajajaja, okey, creo que con Benito Juárez comenzó el desvarío. Los dejo con el link que les proveerá de muchas horas de diversión.
Sólo agregue agua…
Terrible jueves.
Dos juntas kilométricas. Stress y calor.
Mucho trabajo durante mucho tiempo.
La ciudad se funde bajo los rayos solares.
Llego a mi casa y no hay nadie.
Abro la regadera y traigo la grabadora.
Saco el Legend de Bob Marley y le pongo play.
Para cuando llega a ‘Waiting in Vain’, el alma comienza a regresar a mi cuerpo. No sé si alguna droga tenga mayor efecto que el agua acompañada de música.
El calor sofocante sigue cuando cierro la regadera, pero ahora sirve en lugar de toalla. La casa sigue vacía.
Life… is good!
He’s messing with my mind!
Pasé dos veces frente a él antes de darme cuenta que no decía lo que yo creía. Ya me lo habían advertido… pero aún así, caí.
Esto es lo que en psicología se denomina ‘inferencia perceptual’, es decir, cuando nuestra mente tiene ya establecido un patrón que completa cuando ve ciertas piezas. El ejemplo clásico es con figuras geométricas que unimos en nuestra mente a través de un dibujo donde sólo se sugieren esas figuras… lo que está muy cañón es el grado al cual se nos ha metido este signo gráfico simbólico ritualizado en donde la imagen tiene un significado en sí misma, sin que nos detengamos a leer lo que dice.
Ahora quiero una playera con ese logo!!