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A crédito
Desde febrero estoy en el trámite de sacar una tarjeta de crédito. Dos veces lo he intentado y dos veces me han dado una patada en el trasero. Las dos ocasiones, debo aclarar, ha sido con el banco con el que ya tengo una cuenta de cheques: Banamex. Es decir, ya soy cliente, ya me conocen y saben de todos los usos que le doy a mi Cuenta Maestra, desde los filantrópicos como el Teletón hasta las compras más oscuras que no pienso detallar en este blog.
Seguro que ya pensaron que las deudas que tengo con infinidad de bancos o instituciones de crédito son las que no me han permitido tener una tarjeta de crédito propia. Creen que a un lado de las cajas del supermercado y las tiendas tienen una foto mía con una leyenda que dice «NO ACEPTAR TARJETAS DE ESTE INDIVIDUO». Es más, han de creer que soy parte del Barzón y que mis declaraciones a favor del libre mercado son puro blof (locución inglesa que significa ‘jarabe de pico’)
Pero no! Resulta que soy de esos que paga puntualmente sus deudas (las únicas ‘deudas’ que tengo son las que mantengo con El Palacio y sus 6 meses sin intereses) y que todo lo suele pagar en cash y en una sola exhibición. Pago mis impuestos, no me paso altos y tengo las mismas características que tenía Sandra Dee… así que se preguntarán ¿por qué diablos no le han dado una tarjeta de crédito los de Banamex?
(voz de señorita de Banamex por teléfono) «Pues es que la firma de su credencial de elector no se parece a la firma que tiene actualmente»
(silencio de Salvador)
Salvador: «¿Es en serio lo que me está diciendo?»
Señorita de Banamex: «Es lo que tengo aquí en la computadora, señor Leal»
Salvador: «Señorita… yo saqué mi credencial del IFE cuando tenía 17 años. Usted cree que, ya no diga mi firma, MI VIDA no ha cambiado desde entonces??»
Señorita de Banamex: «Pues sí señor Leal… pero no puedo hacer nada»
Douglas Coupland (si no han leído nada de él, por vida de Dios salgan en este instante a comprar cualquiera de sus libros) lo ponía muy bien en su libro ‘Polaroids’.
A todos los que ahorita tenemos 20 y tantos (incluídos los treintones que leen este blog) nunca se nos ocurriría confiar *demasiado* en un adolescente de 18. Uno los ve y nota que algo no termina de andar bien en ellos; todavía no son. Están llenos de dudas y de prejuicios y de conceptos mal aprendidos. Son personas en las que no puedes confiar del todo.
Y sin embargo, alguien como ellos (o sea, nosotros a su misma edad) son los que toman las decisiones más importantes: qué voy a estudiar, en dónde, por qué…
Y en ellos confiamos para que diseñen lo que será nuestro método de identificación más importante por el resto de nuestras vidas: la firma. Les juro que la primera vez que firmé un documento ‘oficial’ (que era el contrato que nos hacían firmar al inscribirnos a la secundaria) nunca pensé que esa firma la usaría el resto de mis días y que estaría plasmada en todos los lugares imaginables, desde la cuenta de una comida de negocios hasta la boleta de mis (aún inexistentes) hijos.
El que no me den una tarjeta de crédito porque no sigo firmando como cuando tenía 17 años es una cadena al pasado que Banamex no me está dejando romper. Es un círculo que el «Banco Nacional de México que cumple 120 años» no me está dejando cerrar.
Siguiendo un poco con el tema del post de ‘Prom Night’ que tanto escozor ha causado entre la comunidad… ¿es que acaso no tenemos la oportunidad de reinventarnos una vez salidos de la secundaria o de la prepa?
¿Acaso no tenemos derecho a ser otros? ¿A ser mejores o más seguros o menos inseguros de lo que éramos a los 14? Si la respuesta es sí… ¿¿¿¿¿¿ENTONCES POR QUÉ DIABLOS NO ME DAN MI TARJETA DE CRÉDITO AUNQUE MI FIRMA SEA DISTINTA?????
Dos cuentos
Hoy leí dos historias que me gustaron muchísimo. Una es real y la otra es más bien Cortázar style. Aquí les dejo los links para ‘Los trastes sucios‘ de Arbol Tsef y el otro para ‘Cola‘ de Deimos.
No marches!!
El tema de moda en la ciudad de México es La Marcha®. De acuerdo con reportes periodísticos y el vox populi, el próximo domingo 27 de junio habrá una enorme movilización ciudadana del Ángel de la Independencia hasta el Zócalo del Distrito Federal. ¿El motivo? La inseguridad que se vive día a día en las calles (y casas y restaurantes y antros y microbuses y oficinas y un enoooorme etc.) de la Ciudad.
Pero cuando les digo que es tema de moda, lo digo en serio. De las personas que conozco, más del 60% piensa ir a marchar en contra de la delincuencia que invade nuestras calles. La gente está harta y, en un lugar donde la indiferencia es el deporte regional, el que las personas salgan a las calles a manifestarse habla mucho de lo cansados que estamos de tenerle miedo al lugar donde vivimos.
Aquí quiero hacer dos anotaciones que quizás me hagan parecer aguafiestas dentro el ambiente festivo de la celebración cívica que tendrá lugar el domingo. El primero es el relacionado con nuestro Jefe de Gobierno. Él ha dicho (y seguirá diciendo) que la inseguridad es culpa del modelo económico que rige nuestro país, que los pobres están cansados y que no les queda otra más que delinquir para conseguir comida, que 70 años de corrupción no se pueden solucionar en el tiempo que a él le toca, que él no es Superman y que las cifras no son tan alarmantes como nos la quiere hacer ver ‘el Innombrable’.
Cuando vean los reportajes periodísticos acerca de la marcha y de cómo las personas están enojadas, tengan en mente que eso es un síntoma de que López Obrador no ha hecho su chamba. Recuerden que el modelo económico que él propone es el de un gobierno más *fuerte* (es decir, más poderoso) que vea por sus habitantes (es decir, que cree que los ciudadanos somos niñitos tontos que no nos sabemos gobernar) y hace más felices sus vidas (dándoles pan, circo y trabajo; tres cosas que hace un gobierno paternalista). También recuerden que los pobres no son quienes secuestran con comandos armados y camionetas sincronizadas cual película de Hollywood. Tampoco se crean el asunto de los 70 años de corrupción y malos manejos; el resto del país también sufrió eso y sin embargo existen ciudades perfectamente vivibles el día de hoy, que no tienen en común un partido político sino políticos que se dedican a trabajar y no a hablar acerca de lo bien que trabajan, de cómo ellos sí atienden a las personas y del resto de sandeces que mañana a mañana nos receta Andrés Manuel.
Lo del ‘Innombrable’ ya parece chiste y decir que esta marcha es un complot de la ultraderecha mexicana lo único que logra es romper la frágil cohesión social que tenemos en este país. Poner en guerra a los ‘pobres’ contra los ‘ricos’ ya se hizo en 1910 y no sólo no funcionó sino que el proceso nos costó un millón de mexicanos.
No se dejen engañar. No piensen que ‘es que Andrés Manuel sí trabaja‘ o que ‘mira todo lo que ha hecho por los viejitos‘ o ‘pues él si tiene pantalones para enfrentarse a quien sea‘. El asunto de los viejitos (que es una política perversamente pensada) luego lo platicamos, pero por favor, no se dejen engañar. México no necesita gente así. México necesita líderes que sepan que lo que México necesita son instituciones.
Ahora viene el segundo punto de este post.
Si después de todo este choro creen que los voy a invitar a que salgan a la calle a marchar, están muy equivocados. Como ya lo había dicho en un post anterior, soy demasiado cínico para salir a la calle a marchar. No creo en las marchas, no creo que arreglen nada y no hacen más que llamar la atención de gobernantes que ven en ellos al único factor de cambio en este país. Porque además, la chamba no es sólo de Andrés Manuel y de Vicente, sino de los 500 diputados y 128 senadores (nomás a nivel federal) que tampoco hacen su chamba.
Sé que suena ridículo, pero votar se me hace más efectivo que salir a marchar a la calle. Yo voté por Fox y me arrepiento día tras día; pero me reconozco como responsable de las tonterías que escucho decir al Presidente de mi país. El proceso de aprendizaje no será estéril, pues ya caché que si voto por el que me cae bien, nomás no la va a hacer (claro, en el 2000 la opción de Labastida era casi tan gris como su personalidad) y puede ser que mientras, su esposa o algún otro personaje público, le coma el mandado. Pero así como acepto (con golpe de pecho y todo) parte de la culpa de que tengamos a un Presidente de Fantasía, les digo que yo no voté por López Obrador. No creí en él en campaña y ahora que veo las cosas que hace no sólo no le creo sino que además le temo. Ya verán cuando deje el puesto y nos deje una deuda y políticas de las cuales no nos podamos deshacer jamás. No resultará nada grato… como dijera mi agüelita: de mí se acordarán.
En fin, este post con alto contenido político y color amarillo bilis es para avisarles que no creo en las marchas, así sean a favor de la paz, la justicia y la libertad. No importa si es marchar a favor del libre comercio, la despenalización de las drogas o el McFlurry de Oreo (tres de las cosas que más me gustan en este mundo). No importa. Ejerzo la libertad de no marchar y miraré a la multitud que, sin otro lugar a donde ir, deciden caminar del Ángel de la Independencia al Zócalo de una ciudad que no necesita otra marcha más sino otros gobernantes. He dicho.
Prom Night
Doce años son casi la mitad de mi vida. Doce años es el tiempo que uno pasa en la Primaria, la Secundaria y la Preparatoria juntas. Doce años fueron los años que pasé bajo el yugo de la educación impartida por los hermanos maristas. Doce años fueron los que fui deformado, en cuerpo y alma, por los fieles seguidores de Marcelino Champagnat. De esos doce años, no todos fueron malos, no todos fueron buenos tampoco; pero si hay una etapa en mi vida de la cual quisiera olvidarme por completo, es de la época que viví de septiembre de 1991 a mayo de 1994. La Secundaria.
Les recuerdo que mi condición de ñoño no era el mejor lugar dentro de la jerarquía social que se podía vivir en una escuela sólo para hombres que se jactaba de tener la plantilla docente más pirada de la ciudad de México. Mi condición de antisocial -que conservo a la fecha- tampoco me ponía en una posición que me permitiera distinguirme por mi *popularidad*, mi *coolness* o mi *allure*. Para que se den una idea, yo era el ñoño antisocial que se refugiaba en la música y la tele para aislarse del mundo real; hacía mi tarea (no me costaba demasiado trabajo), estudiaba y luego me pasaba horas enteras escuchando música, viendo tele y rentando todas las películas que pudiera rentar en el entonces monopólico Videocentro. Gracias a esos años mi conocimiento acerca de la cultura pop de la última mitad del siglo veinte es bastante vasto mientras que la cantidad de amigos que conservo de aquel tiempo es prácticamente inexistente. Poquito me faltó para tomar medidas al estilo Columbine.
Pero pasó el tiempo, salí de la prepa, tuve muchos amigos, entré a la universidad, tuve uno de los trabajos que yo considero más cool y poco a poco fui caminando por el sendero de la vida donde, finalmente, los ñoños son apreciados -y cotizados- en el mundo de las empresas y el gobierno. Si bien no me volví *popular*, mi nivel ya no estaba en el despreciable hoyo al que llegó en la secundaria. Según yo, todo estaba superado, olvidado y cerrado.
Hasta el sábado.
Como ya saben, tengo una hermana que es diez años menor que yo y que acude, por razones del destino, a la misma secundaria a la que yo asistí. Sí, resulta que en estos diez años la secundaria que antes era sólo para hombres se volvió mixta y ahora mi hermanita sufre en los mismos salones y con los mismos maestros que a mí me tocaron.
Pero ese no es el problema (cada quien vive su adolescencia como mejor puede), sino que el sábado pasado tuve que ir a su graduación de tercero de secundaria. Craso error!!
Fue como volver a tener 14 años y de nuevo ser el peor vestido de toda la escuela. Se me ocurrió ir al baño y las conversaciones eran idénticas a las que tenían los weyes populares de mi salón: que si el antro, que si el reloj, que si los zapatos, que si habían salido con fulanita o si se iban a ir a Acapulco. Yo estaba a punto de tener un emotional breakdown.
Me gustaría contarles que fue mejorando conforme fue pasando el rato y que recuperé la confianza en mí mismo que he ido construyendo desde aquellos años de la secundaria, pero les estaría mintiendo. Saliendo del baño me encontré con ‘La Luchadora’, maestra de literatura universal que hizo un infierno mi tercero de secundaria. En la misma mesa estaban «Chichilla» (maestro de química que solía llegar jarrísima a darnos clases), «Amezcua» (el de dibujo constructivo que nos obligaba a tener maquetas de construcciones para nivel licenciatura en segundo de secundaria), «Gorilú» (la de inglés) y muchos más.
Era vivir una pesadilla. Yo juraba que en cualquier momento iban a esconder mi mochila o me quitarían el saco para jugar ‘role’ entre varios weyes.
Para acabarla de fregar, resulta que esta es la segunda graduación a la que asisto en mi vida. La primera fue cuando salí de sexto de primaria y desde entonces no he acudido a ninguna. Y aunque mis amigos nunca me perdonaran que no haya ido a la graduación de prepa, no me arrepiento de mi antisocialidad y mi vocación de Scrooge. Jejejeje, releo mi párrafo y en verdad recuerdo cuando era un adolescente enojado con el mundo que prefería irse a escuchar oscuras canciones de rock de la Europa del Este.
Al final mi mente se fue aclarando y poco a poco pude hacer más disfrutable el hecho de estar en la graduación de mi hermana. Digo, al fin y al cabo, ella que sí es popular y tiene una activísima vida social, le tocó limpiar el apellido de la familia en su paso por la escuela. A pesar de todo, aún no se me quitan del todo las nauseas por recordar lo que viví en aquel reclusorio de paga conocido como Instituto México Secundaria.
Ahora supongo que me encerraré en mi oficina a escuchar Teenage Angst de Placebo.
La frase del mes
Con respecto al juicio de desafuero en contra de Andrés Manuel López Obrador:
«El resultado del escándalo es difícil de predecir, pero fijará en qué grado puede cambiar México de ser un País regido por líderes fuertes a un País gobernado por la Ley»
Standard & Poor’s
Calificadora de Valores
Fever!
*NOTA* Debido a la cantidad de links contenidos en este post, se recomienda ser leído a la hora de la comida, comiendo frente al monitor y leyendo.
Todos los días llego y lo primero que hago al llegar a mi oficina es prender la computadora y revisar mis correos electrónicos. Si por mí fuera, revisaría primero los de mi cuenta en gmail o hotmail o los otros dos o tres mails personales con los que cuento. Pero no; chamba es chamba y a los ñoños nos han acostumbrado a ser responsables, bien portaditos y peinaditos. Así que, ya con el winamp a todo lo que da, el primer buzón que checo es el de la oficina (por alguna razón que aún no comprendo, la asistente de mi jefe adora mandar correos a las 3 de la mañana).
Veo si hay algo que resolver inmediatamente (generalmente sí) y como el letrero que puse arriba de mi puerta dice ‘A esta oficina entran problemas y necesariamente deben salir soluciones’, pues dedico los primeros minutos de mi día a dar respuesta y cauce a los problemas que se le hayan ocurrido a la asistente de mi jefe en algún lugar perdido entre las 2 y las 5 de la madrugada.
Después de que los primeros objetivos están cumplidos, bajo 3 pisos (para una definición más exacta de cómo es mi oficina, vayan a este post) y voy con Lola por un cafecito. El mío no sabe a hígado encebollado (cfr. Semidios) pues Lola es de una maquinita de Nescafé que tuvieron a bien ponernos atrás de la sala de juntas.
Si en alguna ocasión me ofrecen una oferta jugosa de trabajo, esa oferta tendrá que incluir el detalle que tengo en esta oficina: el café es absolutamente gratis. ¿Hoy quiero despertar más deprisa y necesito un expresso? Aprieto el no. 10 y presto! ¿Que tengo ganas de consentirme un poquito? Dándole click al no. 7 tengo un calientito cappuccino vainilla. ¿Cuánto costó el café? A mí, lo único que me cuesta es la taza en la que me sirvo (no me gusta tomar café en vasitos de cartón) Y como la taza es una taza que ya lleva tiempo conmigo (una blanca de Seinfeld), pues básicamente el café es gratis. Todo él. Una lluvia de café para bañarme diariamente. Un monzón de cafeína que empapa mi oficina y… bueno, creo que ya vieron mi punto.
Ya con mi tacita de café, ahora sí, entro a la *blogósfera*. No sé si ustedes que leen esto son como yo, pero a mí me encanta enterarme de las cosas nuevas que publican los ‘chicos del blog’. Y empiezo con el mismo orden de los links que están a la derecha de esta pantalla. Así que el primero es el Joe. Joe publica casi cada mes y, cuando se descuida, hasta dos veces por mes. Pero lo que escribe suele ser bastante bueno y de lo bueno, poco; su blog es limpio y elegante, reflejo de su actividad de diseñador minimalista y escultor en sus tiempos libres. Después viene el Cheki, que ahorita está obsesionado con los Pumas. Luego el blog del banano. ¿Alguna vez le han echado un ojo? No quiero sonar a Chilango Mamón™ pero nunca pensé que existiera tanta creatividad en nuestra provincia mexicana. Creo que los capitalinos estamos tan cerrados en nuestro propio mundo y nuestros propios problemas, que de repente se nos olvida que no se necesita ir a la Condesa y vivir en Coyoacán para ser creativo, inteligente y certero.
Posteriormente viene mi gurú. Hasta miedo me da de promocionarlo demasiado pues sé que perdería lectores en no time. Pero qué se le va a hacer.
Mauricio sigue a continuación y también es un goce leerlo. El post que mejor recuerdo es en donde hablaba de su taza para el café… búsquenlo.
Ursus solía publicar más, pero ahora se encuentra en un impasse; sin embargo sus fotos suelen ser excelentes. Canibalitum es el primero de mis gustos culpables de blog. Hay ocasiones en las que me hace sonrojar y otras en las que me saca una franca carcajada. Hay otras en las que simplemente no le entiendo nada. Pero de ahí me volé la foto que adorna SalvadorLeal.com y por ello le doy las gracias. Monn salió a la luz por su foto de entrada y aunque hace tiempo que no postea nada, sigue listada. Maga es la siguiente y es un blog con el que muchas veces no estoy de acuerdo pero que siempre publica esas opiniones de una manera bastante inteligente. Igual si nos conociéramos en persona nos golpearíamos (je!) pero es un blog que merece ser leído.
Woms es un vecino de la del Valle. Aún se me hace extraño que un Papá™ (en el caso específico de Armando) o una Mamá™ (en el caso de muchas blogeras más) escriba un blog. No es mala onda, simplemente no me imagino a ninguno de mis papás metiéndose a escribir acerca de las idioteces de su hijito Salvador. ¿O sí? (pausa mientras voy al google a hacer una búsqueda rápida)
Marco Zink es de los que escriben de vez en nunca, pero ahorita tiene una muy buena cita de Freud en su blog. La Nana X es en extremo subersiva. Sus relatos suben el color y el calor a cualquiera y no son aptos para menores de edad; pero es un blog muy bien escrito y forma parte de mis placeres culpables.
El blog de Cool Desechable es visualmente muy atractivo y aunque de repente también postea cosas con las que no estoy de acuerdo (i.e. ondas globalifóbicas) debo decir que sus imágenes son tremendamente creativas. Es un fanático de la Mac y se nota que es diseñador o algo por el estilo. La Lluvia Azul es de las más recientes víctimas de la adicción al blog; lleva poco tiempo pero cuando habló acerca del lugar donde se encuentra su casa lo tengo como mis favoritos. Además, a ella le debemos el título de este post. A Butterposa la tienes que leer. Algunas veces está de buenas y otras como que medio se deprime, pero siempre tiene algo bueno que decir.
La más reciente adquisición de links listados en mi blog es este cuate que se distingue por tener el épico nombre de Ruy Díaz y por ser el único de los blogs que no está en el Blogger (sacrilegio!!) sino en LiveJournal. Me gusta tanto el blog de este cuate que estoy a nada de hacerme una playera que diga ‘Soy fan de Semidios’ por el frente y ‘… y de Ruy Feben también’ en la parte de atrás. Y para terminar, mi último gusto culpable, el buen Brayan, que se fue a tomar un receso y ya está de vuelta. Antes solía escribir anglicismos entre párrafo y párrafo, ahora hay que rascarle para encontrar palabras en español, pero sigue siendo igual de pegador.
Después de revisar toooooodos esos blogs, se supone que me pongo a trabajar. Y sí lo hago, pero con una sonrisa en la boca y con la certeza de que allá afuera existe gente valiosísima, con mucha creatividad e inteligencia, que siente, llora, sufre, ríe y se burla de su vida. Y que siento más cercanos gracias al blog. Este post está dedicado a todos ellos, que hacen de mis mañanas algo bastante más entretenido y que, sin querer y sin saberlo, se han vuelto buenos cuates.
En fin… me voy a trabajar que si no me van a correr!
Moviendo el tapete
En México, si algo o alguien te mueve el tapete, significa que ese algo o alguien ha provocado un pequeño (o leve o de dimensiones catastróficas, de acuerdo con el evento) movimiento en tu vida. Las consecuencias pueden ir desde boda y bautizo (esta sociedad de hoy en día está a nada de ofrecer paquetes de iglesia y hospital al 2×1) hasta la simple determinación de dejar de fumar (o de comer, o de creer en alguna religión).
Releo mi definición de mover el tapete y está bastante más apocaliptica de lo que me está sucediendo hoy en día. Pero, bueh, una movida de tapete es una movida de tapete. Me explico:
De mi bola de amigos (una bola no muy amplia pero bastante valiosa y diversa), nadie se ha casado. A todos nos han dicho que en cuanto comience el primero, los demás caeremos como moscas… no sé si esa sea la razón y seamos muy solidarios con la comunidad, el caso es que hasta el día de hoy, todos mis amigos (hombres, obvio) siguen solteritos.
Hoy ha caído el primero.
Pero no, lo que me mueve el tapete no es que se vaya a casar y marque para todos el inicio de una nueva fase en nuestras vidas bla, bla, bla, yakuzá, yakuzá. No. No es por eso. Resulta que el primer cuate que se va a casar… es gay! Así como lo oyen, mi cuate va a *formalizar* la relación con su novio y se irán a vivir juntos cual marido y marido. Chisus!!
Como ya lo había dicho en un post anterior, no tengo ningún problema con la homosexualidad y tal, pero sí me saca un poco de onda que el primero de mis cuates que se case resulte ser tan poco… mmmm… ortodoxo, digamos.
Por otro lado, llevo varias semanas que voy al Spinning los lunes, pero el resto de la semana a mi cerebro se le ocurren diversas razones para no ir (‘está lloviendo’, ‘ayer me desvelé’, ‘tengo que llegar temprano a la oficina’, ‘me duele el taint’, ‘tengo un desayuno’). Hoy recibí un correo electrónico por parte del Spinning donde dice que el 30 de junio es el último día que estarán abiertos. Me pregunto si continuarían de haberles pagado más clases… y ahora ¿qué pasará con la instructora fan de Chayanne? ¿qué sucederá con las gordas con las que tomaba clases? ¿qué deporte tendré que hacer?… ¿y en dónde?
Salvador está sobre un tapete que se mueve.
P.D. Si mi cuate (él sabe quién) está leyendo esto, desde aquí te mando un abrazote de felicitaciones y estaremos en primera fila para… ¿agarrar el ramo?, ¿bailar A la vibora de la Mar?… en fín, ahí estaremos. Felicidades!
PolancOlímpico
La oficina donde tienen el dudoso honor de tenerme trabajando, se encuentra enclavado en el corazón de la zona de Polansky (Polanco en los mapas turísticos). Para mayores referencias a quienes no viven en la ciudad de México, si vieron ‘Sexo, Pudor y Lágrimas’, Polanco es el lugar en donde se encuentran los edificios de las distintas historias que salen en la película.
Si ustedes han ojeado una de las revistas de turismo o de esas que van en los aviones, les dirán que Polansky, y en especial Presidente Masaryk, es el equivalente al Rodeo Drive mexicano o a nuestra Fifth Avenue región 4; esto es, la zona de compras más cara y *exclusiva* de la ciudad se encuentra justo en la esquina de mi oficina. ¿Necesitan un traje de último momento? Pues cruzan la calle, entran a Ermenegildo Zegna y escogen el de su predilección. ¿Que se les olvidó comprar el regalo de ese significant other? Pues van a Tiffany’s rapidito y salen del apuro.
La fauna de Polanco también es bastante característica. Es una zona cuasi-invadida por la comunidad judía, los yuppies y las Mamás de las Lomas™. Uno sale a la hora de la comida y hasta los empleados de bajo nivel (i.e. yours truly) parece que van rumbo a LA comida de negocios. El 70% del tiempo hablan por el celular y todo el tiempo pareciera que están cerrando el negocio que les permitirá comprarse un yate un poco más grande.
Vaya, con decirles que esta zona se encuentra dentro del recorrido turístico del Turibus! (no crean, eso de ser considerado *destino turístico* saca de onda bastante, sobretodo si no está uno en su mejor día, abre las cortinas y se encuentra con una horda de japoneses sacándote fotos)
Pero… ¿por qué les cuento esto?
Pues porque parte de los beneficios de estar en la zona de Polansky es que los eventos importantes de la ciudad vienen a tí. Ahí tienen el caso de la antorcha olímpica. Uno sale a comer y mientras se decide entre el pato o el salmón, la comitiva que le está dando la vuelta al mundo con la antorcha pasa frente a tí. Nada mal, nada mal. Fotos, en la galería de SalvadorLeal.com
Mi hermana y Chayanne
¿No les ha pasado que de repente escuchan un comentario (o un chiste o un witty remark) y se dicen a ustedes mismos ‘Ojalá se me hubiera ocurrido a mí’? Esto no tiene que ver con ideas geniales ni con proyectos que les hubiera gustado pensar primero (‘ojalá se me hubiera ocurrido a mí eso de Windows’, ‘ojalá hubiera patentado el # del teléfono’) sino con las respuestas que otra persona dio en determinada situación y que son tan buenas, que quisieran haberla dicho ustedes. Eso me pasó el día de ayer.
Yo tengo una pequeña hermana cuya mayor cruz es tener un hermano diez años mayor que ella. Yo lo pienso y creo que me hubiera gustado tener un hermano mayor, pero ella está convencida de que es una experiencia similar a tener un tumor inextirpable en algún lugar de tu cuerpo particularmente incómodo. Pero bueno, este post no trata de las disfuncionalidades de mi familia.
Mi hermana tiene un teléfono celular. Esto no es raro; ella, yo y 30 millones de usuarios más también tenemos un teléfono celular.
El asunto divertido (muy al estilo Seinfeld), es que su número telefónico es casi IDENTICO (sin la clave de marcación celular, obvio) al de una estación de radio de la Ciudad de México que transmite música pop: Stereo 97.7
Como muchas otras estaciones, Stereo 97.7 tiene muchas promociones en donde regalan distintos artículos: discos, ropa, vales, pases y boletos para conciertos. Actualmente, la estación está regalando boletos para el *nuevo* concierto de Chayanne.
Desde el jueves, mi hermana está recibiendo un promedio de 12 llamadas diarias a su celular de personas que buscan con desesperación una oportunidad para ganarse boletos para ir a ver a Chayanne
Si mi teléfono celular fuera el del problema, el viernes mismo hubiera ido a cancelar mi número y problema arreglado. Mi hermana no. La solución de mi hermana fue menos efectiva pero muchísimo más divertida.
MAÑANA. INT. SÁBADO. CASA DE LA FAMILIA LEAL.
(La familia desayuda tranquilamente alrededor de una mesa circular. El padre de familia le pide a su hija que le pase la fruta cuando, de repente, suena el celular de la pequeña de la casa. Ella lo contesta)
Hermana Menor: ¿Bueno?
(pausa)
(La Hermana Menor le indica por medio de señas a su Hermano Mayor que es alguien que llama por boletos de Chayanne)
Hermana Menor: (con voz de locutora de estación de radio grupera) Muuuuuuuuuuy bieeeeeeeeeenn!!! Ahora únicamente necesito que me des la clave correcta y habrás ganado…
(pausa dramática)
Hermana Menor: (con más euforia que la primera vez) FEEEEELICIDAAAAAAAAADES. Te has ganado No uno, sino DOS, DOS BOLETOS PARA EL GRAAAAAAAN CONCIERTO DE…. CHAYAAAAAAANNE!!!
(se escucha un grito emocionado en el celular)
Hermana Menor: Sí, sí… no me cuelgues que voy a tomar tus datos.
(la voz del celular está tremendamente emocionada y agradece a gritos a la ‘locutora’)
Mi hermana agarra el celular y le cuelga. Toma la fruta y se la pasa a mi papá. El Hermano Mayor se queda boquiabierto.
¡¡Ojalá se me hubiera ocurrido a mí!!
Las Cinco del Viernes
Periódicamente solemos contestar las preguntas publicadas en el blog ‘Las cinco del viernes’ y hoy es uno de esos días en los que la creatividad y la soltura literaria son tantos… que preferimos no hacerles caso y seguir las reglas que nos marca esta serie de preguntas que, semana a semana, se publican con la intención de «irnos conociendo mejor»(sic). Dicho esto, ahí van:
1)¿Cuáles son tus placeres culpables?
Uuuuuuuuuffff. Muchísimos. Y de todo tipo.
Musicales (Juan Gabriel y Joselito, por ejemplo), Cinematográficas (las películas de Freddie Prinze Jr.), Literarias (el Club Social del Reforma), Gastronómicas (los burritos de frijoles con queso de Lonchibon), etc.
Releo el párrafo y me doy cuenta de la cantidad de nacadas de las que soy capaz. Lo siento. No me avergüenzo de ellas pues también sé que tengo otro tipo de placeres no culpables, ya sean musicales (que van desde Keane hasta Maria Callas), cinematográficas (The Godfather y Motorama), literarias (Douglas Coupland y James Joyce) o gastronómicas (desde los langostinos au beurre hasta las fresas a la pimienta)
2)¿Cual ha sido la cosa de que más te has sentido avergonzado?
Nomás entre ustedes y yo: tengo una pésima memoria, pero mala, muy mala. Existen personas que suelen recordar nombres pero no caras, o que recuerdan caras pero los nombres se les olvidan. Yo no puedo recordar ni las caras ni los nombres de las personas que conozco de manera ‘reciente’. Me averguenzo muchísimo de: 1) que alguien me salude y yo no tenga ni la más remota idea de a quién estoy saludando ó 2) que vea a alguien, que ese alguien me vea y que yo no pueda recordar quién diablos es o de dónde lo conozco para acercarme y saludarlo. Es muy vergonzoso y es socialmente muy reprobable. Mea culpa.
3)¿Qué cosas tiendes a hacer «a escondidas»?
Comer y vomitar. Jejejeje, pequeña broma bulímica.
Mmmmmmmm. Me gusta mucho ver a las personas sin saber que las estoy viendo. Supongo que tengo un voyeurismo reprimido en alguna parte de mi cerebro.
4)¿De qué te sientes orgulloso?
De muchísimas cosas. Decirlas me haría ver demasiado insoportable. Pero tengo muchísimas más cosas de las cuales sentirme orgulloso, satisfecho y agradecido que de las que me siento avergonzado o arrepentido.
5)¿Qué cosa nunca «te va a gustar»?
Nunca nunca nunca nunca podré soportar los bailes de animales. Me explico. Todos hemos ido a una boda/quince años/graduación y hemos bailado música pop, guapachosa, etc. Aborrezco hasta con el último gramo de mi cuerpo las canciones que utilizan a los animales para hacer los bailes, es decir: el baile del perrito, el baile del mono, el venado, etc, etc, etc. No soy defensor de los derechos de los animales (quizás hasta todo lo contrario, je!) pero se me hace la cosa más naca/humillante/estúpida que se puede bailar. Lo siento. Pero lo ooooodio!