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La vida irreal de Salvador Leal

A crédito

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Desde febrero estoy en el trámite de sacar una tarjeta de crédito. Dos veces lo he intentado y dos veces me han dado una patada en el trasero. Las dos ocasiones, debo aclarar, ha sido con el banco con el que ya tengo una cuenta de cheques: Banamex. Es decir, ya soy cliente, ya me conocen y saben de todos los usos que le doy a mi Cuenta Maestra, desde los filantrópicos como el Teletón hasta las compras más oscuras que no pienso detallar en este blog.

Seguro que ya pensaron que las deudas que tengo con infinidad de bancos o instituciones de crédito son las que no me han permitido tener una tarjeta de crédito propia. Creen que a un lado de las cajas del supermercado y las tiendas tienen una foto mía con una leyenda que dice «NO ACEPTAR TARJETAS DE ESTE INDIVIDUO». Es más, han de creer que soy parte del Barzón y que mis declaraciones a favor del libre mercado son puro blof (locución inglesa que significa ‘jarabe de pico’)

Pero no! Resulta que soy de esos que paga puntualmente sus deudas (las únicas ‘deudas’ que tengo son las que mantengo con El Palacio y sus 6 meses sin intereses) y que todo lo suele pagar en cash y en una sola exhibición. Pago mis impuestos, no me paso altos y tengo las mismas características que tenía Sandra Dee… así que se preguntarán ¿por qué diablos no le han dado una tarjeta de crédito los de Banamex?

(voz de señorita de Banamex por teléfono) «Pues es que la firma de su credencial de elector no se parece a la firma que tiene actualmente»
(silencio de Salvador)
Salvador: «¿Es en serio lo que me está diciendo?»
Señorita de Banamex: «Es lo que tengo aquí en la computadora, señor Leal»
Salvador: «Señorita… yo saqué mi credencial del IFE cuando tenía 17 años. Usted cree que, ya no diga mi firma, MI VIDA no ha cambiado desde entonces??»
Señorita de Banamex: «Pues sí señor Leal… pero no puedo hacer nada»

Douglas Coupland (si no han leído nada de él, por vida de Dios salgan en este instante a comprar cualquiera de sus libros) lo ponía muy bien en su libro ‘Polaroids’.
A todos los que ahorita tenemos 20 y tantos (incluídos los treintones que leen este blog) nunca se nos ocurriría confiar *demasiado* en un adolescente de 18. Uno los ve y nota que algo no termina de andar bien en ellos; todavía no son. Están llenos de dudas y de prejuicios y de conceptos mal aprendidos. Son personas en las que no puedes confiar del todo.
Y sin embargo, alguien como ellos (o sea, nosotros a su misma edad) son los que toman las decisiones más importantes: qué voy a estudiar, en dónde, por qué…

Y en ellos confiamos para que diseñen lo que será nuestro método de identificación más importante por el resto de nuestras vidas: la firma. Les juro que la primera vez que firmé un documento ‘oficial’ (que era el contrato que nos hacían firmar al inscribirnos a la secundaria) nunca pensé que esa firma la usaría el resto de mis días y que estaría plasmada en todos los lugares imaginables, desde la cuenta de una comida de negocios hasta la boleta de mis (aún inexistentes) hijos.
El que no me den una tarjeta de crédito porque no sigo firmando como cuando tenía 17 años es una cadena al pasado que Banamex no me está dejando romper. Es un círculo que el «Banco Nacional de México que cumple 120 años» no me está dejando cerrar.

Siguiendo un poco con el tema del post de ‘Prom Night’ que tanto escozor ha causado entre la comunidad… ¿es que acaso no tenemos la oportunidad de reinventarnos una vez salidos de la secundaria o de la prepa?
¿Acaso no tenemos derecho a ser otros? ¿A ser mejores o más seguros o menos inseguros de lo que éramos a los 14? Si la respuesta es sí… ¿¿¿¿¿¿ENTONCES POR QUÉ DIABLOS NO ME DAN MI TARJETA DE CRÉDITO AUNQUE MI FIRMA SEA DISTINTA?????

Written by Salvador Leal

junio 23rd, 2004 at 1:31 pm

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