SalvadorLeal.com

La vida irreal de Salvador Leal

Teléfono

with 4 comments

Derivado de una serie de bromas/intentos de extorsión/engaños telefónicos que mi familia ha tenido durante las últimas semanas, pido ayuda por este medio para localizar un dispositivo telefónico que, si no existe, creo que alguien debería ponerse las pilas para inventar. Va primero la problemática y luego la solución.

Son las tres y media de la mañana de un día entre semana. La casa de una familia clasemediera de la Del Valle está dormida y a cinco kilómetros a la redonda no se escucha otra cosa que no sean ronquidos o el incesante sonido de una gota de la llave del agua que nadie ha arreglado desde hace tres años. De repente, suena el teléfono y el padre de familia contesta con el corazón en la boca, esperando, como si fueran exclusiva de las madrugadas, muy malas noticias del otro lado del auricular.
Estás medio dormido, medio asustado y medio mareado de tener que ponerte de pie de forma intempestiva. ¿Qué falta? Pues que quien te esté marcando comience a gritar «Papáaaaaa, me tienen secuestrado!!!! (sollozos) Estoy en una camioneta, papá!! Ayúdame… me están lastimando… PAPAAAAAAAA».

Debido a que -desgraciadamente- no es la primera vez que llaman con este mismo teatro, el padre cuelga mientras la mamá (también con el corazón en la boca) le pregunta que quién era. El papá no contesta. Sabe, cree saber, quiere creer, que era un cuento. Su hijo no vive con ellos y lo único que le ha generado esta llamada a los papás es un estrés que no se vale tener a las tres de la mañana. Y entre los fantasmas que sólo hay a esa hora, el contexto de inseguridad en el que estamos ahogados y la angustia que una llamada así puede generar, le llaman a su hijo para ver si está bien.

Hasta ahí la problemática. Y si bien me gustaría proponer una solución de políticas públicas para la inseguridad, la extorsión o el acoso constante a la población mexicana por parte de cuanta fuerza organizada o desorganizada existe, pareciera que en estos momentos, en nuestro país, no es hora de solucionar sino de sobrevivir. Así que se me ocurrió que debe existir un teléfono con identificador de llamadas (ya todos tienen, ¿cierto?) que puedas programar para que en determinadas horas (es decir, cuando te vas a dormir) NO SUENE a menos que sea un número registrado y autorizado por el mismo teléfono.

Si tu teléfono tiene registrado X número como el teléfono de tu tío Manolo, Y número de tu tía Gertrudis y Z número del teléfono de tu tío Arturo, pues programas el aparato para que de las 11 de la noche a las 7 de la mañana, todos los días, suene solamente si cualquiera de ellos tres te llama. Si no, el teléfono no suena, entra la contestadora y te enteras de quién era y qué quería al día siguiente.

Quizás es para solucionar un problema muy específico. Quizás ya existe el aparato y sólo necesito que alguien me diga dónde lo encuentro. Sea como sea, es triste como ciudadano tener que unirse a un movimiento de resistencia a la inseguridad. Combatirla, hoy, aquí, puede resultar demasiado caro.

Written by Salvador Leal

agosto 20th, 2010 at 12:16 pm

Posted in política

La vida on-line II

without comments

¿Pero qué tan on-line es mi vida on-line? ¿Mucho, poco, nomás un tantito? ¿Cuántas plataformas de redes sociales y para compartir información tienen? ¿Dos? ¿El mail nomás? ¿Entraron a Facebook y ya se sienten en la cúspide del social networking?

En adición al post anterior sobre mi vida en línea, creo que es bueno hacer un listado de las diez princiapes plataformas que utilizo como medio de comunicación on-line (off-line nomás que nos sentemos en un bar y les comience a sacar recortes de periódicos, ¿no?). Las plataformas que utilizo son importantes pues son justamente las que delimitan quién (o qué) soy on-line versus lo que hago, digo, leo, escucho, pienso, trabajo, en mi vida off-line.

Venga pues la lista de plataformas:

1. SalvadorLeal.com. [link] El blog. Mi blog. Este blog. Donde empezó todo. Y donde, desde hace dos meses, también se puede tener acceso a mis últimos tuits y mis lecturas recomendadas del Google Reader (ver la columna de la derecha). Como todos los que tenemos un rato en esto de la vida on-line, he intentado dejarlo (al menos dos veces, y una extra que lo desconecté) pero no fue sino hasta que el Twitter llegó a mi vida que realmente dejé de escribir constantemente en el blog. Ahora lo estoy recuperando, poco a poco. Me gustaría escribir más, decir más, pensar más, ponerle más cosas. Desgraciadamente eso requiere (mucho) tiempo que ya no tengo. O de una mejor organización de mi tiempo que no estoy dispuesto a tener por el momento.

2. Google Reader [google.com/reader/shared/salvadorleal] Mi plataforma más querida y adictiva. Más, mucho más que el Twitter. Si de algo estoy seguro es que en estos años pasé de ser un escritor de blogs (no sólo escribí en el mío, sino que participé en tres o cuatro blogs comunales) a ser un lector ferviente de blogs. En un consumidor de información, vaya. Estoy leyendo todo el tiempo. Y gracias al Google Reader, mis lecturas son organizadas, eficientes y precisas. En mis compartidos pueden leer todo lo que me interesa justo en ese momento y que incluye una amplia gama de temas que no voy a desglosar aquí. Si quieren echarle un ojo, son más que bienvenidos.

3. Twitter [twitter.com/salvadorleal] La plataforma de microblogging por excelencia. Cuando supe de twitter, en el lejano año de 2007, me pareció el colmo de la intensidad bloggera. «¿Pues quién diablos va a querer decir qué está haciendo o pensando justo en ese instante y con una limitación tan grande de caracteres?», me pregunté. Diez mil tuits después, me asumo como tuitero, si no profesional, sí incurable. Como me pasó con el blog, el tuiter me ha dado acceso a personas (no necesariamente «famosos») con las que jamás pensé que podría toparme. Aún no somos cuates, pero en el equivalente físico, el resto de los tuiteros y yo somos los que se reconocen y asienten con la cabeza cuando se encuentran en un pasillo de la escuela.

4. Facebook [facebook.com/salvadorleal] Comencé en Facebook como evolución natural del Hi5 (qepd) y si bien al principio era fan de pasarme horas viendo las fotos de mis amigos y la de los amigos de mis amigos y la de los amigos de los amigos de mis amigos… la verdad es que poco a poco ha dejado de ser atractivo. Ahora se ha convertido en una herramienta que, como el Messenger, me permite tener a mis cuates/amigos/conocidos en un sólo lugar y al alcance de un par de clics. Y enterarme de los daños ocurridos durante el último fin de semana.

5. Blip [blip.fm/salvadorleal] Tengo una fijación con compartir música (complejo de DJ que le dicen), así que, gracias a eso, Blip se ha convertido en una de mis plataformas de batalla. Además se sincroniza automáticamente con Twitter y Facebook, lo que permite que no sólo mis seguidores en Blip sino todos mis contactos (¡en tres plataformas distintas!) escuchen mis recomendaciones sonoras. Sí, lo sé, tengo problemitas.

6. Tumblr [salvadorleal.tumblr.com] Pues resulta que me compré un iPad. Lo compré con la única finalidad de utilizarlo como lector de libros y revistas electrónicas, pero gracias a Instapaper también lo he comenzado a utilizar para leer los artículos por internet que no me da tiempo leer en la oficina, en mi casa o en el teléfono. Con Instapaper no sólo he comenzado a leer más de lo que ya de por sí leía, sino que me permite compartir frases o párrafos que considero interesantes… y ante la imposibilidad de compartirlos a mi blog (pues tampoco vendría mucho al caso), he decidido abrir un Tumblr y utilizarlo como libretita de recortes, subrayados y reflexiones. Sí, es como ser una niña preparatoriana pero 2.0

7. LinkedIn [mx.linkedin.com/in/salvadorleal] La más aburrida de todas mis redes sociales. LinkedIn es como un Facebook, pero para relaciones de trabajo. Supongo que hay que tenerlo (y por eso lo tengo) pero mi interés por actualizarlo tiende a cero día tras día.

8. Flickr [link] Otra de las plataformas que no me gusta usar. Por principio de cuentas, porque uno necesita una cuenta de Yahoo (correo que no utilizo ni utilizaré) y después porque mi fascinación por sacar fotos terminó muy pronto. Es más, ahora sé que si no saco fotos de algún evento/viaje/fiesta/boda no habrá ningún problema, pues alguien más la subirá al Facebook y las taggeará. Mi preferencia por Google me hizo abrir cuenta en Picasa [link], en donde no tengo prácticamente nada, porque supongo que no soy el target ni de Flickr ni de Picasa…

9. YouTube [youtube.com/salvadorleal] Si no subo fotos a internet, mucho menos videos. No tengo cámara, ni me siento poseído por Spielberg, ni creo tener la fórmula de la viralidad que tan aplaudida es en estos días. Lo que sí me gusta es marcar videos como favoritos, canciones, momentos, frases de películas, sketches cómicos. De eso hay, y mucho, en mi cuenta de YouTube. Su versatilidad (la de YouTube, no la de mi cuenta) me apabulla, lo mismo están los comerciales de los ochenta que zigzagean en mi inconsciente hasta la actualidad, que el video de un concierto al que fui hace dos décadas. Cuando todo está perdido, cuando se han acabado los links, los tuits, las lecturas y el stalkeo (del inglés, stalk: haunt: follow stealthily or recur constantly and spontaneously to), los videos de YouTube están y seguirán ahí. Por lo menos hasta que a alguna televisora se le meta en la cabeza que va en contra de sus derechos de autor.

10. Live Messenger. El último reducto de intimidad antes del número de celular. Sigo usándolo todos los días, resolviendo cosas de chamba y personales, comunicándome con personas que hace décadas (sí, ya van para 10 años) que no veo pero que pareciera que no importa pues siguen estando ahí, todos los días, como desde hace diez años. Para mí, el Messenger es la plataforma que marca la frontera entre vida on-line de la vida off-line, la vida pública de la privada. Es por eso que es lo único que no pongo disponible en este post.

Written by Salvador Leal

agosto 12th, 2010 at 6:59 pm

Posted in blog,blogosfera

‘When That Light Hits Him…’

without comments

«He goes to the refrigerator for a snack, opens the door, and when that light hits him, he does 45 minutes of his act.» —Frank Sinatra describing Sammy Davis Jr. to LIFE.

[Link]

Written by Salvador Leal

agosto 11th, 2010 at 10:03 am

Posted in macrotuits

Tagged with

Star Wars

with 3 comments

Ayer alcancé a ver un pedacito del TERRIBLE Episodio III de Star Wars (en el 5 y en español, dios…) Y me pregunté si cabría la posibilidad de que George Lucas pudiera volver a hacer la precuela de Star Wars, pero ahora las hiciera bien. Como si ese primer intento hubiera sido (vaya, lo fue) un error y dijera «mire, okey, va, les voy a regalar vender tres películas más, pero esta vez sí las vamos a hacer como se deben.»

Y luego me quedé dormido.

Written by Salvador Leal

agosto 9th, 2010 at 12:08 pm

Posted in macrotuits

Tagged with

La vida on-line I

with 6 comments

Hace un par de días, en una cena con amigos que, como todo el planeta, están en Facebook y poco a poco han ido cayendo en las garras del Twitter, salió a la conversación el tema de la autocensura en este último medio y de no aceptar todas tus solicitudes en el Facebook por temor a que otras personas (principalmente papás y tíos) pudieran ver las fotos de tu última bacanal del fin de semana.

En ese momento no me pude explayar todo lo que quise… porque ¿a poco no odian a las personas que acaparan la conversación en una reunión y no les gustaría decirles «wey, abre un blog y pon todo lo que estás diciendo ahí para que, si alguien quiere, vaya y te lea»? … Y como yo tengo un blog justamente para eso, pues ahora es lo que voy a tratar de hacer.

Resulta que yo tengo un blog, este blog, desde 2003. Resulta también que, el 2003, comencé mi carrera como bloggero «en el closet» y con una doble vida, que consistía en que la gente que conocía en mi vida off-line (particularmente gente de mi trabajo y oficina) no sabía que yo escribía en un blog, ni que ventilo fotos y cosas de mi vida desde muchísimo antes que existiera Facebook y que si en algún momento fui catalogado por amigos y conocidos como un «exhibicionista», lo cierto es que ahora ellos son igual o más exhibicionistas que yo. Nomás que yo estuve aquí primero.

Escribir un blog, tener una doble vida y estar aquí primero, me ha dado tiempo para reflexionar sobre lo relevante de mi intimidad off-line y lo importante que resulta transmitirla, o no, en mi vida on-line. En pocas palabras, me ha permitido experimentar «estar en el closet» y vivir esa doble vida… y después de siete años, he puesto mis pensamientos y mis plataformas en orden y generar lo que creo que es mi Teoría Personal sobre mi Vida On-Line.

Creo que poco a poco, nuestra vida personal (off-line), o más bien, la vida personal de las personas que hemos decidido dejar entrar a la tecnología en nuestra vida personal, comenzará a confluir cada vez más y más con nuestra vida on-line. Si te preguntas si tú eres alguien con una vida on-line y usas un smart-phone o pasas más de seis horas frente a una computadora, pues tú eres de éstos. Si no, felicidades, perteneces a un grupo de personas que puede seguir aplicando un contrato social tradicional para mediar sus relaciones humanas.

Nosotros, los otros, no. Nosotros sabemos que no le podemos abrir la puerta a cualquier loco que conocimos en una reunión de trabajo y que quiere ver nuestras fotos en Facebook diez segundos después de habernos despedido de él. También sabemos que hay gente que no queremos que nos siga en Twitter, por más que el mismo medio nos dé todos los incentivos para juntar la mayor cantidad de followers y que, realmente, la aplicación jamás nos pueda dar la seguridad de que detrás de un nick inofensivo están nuestras ex-novias-from-hell o nuestros jefes o nuestros peores enemigos.

Lo más cómodo sería poder vivir varias vidas. Suponer que una es mi vida off-line y otra es mi vida on-line, en donde puedo ser más «abierto» o «libre» o puedo hablar de cosas que no puedo hablar en la vida off-line. Decir si me molesta mi jefe, si no aguanto a mi novio o si quisiera patear hasta la muerte a mi vecino que me llega a las cuatro de la mañana toda la semana haciendo un ruido del carajo. Supongo que así comenzamos todos, creyendo que internet era para tener un alter-ego que pudiera hablar de lo que no puede conversar con nadie en el elevador de la oficina. Así, nos inventamos un avatar para nuestra imagen en la vida on-line en donde somos más guapos, o más altos, o una caricatura (siempre benéfica) de nosotros mismos. Somos superhéroes, somos personajes de series de televisión, somos los protagonistas de nuestra propia novela, contada todos los días a través de distintas plataformas: el blog, el Twitter, el Facebook, el Flickr, el Foursquare, el Tumblr.

Pero eso, queridos lectores del 2010, fue en los albores del nuevo siglo. Cuando Google no nos tenía a todos y cuando Hi5 era lo más atrevido que el ser humano común y corriente (no los geeks) podía adentrarse en internet. Internet forma, hoy más que nunca, parte de nuestras vidas.

Lo que estoy diciendo, esta última frase, es la cosa más obvia del mundo y es tan trillada y tan de lugar común, que es un verdadero cliché. Pero aunque es así de obvia, parece que no ha entrado aún en nuestro ADN. Que internet sea parte de nuestras vidas implica que TODO lo que en algún momento escribimos en cualquier plataforma, podría ser buscado, encontrado y usado por otra persona. Punto. Todas las fotos, todos los miles de tuits, las letras que conforman cada uno de los blogs. Todo.

Por razones obvias, la vida on-line no es para gente que sufre de paranoia. Estar en Facebook, o Twitter, tener un blog o incluso estar en Linked In, significa que eres susceptible de ser buscado en Google, que hay fotos de ti pululando por la red y que no puedes hacer mucho para controlar el uso de las mismas (se los dice alguien que vio una foto suya con un cuate siendo utilizada en una promoción de cruceros gay). Si tienes un smart-phone, no necesitas ser el más clavado de Foursquare para que la gente te localice de forma sencilla, nomás rastreando el GPS de tu aparatito podríamos saber en dónde estás ahorita. Si subiste fotos a Facebook y pones dos o tres cosas en tu estatus, créeme, cualquiera puede saber tu nivel socioeconómico, tu estado social o el número de miembros que tiene tu familia y quién es más importante para ti de todos ellos.

¿Pero quieres saber lo más maravilloso de todo? Tu vida off-line es igual de reveladora. Porque la gente termina enterándose, tengas Facebook o no, que te fuiste de vacaciones a las Bahamas, que engañas a tu novia o que te acaban de correr de la chamba. Alguien observador o con un poquito de tiempo (y ganas y un motivo) puede averiguar las placas de tu coche, echar un vistazo en la basura de tu casa para saber de tus gustos, o darse cuenta de lo que te gusta y lo que no, de qué lugares frecuentas y de tus amistades. ¿Ves? La vida on-line y la vida off-line confluyen, queriendo o no.

Conforme fue pasando el tiempo, del 2003 a la fecha, me di cuenta que tener una doble vida es muy complicado. Y más bien, comienzas a convivir, off-line, con tu vida on-line. Comienzas a conocer en persona a las amistades que vas haciendo gracias al internet y que sólo te conocen por tu nick o tu avatar. Comienzas a publicar cosas de tu blog (preciado y secreto) en tu Facebook para que esté al alcance de cualquiera de tus contactos. Tuiteas con el mismo cuidado con el que comentas algo con desconocidos, sabiendo que cualquier palabra podría ser utilizada de una forma errónea pero tratando de no inducir al error. Al final, después de todos estos años, descubrí que lo más cómodo es que cualquier cosa que escriba en mi blog, publique en mi Facebook o ponga en el Twitter, la pueda sostener cara a cara de quien sea.

La vida on-line comenzará a confundirse con nuestra vida off-line. Uno sabe qué fotos sube a Facebook y cuáles no, como sabe qué le dice a compañeros de la oficina y qué no. O de qué platicas con tus papás o con tus hermanos. O qué tuiteas. Eres uno solo, pero en distintos medios. Lo único que queda es ser lo más auténtico posible.

Written by Salvador Leal

agosto 3rd, 2010 at 8:35 pm

Posted in blog,blogosfera

Pepino

with 10 comments

Este post está dedicado a mis papás, que hicieron todo lo posible porque no me convirtiera en un monstruo capitalista/consumista durante mi infancia. Este post también está dedicado a la televisión, compañera desde mis primeros años, que hizo todo lo que pudo para que mis papás no tuvieran éxito en sus empeños. Y triunfó.

Cuando yo estaba en la primaria, el mejor incentivo que tenía para hacer la tarea, era la televisión. Llegaba a la casa a eso de la una, comíamos a las dos y para las cuatro de la tarde (a menos que tuviera que hacer una maqueta del sistema solar o un diorama de la Independencia o alguna mafufada del estilo), yo ya estaba sentado frente a la televisión.

En una época en donde toooodos los niños de mi generación veíamos el mismo canal (Canal 5 de Televisa) y los mismos programas, ser niño en los ochenta era mucho más fácil que ser niño en el siglo XXI, lo mismo que ser Gerente de Marca de alguna empresa de alimentos era mucho más sencillo entonces que ahora: uno contrataba un anuncio durante las caricaturas del Canal 5 durante seis meses y aseguraba la recordación del comercial en la mente de los infantes por mucho tiempo. De hecho, el Gerente de Marca no lo sabía, pero realmente estaba tatuando el comercial en la psique de los niños y asegurando su recordación no por meses sino por décadas.

La brecha generacional creada por los medios de comunicación, entre nuestros padres y nosotros, eran abrumadores. Mientras que ellos, cuando eran pequeños, cantaban tradicionales canciones infantiles mexicanas durante los viajes en carretera, la generación de los ochenta cantábamos jingles comerciales. Gansito Marinela, Coca-Cola, Sabritas, Panditas («hay panditas de sabores, fresa, piña, naranja y limón») y un larguísimo etcétera, eran nuestros gritos de guerra gracias a que la televisión se había encargado de aleccionarnos entre la hora de la comida y la hora de irse a dormir.

Mis papás, sin embargo, no eran de los que se dejan vencer fácilmente. Además, ellos eran lo que ahora se conoce como «contraculturales» (goooeeeeiii), egresados de la UNAM, lo suficientemente conscientes de su entorno como para querer que su pequeño heredero se convirtiera en un Cerdo Capitalista®. Su contraataque fue brutal. Me enviaron los veranos a la casa de mis abuelos en Michoacán a que aprendiera a hacer resorteras, comer elotes asados en hoyos de tierra y mojarme con las lluvias veraniegas, me acercaron a libros que no tenían personajes de Disney en las portadas y me generaron un verdadero interés por las mitologías griegas y romanas, me dieron cómics de otras latitudes (así conocí a Tintin) y las estaciones de radio que escuchaba eran Radio Educación (con Emilio Ebergenyi) y Radio Infantil (qepd).

Al hacer esto, mis papás creyeron que estaban vacunándome contra el constante impacto mediático de marcas y conceptos «extranjerizantes». Pero la verdad es que lo único que me estaban haciendo era generarme una esquizofrenia cultural de magnitudes bíblicas que hasta la fecha rige mis gustos culturales.

Pero todo este choro es porque, dentro de las cosas que me acercaron mis papás en aquellas épocas, fue un cassette llamado «El Tío Pepe y Pepino» en donde el tema de todas y cada una de las canciones era hacer pensar a los niños sobre la televisión, los refrescos, las golosinas y todo aquello que las Grandes Corporaciones® se encargaban de vendernos todas las tardes. Si mal no recuerdo, Pepino era una marioneta que acompaña a (obviamente) el tío Pepe en su quijotesca labor de conscientizar a los escuincles sobre la publicidad engañosa y los productos inútiles y caros.

Si el Tío Pepe y Pepino tuvieron éxito, no es tema de este post. Pero curiosamente hoy en la mañana me desperté tarareando una canción que reconocí de aquellos años y le pregunté a Google sobre el mentado tío Pepe y su carnal Pepino. Ahí encontré el blog de Alaíde Ventura en donde cuenta que se encontró a Pepe González aka «el tío Pepe» en Xalapa. En estos años perdió la vista pero sigue cantando; ella se acercó y él insistió en regalarle la versión en CD del cassette que tanto Alaíde como yo, escuchamos en nuestra infancia.

Esperando que me compartiera algunas canciones, le mandé un mail a Alaíde esperando que un día de estos lo viera, se compadeciera de mí y me ayudara a recuperar ese pedacito de infancia que le di al tío Pepe. No tuve que esperar más de 3 minutos cuando tenía en mi mail las canciones «contraculturales» de Pepe y Pepino. Y se las dejo aquí para que sepan el tipo de información al que -también- me expusieron mis papás…

Clip de audio: Es necesario tener Adobe Flash Player (versión 9 o superior) para reproducir este clip de audio. Descargue la versión más reciente aquí. También necesita tener activado Javascript en su navegador.


El Tío Pepe y Pepino – No veas tanta Televisión

Clip de audio: Es necesario tener Adobe Flash Player (versión 9 o superior) para reproducir este clip de audio. Descargue la versión más reciente aquí. También necesita tener activado Javascript en su navegador.


El Tío Pepe y Pepino – Confesiones de un Refresco

Written by Salvador Leal

junio 3rd, 2010 at 5:03 pm

Posted in nostalgia

Lost

with 4 comments

Por razones que se explican en el texto, este post NO CONTIENE NINGÚN SPOILER

En el ocaso de la década de los noventa, un grupo de amigos preparatorianos que se había ido de vacaciones a una ciudad colonial mexicana decidió coronar su viaje con un pequeño twist. Regresarían a la ciudad un día antes de lo planeado y no le dirían a sus familias que ya no estaban de viaje, esto les permitiría salir esa noche, reventar hasta más no poder y no tener que llegar a casa de sus papás sino hasta la hora en la que el regreso original estaba planeado.

Por supuesto, la anécdota se complica hasta niveles insospechados y dignos de ser pasados al cine. Sin embargo, en este post no pienso hablar de lo sucedido esa noche, sino de la sensación de angustia y estrés que uno de esos amigos preparatorianos tuvo al saberse en la misma ciudad que el resto de sus conocidos, pero sin que nadie supiera que había regresado. Sentía que a la vuelta de la esquina se iba a encontrar a sus papás, a algún familiar, o peor, a algún amigo lejano de su familia que, por azares del destino, terminara echando a perder todo el plan de aquella noche de farra.

Pues bien, hoy me siento como ese joven preparatoriano de la anécdota que no voy a contar en esta ocasión. Resulta que el día de ayer se transmitió el último capítulo de Lost y yo no lo veré sino hasta hoy por la noche. Y desde ayer he estado tratando de evitar cualquier contacto con la tecnología que me vaya a arruinar la experiencia del final de mi serie favorita del momento.

Me desconecté de twitter (@salvadorleal), no he entrado a Facebook, ni al Messenger y deshabilité el chat de mi Gmail para evitar que algún chistoso me vaya a hacer pasar un mal rato. Ninguna medida es suficiente; tan sólo el mes pasado, un amigo me arruinó uno de los momentos claves de la serie al publicar en sus status del Facebook su shock por lo que acaba de ver en la televisión. Me sucedió como en el capítulo de los Simpson en donde Homero sale de ver ‘The Empire Strikes Back’ y dice «¿Quién hubiera imaginado que Darth Vader era el padre de Luke?» Así, nomás que versión 2.0

Pero nada de todo a lo que he tenido que renunciar el día de hoy ha sido tan duro como dejar el Google Reader. Porque, como lo he dicho en otras plataformas (jo!), lo mío, lo mío, lo mío, es el Google Reader (mis compartidos, aquí). Y sé perfectamente que en cuanto lo abra, un buen porcentaje de los feeds a los que estoy suscrito me spoilearan (del inglés, spoiler: adelanto en donde se revela total o parcialmente el argumento de una obra, particularmente relativa al teatro, el cine, la televisión o la literatura) lo ocurrido la noche de ayer en Lost. Tampoco he entrado a YouTube por aquello de los Features que salen por default en la página principal y que pudieran darme alguna pista del desenlace.

Así pues, llevo 12 horas de un ayuno tecnológico sin precedentes. Ni he entrado ni a los portales de noticias, vaya. No vaya a ser la de malas. En el más patético de los intentos de dejar de pensar en entrar a mis redes sociales, he regresado aquí, a mi viejo blog, a desfogarme.

Es 2010 y tratar de desconectarme del mundo que me rodea (peor, del mundo que he construido a mi alrededor) se vuelve casi imposible. Supongo que las únicas plataformas más o menos seguras serían LinkedIn y Blip. Y de la primera no estoy tan seguro porque muchos ligan sus estatus a Twitter, en donde sé que ha habido un intercambio de información sobre Lost digno de ser analizado por el departamento de Comunicación de alguna institución educativa. Afortunadamente tengo el capítulo en Apple TV y lo puedo ver hoy por la noche. No sé qué sería de mi si tuviera que esperarme hasta mañana martes para verlo en AXN. Supongo que no llegaría. Me marchitaría antes por falta de información.

Continuaré encerrado en esta cuevita, en mi último reducto de privacidad, en este mensaje dentro de una botella enviado desde una isla desierta. Y aún así, estaré entrando a mi blog con muchísimas reservas. O qué, ¿a poco creen que no sé que en los comments pueden poner información sobre Lost?

Written by Salvador Leal

mayo 24th, 2010 at 10:43 am

Posted in medios

Fuego

without comments

Estoy leyendo «This Is Your Brain on Music: The Science of a Human Obsession» [link], un libro de un cuate que está muy clavado en descubrir qué es lo que, neurológicamente, hace que el ser humano esté obsesionado con la música. Esta persona, de nombre Daniel J. Levitin, quiere saber qué es lo que se activa en nuestros cerebros cuando escuchamos una melodía que nos gusta, cómo es posible que unas canciones nos gusten mucho y otras no tengan éxito y saber si las melodías que cantan los seres humanos a lo largo y ancho del planeta tienen algo en común.

Leyendo la parte de las letras, me encontré con esta frase en donde reflexiona acerca de la poesía y de su importancia para las letras de las canciones. Me gustó mucho y les comparto un párrafo traducido por mí, en este blog que poco a poco ha dejado de ser un espacio de diálogo (Twitter se llevó las conversaciones) y se ha vuelto más un lugar para guardar mis filias y obsesiones:

«Hace casi cien años, la Enciclopedia Britannica, en su edición de 1911, publicó que la poesía había «tenido tanto efecto en el destino de la humanidad como el descubrimiento del uso del fuego». Comparar la poesía con el fuego no sólo es metafóricamente satisfactorio sino también dramático (¿el fuego en el alma de hombres y mujeres? ¿el deseo quemante de expresar sentimientos con rima y ritmo?). ¿Pero queremos creer que la poesía realmente ha ejercido un efecto profundo en el curso de los eventos de la humanidad? La Británica dice que sí, que la poesía y presumiblemente, la letra de las canciones, han cambiado la historia, comenzado y terminado guerras, documentado la historia de la humanidad y cambiado la mente de los hombres acerca del curso de sus vidas.»

Written by Salvador Leal

mayo 13th, 2010 at 1:09 pm

Posted in arte,música

Mórbido

with 4 comments

La idea es absolutamente mórbida. Pero creo que justamente por eso funcionaría muy bien en una película de suspenso/terror psicológico.

Estaba leyendo un post acerca de cómo los chimpancés reaccionan a la muerte de otro chimpancé [link] y me encontré con este párrafo:

(…) At the opposite end of the age spectrum, a group of researchers were studying chimpanzees in Guinea, and observed the death of two infants from flu-like respiratory infections. The mothers responded by carrying around the bodies of their children for weeks or months, to the point where the corpse was mummified. They would take them everywhere, groom them, and take them to sleep. Slowly, over the course of this period, the mothers would begin to let the other chimps come in contact with the dead babies for longer and longer periods. They would increase the length of time they could handle being separate from the bodies, even allowing other young chimpanzees to play with them (like in the video below). They appeared to slowly and gradually accept the passing of their younh.

Los chimpancés son nuestros primos (primates, jo) más cercanos. ¿Qué tal que los humanos tuviéramos una mejor reacción a la muerte al imitarlos? Y ahí fue cuando se me ocurrió la historia de una señora a la que se le muere su hijo y que reacciona exactamente igual que como describe el párrafo anterior: lo sigue llevando a todos lados, le da de «comer» y lo arrulla. Y así durante varios meses hasta que finalmente acepta lo que ha pasado, ha tenido tiempo suficiente para despedirse de él… y lo deja ir.

Me hizo pensar un poco en la película «the Cement Garden«… pero con un toque aún más oscuro. ¿No?

Written by Salvador Leal

abril 26th, 2010 at 7:03 pm

Posted in cine,ideas

Obsesivo

with 4 comments

Hoy leí esto:

If you feel the need to turn a light switch on and off exactly seven times before leaving a room, you have OCD. If you need to run exactly five miles every day before breakfast to feel right, you are considered disciplined and athletic.

Y me hizo pensar mucho en los dos años que estoy por cumplir corriendo diariamente. ¿Alguien nota un patrón por aquí?

Ah sí, y recuerden que el 19 de marzo es mi cumpleaños.

Fuente: Aquí.

Written by Salvador Leal

marzo 2nd, 2010 at 3:45 pm

Posted in personal struggle