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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for junio, 2009

Rosas en el avión

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Son las ocho y cuarto de la mañana. Es justamente la hora en la que yo debería de estar llegando a mi vuelo. Con el nuevo horario, claro.

Comencé a leer y de inmediato me quedé dormido. El amigo con el que viajo, que también va al mismo curso, que también llegó a las cinco de la mañana esperando subirse a un avión que salía a las siete y que también trae el mismo tambache de lecturas que yo, sí se quedó despierto leyendo. Siento un poquito de culpa, pero afortunadamente sé que pasará pronto.

Me enchufé al iPod y listo. Ya hasta tengo un disco perfecto para echar el coyotito®. De hecho es un discazazazazazazazo. Se llama ‘Behind the Sun’ y es de Chicane; ya tiene como diez años pero se mantiene muy muy bien. De-li-cio-so. Y muy versátil disquito, eh.

Mientras dormía, justo frente a mí, se congregó un grupito de amigas como de 16-17 años. Todas están alrededor de una mesa atestada de cafés Starbucks, vienen de pants (blancos como de pijama) y traen la misma cara de dormidas que parece ser el toque personal del aeropuerto a estas horas. Lo curioso es que seguro viajan juntas (como cinco de ellas traen pompones rojos colgando de sus bolsas [!]) y están de viaje de generación o algo por el estilo. A pesar e que se les ve lo airheads a leguas, no puedo dejar de sentir cierta simpatía por ellas. Supongo que la juventud me cae bien.

Mi rola favorita del disco que utilicé para dormir en el aeropuerto se llama ‘Autumn Tactics’ y va más o menos así:

¿A poco no la adoran?

Acaba de pasar un señor con dos ramos de rosas. Traía su maleta y dos ramos de rosas. Me llamó mucho la atención. Tomando en cuenta que estamos en la sala de última espera, significa que las rosas son para alguien que va a ir a recibirlo al lugar a donde vaya. Es decir, el señor se va a meter a un avión, va a poner su maletita en los compartimentos de arriba de los asientos, se va sentar y cuidadosamente, va a poner los ramos de rosas sobre sus piernas durante todo el viaje hasta llegar a su destino. Las azafatas le pedirán que abroche su cinturón, si el viaje es largo le darán de comer… y las rosas continuarán ahí, esperando ser entregadas.

Me gustó imaginarme que el señor tiene a alguien que lo va a ir a recoger al aeropuerto y que, en lugar de que esa persona le tenga una sorpresa, sea el señor el que la sorprenda a ella. Porque, claro, seguro esas rosas son para una mujer.

¿Is anybody out there? ¿Estoy desvariando demasiado?

Written by Salvador Leal

junio 13th, 2009 at 8:42 am

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Jarbart

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Son las cinco cuarenta de la mañana de un sábado y en algún lado del planeta debe ser ilegal estar despierto a esta hora en este día.

Estoy en el aeropuerto esperando un vuelo que originalmente salía a las 6.55am y que ahora saldrá hasta las 10.10am. Gracias, Aeroméxico!

Estimado Aeroméxico: Un día de estos, en alguna de tus reuniones de Consejo Directivo, te preguntarás cómo le hiciste para llegar a la quiebra, qué medidas tomaste para generar la crisis en la que se encuentra la empresa y porqué las personas ya no quieren volar contigo. Además de las líneas low-cost, querido Aeroméxico, puedes culpar a situaciones como la de hoy. Levantarme a las 4 de la mañana para llegar a un vuelo que decidiste cambiar hasta las diez, no sólo no tiene precio (Mastercard dixit), tampoco tiene madre.

Bueh, el caso es que estoy en el aeropuerto esperando un avión que no llegará sino hasta dentro de cinco horas. Teóricamente podría haberme regresado a casa y dormir un rato más pero ya estaba acá y los ciento treinta pesitos que me cobró el taxista para llegar hasta estos lares quizás no valgan una ida y una regresada. Mi descanso anímico y físico, y mi buen (o mal) humor dirán más al rato si tomé una buena o mala decisión.

Estoy en el aeropuerto porque voy a Nueva York. Y de ahí a Boston. Voy a un curso. Voy dos semanas. Me tomé vacaciones para tomar un curso. No sé si eso es extremadamente inteligente o extremadamente estúpido. A estas horas de la mañana no lo sé bien. Al rato que tenga al menos una hora de sueño más y sueñe con unas vacaciones en la playa, acariciado por la brisa del mar y disfrutando del sol, una piña colada en una mano y un buen libro en la otra, seguramente llegaré a la conclusión de que mi decisión fue extremadamente estúpida.

En fin, bienvenidos a mi pequeña aventura de verano. Esperen, se pone peor. Los maestros del curso mandaron lecturas que hay que leer antes de empezar el lunes. Y adivinen quién trae esas lecturas leyendo el sueño de los justos hasta abajo de su maleta. Adivinen quién está prefiriendo echarse una jeta a ponerse a leer.

El único problema es que mi super-yo no me va a dejar dormir tranquilamente en el avión molestándome constantemente con preguntas como «¿por qué no estás leyendo?».

Maldita sea. Las sillas del aeropuerto son muy incómodas. Seguro es para que no se duerma la gente… lo cual es muy tonto tomando en cuenta que la gente tarde o temprano se va a ir. No es como si llegaran a vivir al aeropuerto y buscaran un lugar cómodo dónde quedarse. ¿O qué, hacen incómodos los asientos para que la gente no se duerma y no pierda sus vuelos?

Misterio.

Written by Salvador Leal

junio 13th, 2009 at 5:55 am

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Crónicas Itamitas

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Recuerdo que, en lo más álgido de la elección presidencial del 2006, Enfoque, el suplemento dominical del periódico Reforma, publicó el historial académico de la carrera universitaria de Andrés Manuel López Obrador (¿en Sociología? ¿Ciencias Políticas?). Y recuerdo que le pusieron una revolcada con que había repobado quién sabe cuántas materias fundamentales para su presunta labor como Presidente de México.

Lo que decía Enfoque (y que después recogió una presentación de power point que pululó por la red en esas fechas) era que el fulanito había tardado 14 años en acabar la carrera, que había reprobado Estadística y Ciencia Política dos veces, y Economía y Economía Política, una vez.

El reportaje me caló muy hondo. Y no porque creyera que la falta de conocimientos que pudiera tener el Peje en Estadística pudiera serle perjudicial al país (escucharlo dos minutos era más que suficiente). No. Lo que me pegó fue imaginarme en la situación en dónde yo, un día de estos, quisiera ser, no candidato a la Presidencia, pero igual y Director de alguna empresa o Funcionario Público Destacado® u ocupar algún cargo de elección popular, y que en el proceso, a alguien se le ocurriera sacar a relucir mis calificaciones de la carrera. ¡Y yo sin poderme defender!

Así pues, después de darle una pensada, he decidido develar aquí mis calificaciones universitarias, para irme curando en salud y que, cuando algún envidioso sacara mi historial académico a dos días de ser nombrado CEO de alguna multinacional, la gente de la empresa pudiera decir «aaaah, ¿eso? ¡pero si lo publicó en su blog hace veinticinco años! Mira, te paso el link»

Comienzo diciendo que mi promedio de Primaria, Secundaria y Prepa es de diez. Así, cerradito y sin tachaduras. Diez. Era yo, como le dicen, un ñoño certificado.
Hasta que llegó la universidad.
Ahí descubrí que también había vida fuera del salón de clase y, desgraciadamente, descubrí que esa vida estaba muy concentrada en el Circuito de Radio y Televisión. Oh sí. El Circuito. Si algo recuerdo de mi universidad son las mañanas (y las tardes y las noches) que me pasaba en el Circuito de Radio en programas, fuera de programas o nomás pasando el rato. De ser un simple locutor llegué a ser el Director de Relaciones Públicas (¡uy!) y de llegar y dejar mi mochila tirada junto con las otras, terminé teniendo mi propio locker (que, de hecho, compramos los directores junto con sillones nuevos en donde pasábamos horas interminables viendo Sky, poniendo música o hablando de estupideces… algunas veces, hacíamos las tres cosas al mismo tiempo).

El Circuito de Radio marcó por completo mi estancia en el Infierno Tecnológico Autónomo de México (inscripciones, aquí). Ahí conocí a los personajes más extraños de toda la escuela, gracias a él tuve mi primera chamba en una estación de radio (que, sobra decirlo, marcó el resto de mi vida… como ya escribí un vez en este post y en este también) y, entre muchas otras cosas más, el Circuito provocó que terminara mi carrera año y medio más tarde de lo que debí haber terminado. Es más, si dan un vistazo a mis calificaciones, todo va super bien hasta que llegamos al semestre Enero-Mayo del 2000 en donde, tómela barbón, me recetan un NA en Probabilidad. Antes de eso, mi promedio era caaaaasi notable; mis materias más bajas fueron un 6 en Cálculo III y dos sendos sietes en Economía III y Economía Internacional I (que me la daba uno que ahora es subsecretario) el resto son casi todos dieces y ochos (los nueves brillan por su ausencia).

Decía un profesor fanático de la Economía, que cualquier economista que se preciara de serlo, no podía pasar Eco I en el ITAM a la primera: su cerebro debía ofrecer alguna resistencia. Y ese comentario no se me olvida porque Economía I (o Microeconomía I) fue una de esas materias que di de baja en el primer semestre; al siguiente semestre la pasé con nueve, pero di de baja otras dos: Cálculo Diferencia e Integral I y Geometría Analítica I.
Aquí cabe mencionar que ‘dar de baja’ una materia no era reprobarla ni nada vergonzoso. Era, más bien, como la tarjetita esa del Monopoly de «Salir Gratis de la Cárcel»; si unas semanas antes del final creías que nomás no la ibas a librar, te dabas de baja y te ahorrabas la verguenza de reprobar… eso sí, habiendo pagado ($$) la materia en-te-ri-ta.

A lo largo de la carrera, sólo reprobé otra materia más, y fue en el semestre enero-mayo del 2002. Esa materia es Economía Política.

(pausa dramática)

(más pausa dramática en donde el lector se cuestiona qué tipo de Economista se vuelve alguien que reprueba «Economía Política»)

Pues sí. Reprobé esa materia. Y feo. Creo que con 3 ó 4. En mi descargo sólo puedo decir que la materia era aburridísima, más abstracta que un cuadro de Kazimir Malevich y con ninguna relación ni con la Economía ni con la Política. Era, más bien, un curso de Teoría de Juegos en esteroides.

Fuera de ahí, el resto de mi caminito académico tiene otras pocas piedras en el camino. Mis calificaciones más bajas del final de mi carrera son cuatro seises: uno en Economía Internacional II (WTF!), otro en Econometría I (de aquí mi odio a esa maldita materia), uno de mi Seminario de Investigación Económica (que era quesque para hacer la tesis y nada, qué) y finalmente el de Crecimiento Económico para el que no tengo una buena excusa; la materia era malditamente complicada para ser a las 7 de la mañana y yo salía de los eventos de WFM a las 4 de la mañana.

Entre mis medallitas escolares se encuentran un diez en Historia Económica de México II (dada por un gringo, ja!), un diez en Evaluación de Proyectos (ay nomás), un nueve en Economía Austriaca (me fascina el críptico nombre de la materia) y un diez en Economía II (que me daba Pedro Aspe y que tiene una anécdota que medio cuento acá).

Ahí está. Esos son mis luces y mis sombras itamitas. Claramente no fui el mejor de mi generación… pero tampoco creo haber sido el peor. Tuve, como todos, buenos y malos momentos. Pero supongo que todo, al final, se resume en lo que uno hace con lo que le dan en la universidad. Y por ese lado, estoy seguro de que no me ha ido nada mal.

Written by Salvador Leal

junio 10th, 2009 at 6:38 pm

Influenza VIII

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Para cerrar con el tema de la influenza, les paso el link de un artículo boenísimo de la Dra. Elena Ortiz, Psicoanalista del Centro Eleia de la Cd. de México, en donde analiza brevemente los impactos psicológicos de la epidemia de la influenza centrándose, básicamente, en tres escenarios con los que las personas reaccionaron ante la noticia: la intensificación de un miedo natural, las estructuras de personalidad o estados emocionales que incrementan el riesgo de enfermar y la negación del suceso.

De su pequeño artículo, me quedo con este pedacito:

Aunado a esto, e independiente de la edad cronológica que se tenga, pueden presentarse aspectos adolescentes de la personalidad. Esto hace que frente a las imposiciones o límites que cualquier organismo o autoridad pida como cuidado especial, por ejemplo evitar ir a restaurantes, etc., se reaccione desde estas áreas adolescentes de la mente, de manera desafiante o rebelde, al pensar que uno no se va a someter y que la autoridad esta siendo excesiva o intransigente. Así como los adolescentes tienden a sentir a los adultos. En este caso se presentan conductas que pueden aumentar el riesgo de contagio por falta del cuidado necesario. Hay áreas adolescentes de la personalidad que hacen que uno tome conductas desafiantes y trasgresoras que ponen en riesgo a los demás y a uno mismo debido a la negación, a esto se le suele llamar negación omnipotente.

… siempre había pensado que varios actores políticos de la vida nacional tienen una estructura adolescente de su personalidad.

Written by Salvador Leal

junio 3rd, 2009 at 2:07 pm

Posted in de todo un poco

22 años

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Trabajar con gente de 22 años, te permite tener conversaciones como:

Joven de 22 años: … y entonces, ese es el resumen de la propuesta legislativa.
Salvador: Okey. Está muy bien. Esa última línea que me leíste, subráyala con plumón amarillo y déjala en mi escritorio.
Joven de 22 años: Ya está. Está subrayada en verde y con una carita feliz a un lado.
Salvador: …
Joven de 22 años: (sonrisa de satisfacción)

Dios proteja a este mundo que estará en manos de los jóvenes un día de estos…

Written by Salvador Leal

junio 2nd, 2009 at 5:45 pm

Posted in trabajo