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La vida irreal de Salvador Leal

Crónicas Itamitas

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Recuerdo que, en lo más álgido de la elección presidencial del 2006, Enfoque, el suplemento dominical del periódico Reforma, publicó el historial académico de la carrera universitaria de Andrés Manuel López Obrador (¿en Sociología? ¿Ciencias Políticas?). Y recuerdo que le pusieron una revolcada con que había repobado quién sabe cuántas materias fundamentales para su presunta labor como Presidente de México.

Lo que decía Enfoque (y que después recogió una presentación de power point que pululó por la red en esas fechas) era que el fulanito había tardado 14 años en acabar la carrera, que había reprobado Estadística y Ciencia Política dos veces, y Economía y Economía Política, una vez.

El reportaje me caló muy hondo. Y no porque creyera que la falta de conocimientos que pudiera tener el Peje en Estadística pudiera serle perjudicial al país (escucharlo dos minutos era más que suficiente). No. Lo que me pegó fue imaginarme en la situación en dónde yo, un día de estos, quisiera ser, no candidato a la Presidencia, pero igual y Director de alguna empresa o Funcionario Público Destacado® u ocupar algún cargo de elección popular, y que en el proceso, a alguien se le ocurriera sacar a relucir mis calificaciones de la carrera. ¡Y yo sin poderme defender!

Así pues, después de darle una pensada, he decidido develar aquí mis calificaciones universitarias, para irme curando en salud y que, cuando algún envidioso sacara mi historial académico a dos días de ser nombrado CEO de alguna multinacional, la gente de la empresa pudiera decir «aaaah, ¿eso? ¡pero si lo publicó en su blog hace veinticinco años! Mira, te paso el link»

Comienzo diciendo que mi promedio de Primaria, Secundaria y Prepa es de diez. Así, cerradito y sin tachaduras. Diez. Era yo, como le dicen, un ñoño certificado.
Hasta que llegó la universidad.
Ahí descubrí que también había vida fuera del salón de clase y, desgraciadamente, descubrí que esa vida estaba muy concentrada en el Circuito de Radio y Televisión. Oh sí. El Circuito. Si algo recuerdo de mi universidad son las mañanas (y las tardes y las noches) que me pasaba en el Circuito de Radio en programas, fuera de programas o nomás pasando el rato. De ser un simple locutor llegué a ser el Director de Relaciones Públicas (¡uy!) y de llegar y dejar mi mochila tirada junto con las otras, terminé teniendo mi propio locker (que, de hecho, compramos los directores junto con sillones nuevos en donde pasábamos horas interminables viendo Sky, poniendo música o hablando de estupideces… algunas veces, hacíamos las tres cosas al mismo tiempo).

El Circuito de Radio marcó por completo mi estancia en el Infierno Tecnológico Autónomo de México (inscripciones, aquí). Ahí conocí a los personajes más extraños de toda la escuela, gracias a él tuve mi primera chamba en una estación de radio (que, sobra decirlo, marcó el resto de mi vida… como ya escribí un vez en este post y en este también) y, entre muchas otras cosas más, el Circuito provocó que terminara mi carrera año y medio más tarde de lo que debí haber terminado. Es más, si dan un vistazo a mis calificaciones, todo va super bien hasta que llegamos al semestre Enero-Mayo del 2000 en donde, tómela barbón, me recetan un NA en Probabilidad. Antes de eso, mi promedio era caaaaasi notable; mis materias más bajas fueron un 6 en Cálculo III y dos sendos sietes en Economía III y Economía Internacional I (que me la daba uno que ahora es subsecretario) el resto son casi todos dieces y ochos (los nueves brillan por su ausencia).

Decía un profesor fanático de la Economía, que cualquier economista que se preciara de serlo, no podía pasar Eco I en el ITAM a la primera: su cerebro debía ofrecer alguna resistencia. Y ese comentario no se me olvida porque Economía I (o Microeconomía I) fue una de esas materias que di de baja en el primer semestre; al siguiente semestre la pasé con nueve, pero di de baja otras dos: Cálculo Diferencia e Integral I y Geometría Analítica I.
Aquí cabe mencionar que ‘dar de baja’ una materia no era reprobarla ni nada vergonzoso. Era, más bien, como la tarjetita esa del Monopoly de «Salir Gratis de la Cárcel»; si unas semanas antes del final creías que nomás no la ibas a librar, te dabas de baja y te ahorrabas la verguenza de reprobar… eso sí, habiendo pagado ($$) la materia en-te-ri-ta.

A lo largo de la carrera, sólo reprobé otra materia más, y fue en el semestre enero-mayo del 2002. Esa materia es Economía Política.

(pausa dramática)

(más pausa dramática en donde el lector se cuestiona qué tipo de Economista se vuelve alguien que reprueba «Economía Política»)

Pues sí. Reprobé esa materia. Y feo. Creo que con 3 ó 4. En mi descargo sólo puedo decir que la materia era aburridísima, más abstracta que un cuadro de Kazimir Malevich y con ninguna relación ni con la Economía ni con la Política. Era, más bien, un curso de Teoría de Juegos en esteroides.

Fuera de ahí, el resto de mi caminito académico tiene otras pocas piedras en el camino. Mis calificaciones más bajas del final de mi carrera son cuatro seises: uno en Economía Internacional II (WTF!), otro en Econometría I (de aquí mi odio a esa maldita materia), uno de mi Seminario de Investigación Económica (que era quesque para hacer la tesis y nada, qué) y finalmente el de Crecimiento Económico para el que no tengo una buena excusa; la materia era malditamente complicada para ser a las 7 de la mañana y yo salía de los eventos de WFM a las 4 de la mañana.

Entre mis medallitas escolares se encuentran un diez en Historia Económica de México II (dada por un gringo, ja!), un diez en Evaluación de Proyectos (ay nomás), un nueve en Economía Austriaca (me fascina el críptico nombre de la materia) y un diez en Economía II (que me daba Pedro Aspe y que tiene una anécdota que medio cuento acá).

Ahí está. Esos son mis luces y mis sombras itamitas. Claramente no fui el mejor de mi generación… pero tampoco creo haber sido el peor. Tuve, como todos, buenos y malos momentos. Pero supongo que todo, al final, se resume en lo que uno hace con lo que le dan en la universidad. Y por ese lado, estoy seguro de que no me ha ido nada mal.

Written by Salvador Leal

junio 10th, 2009 at 6:38 pm

4 Responses to 'Crónicas Itamitas'

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  1. Bueno,

    despues de leer su post, recorde mis calificaciones en la universidad. lo que mas recuerdo es lo siguiente:

    Solo tengo un 10 en toda la carrera, Siderurgia II.

    Sin embargo el 7 que obtuve en Fisico-Quimica III(transformaciones de fase), para mi fue oro molido, claro que fue a la segunda, y despues de atrasarme 1 semestre.

    LA materia que odie con mi alma entera, Instrumentacion.

    y si, me costo trabajo, recordar si eran II o III las materias, hace ya algunos lustros.

    Saludos

    K

    10 Jun 09 at 7:36 pm

  2. Pinche huevón, qué vergüenza me das, carajo. ¿Y así quieres ser un hombre de bien, un funcionario público de alto calibre, un CEO de una transnacional? ¿Eh? Ja…

    Órele, ándele, mejor dedíquese a su blog y no ande con Economías Austriacas y esas chingaderas, órele. ¡Ámonos!

    Chanfle II

    10 Jun 09 at 7:50 pm

  3. Adoro, amo, idrolato tu ÑOÑES certificada y no tan certificada… mil besos

    pao valdivieso

    11 Jun 09 at 12:07 pm

  4. En serio sigue vivo el CRTV? A la cabina le pasó lo mismo que a la biblioteca? O sigue con esa misma horrible pintura que le pusimos?

    Tomate

    11 Jun 09 at 6:57 pm

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