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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for mayo, 2009

Marley

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Sólo para freaks de la tipografía…

Si quieren una playera con esa imagen, la pueden comprar aquí.

Written by Salvador Leal

mayo 29th, 2009 at 11:38 am

Posted in personal struggle

Mi BB Storm y yo

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Disclaimer: Este post está escrito para ganar este concurso. (Y así fue como yo regresé a eso de los concursos…)

Mi relación con Iusacell es larga. Nomás once años tengo con el mismo número telefónico. En este blog, he platicado de mi a veces tortuosa relación con esta compañía celular. El primero, y más famoso post de Iusacell, fue en donde invité a que la gente NO se cambiara a esa compañía cuando fue posible la portabilidad numérica (link); la segunda fue a los cuantos días, después de recibir una llamada de, sí señoras y señores, el director general de Iusacell (o bueno… su secre) en donde platicamos de los problemas que tuve/tengo/tendré (je) con mi línea telefónica (link); la tercera fue uno de esos post nostálgicos de cuando uno marcaba 905 antes de un celular (link). Finalmente, el post más reciente en donde hablo de Iusacell es de cuando me fui a Nueva York y me resolvieron un problema en cosa de minutos (link).

Hay cosas por las que me siguen cayendo gordos los amigos de Iusacell. La frase de entrada de su call-center, por ejemplo, te saca muchísimo de onda. Desde un par de meses antes de que fuera posible la portabilidad numérica, los operadores te decían «qué tal, señor X, ¿cómo se encuentra usted el día de hoy?». Y uno, que fue educado en una familia decente, tenía que responder de cajón, un «bien, muy bien, gracias, señorita», aunque a uno se lo estuviera llevando el diablo porque el celular dejó de funcionar de nuevo o porque las llamadas no entraban al teléfono. Otra de las cosas que no me gusta de mi compañía es que no tengan un plan de mensajitos ilimitados a todas las compañías. De hecho, no es que yo quiera ventanearme aquí, pero debo admitir que tengo un problema con los mensajitos de SMS; mando demasiados. Pero cuando digo ‘demasiados’ no exagero: tuve que comprar un plan nuevo, con otro teléfono, aparte de mi plan original Iusacell, para únicamente mandar mensajitos.

Por otro lado, creo que Iusacell tiene puntos fuertes que no ha sabido aprovechar. Mi noviazgo y posterior matrimonio se lo debo al plan de llamadas ilimitadas de Iusacell a Iusacell, por ejemplo; y que es algo que apenas le está copiando Telcel y que ellos tuvieron (pero no supieron decírselo a la gente), desde hace mucho tiempo. La red 3G es otra; los rumores son ciertos, los clientes de Iusacell estuvimos en 3G aaaaaaaños antes que los de Telcel… pero díganme a quién le importó hasta que no llegó el iPhone. Vaya, hasta el internet inalámbrico en todos lados lo tuvo Iusacell mucho antes… pero la neta es que no hay ejecutivo que yo conozca que diga, con orgullo, que su teléfono es Iusacell.

Finalmente, la cosa que maaaaaas me molesta de Iusacell, son los pocos equipos que tienen. Mmmmm. No, déjenme replaneto mi frase. Lo que más me puede de Iusacell, son los pocos equipos sexys que tienen. Hasta que llegó el BlackBerry Storm. Justo hace un par de días, un amigo me dijo que la Blackberry Storm era la razón más poderosa para no cambiarme de compañía… y creo que tiene razón. Porque eso es algo que me había hecho falta decirles. Estoy a punto de irme con Telcel y su iPhone. Sí, lo acepto, soy un vendido, un traidor… pero por otro lado le he dado 11 años de mi vida a una compañía que nomás no ha sabido cómo hacerme sentir orgulloso de que yo tenga tantos años con ellos. ¿Por qué me gustaría tener un BlackBerry Storm? Porque soy un fanático de la conectividad y me frustra que mi Motorokr nomás no haga todo lo que yo quisiera que hiciera. Replanteo de nuevo mi frase: porque soy un fanático de clóset de la conectividad.
Todos los que me conocen me preguntan por qué no me he comprado un BlackBerry. Y siempre les respondo que no creo que una BlackBerry le hiciera bien a mi vida, que eso de estar conectado todo el tiempo, mandando mails y revisando páginas de internet mientras espero a que me traigan lo que pedí en el restaurante, nomás no es lo mío. Y miento. Miento vilmente. La verdad es que muero por dejar que una BB entre a mi vida… pero mi codera no me deja. La maravilla esa tiene de GPS, para abajo, todo lo que alguien pudiera necesitar. Hasta McGyver. Y prácticamente sin teclas!! ¿Es eso increíble o qué?

Y digo que la BlackBerry Storm entre en mi vida porque realmente creo que eso es. No es ‘comprar’ un teléfono, o ‘tenerlo en mis manos’ o ‘usarlo’. No, no. Es permitirle (como a mi iPod, como a mi laptop) que se vuelva parte fundamental de la vida cotidiana. Más allá de la chamba, más allá de los horarios de trabajo. Despertaría a las 6.25, como siempre, pero con una rolita bonita… como esta, por ejemplo:

A las 7 ya estoy en el coche, escuchando las noticias y revisando los primeros mails del día (que son, todos, de resúmenes noticiosos con ‘lo más relevante’). Siete y cuarto, en la caminadora, echándole un ojo a mi Google Reader para ver qué se le ocurrió a mis feeds durante la noche. Todo aderezado de dos que tres tweets por aquí y por allá. Cuarto para las ocho, justo antes de meterme a bañar, puedo mandar, no mensajitos SMS, sino mensajes vía BlackBerry Messenger a quienes van llegando en ese momento a la oficina. Rumbo a la oficina, recibo (yiack!) las primeras llamadas del día mientras manejo… eso sí, con mi audífono Bluetooth como lo marca el Reglamento de Tránsito. A las nueve, desayuno de campeones; un litro de jugo de toronja y un delicioso sandwich mañanero para acompañar, ahora sí, los primeros mails resueltos del día. Más que trabajar, uno resuelve. Y la BlackBerry de uno, también. La mañana se pasa casi en un pestañeo, recibiendo pocas llamadas pues estoy en la oficina y todas llegan al teléfono fijo… pero la hora de la comida y los trayectos, la BlackBerry se vuelve in-dis-pen-sable. Nunca falta el proveedor que te manda el correo mientras estás comiendo y al que necesitas regresarle comentarios en ese momento, o el proyecto al que sólo le hace falta un número que tú puedes dar. Digamos que si ahora como 4 de cada 5 días en mi oficina pues me la paso resolviendo vía mails (a.k.a. «respondiendo mails»), ahora voy a poder comer fuera más veces…

La noche llega como se fue la tarde. El tráfico permite seguir revisando feeds, enviar unas fotitos vía Twitpic y hasta postear algo en el blog. La comunicación no se ha perdido prácticamente en ningún momento. De repente, justo cuando el semáforo está en rojo, una idea lo suficientemente compleja, llega de golpe. No cabe en un SMS… pero sí cabe perfectamente en un mail enviado por la BlackBerry Storm. Listo; el día ha sido redondo. Mi BlackBerry y yo, hemos vencido una vez más.

Toma de cabalgata hacia el horizonte.

FIN

Written by Salvador Leal

mayo 25th, 2009 at 7:34 pm

Catch Up

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1. Hace tiempo que no me doy una vuelta por acá. No. Miento. Vengo al editor de mi blog prácticamente a diario, pero también prácticamente a diario sale otra cosa que hay que hacer antes de tener 10 minutos 20 minutos 40 minutos para sentarme y escribir un post decente. Hoy me encontré con un amigo al que no he visto en tres meses y cuando me preguntó «¿y qué onda, qué ha habido?» no supe qué responderle. Han pasado tantas cosas y han pasado también tan pocas, que uno no sabe por dónde empezar.

2. El fin de semana estuve con algunos compañeros de la universidad. Y digo ‘estuve’ porque la verdad es que prácticamente no platiqué con ellos. Si se me dificulta hablar con gente a la que no veo hace tres meses, poner al tanto de mi vida a personas que no he visto en casi seis años es todavía peor… ¿Qué he hecho de mi vida? ¿¿Cómo diablos contesta uno eso?? Si quisiera contestar desde el día uno, no acabo: «Pues mira, al día siguiente del último día de exámenes finales, me fui a Acapulco con un amigo de la prepa y otro que conocí en el ITAM gracias a la huelga de la UNAM… Ahí estuvimos cuatro días y comimos un ceviche de marlin que aún recuerdo vívidamente». No, supongo que eso no es lo que quiere escuchar.

A lo mejor busca que la historia vaya del presente al pasado. «Ayer estuve en la oficina hasta muy tarde… es más, cuando estábamos en la universidad, si alguien me hubiera dicho que estaría trabajando hasta esas horas un viernes por la noche, probablemente hubiera pensado que estaban bromeando. Antes de eso, también salí tarde de trabajar el jueves, el miércoles y el lunes. El martes regularmente salgo temprano de trabajar porque me voy a la maestría y ese día salgo tarde de todos modos». No. Supongo que tampoco hubieran esperado eso.

Y si hago lo que hace todo el mundo, creo que tampoco sería muy satisfactorio. Escoger los highlights de la vida de alguien durante los últimos seis años puede ser peligroso: para algunos, seleccionar los mejores momentos de su vida de los pasados seis años es frustrante («No… pues realmente no he hecho absolutamente nada digno de contarse»), mientras que para mí resulta entre asombroso y desconcertante. La cantidad de anécdotas que uno colecciona en esos años simplemente son innumerables y no sujetas a rankeo. En el número uno está el haberme casado; esa sí es una aventura… y puedo pasar horas platicando de lo increíble que es. Es más, el riesgo de volverme monotemático existe: soy un gran fan de mi matrimonio. ¿Pero y después? ¿Cómo platico de aquella cena con mis amigos en donde todos terminamos haciendo un corte de caja hasta ese momento? ¿O del viaje a Nueva York en donde Martha y yo desayunamos kiwis frescos todos los días antes de subirnos al metro? ¿O de los cientos de confesiones que he escuchado a las tres de la mañana con varios wiskys de más? Digo, eso también es importante… pero tampoco creo que sea muy relevante para mi interlocutor.

3. Y así es como uno termina contestando «pues nada… trabajando mucho». Dios. ¿Así o más despersonalizado?

4. Hace algunos meses (no sé si decir ‘años’, no tengo tiempo de buscar el post) escribí acerca de cómo deberíamos replantearnos a las personas que aparecen en los billetes mexicanos. Hoy descubrí esta página en donde hablan acerca de rediseñar los billetes gringos como parte de una propuesta integral para revitalizar la economía gringa… y hay propuestas buenísimas:


Esa, por diseño (nota al margen: a lo largo de los años he descubierto que soy un estudiante de diseño de clóset muy mal plan). Estos parecen tarjetas de regalo de iTunes:

Pero por concepto, mi favorita es esta:

6. De repente dice más de mi mente las cosas que leo que las cosas que escribo, es por eso que les recuerdo que mi selección de feeds está en este link de Google Reader. Ahí meto todo lo que me llama la atención y estoy seguro de que cualquier estudiante de psicología haría un bonito paper tratando de descubrir algún patrón entre las cosas que me gustan. Y creo que no sólo haría un bonito paper, me haría un gran favor.

7. Finalmente, los dejo con este videito que me pareció simplemente alucinante. La vida son simples parpadeos…

Last Day Dream [HD] from Chris Milk on Vimeo.

Vía: Esquizopedia

Written by Salvador Leal

mayo 21st, 2009 at 11:33 am

Zen III

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Mi momento zen del día:

Fluid Sculpture from Charlie Bucket on Vimeo.

Acá, Zen I y Zen II

Written by Salvador Leal

mayo 12th, 2009 at 9:45 am

Posted in arte

100 días

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Se cumplen 100 días de la presidencia de Barack Obama. Acorde con los tiempos, publicaron un set en Flickr con muy buenas fotos. El set está increíble y da una muy buena idea acerca del día a día en la vida del presidente gringo (link, aquí).

Les dejo mis cuatro fotos favoritas:


Esta me gusta por tener un aroma a una vieja foto de Kennedy recargado en un escritorio, frente a una ventana de la Casa Blanca. [link]


La firma de Obama es LA onda. Me encantó. [link]


Esta es mientras le explican la dinámica de cómo va a tomarle el juramento al Secretario del Tesoro. Me encanta el protocolo tan puntual… Con todo y esquemas!! [link]


Mi favorita. Obama prueba distintas sillas de escritorio, según la que le acomode más. [link]

Written by Salvador Leal

mayo 6th, 2009 at 11:47 am

Posted in medios,política