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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for marzo, 2005

Hablando de mi Cumpleaños…

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Recuerdo perfectamente todos los cumpleaños que he tenido desde mi cumpleaños número 18 hasta acá. No es que los anteriores no los recuerde o los valore, o que crea que la vida cuenta a partir de la mayoría de edad, no. Más bien siento que, al tener mayor control de lo que sucede ese día, mi memoria capta más cosas que cuando, por ejemplo, cumplí 14 años y pasé El Peor Cumpleaños De Mi Vida™.

Mi cumpleaños número 18 recuerdo que cayó en miércoles porque al día siguiente (jueves) tenía examen de Física con un profesor que había estudiado en mi preparatoria y que en aquellos años tenía más de 70 años. Obviamente, él recordaba los ‘viejos tiempos’ cuando los alumnos se quitaban el saco y lo ponían en perchas que sobrevivían milagrosamente para asombro de los jóvenes de 1997. El asunto es que para esas alturas de la preparatoria, yo ya tenía dos grupos bastante bien definidos de amigos. El primero era al que siempre había pertenecido: los Ñoños. Este selecto grupo no sólo se caracterizaba por sus buenas calificaciones (creo que el promedio general del grupito era de 9.7 o así) sino también por sus conversaciones. Hoy que lo pienso, creo que más que ñoños, éramos agrandados. Nos gustaba platicar de películas, libros, viajes, televisión y La Vida (así, con mayúsculas) en general. Esto es, las mismas conversaciones que tiene alguien que está a punto de cumplir 26 años.

Mi otro grupo de amigos era bastante más reciente y juntarme con ellos era el resultado de haber convivido juntos durante mi sexto de preparatoria. No creo que fueran Los Cool de la escuela, pero sí se acercaban bastante; salían de antro, iban a fiestas, se iban de viaje de generación juntos y varios de ellos ya manejaban y tenían coche propio. Las razones por las que fui parte de ese grupo de cuates aún me parecen sorprendentemente misteriosas y quizás sólo pueda atinar a decir que todo comenzó cuando uno me invitó a ir con ellos al antiguo Bulldog una noche de febrero y ahí comenzó todo. Las conversaciones y, desde luego, las actividades de mi segundo grupo de cuates era muuuuy distinta -por obvias razones- a la de Los Ñoños. Pero la verdad es que me divertía (y me sigo divirtiendo) tanto con unos como con los otros.

El festejo de mis 18 años fue planeado por el ala nerd de mis amistades, así que ese día, después de salir de clases, nos fuimos todos a comer a mi casa. Ahí estuvimos durante gran parte de la tarde, arreglando el mundo y discutiendo de temas variadísimos pero no por eso menos divertidos. Luego nos fuimos todos al TGI Friday’s (dios mío!) quesque a ‘seguir la celebración’ pero la verdad es que sólo fuimos a que nos timaran con la cuenta y a que los meseros del lugar me cantaran las mañanitas y me regalaran un globo :S
Esa noche llegué a mi casa tremendamente feliz a ponerme a estudiar para mi examen de Física del día siguiente. Pero antes de sacar mi cuaderno y mi libro, puse en el estéreo el regalo de cumpleaños de uno de mis cuates. Era el soundtrack de una película que había ido a ver con mis cuates cool y que simplemente me había rayado. Supongo que había platicado tanto y con tanta emoción de esa película, que era el regalo ideal para ese momento.

Y lo fue. Esa noche no pude estudiar. Una vez que le puse play no dejé de escuchar el disco sino hasta que terminó y una vez finalizado, lo volví a poner. En ese momento entré en conflicto: no sabía qué me gustaba más, si la película o el soundtrack. La película se me había hecho genial, pero la selección musical era simplemente maravillosa.

Hoy que lo veo en retrospectiva, puedo decir que es uno de los soundtracks más importantes de mi vida. Fue ahí donde conocí la *verdadera* música electrónica, donde supe de productores y de canciones que duraban más de los tres minutos cuasi-reglamentarios a los que se ajustaban casi todas las canciones que había escuchado hasta ese momento (una de ellas más de diez minutos!!). Y además, hoy que lo vuelvo a escuchar, ese disco me trae los recuerdos de todo mi tercero de preparatoria.

Ese viernes, el viernes después de mi cumpleaños, mi grupo de amigos cool y yo nos fuimos de antro. Y cuando llegamos esa noche al lugar, una de mis rolas favoritas de ese disco que me regalaron de cumpleaños, sonaba a todo volumen.

En el Blog Rockin’ Beats de este jueves, les regalo esa rola.
Vayan aquí.

Written by Salvador Leal

marzo 10th, 2005 at 5:30 pm

Cuca

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Desde la semana pasada andaba un poco ‘cansada’. Ya no le gustaba salir a sus sesiones de reconocimiento por mi escritorio ni se entusiasmaba cada vez que le daba de comer. Pensé que igual y era el frío, que ya se le quitaría y que pronto volvería a ser la misma tortuga curiosa y latosa de siempre.

Pero una mañana amaneció con los ojos hinchadísimos. Pero no como si se hubiera ido de antro o si la hubieran golpeado. No, no. Más bien era como si sus ojos hubieran decidido hibernar generando un capullo para que, en la primavera, en lugar de ojos tuviera mariposas. Raro, vaya.
Ayer me la llevé a mi casa (los enfermos no vienen a la oficina, pensé) y de inmediato le llamé a mi veterinario de cabecera (nunca he tenido animales, pero siempre es muy útil tener a un veterinario cerca… es casi tan indispensable como tener a tu Boy Scout de cabecera, pero bueh, esa ya es otra historia).
El veterinario me preguntó las condiciones en las que vivía Cuca y le conté. Me dijo que no, que tenía que ponerle un calentador pues el agua tenía que estar a una temperatura constante de 26°C; que fuera a comprarle a la farmacia (a la farmacia!?) unas gotas de cloramfenicol para ponerle en cada ojito tres veces al día, luego hacerle tecito de manzanilla y con eso enjuagarle los ojos (y yo anotando las instrucciones, damn!) para terminar con una buena dosis de vitamina A en los ojos y tomado también.

Pues ahí tienen a Salvador, cual papá preocupado, saliendo a comprarle a Cuca todo el arsenal de medicinas y aditamentos. Y sé que soy un mal padre. Lo sé. Lo supe desde el momento en el que entré al acuario cerca de mi casa, vi el precio del calentador ($36.00) y pensé que comprar otra tortuga sería más barato que comprarle tan siquiera el calentador… ya no dijeran las medicinas. Soy un desgraciado, lo sé, lo sé.

Pero bueh, el caso es que no compré otra tortuga, compré el calentador, la cloramfenilquiensabequé, gotero esterilizado, vitamina A y una paleta Mega de Cookies n’ Cream (pus qué quieren, con tanta preocupación no se me vaya a bajar el azúcar!).
Además le compré una lámpara como la que utilizan para calentar carnitas para que le diera calorcito a Cuca («no importa que no duerma ahorita», dijo el veterinario). Así que la siguiente imagen es de Salvador aplicándole el tratamiento a los ojos de Cuca y no pudiendo dormir por la luz y -sobre todo- el calor emitido por la lámpara de carnitas.

Fue una noche difícil. Acabo de hablar a mi casa para saber cómo sigue la pequeña Cuca. Parece que ya comienza a abrir los ojitos. Carajo! ¿Quién me manda tener una tortuga?
Lo que más coraje me da es que, cuando ella vivía en mi casa y nadie la pelaba, la tortuga vivía tan campante! Es más, se alimentaba cada vez que alguien se acordaba de ella, cosa que no era muy seguido.
Pero ahora que yo veo por ella y que en mi oficina la conocen y la consienten… ahora sí, ¿no? ahora sí soy una pequeña y delicada tortuga que vive en un ecosistema adverso y que de buenas a primeras, se enferma porque el agüita no está a la temperatura que debiera estar.

Moraleja: No acostumbres al resto de los seres al cariño. Mientras nadie los quiere pueden pasar por la vida sin mayores problemas, pero en cuanto se sienten queridos, comienzan a ser vulnerables. DAMN!!

Porque lo peor, lo peor, lo peor… es que sí extraño a la condenada!

*sigh*

Written by Salvador Leal

marzo 8th, 2005 at 1:48 pm

Señor, Señora, Señorita!!

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… le traemos de regreso el primer rialiti chou de la blogósfera!
Si usté se quedó con la emoción atorada durante la pasada temporada, le prometemos que con ésta va a quedar más que satisfecho.

En efecto, Salvador no entró al show producido por Pedro Torres. ¿Pero para qué queremos a Big Brother… si tenemos a Big Blogger 2?

Written by Salvador Leal

marzo 7th, 2005 at 1:07 pm

24/7

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Todo comenzó con este post. En él, se explica la molestia de un amigo con las personas que contestan su celular en el cine.

Para él, no importa si eres el Presidente de la República, Jack Bauer o Salvador Leal, uno simplemente no debe contestar el teléfono en cine. Según la teoría de mi amigo, la única razón por la que la gente contesta su celular durante la función es para que el resto de las personas vea el celular tan fregón que traigo y sientan envidia del despliegue tecnológico que cuelga de mi cintura.

Según yo, mi amigo está equivocado.

Tomemos algunas cosas en consideración:

1. Yo soy de la generación a la que le tocó vivir sin celulares vs. el boom de los celulares. Digamos que soy lo suficientemente viejo como para haber sobrevivido a la preparatoria sin la presencia de los celulares (contrario a los millones de adolescentes que, en la actualidad, interrumpen la clase de Biología con sus ring-tones). De hecho, mi primer teléfono celular lo tuve a regañadientes en 1999. Y lo tuve por que así me lo exigieron mis papás: es la correa virtual más efectiva que se ha creado.
Eso quiere decir que, originalmente, estoy en contra de traer tanta tecnología conmigo.

2. Sin embargo, con el paso del tiempo, mi celular se ha convertido en parte de mi persona. Creo que hoy en día hay órganos internos dentro de mi cuerpo que no son tan útiles como mi celular. La correa ya no sólo es una carga sino también una ventaja competitiva. Estar localizable y poder hablar por teléfono desde casi cualquier lugar, eleva mi productividad a niveles que la generación de mis papás jamás habrían soñado.

3. Debido a esto y a razones personales, ya tengo varios años aplicando la política de «24/7». Esto es, mi teléfono siempre (SIEMPRE) está prendido. Y trato de que no estar alejado a más de 10 metros de mi celular.
Aquí es cuando los argumentos de mi amigo vienen a probar mis hábitos laborales:
P: ¿A poco tu trabajo es tan importante como para nunca apagar el celular?
R: Sí. Parte de mi trabajo (frase que significa «por lo que me pagan») consiste en estar disponible para cualquier cosa que se ofrezca a cualquier hora del día o de la noche. Soy de esas personas a las que le gusta tanto lo que hace que está dispuesto a hacerlo aún en sus ‘momentos de descanso’. Así era cuando trabajaba en WFM, así era en Procter & Gamble y así sigue siendo ahora.

P: ¿Alguna vez te han llamado a deshoras?
R: Por supuesto. Y aunque sí hubieron varias veces en que el asunto pudo haber esperado hasta el lunes (casi todas las llamadas ‘urgentes’ de WFM eran de ese estilo), han habido muchas que requieren respuesta inmediata.

P: ¿O sea que tu celular es una herramienta que te esclaviza a tu trabajo?
R: No lo veo como ‘esclavizar’ y no exclusivamente a mi trabajo. Si tienes amigos, sabes que tu papel como amigo no es de 8am a 5pm. Tú eres amigo las 24hrs. del día y eso lo saben mis cuates, quienes me han hablado en la madrugada o a la mitad de la noche para cualquier cantidad de situaciones (buenas, malas, etílicas y fatales). Y si es una emergencia, por lo menos sólo estás despertando al dueño del celular y no a la casa entera.

P: Al punto… ¿eso significa que contestas las llamadas a celular durante las funciones de cine?
R: No. Durante el cine sólo contesto dos tipos de llamadas: las de mi oficina y las de mi casa. Si cualquier amigo me llama mientras estoy en el cine, le contestará la contestadora (de ahí su nombre) y, si es una emergencia, me dejará un recado que, esos sí, reviso inmediatamente. Si no es una emergencia, hasta eso soy buen amigo y regreso la llamada aunque eso signifique gastar mi crédito para enterarme de algo que no era urgente.

P: Mmmmm… ¿o sea que no contestas el celular como show-off para presumir que tienes un super celular?
R: No, por supuesto que no. Por un lado, eso es super naco. Y por el otro, mi celular no tiene tanta tecnología. De hecho, es un teléfono celular común y corriente, sin cámara, ni video, ni palm, ni aspiradora y procesadora de alimentos. Para lo único que sirve es para hacer y recibir llamadas. Si quiero fotos, tengo una cámara digital, si quiero música tengo una iPod y si quiero mi agenda, tengo una palm. No entiendo la lógica detrás de traer todo en un sólo aparato si eso signica (so far) disminuirle capacidades de recepción al teléfono que es justo lo único que realmente debe hacer bien.

P: ¿En algún momento apagas tu celular?
R: Sólo cuando me voy de vacaciones… y de eso *sigh* ya tiene mucho tiempo.

Written by Salvador Leal

marzo 4th, 2005 at 2:37 pm

NOM’s

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Todo lo que toca el sol en nuestro país tiene una norma.
Bueno… no todo, pero casi.

Por si no lo sabían, las NOM’s son las siglas de Normas Oficiales Mexicanas, y estas son regulaciones técnicas que nuestro gobierno le pone a una enorme cantidad de cosas en el país. Van desde atributos que debe tener la educación primaria al grosor de las mangueras que utiliza PEMEX para las pipas distribuidoras de gasolina.
En general son reglas, especificaciones, directrices, características o prescripciones aplicables a un producto, proceso, instalación, sistema, actividad, servicio o método de producción u operación (más, aquí)… ¿ven cómo no exageraba con que todo lo que respira aire mexicano está contemplado bajo una norma?

En fin. Hoy me enteré que hay un anteproyecto de norma para determinar las especificaciones que deben tener los relojes. Pero ¿saben cómo se les denomina oficialmente a estos artefactos?

Relojes para almacenar el tiempo

Simplemente, me encantó.

Written by Salvador Leal

marzo 3rd, 2005 at 3:05 pm

Sesión de Fotos

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La cita era a las 7 de la mañana.
Originalmente era a las 2 de la tarde en Constituyentes, luego a las 10 de la mañana en las oficinas de la revista. Finalmente lo dejamos a las 10am en Polanco. Originalmente, la idea es que la sesión de fotos fuera en ‘nuestras instalaciones’. Chas! ¿Cómo le explicas que una empresa como la nuestra es cuasi-virtual y no tiene instalaciones?
La noche anterior, le llamé al fotógrafo para cambiar la hora y el lugar: sería en el Auditorio Nacional, a las 7 de la mañana.

Cuando llegamos, el frío estaba intensísimo pero no nos quedaba de otra, yo tenía una junta a las 8.30 y el resto del equipo tenía que llegar a sus respectivos lugares de trabajo antes de las 9. Ni modo.
El fotógrafo (Héctor) nos pidió que lleváramos ‘algo’ relacionado con lo que hacíamos y de lo que trataría el artículo de la revista. ‘Algo’. ¿Qué se lleva a una sesión de fotos que trata de una estación de radio por internet? ¿Computadoras? ¿Radios? ¿Un módem?

Comenzamos sentados en el piso y mirando hacia el fotógrafo que se había trepado en un banquito, luego nos puso como equipo de futbol y como foto familiar. Después nos llevó a una escultura color verde que hay ahí (y que se llama ‘La Luna’) y nos sacó varios primeros planos. Sin mentirles nos sacó como 50 fotos.
Según yo, o la revista iba a tener un especial gráfico del equipo de Básico.fm o a Héctor le habíamos gustado y nos estaba tomando fotos para un calendario.

Al final, sólo publicaron una foto, que fue la primera que nos tomaron. Según yo tiene un aire a las fotos promocionales de ‘Saved by the Bell’ (lo cuál no es necesariamente bueno) pero no salimos tan mal. Tengan en cuenta que la gente de radio somos fea, así que seguramente nos dieron varias retocadas digitales.

La revista la pueden encontrar en su Sanborns favorito o hasta en puestos de periódicos y se llama EXP. Es el número de Marzo-Abril que trae en la portada a ‘Las mejores empresas en Becarios y Trainees’. Salimos en la página 17 y aquí está el resultado:

Written by Salvador Leal

marzo 2nd, 2005 at 1:53 pm

19 días 19

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Si ya decía yo que algo tenía.
Hoy me desperté con un desgano tremendo. Y llevo todo el día con ganas de postear pero nomás no encuentro las palabras, ni los conceptos, ni la manera. No estoy bloqueado… simplemente no hay ni por dónde.

Y pus cómo no… si acabo de ver que nomás faltan 19 días para mi cumpleaños!!

En diecinueve días tendré 26 años. Dios!

Mi mood de hoy es cancelar cualquier tipo de celebración, irme a encerrar a mi cuarto y volver a salir por ahí de agosto. *sigh*

Written by Salvador Leal

marzo 1st, 2005 at 5:57 pm