Archive for marzo, 2004
Mission: Impossible
Se enciende el cerillito que prende una mecha y comienza a correr el fuego mientras se escucha la musiquita compuesta por Lalo Schifrin (en pocas palabras, el «chan chan, chanchanchan, chan, chanchanchan…. turirú, turirúuu, turirúuuuu, turi»)… ¿por qué?
Resulta que desde siempre se me ha dado el choro. No piensen con esto que soy la persona más extrovertida del mundo, muy por el contrario… pero cuando la calificación de un ñoño depende de si puede echarse un choro o no, comienzas a formar un callo muy particular para aventar el verbo. Así pues, desde chiquito, en los actos cívicos, me tocaba ser el maestro de ceremonias o al que le tocaba declamar alguna poesía en honor del descubrimiento de América (obvio todos odiaban al matadito que, en lugar de estar paradote en el sol haciendo una tabla gimnástica, estaba en el palco con el director y los invitados especiales). Ya en la secundaria, era el que participaba en los concursos de oratoria, algunas veces voluntariamente y otras a fuerzas porque yo era el gallo de mi maestra de Literatura, conocida en los pasillos del Instituto México Secundaria como «La Luchadora». Para la prepa y la universidad, si algo se me daba bien eran las presentaciones del algún tema frente al grupo… en pocas palabras, hablar en público nunca ha sido un problema.
Después entré a una estación de radio donde, no es complicado entenderlo, mi choro continuaba siendo mi principal fuente de gracias y satisfacciones. Algún tiempo después, entré a trabajar en una multinacional a la que le di mi alma en calidad de arrendamiento. Ahora que hago este recuento, no me parece tan extraño que me hayan escogido los de Procter & Gamble para el área de ventas. Ahí me enseñaron (‘entrenaron’ es un verbo más preciso) para vender absolutamente cualquier cosa… hasta shampoos!
Según yo, al salirme de P&G, le había dicho adiós a mi vida como vendedor. Craso error!
Acaba de llegarme un mail de la chamba cuyo contenido transcribo a continuación (la censura es debido a lo delicado del asunto)
El propósito de la presente es hacer de su conocimiento, que nos han contactado de la oficina del Diputado *************, Secretario de la Comisión de *********** de la Cámara de Diputados y Coordinador de los trabajos para el dictamen de la Minuta de Ley de ************, para pedirnos que exprese su posición frente a la citada Minuta y de respuesta a las inquietudes que se tienen frente al tema para que los diputados puedan elaborar su dictamen.
En pocas palabras, el día de mañana (miércoles) voy a tener que venderles una ley a un grupo de diputados en San Lázaro. Tratar de hablar con ellos será todo un reto… presentarles los beneficios de la ley será tremendamente difícil, sobretodo porque nuestros diputados no son las personas más inteligentes de este país (cualquier pensaría que son, precisamente, todo lo contrario)
Ante esta complicada situación, sólo me queda ampararme a lo que le decía Anthony Hopkins a Tom Cruise en Mission: Impossible II
Mr. Hunt, this isn’t mission difficult, it’s mission impossible.
«Difficult» should be a walk in the park for you.
Si los diputados no me muerden mientras les hago la presentación, les platicaré en este blog lo que sucedió… mientras tanto no dejen de ver el canal del Congreso, en una de esas hago mi debut!
One of these days… (2)
De repente existen cosas/personas/lugares/experiencias que no sabemos cuándo llegaron ni de qué forma… pero nos damos cuenta que no nos explicamos cómo pudimos haber vivido tanto tiempo sin ellos.
Mi caso más claro son los Smiths.
Ahora resulta que cualquier situación en la que me pueda encontrar tiene una respuesta creada hace más de 15 años por Morrisey en la letra de alguna canción. Durante toda la mañana no he escuchado otra cosa mas que el ‘Louder than Bombs‘ y es todo un viaje.
Justo cuando terminé de publicar el post anterior, comenzó ‘William, It Was Really Nothing’ que tiene este verso:
The rain falls hard on a humdrum town
This town has dragged you down
Oh, the rain falls hard on a humdrum town
This town has dragged you down
Oh, no, and everybody’s got to live their life
And God knows I’ve got to live mine
God knows I’ve got to live mine
Simplemente increíble…
One of these days…
La lluvia siempre ha tenido connotaciones positivas en mi vida. Desde que tengo memoria, me gusta ver llover. Pero también me gusta estar en la lluvia y mojarme y sentir cómo no puedo tener control de lo que cae sobre mí. Me gusta saber que no puedo apretar ningún botón o pagar una cuota para tener un minuto de alegría instantánea que con la misma facilidad llega y se va. Me gusta el color que tiene el cielo cuando llueve realmente con fuerza; no sé si sean síntomas de que vivo en un estado de *depresión* permanente, pero ese color gris que adorna el cielo durante los días lluviosos me dice muchas cosas más de las que suelo oir cuando volteo la cara al cielo.
Hoy amaneció lloviendo en muy noble y muy leal Ciudad de México. Conozco a muchas personas que se deprimen cuando amanece gris y con lluvia; supongo que, cuando piensan en la frase «mañana será otro día» en busca de un mejor mañana, no ven que el mañana puede ser bueno aunque amanezca lluvioso, gris y frío.
Canibalitum publicó hace poco una foto que reproduzco sin su permiso:
Según yo, cuando llegue el fin de los tiempos, de este color será el cielo. Lloverá y el agua en la cara será la última sensación que tendremos sobre la faz de la tierra.
Si se están preguntando ‘¿y ahora qué se fumó Salvador?’… lo siento mucho, así me ponen los días nublados.
Las Cinco del Viernes
Debido a la cantidad de cosas que traigo pendientes en la cabeza, aquí les van las cinco preguntas del viernes…
1) ¿En que ciudad o pueblo vives?
Vivo en la muy noble y muy leal Ciudad de México, también conocida como la Gran Tenochtitlan, el Defectuoso, el Defe, Mexicalpan de las Tunas, La Ciudad Más Grande del Mundo, ‘la capital’, ‘la suidá’ (López Obrador dixit), MakeSickO’ City (Semidios dixit), la Región Más Transparente del Aire (Carlos Fuentes dixit) o la Ciudad de los Palacios (Alexander von Humboldt dixit).
2) ¿Un buen restaurante?¿Uno barato?¿Uno especial por algún motivo?
Aquí sí me dan en mi mero mole. Veinticinco años de experiencia y un Índice de Masa Corporal que raya los veintinueve puntos son fieles testigos de mi constante exploración por los rincones gastronómicos de esta ciudad. Así que, para nuestros amigos de provincia (Chabelo dixit) que visiten esta ciudad, mándenme un emiliano para saber dónde, cuánto y cómo comer en la urbe del águila y el nopal.
En cuanto a un buen restaurante, ahí les van mis opciones. El ‘Restaurante del Lago’ tiene por un lado, la mejor vista que podrán encontrar en el Distrito Federal además de que la cocina es simplemente grandiosa. Su comida será grandiosa y la cuenta, si bien no será grandiosa, sí será grandota.
‘El Cardenal’, en la calle de Palmas en el Centro Histórico resulta ser uno de los lugares con mayor tradición y de más caché entre los que se dicen conocedores. Si van, a la vuelta está la Dulcería Celaya. Vale la pena no comer los deliciosos postres de ‘El Cardenal’ por darse la vuelta y entrar en un local que mantiene el look y las recetas originales desde 1874.
Finalmente les recomiendo el que a mi gusto es de los mejores restaurantes italianos de la capital: ‘El Capri’. Su osobucco es indescriptible.
De restaurantes baratos, los que más se prestan son las taquerías. También recomiendo tres. ‘Xotepingo’, localizado en la zona de Coapa (argh!) maneja una carta amplia pero afordable. ‘El Chalet’, localizado en la entrada de la Col. del Valle (Amores esq. Obrero Mundial). Y los ‘Tacos Miguel’, mejor conocidos como ‘Los Tacos de la Cochinada’ gracias a su apariencia y a sus cualidades gastrointestinales de efecto retardado; este último se encuentra en la calle de Doctor Vértiz casi esquina con Eugenia (también en la Col. del Valle)
De restaurantes especiales por alguna razón, únicamente escojo dos.
1. Cuando yo cursaba la primaria (1985-1991) en el HHH Instituto México, había una actividad que hacía de los sábados el mejor día de la semana: el Cineclub. En lo que consistía, básicamente, era en una función de cine en el Auditorio Vicente Tejedor (así se llamaba el auditorio de mi primaria) a donde acudían todas las familias a ver alguna película que recién hubiera salido de cartelera o que todavía estuviera rolando en alguno que otro cine. Gracias a esos sábados conocí a los Goonies, Who Framed Roger Rabbit? y Young Sherlock Holmes.
Pero el Cineclub era apenas una excusa para lo que venía después: ir a cenar a Juliu’s Pizza. Este lugar se encuentra a algunas cuadras de distancia de la escuela (Pilares, casi llegando al parque de Tlacoquemécatl) y mantiene ese aire ochentero que tuvo cuando yo lo conocí. Decorado con toda la parafernalia de la Coca-Cola habida y por haber, Juliu’s Pizza es sinónimo de mi infancia y de tardes de sábado post-cinematográfico que no sé si algún día volverán.
2. El segundo restaurante especial es un *patrocinio*. Tengo un cuate que abrió un restaurante italiano bo-e-ni-sí-mo. Se llama Il Ricco: Cucina Urbana y está localizado en Altavista no. 14 casi esquina con Revolución. Además de sabroso, es trendy-fashion-cool; vayan, prueben la pizza Il Gober o el Filete Eréndira y luego platicamos (inserte aquí una boca hecha agua).
3) ¿Qué es lo que más te gusta de tu población, y lo que menos?
Me gusta mucho vivir en donde vivo. Sobretodo porque no es fácil querer a esta ciudad. Se requiere una buena dosis de paciencia, esfuerzo y ganitas… igual que con una relación amorosa. La ciudad de México puede desquiciarte un martes a las tres de la tarde pero redimirse un sábado al mediodía. Simplemente hay que escucharla, apapacharla, consentirla y, sin muchos miramientos, tratar de sobrevivirla. Lo que más me gusta de este lugar es que puede ser ruidosa y estresante pero también sabe ser retraída y tímida. Lo que menos me gusta es al imbécil que tiene como Jefe de Gobierno.
4) ¿Algún sitio, monumento o rincón de tu ciudad que sea un pecado no visitar?
Si vienen a la ciudad de México y no pasan aunque sea un día en el Centro Histórico, su visita ha perdido sabor, color y olor. Para aquellos bloggers que hace algunos días platicaban de Coyoacán, la próxima vez que vengan láncense a San Ángel… es como Coyoacán pero Región 1.
5) ¿Sabes alguna leyenda, mito o curiosidad de tu zona?
La Colonia del Valle tiene mucha historia derivada de las distintas etapas que ha tenido. Al principio fue la zona donde se ubicaban las casas de campo de la aristocracia porfiriana; tiempo después se volvió una ‘moderna’ zona habitacional y, por lo tanto, hubo un boom de construcción de escuelas (sin exagerar, creo que mi colonia es la zona con mayor cantidad salones de clase por habitante de la ciudad). Poco después llegaron las oficinas y actualmente, la Col. del Valle está regresando a su vocación habitacional.
El dato curioso es que, muy cerca de donde vivo, en lo que son las calles de Martín Mendalde y Manuel López Cotilla, había hace mucho tiempo un galgódromo. Tan-tan.
P.D. Si eres observador o curioso y quieres saber más del Índice de Masa Corporal, ve aquí.
De pasiones y tentaciones
Nunca he sido fan de las películas religiosas. Como buen mediajunkie, durante las vacaciones solía pasarmela frente al televisor en lugar de salir a jugar en las calles (las razones tampoco son complicadas: vivo en la ciudad de México, donde ‘salir a la calle’ puede ser considerado como deporte extremo) y me molestaba muchísimo que, precisamente en la temporada en la que podía ver tele hasta que mi cerebro comenzara a escurrir por mis oídos, los programadores de Canal 5 me recetaran dosis de ‘Rey de Reyes’, ‘Jesús de Nazareth’, ‘Los 10 Mandamientos’, ‘Ben-Hur’ y cosas similares. Las películas religiosas cayeron de mi gracia debido a los desesperantes momentos en donde tenía que decidir entre ver el noticiero de canal 11 o a un Jesús de pequeño convirtiéndo pajaritos de arcilla en canarios de carne y hueso.
Hasta hace una semana, la única película religiosa que me gustaba (y me gusta mucho, lo pueden comprobar en mi wish list de Amazon) era ‘La Última Tentación de Cristo’. Me gusta porque me hace pensar y porque le da cuerda a mi imaginación. Porque no es una película sencilla de entender y porque se requieren al menos 100grs. de criterio para no salir y, en pleno uso de los derechos como católico, quemar a Martin Scorsese en leña verde. Si además el soundtrack es de Peter Gabriel, el negocio es redondo y uno va al cine a ver una verdadera obra de arte que mueve partes del cerebro que uno nunca pensó que existieran.
Aquí debo confesar que con la misma alegría, soltura y desenfado con la que me acepto como ñoño, también me acepto como católico. Ojo: católico, que no mocho. La mochez es un símbolo de intolerancia, rasgo que, como ya había puesto anteriormente, es la única característica ante la que soy intolerante. Siendo así, y dándole motivo a este post, les recomiendo ampliamente que vayan al cine a ver ‘La última tentación de Cristo’ en su cine de confianza (que, según he escuchado tendrá que ser Cinemex pues ningún otro cine se animó a exhibirla). Si de plano no la pueden ver, hagan lo imposible por conseguir «Passion«, el disco que sacó Peter Gabriel con motivo de su participación en la película protagonizada por Willem Dafoe y Harvey Keitel.
Siguiendo en la línea religiosa y debido a todos los comentarios que leí/vi/escuché… decidí ver ‘La Pasión de Cristo’, película de moda dirigida que ha desatado desde rumores de crueldad hasta gritos de antisemitismo. Créanme, si tienen el criterio para ver ‘La Última Tentación de Cristo’ tienen toda la autoridad para ver (y aguantar) la película de Mel Gibson. El film no es rudo…. es rudísimo!! La violencia que se presenta la puede comparar con ‘Dobermann’ (rara coincidencia, tanto en ‘La pasión…’ como en ‘Dobermann’ actúa Monica Bellucci’) y el sadismo visual llega a su climax con la crucificción en una escena que parece sacada de cine gore (cfr. la escena del cuervo). También altamente recomendable.
Finalmente, les quiero compartir un pequeño texto en caso de que quieran ponerse ‘a tono’ con el ambiente de Semana Santa. No, no les voy a recomendar que lean la Biblia o cosas por el estilo… concédanme más creatividad, ¿no? El texto es un pequeño cuento de otro favorito de este blog, el argentino Jorge Luis Borges (o Borgues, para que me entienda el Presidente) y que yo leí originalmente en una compilación grandiosa llamada ‘Ficciones’. El cuento tiene dos ENORMES conceptos teológicos que, si se clavan un poco, puede ponerlos a pensar por mucho, mucho tiempo. Si aún tienen duda de leerlo, les puedo decir que el cuento se acerca más a la línea de ‘La Última Tentación…’ que a la de ‘La Pasión…’
El cuento se llama ‘Tres versiones de Judas’. No se dejen marear por los nombres, lean atentamente y prepárense para pensar. El cuento está aquí. Buen provecho.
De la celebración…
Pues siento no haber escrito antes. Aquí en mi oficina decidieron que como ya cumplí 25 años la cantidad de trabajo que me iba a ser asignada se iba a multiplicar por veinticinco…
En fin, el fin de semana de celebraciones estuvo increíble. Desde el viernes hasta ya bien comenzado el domingo, no creo haber dormido más de 3 horas acumuladas. Los sentimientos y la reflexiones que surgen en los momentos de ruido y música son, en el caso de cumplir años, muy comparables a los que podemos tener instalados en el silencio y la meditación. La profundidad de estas reflexiones no me ha dejado digerirlas del todo, así que me limitaré -por el momento- a hacer un recuento/anécdota de lo ocurrido este fin de semana.
Como se había publicado en el este blog, el sábado había dos eventos: el concierto de Junior Senior y la presentación de Kinky. De Junior Senior sólo puedo decir que la calidad del evento fue inversamente proporcional a la duración del mismo: duró 50 minutos (pagué $280.00… talking about cost & benefit) El highlight de la noche fue el grandioso cover a Twist & Shout y el ambiente del Salón 21.
Con Kinky, la historia es distinta. Resulta que el evento de Kinky estaba patrocinado por la frecuencia en donde antes solía estar la estación de radio donde trabajé (el 96.9 de fm) así que me encontré con casi todas las personas con las que conviví durante el tiempo que fui Locutor de Radio™. Aquí cabe resaltar que, contrario a lo que ocurre en el resto de las estaciones de radio (y de los lugares de trabajo también), el equipo que hacía WFM era un equipo sui generis. Resulta que éramos un grupo de 6 personas que nunca antes habían hecho radio comercial en su vida y que de repente se veían obligados a trabajar con una cuasi leyenda de la radio con 16 Años De Experiencia™ (ese último ™ es un chiste local). Juntos vivimos muchas alegrías y muchas tristezas, pasamos problemas que jamás pensamos podríamos pasar, salíamos de antro juntos, nos regañaban a todos al mismo tiempo y nos gritaban con la misma frecuencia (esto no es necesariamente del todo cierto… yo era de los consentidos), teníamos juntas masivas que resultaban ser todavía más divertidas que el trabajo de oficina, jugábamos guerritas con pistolas de agua cuando caía la noche y también nos íbamos de vacaciones juntos. Este último punto es el que me interesa el día de hoy (para el resto de las situaciones tendrán que seguir visitando periódicamente este blog o esperarse a que todo el material anecdótico lo junte en un guión de televisión para hacer una serie cómica).
Un diciembre, nuestra jefa decidió mandar a tres personas a cubrir una serie de conciertos que estábamos patrocinando en Acapulco con motivo del Aca World Sound Festival (recuérdenlo aquí) y como se juntaba con ciertos días de vacaciones que nos había concedido milagrosamente, el equipo de 3 personas se volvió de la noche a la mañana en dos coches con personas que iban, unas a «trabajar» y otras a «ayudarles a trabajar».
No exagero cuando digo que las anécdotas que surgieron en WFM dan como para una serie de televisión. Imagen al grupo de locutores principiantes en su primera misión rumbo a Acapulco acompañados del gerente de la estación, el encargado de promoción y el diseñador de la estación. Imaginen además que entre el grupo de locutores hay una parejita que quiere todo el uno con la otra pero que mantiene su relación en secreto para evitar que La Jefa se entere (meses después supimos que La Jefa lo supo mucho antes que el resto del equipo). Agreguenle un concierto en la playa, un productor de eventos de música electrónica que en momentos parece barón de la droga, un niño que cuida lugares de estacionamiento en la playa del Princess y de cuya boca salen las palabras de sabiduría que guían a nuestros protagonistas a lo largo de su aventura y, finalmente, el detalle de que quien transmite al aire los pormenores de la fiesta tiene que estar medianamente sobrio.
Sé que cuando saque la serie de televisón será un hitazo.
Olvido el elemento unificador de la historia. El grupo que tocaba en nuestra fiesta en la playa era un grupo desconocido cuyo disco acababa de salir pero que no era tocado por ninguna estación de radio a pesar de las excelentes críticas extranjeras. Era un grupo de Monterrey que ya se había presentado en Estados Unidos pero que en México simplemente no existían. Su nombre: Kinky.
Ahora se podrán imaginar lo que sentimos en la fiesta del sábado cuando vemos que su tour es un rotundo éxito y que finalmente han conseguido entrar en la escena musical mexicana ofreciendo una alternativa distinta a las Paulinas, Rickys y Sin Banderas. O cuando escuchamos que ‘Soun tha mi primer amor’, rola que bailamos por primera vez en las playas del pacífico mexicano, es ahora una canción que todo el mundo conoce y brincotea con ella.
Al final del evento, todos teníamos un ‘ojito Remi’ anímico por todas las cosas que han pasado desde entonces. La estación cambió de giro y muchos de nosotros también. Unos siguieron en radio mientras que otros nos refugiamos en la seriedad de la vida laboral *normal*. Uno es director de una revista, otra sale en un noticiero matutino, uno más se dedica a la organización de eventos. El grupo se mantiene más o menos en contacto con sus muy dolorosas excepciones. ¿Y yo? Yo sólo sé que cumplí 25 años y que esto realmente apenas es el comienzo.
(inserte aquí Supergrass – Alright mientras Salvador se pone unos lentes oscuros y camina rumbo a la vida)
El Misterio de ‘Las Mañanitas’
Desde que nacemos hasta que nos morimos, si nuestra nacionalidad es mexicana, estamos condenados a escuchar una misma melodía por lo menos una vez al año: Las Mañanitas.
Junto con ‘Pimpón’, ‘La Rata Vieja’ y ‘Lindo Pescadito’ es de las primeras canciones que aprendemos a una edad en la que estamos dispuestos a aprendernos cualquier cosa…como por ejemplo, una canción acerca de las inconcebibles faltas de seguridad que tiene una rata al planchar y que, estúpidamente, se termina autoinfringiendo una quemadura de tercer grado.
A pesar de su fama extendida por todo el territorio nacional y comunidades mexicanas a lo largo y ancho del planeta, no se han escrito muchas líneas acerca de ‘Las Mañanitas’. Nadie sabe bien a bien quién fue el rey David o, todavía más intrigante, porqué cantaba esa serie de versos que festejan los onomásticos. Algunas teorías hablan de que el rey David era aquel gobernante de Israel que mató a Urías el Hitita, nomás porque le había echado el ojo a su mujer, Betsabé. Nunca sabremos, sin embargo, las oscuras razones por las que, además de echarse a Urías y a Betsabé (en distintas acepciones del verbo ‘echar’), cantaba una alegre canción para despertar a las personas. (Para saber más del bizarre love triangle entre Urías, Betsabé y David, aquí)
A mí me han cantado ‘Las Mañanitas’ de muchas formas y con distintos acompañamientos; desde las voces infantiles más inocentes de mis compañeritos de 1o. de kinder, hasta la aguardientosas y pastosas voces de mi amigos en la prepa. Las que te canta tu familia en la clásica ‘partida de pastel’ en donde están invitados hasta los tíos abuelos de Monclova o la versión que canta Topo Gigio con mariachi. Todas son especiales y te saben de distinta manera. En la estación de radio donde solía trabajar, la cantada de ‘Las Mañanitas’ al igual que muchas otras cosas, eran al estilo Montessori… es decir, cada quien empezaba y terminaba cuando su regalada gana se lo dictara. Todos a distintos tonos, con distintos ritmos e inclusive con una variedad de voces tal, que ahora que lo veo a la distancia no me sorprende que en Televisa Radio nos vieran con cara de terror cada vez que alguien aparecía con un pastel y la clara intención de celebrar un cumpleaños.
El origen como tal de ‘Las Mañanitas’ también permanece en el más oscuro de los misterios. Recuerdo haber leído en algún libro hace mucho tiempo, que esta melodía había nacido algunos años antes de la Independencia de México. El escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia (favorito de este blog), alimentaba la veracidad de este origen con una versión (inventada o investigada) que incluía los siguientes versos:
«Quisera ser agua de lluvia
para besarte la cara,
y volverme arroyo después
para besarte los pies»
Sea cierta o falsa esa versión, en el buscador de cabecera de todos los que nos preciamos de convivir en la red (esto es, Google), no hay una sola referencia al origen de tan famosa canción. En la mayoría de las páginas que salen como resultado de la búsqueda se le pone a la altura del mariachi y las posadas en cuanto a símbolos de la mexicanidad se refiere. Sin embargo, en ninguna de ellas se explica ni quién compuso ‘Las Mañanitas’ ni mucho menos cuáles fueron los motivos que inspiraron tan famosa composición.
Al llegar a estas líneas se preguntarán si pienso llegar a alguna conclusión.
La respuesta es sencilla: no.
Hoy es mi cumpleaños y simplemente (citando a Tigger) estoy haciendo lo que los ñoños sabemos hacer mejor. Este choro acerca de ‘Las Mañanitas’ está dedicado con agradecimiento a todos aquellos que, ya sea con gusto o con molestia, se han acordado que hoy es mi cumpleaños. Cumplir 25 años no es nada sencillo, pero cumplirlos en compañía de amigos tan queridos es, en definitiva, un lujo y un deleite. Gracias!
En las vísperas
Foto-Pensamiento a un día de mi cumpleaños no. 25
(gracias Adriana!)
¿Qué tal que…
El buen Largo-Joe propone y Dios y demás deidades disponen. Desde el año pasado he fantaseado con ir a este lugar. No sé si alguien ha oído hablar del Festival Internacional de Benicàssim. Este festival nació en 1994 cuando Miguel y José Luis Morán (responsables de la Sala Maravillas de Madrid), Luis Calvo (del sello discográfico Elefant Records) y Joako Ezpeleta (editor de la revista Spiral) decidieron promover un festival internacional, básicamente orientado al pop de vanguardia más independiente.
¿Les suena desconocido?
¿Qué tal que el año pasado los que estuvieron en el escenario principal fueron: the Cure, Radiohead, Gus Gus, Supergrass, Primal Scream, Belle & Sebastian, the Chemical Brothers, Air, Dove, Black Rebel Motorcycle Club (a estos los conocí gracias al banano)… entre muchos, muchísimos más?
¿Qué tal que este año tiene a: Beck, Blur, Placebo, Travis, the Coral, Moby, Beth Gibbons (regresaaaa!), the Jeevas (han escuchado su cover a ‘Have you ever seen the rain’?), Moloko, Groove Armada, Swaysak (me remite a W como no tienen una idea), the Delgados, Tahiti 80, Super Furry Animals, the Postal Service (el grupo del momento en el planeta Salvador Leal), Múm y Badly Drawn Boy!? Y esos son únicamente los que resaltan a la vista… estoy seguro de que dentro de los ‘desconocidos’ hay muchas joyitas.
No me creen? Entren al sitio y hasta la derecha, dénle click en donde dice ‘cartel’
¿Qué tal que es un fin de semana a inicios de agosto?
¿Qué tal que nos vamos al Festival de Benicàssim?
Pues…
Faltan dos días para mi cumpleaños… *sigh*