Archive for the ‘pointless a secas’ Category
UDVIAL
A mí, como a muchos de ustedes, me molesta un poco tener tantas actividades sociales durante el mes de diciembre. Muchas cenas, muchas comidas, muchas reuniones con personas a las que queremos pero en donde invariablemente uno termina conviviendo con gente desconocida que no tiene necesariamente los suficientes skills conversacionales que uno deseara para una reunión navideña.
Asistir a este tipo de eventos, sin embargo, puede traer sorpresas… como me sucedió hace una semana en la cena de un viejo amigo de la universidad. Estando algo aburrido en la sala del departamento de soltero de mi cuate, comencé a conversar con un tipo algo extraño del tipo ‘artista de la Condesa’ (weh) pero alivianadón. Luego llegó su pareja y después de que les conté a qué me dedico yo (guión que tengo perfectamente aprendido y que dura 3 minutos máximo) ellos procedieron a decirme lo que hacían. Y quedé impactado.
Resulta que trabajan para una cosa denominada UDVIAL o UDVVial o algo así, que son las siglas para Unidad Dramática Vial de la Policía Federal Preventiva. Y ustedes se preguntarán «¿unidad dramática vial?» que fue exactamente lo mismo que yo pregunté. Y me explicaron.
Resulta que a finales del sexenio pasado, la PFP realizó un estudio en nuestro país con base en experiencias aprendidas en Italia, Chile y Argentina acerca de los accidentes en las carreteras en la temporada alta. El estudio en particular se enfocaba en medir la ocurrencia de accidentes viales en una carretera determinada después de que los conductores habían visto un par de accidentes. De acuerdo con los resultados del estudio, los conductores no hacían mucho caso de los límites de velocidad en una carretera en donde, durante su trayecto, no veían ningún accidente, creyendo que la carretera era una vía segura. Sin embargo, si los conductores veían un accidente en el camino, a partir de ese momento el respeto a las señalizaciones y los límites de velocidad aumentaba hasta en un 80%. Con lluvia y neblina, incluso los conductores más permisivos obedecían al 100% el límite de velocidad después de haber visto un accidente en el camino.
Y ahí es donde a nuestras autoridades se les ocurrió la creación de la UDVial. Juntó a un grupo de ex-performanceros, estudiantes de actuación y maquillistas del Centro Universitario de Teatro para hacer escenificaciones de accidentes en las principales carreteras de nuestro país con el objetivo de que los conductores, después de haber visto un accidente, redujeran sus niveles de velocidad y obedecieran las señalizaciones.
No puedo negar que me quedé con la boca abierta. Este cuate me explicó que sus escenificaciones pueden durar hasta cinco horas, dependiendo de los niveles de tráfico de esa carretera; lo más complicado es, por supuesto, la instalación de un par de automóviles chocados, pero una vez que se encuentran en su lugar, llegan en una camioneta media docena de actores que ya saben perfectamente sus papeles a pesar de estar en constante rotación. Un día puedes ser la víctima mientras que al día siguiente eres parte de la gente que ‘se detiene para ayudar’. Otra de las cosas que me dijo es que la escenificación más grande en la que él y su novia han participado fue durante tres noches el pasado verano en la Autopista del Sol en donde se armó una colisión de cuatro automóviles y un poco menos de treinta actores involucrados. De acuerdo con las cifras, antes de la escenificación los automovilistas van un promedio de 35% arriba del límite de velocidad; inmediatamente después de la escenificación, el porcentaje es de 25% debajo del límite de velocidad. Incluso una hora después de que pasaron la escenificación, la cifra alcanza apenas un 2% arriba del límite.
Me he tratado de meter a la página de la PFP buscando más información pero hasta el momento no la he encontrado. Eso sí, conocer a este par de personas me ha hecho redimensionar las reuniones navideñas y el tipo de personas que asisten a las mismas. Juro que a partir de ahora iré con mucho más gusto y curiosidad… ¿O no?
Lada
No sé ustedes (le hablo a mi generación, esa que nació a finales de los 70) pero cada vez que me dan un número telefónico que comienza con 91, me saco de onda.
Yo, como ustedes, crecí cuando en México la clave Lada de larga distancia era, justamente 91 (no 01 como ahora), así que cada vez que me dan un número telefónico que comienza con 91 (como los de las oficinas que están en Santa Fe, por ejemplo) siento que me están dando un número de provincia y que voy a gastar un dineral en la llamada.
La vida es dura en el Planeta Salvador Leal.
Preocupación
Un ñoño como yo siempre se ha preocupado por las calificaciones. De hecho, parte de mis problemas en el mundo real -una vez salido de la Universidad- era cómo diablos le iba a hacer La Realidad® para decirme mi calificación.
Me preocupa que antes, en la escuela, yo era ‘el matadito’, ‘el inteligente’ o, por lo menos ‘el ñoño insoportable’. Ahora, debido a Facebook, soy:
¿¿’kindest’?? ¿¿’merriest’?? ¿¿¿NICEST???
Puaj, creo que necesito cambiar de personalidad.
O de amigos en Facebook.
Bañado con miel
En mi primaria, el tres veces glorioso Instituto México, sabías que se acercaba la época navideña cuando nuestro profesor de canto comenzaba a «enseñarnos» villancicos. Utilizo las comillas en el verbo «enseñar» porque la verdad es que más de la mitad de los trogloditas que asistían a clases no podía emitir un ‘Do’ ni aunque su vida dependiera de ello.
Nuestro maestro de música se llamaba Ángel Novoa y era un ser verdaderamente excéntrico, como sacado de una ópera italiana. Era famoso porque, durante los actos cívicos mensuales, era el que daba el conteo a toda la escuela para que echara la porra al instituto justo después del himno.
Releo el párrafo y creo que me he saltado un par de ideas: sí, mi primaria tenía himno y sí, mi primaria tenía una porra. Y si bien el himno no era cantado con exactitud (ya ven cómo se le dan a los niños eso de cambiar la letra de las canciones), toda la escuela, 2,500 almas, se unían a la porra al Glorioso Instituto México. Y el encargado de contar ‘uno, dos, tres’ antes de que la porra comenzara, era Ángel Novoa.
Lo pienso dos veces y creo que sí me gustaría una chamba como la de él.
En fin. La única persona más extravagante que el profesor de música era su esposa, Cecilia Valdés, que era quien tocaba el piano durante las horas de clase. Doña Cecilia (que muchos, muchos años después, supe que era una virtuosa de clase mundial) venía vestida con estolas, abrigos y bufandas en los días más calurosos del año. Unos días se pintaba el pelo de rojo, otras de café; algunas veces usaba una bolsa enorme decorada como papel tapiz y otras traía un paraguas sin ninguna utilidad aparente. Eran la pareja perfecta. Y los dos daban clase de música a todos (TODOS) los salones de mi primaria, es decir, a las 2,500 almas que echaban la porra del Instituto México el día de actos cívicos.
Decir que era clase de música es decir demasiado. La verdad es que la primera vez que las generaciones veían una nota musical era hasta que llegábamos a la secundaria y ahí, La Vitola, pretendía enseñarnos la diferencia entre un Fa sostenido y un Re bemol. Pobre.
Lo que nos enseñaban los profesores de música era, básicamente, a cantar canciones típicas mexicanas. Gracias a ellos conocí ‘La Bikina’ antes de que la cantara Luismi, cantamos una cosa llamada ‘De niño quise una estrella’, corridos, boleros y demás repertorio que nos permitieron no sólo sobrevivir sino destacar en visitas posteriores a cantinas y bares de mala muerte.
Con esto dicho, regreso al inicio del post; te dabas cuenta que la época navideña se acercaba porque una mañana don Ángel repartía hojas con una canción que, creo, se llama ‘Los 12 días de Las Posadas’ y que era una adaptación al español de la canción ‘Twelve days of Christmas’.
Y todo este choro mareador me lo eché únicamente como pretexto para publicar la letra de dicha canción que he buscado incesamente en internet y que no había podido encontrar. En una comida reciente con viejos amigos de la primaria, esta canción salió a la conversación y nos dimos cuenta que no recordábamos qué decía exactamente la canción. Después de desempolvar las memorias y los recuerdos, aquí está. Sirva entonces como un servicio a todos aquellos que han buscado la letra -críptica y rara- de «Los 12 días de Las Posadas» (que no tiene sentido porque en México no son 12 sino 16 y porque si alguien llegara a la posada con seis gansos finos todos lo veríamos como venido de otro planeta).
El primer día de posadas, mi amada me mandó
Una pera bañanda con miel
El segundo de posadas, mi amada me mandó
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El tercer día de posadas, mi amada me mandó
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El cuarto de posadas, mi amada me mandó
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El quinto de posadas, mi amada me mandó
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El sexto de posadas, mi amada me mandó
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El séptimo que pasa, mi amada me mandó
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El octavo de posadas, mi amada me mandó
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
Al noveno que pasa, mi amada me mandó
Nueve danzantes
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El décimo que pasa, mi amada me mandó
Diez nobles cojos
Nueve danzantes
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El undécimo que pasa, mi amada me mandó
Once tamboras
Diez nobles cojos
Nueve danzantes
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel
El duodécimo que pasa, mi amada me mandó
Doce flautistas
Once tamboras
Diez nobles cojos
Nueve danzantes
Ocho lecheritos
Siete cisnes blancos
Seis gansos finos
Anillos Real
Cuatro jilguerillos
Tres pollas cluecas
Dos tortolitas
Y una pera bañada con miel!
Querido Dios:
Muchas muchas muchas muchas muchas muchas gracias porque finalmente Apple decidió abrir su tienda on-line en México.
Eso hará posible que POR FIN pueda tener un iPod grabado en láser!!
El problema ahora, es saber qué le voy a poner a mi prospecto de iPod en la parte de atrás…
¿Una frase célebre?
¿Mi nombre? (naaah)
¿Su nombre de él?
¿Algún witty remark?
Gracias Dios. Pero se aceptan sugerencias para el grabado en la parte posterior de mi (próximo) nuevo juguete.
Death Row
Y estando en Viernes de Links Mórbidos, aquí les va un link muy interesante con las últimas palabras de los condenados a pena de muerte en el estado de Texas.
Suficiente para hacer un libro.
3 y 1
Tres guiones cinematográficos y una novela corta. Hasta ahorita, esos son los productos fruto de mis vacaciones.
Regresaré.
Difícil
… Hay días que hasta los correos electrónicos se vuelven complicados.
Con mi amigo kuwaití (sí, tengo un amigo kuwaití) tengo bastante comunicación vía messenger y correo electrónico. Y está padre que me incluya en las cadenas de sus amigos cuando festeja su cumpleaños o se queda de ver en algún lugar con sus cuates (como si yo fuera a tomar el primer avión al Medio Oriente). Pero hoy, como cerecita del pastel de un día difícil, ha decidido comenzarme a escribir en árabe.
Es uno de esos días en las que el mundo está en complot contra uno.
Se busca
Hoy recordé aquel viejo comercial de Solidaridad de un viejito y un niño que decía:
Niño pobre: Don Beto, Don Beto, ¡ya tenemos carretera!
El viejito, incrédulo, le decía que ni maiz y que se fuera a otro lado a chorear gente (bueno, no así) y al final, al darse cuenta que era cierto, el viejito lloraba porque «le habían entrado basuritas en los ojos».
¿Alguna alma piadosa y fanática podría subirlo a YouTube? ¡Ah! Y si no fuera mucha molestia, también el otro que terminaba con la frase de una niña pequeña que decía que Solidaridad era para «pregresar».
Elevador
(voz de documental) El Elevador. Un medio de transporte con mayor tiempo promedio de uso que el tren y el funicular. Ventas multimillonarias se han cerrado en los preciosos segundos que pasan entre la Planta Baja y el piso 23. Nacimientos. Muertes. Miles de enamoramientos. Millones de personas utilizan más tiempo viajando en elevador que lavándose los dientes. ¿Qué hacer durante ese tiempo muerto? ¿Qué decir durante esos momentos incómodos de violación al espacio vital en donde todos voltean a ver hacia arriba esperando que el piso indicado se encienda?
(voz de infomercial) De los creadores de «El Libro de las Conversaciones» llega a ustedes… «El Libro de las Conversaciones para Elevador». Pequeños temas especialmente escogidos para generar, en el poco tiempo que dura el trayecto de un viaje en elevador, distintas reacciones que van desde el asombro hasta la reflexión profunda. «El Libro de las Conversaciones para Elevador» sabe que cada segundo dentro del elevador es imporante, por lo que le indica el momento y la situación exacta en donde se debe hablar o simplemente esperar los aplausos del público presente.
Conversación 4,802:
(viendo los números del elevador, en el momento en el que se enciende el número 4)
¿Se han dado cuenta que, en los relojes de números romanos, el cuatro no se escribe IV sino IIII? (voltear a ver a los vecinos) ¿alguien tiene un reloj con números romanos? (salir del elevador justo en el momento en el que todos están viendo los números del reloj de Godínez el de Contabilidad)
Conversación 275:
(30 segundos antes de llegar al piso deseado) Alguna vez leí que el sonido del claxon de los vochitos era una marca registrada… me pregunto si el sonido que hacen los elevadores cuando se abren también estará registrado y si alguien gana mucho dinero cada vez que un elevador en cualquier parte del mundo abre sus puertas (sonido de elevador, se abren las puertas, sale)
Conversación 1,067:
¿Sabías que el primer elevador de México lo tuvo el Palacio Nacional en tiempos de Don Porfirio? ¿Y que el segundo estaba en el Castillo de Chapultepec, también para uso exclusivo del Presidente Díaz? El tercero se puso en un centro comercial al que sólo iba la ‘gente bien’ y que todavía sigue dando servicio; está en lo que ahora es el Gran Hotel de la Ciudad de México. Caray, cómo extraño las épocas en las que viajar en elevador era signo de estatus…
«El Libro de las Conversaciones para Elevador», una lectura indispensable para brillar también en un espacio de 2×2 !cómpralo ya!
(post nacido como una ligera modificación de una idea original de Alice)