Archive for the ‘economía’ Category
Rebelión
Originalmente iba a hablar de los libros que estoy leyendo; iba a hacer un pequeño resumen del por qué los leo y de cómo van y luego se los iba a recomendar (como lo había hecho hace mucho mucho tiempo). Pero la verdad es que todo eso iba a ser una vil excusa para extenderme en mi recomendación de un libro nomás.
Lo compré porque la autora escribió un libro que me encanta y porque en la portada decía «Primera Edición en Castellano sin Censura». Fue un libro caro y con el que, durante los días que lo he cargado, he descubierto que el ejercicio y la lectura no están peleados (1113 páginas lo atestiguan).
Pero desde la primera página, me cautivó. Y no miento… la página del prólogo, escrito por Fredy Kofman, dice:
«En la década de los 80, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y el Círculo de Lectores hicieron una encuesta en la que se preguntaba cuál era el libro que mayor influencia había tenido en la vida de los encuestados. El primero en el ranking fue la Biblia; el segundo, este libro. Puedo dar fe de esa capacidad de impacto por mi propia experiencia.
(…)
«Escribir un prólogo para este libro es un gran desafío. La profundidad conceptual de la obra me tienta a hacer disquisiciones metafísicas, epistemológicas, éticas, políticas y estéticas. Pero no creo que estas reflexiones sean lo más conveniente. Para quienes conocen el texto, las palabras de Rand son insuperables y no requiren de exégesis. Para quienes no lo conocen, adentrarse en sus misterios por cuenta propia es el mejor camino.
(…)
«La Rebelión de Atlas es la obra culminante de Ayn Rand. Siendo ya una exitosa novelista, escribirla le llevó 13 años de absoluta dedicación. El discurso central de la obra, que en total tiene 55 páginas, le demandó más de tres años de trabajo febril. Despúes de La Rebelión de Atlas, Ayn Rand no pudo escribir otra novela. Publicó algunos ensayos cortos, pero nada comparable con esta. Rand se entregó a Atlas completamente, y Atlas tomó hasta la última gota de su energía creativa.
Así como Atlas le exigió a Rand un compromiso absoluto para ser escrito, le exige al lector una atención inusual para ser leído. Las más de mil páginas de esta obra pueden resultar desalentadoras para quien no conoce la recompensa que encierran.
(…)
«Leyendo las últimas páginas, me temblaban las manos como si hubiera tomado 10 tazas de café expreso doble bien cargado. Sabía que algo extremadamente significativo había tenido lugar en mi vida. Después de 38 años de vivir con los ojos cerrados, intuyendo que algo estaba mal en el mundo, pero sin saber qué era o cómo combatirlo, por primera vez los había abierto. La virtud y la nobleza de la libertad brillaban tan radiantes que me dolían, quemando mis retinas y penetrando hasta lo más hondo de mi corazón.»
Lo primero que me sorprende es que haya alguien que hable con tanta pasión y cariño de un libro y que sepa externarlo de una manera tan clara. Lo segundo que me sorprende es que voy en la página 230 (apenas llevo una quinta parte del libro) y debo decir que, en efecto, me tiene atrapado. Aún no he llegado a los niveles de éxtasis del autor del prólogo… pero sí lo suficiente como para invitarlos a que junten su lanita (cuesta como tres Harry Potters) y corran este fin de semana por él a su librería de confianza. Vale la pena.
RAND, Ayn, La Rebelión de Atlas, Ed. Grito Sagrado, Buenos Aires, 2004.
¿Quién es Ayn Rand? Aquí.
Compra el libro aquí, aquí o aquí.
..y una cita
Les regalo una cita que encontré el día de hoy:
The ultimate decision about what is accepted as right and wrong will be
made not by individual human wisdom but by the disappearance of the groups that have adhered to the «wrong» beliefs.
— F.A. Hayek
P.D. Si se lo preguntaban… No. Friederich Hayek no tiene nada que ver con Salma. Más info de F.A. Hayek, aquí.
Profiling
Suelo hablar muchas cosas malas acerca de la universidad que tuvo el dudoso honor de tenerme entre sus filas. Y lo hago por muchas razones, comenzando con que estudié la carrera que estudié y en la escuela que estudié por un error de cálculo.
Sin embargo, atesoro dos o tres detalles de mi vida universitaria en el ITAM y una de ellos fue un seminario que llevé con un profesor llamado Javier Bonilla. En su clase aprendí desde biología evolutiva hasta movimientos del tipo de cambio… así de increíble era su clase. Y ahí también conocí el término ‘profiling’.
Básicamente, el profiling es la actividad de recopilación y clasificación de comportamientos humanos… especialmente los comportamientos que tenemos como consumidores. Ja! Y regresamos al leit-motif de este blog: ¿qué tan conscientes estamos de nuestros actos y qué tanto actuamos porque así nos dicen que debemos actuar? Si algo aprendí trabajando en P&G fue lo cuasi-inexistente que es nuestra libertad como consumidores. Lo increíble es que nosotros creemos que decidimos libremente nuestros artículos de consumo cuando en realidad la mayoría de las veces tomamos las decisiones que tomamos porque son las que están al inicio del pasillo del supermercado, a la altura de los ojos del anaquel o porque lo hemos visto anunciado varias veces en la televisión.
Pues bien, el profiling es un arma que tienen las compañías para saber quién eres, qué es lo que te gusta y cómo te gusta (¡Dios mío! ¡¡Hippie globalifóbico sal de este cuerpo!!). En pocas palabras ellos saben ‘what makes you tick’ gracias al profiling. ¿Cómo? Sencillo.
Supongamos que tenemos un individuo al que llamaremos Ramón.
Ramón, como cada quince días, va al Costco a comprar ‘el super’. Ramón hace sus compras de lo más relajado, llega a la caja, paga y se va.
Con esa sencilla actividad, Ramón acaba de aportar toneladas de información a todo aquel que tenga las ganas y -muy importante- los recursos para obtenerla. Por ejemplo, quien compre la información cruzada de esa compra podrá saber, gracias a las compras que hizo/hace/hará:
Si Ramón está casado o soltero, si tiene hijos y cuántos, cuáles son la talla y el color que le gusta para sus kakhis, si utiliza lentes de contacto o compra algún medicamento periódicamente (llámese Tums, Pepto-Bismol o Exedrin), si le gusta comprar comida congelada o prefiere hacerla él mismo en casa, si tienen jardín o vive en un pequeño departamento, si le es leal a la marca de refresco que compra o prefiere una marca más barata… en fin, las posibilidades son tantas como los productos y la combinación de productos que el buen Ramón se llevó del Costco. Y eso sólamente con su membresía… pero si tomamos en cuenta la información que da con su tarjeta de crédito (en qué cajero saca dinero, cuánto gasta en restaurantes, hace compras por internet y qué compras hace, tiene teléfono celular o qué marca de coche tiene y qué tan bien cuidado está) resulta que Ramón lleva varios millones de dólares en información en la cartera.
¿Qué hacen las compañías con esa información? Sacarle hasta la última gota de jugo que se pueda: armar promociones dirigidas a solteros en donde en la compra de 3 refrescos les regalan una botella de ron, sacar nuevos productos que satisfagan las necesidades de los padres de familia con dos hijos y un jardín, fabricar cajas diseñadas para que entren sin problemas en la cajuela de los coches que suelen tener las personas que compran determinados productos, ofrecerles paquetes de avión y hotel con alberca a usuarios que viajan con sus hijos… etc, etc, etc.
Si en alguna ocasión han comprado algo en Amazon.com, tendrán la experiencia un poco más digerida. ¿Se han dado cuenta que cuando entran a la página principal de Amazon en una computadora donde ya han hecho compras con su password… aparecen muchísimos productos que les resultan muy atractivos? ¿Se han dado cuenta que parte del perfil de un producto en Amazon incluye el ‘las personas que compraron esto, también compraron esto otro’? Eso es profiling. Usar la información que ustedes mismos les están proporcionando, para venderles más cosas.
Pero mi choro no termina ahí. Esa era apenas la información que requerían para lo siguiente.
Si ustedes entran en estos días a la página de Amazon.com, encontrarán que pueden contribuir económicamente a la campaña política de cualquiera de los contendientes a las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
«Mmmm… sí, quiero el nuevo DVD del Señor de los Anillos, un libro de Ayn Rand y… ¿por qué no?, donar cincuenta dólares a la campaña de John Kerry»
Hay dos cosas que me llaman la atención de este asunto:
1. El cruce de información que Amazon va a tener con respecto a las preferencias políticas de sus usuarios será tremendo. Van a poder saber qué discos/libros/revistas/juguetes/ropa/mascotas compran los de derecha/izquierda/liberales/conservadores/de centro/indiferentes, y
2. Quien compre esa información… podría crear, en un futuro, a un candidato hecho a la medida de las verdaderas preferencias de las personas.
Y aún no sé qué pensar acerca de este segundo aspecto.
Comentarios… en exlocutor@yahoo.com
Melchor, Gaspar, Baltazar & Mao
Supongo que ya comieron rosca.
Supongo también que a alguien le salió el ‘niño’ (a ustedes no, God forbid!)
Vean el muñequito. Denle vueltas. Vean la calidad con la que está hecho.
A menos que hayan comprando su rosca en alguna pastelería de alta alcurnia donde no venden Rosca de Reyes sino «Royal Fruit Pie», el monito será básicamente el mismo que han visto desde que tenían uso de razón. Y será realmente chafa, con rebabas alrededor de todo el cuerpo, pedacitos de plástico pegados en distintas partes del cuerpo que hagan que el ‘niño’ parezca saliendo de la pubertad. (no bromeo… a una tía mía un día le salió tremendo agregado de plástico mal derretido en la entrepierna del chamaco)
¿Y a dónde voy con estos comentarios que rayan en la herejía? Pues que si un día de estos, sale en los periódicos algo así como: «Industria 100% mexicana ahogada por chinos: los muñequitos de la Rosca de Reyes dejan de ser hechos en México» nos pongamos a pensar en las razones por las que esto ocurre.
Cuando vean un producto mal hecho de procedencia mexicana, no es sólo una verguenza también es un area de oportunidad para que empresarios extranjeros produzcan mejores artículos.
He aquí el muñequito que provocó toda la reflexión del Día de Reyes.
No les pongo la imagen del muñequito «desarrollado» pues esas me las estoy guardando para cuando publique www.salvadorlealhotpics.com
Jingle Bell Rock
Parece ser que se ha desatado una fiebre por los blogs. Aparte de mi amigo con problemas de personalidad (cfr. «What’s in a name» del 3 de enero) ya hay otros dos cuates que han comenzado a contar sus aventuras en internet.
El primero es un producto importado directamente desde Minatitlán, Ver. que ya tenía una página de internet (una de verdad, no como la mía) en donde además de publicar fotos de sus cuates suele dar rienda suelta a su vena poética.
El otro amigo que acaba de entrar en el rollo de los blogs escribió en su primer post algo que quiero retomar. De hecho, a él lo pueden escuchar todos los días a partir de las seis y media de la mañana por el 102.5fm en la Ciudad de México. Suele tener comentarios inteligentes y divertidos (afortunadamente son más lo segundo que lo primero) que opacan a los ya de por sí opacos conductores del programa.
En su post, mi cuate habla de lo devaluada que se encuentra la Navidad tanto en forma como -especialmente- en fondo. ¿Qué celebramos y por qué?
¿Qué tan conscientes estamos de nuestros actos y qué tanto actuamos porque así nos dicen que debemos actuar? ¿Qué tanta diferencia tenemos con las gallinas que ponen huevos cuando les encienden repentinamente las luces y nuestro comportamiento en cuanto comenzamos a ver arbolitos adornados y escuchar música navideña?
La Navidad está tan devaluada globalmente que en China, un lugar en donde actualmente se tolera más al capitalismo que a la religión, los oficiales del gobierno chino han decidido aprobar la Navidad por ser más un fenómeno consumista que una expresión religiosa (The Economist, December 20th 2003, p. 56)
¿No me digan que no resulta curioso que un análisis de instauración de política no haya generado preocupación el que la segunda fiesta más importante de una de las religiones con más adeptos en el planeta sea instaurada dentro de la ateísima y cerradísima sociedad china?
Quizás se vuelva un tema repetitivo en este blog, pero el núcleo del problema consiste en preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos. Cuáles son las razones por las que tenemos el trabajo que tenemos o estudiamos la carrera que estudiamos, por qué tomamos/comemos/bebemos/esnifamos los productos que compramos, por qué celebramos las fiestas que celebramos.
No quiero verme ni ‘grinch’ ni mocho pues no me reconozco como ninguna de las dos cosas; sin embargo, resulta una lástima que podamos reducir una idea tan grande en un concepto tan vano. Digo, hasta para la persona menos interesada, la Navidad le podría resultar impactante tanto teológica como literariamente (un Dios que manda a su hijo a nacer entre las peores condiciones no suena al clásico cuento de hadas)… para que al final de cuentas todo se convierta en un pretexto para trabajar medio mes, comer mucho, beber más y gastar a todo lo que da.
Y si ustedes me dicen que uno de los propósitos de la Navidad sí se cumple pues finalmente te da una oportunidad de convivir con tu familia y tus amigos… quizás tengan un poco de razón. Pero entonces estoy realmente ardido por no haber podido celebrar con ustedes tan importantes fechas.
¿Y será cierto que las drogas destruyen? I
Me han llegado varios comentarios (lo cual en cierta parte es bueno, pues significa que ya hay personas leyendo esto) acerca de algo que dije ayer. Cito la entrada del 3 de enero: «(…) y asi evitar que los multiples productos que consumo y que matan neuronas hicieran un trabajo a todas luces irreversible»
Este comentario hizo que repentinamente se levantara la voz de más de un preocupado que pensó que el tiempo que trabajé en Televisa había causado estragos demasiado profundos (léase, que había caído en el oscuro y caro mundo de las drogas). Lamento decepcionarlos (a los que, alarmados, me enviaron correos) pero lo más fuerte que me he metido han sido pericazos de Canderel y fue un día que de verdad no tenía nada mejor que hacer.
Sin embargo, el asunto de las drogas es un tema que me apasiona. El manejo que los medios, el gobierno y la sociedad en la general le ha dado a un tema tan delicado como las drogas es algo que me enoja y me llena de indignación pero que al mismo tiempo me hace reflexionar acerca de qué tan estúpida es nuestra sociedad para creer lo que la mala publicidad gubernamental y mediática les dice.
A mí me enseñaron a dudar de todo lo que me dicen… especialmente cuando la fuente de información es el gobierno y obedece a intereses que van más allá de mi conocimiento. De ahí viene el título de esta entrada… ¿sí serán tan malas las drogas? ¿Vale la pena hacer campañas que propagen el miedo en lugar de propagar una información objetiva y científica? ¿Preferimos ser tratados como indigentes mentales y que nos digan qué sí podemos consumir y qué no… aunque no nos den razones?
Como muchos de ustedes saben, por razones que recaen en el campo de la teoría económica, yo estoy a favor de la despenalización del mercado de las drogas. Si no estoy de acuerdo en la forma en la que el gobierno y los medios generan miedo entre la población con respecto al tema de las drogas, mucho menos estoy de acuerdo en cómo el gobierno ha llevado a cabo la ‘lucha’ contra este mercado.
Abordar el problema desde el lado de la oferta sin modificar políticas del lado de la demanda, hacen de la denominada ‘guerra contra las drogas’ una guerra cara que está perdida de antemano; donde los principales interesados en mantenerla viva (y que, por lo tanto, se oponen a la despenalización de las drogas) se encuentran dentro del mismo gobierno (pónganse a pensar un poquito: supongamos que el Cereal Trix es nocivo para la salud y está prohibida su comercialización y que ustedes son parte del «Escuadrón de la Lucha Contra el Cereal Trix». A ustedes les pagan por acabar con el Conejito Trix y por luchar contra los comerciales de Trix y hasta por regular y limitar el uso del cartón para las cajas de cereales por la posibilidad de que alguien las pueda utilizar para guardar en ellas las deliciosas bolitas de aglomerado de masa de arroz y azúcar. Si ustedes y su familia viven de que esta batalla contra el Trix se dé, ¿creen que van a ponerse muy contentos si legalizan la comercialización del Cereal Trix? Si el gobierno para el que trabajan le da al «Escuadrón de la Lucha Contra el Cereal Trix» alrededor de 6 MIL MILLONES DE DÓLARES al año para financiarlos… ¿ustedes creen que se pondrán muy contentos cuando ya no sea necesario tener a ese Escuadrón pues el mercado será legal?)
En fin, este blog ya se alargó más de la cuenta. Mi punto es: no caigan en el juego de ‘las drogas destruyen’. No hay nada mejor que la información. Yo soy fan de un organismo español financiado por el gobierno catalán llamado Energy Control, dedicado a la divulgación de los efectos reales de las drogas.
Siempre que discuto este tema, las personas salen con el asunto de: ‘lo que pasa es que se requiere educación’. Esto es totalmente cierto. Ahora pregúntense: qué educa más, el miedo o la información? Eduquémonos
*Nota* La cifra de 6 mil millones de dólares es el presupuesto que se destina en E.U. para a lucha contra las drogas. México gasta alrededor de 770 millones de dólares anualmente con los mismos fines