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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for the ‘política’ Category

Ken & Chente

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Ken Livingston es un político inglés que fue elegido en el año 2000 como alcalde de la ciudad de Londres. En ese mismo año, Vicente Fox se convierte en el primer Presidente de México que pertenece a un partido distinto del que gobernó el país durante más de 70 años.

Londres y México no tienen mucho que ver ni en sistema político ni social ni económico. Ellos han pasado por cosas que nosotros jamás nos hemos ni siquiera imaginado, y nosotros tenemos una historia particular digna de la creatividad galopante de un escritor esquizofrénico y en drogas.

No deseo comparar, sólo señalo. No aspiro ni siquiera a nivelar los estándares… y no sé si eso refleje cinismo, pesimismo o simple realismo. Pero ahí va.

El pasado viernes, el alcalde de Londres fue suspendido de sus funciones durante un mes por un comentario antisemita dicho a un reportero a la salida de una fiesta (Dato inútil pero interesante: la fiesta era para celebrar los 20 años de la salida del clóset de un diputado). Si bien el periódico al que pertenece el reportero le tiene especial tirria a don Ken, el comentario fue calificado como «innecesariamente insensible» de acuerdo con el Comité que se encarga de revisar asuntos relativos al actuar gubernamental (algo así como nuestra Secretaría de la Función Pública) y se decidió mandar a su casa al Alcalde por cuatro semanas. Si quieren ver las notas periodísticas, den click aquí y aquí.

¿Resumen? Alcalde de Londres suspendido por un comentario antisemita dicho a un reportero. ¿Ok? Ok.

Hoy, Enrique Krauze, en su columna del periódico Reforma, publica un comentario que le hizo el Presidente de México en privado. Escribe: (…) Alguna vez me tocó atestiguar la calidad moral de uno de esos personajes encumbrados, muy próximo al Presidente. En un desayuno me dijo, ya en confianza: «En Los Pinos trata uno todo tipo de gente extraña, hasta judíos». Y luego remata Krauze, en un reproche apenas velado: Admiré su tolerancia al compartir conmigo el pan y la sal.

¿Resumen? Personaje encumbrado y cercano al Presidente de México hace un comentario estúpido que raya en lo antisemita a un intelectual que es líder de opinión.

¿Alguien, en algún punto, le va a decir a nuestros políticos que no pueden decir tantas idioteces? ¿Se podría obligar a Krauze a decir quién dijo eso? ¿Alguien podría castigar a dicho personaje anónimo? ¿Quién castiga a nuestros políticos?

Written by Salvador Leal

febrero 26th, 2006 at 10:48 pm

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Política

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No me puedo imaginar a un asesor político que haya cobrado por esta idea con la firme convicción de no haber engañado a su cliente. Y no sé quién haya sido más estúpido, si el asesor político por la idea o el político por hacerle caso al asesor político sin que la explicación haya pasado primero por su cerebro.

De buenas a primeras, en una esquina de mi colonia (ubicada en uno de las dos delegaciones [municipios] del Distrito Federal que son gobernadas por el PAN y no por el PRD como el resto de la ciudad) apareció esta manta.

El texto dice: «La Delegación Benito Juárez, ni se crea, ni se destruye, sólo se transforma… con» Javier Gómez De Agüero

Independientemente de que el texto está plagado de comas que nomás no van y de comillas fuera de lugar, no entiendo a quién diablos le puede parecer una buena idea poner una manta con el rostro de Einstein junto a una frase que se asemeja a la Ley de la Conservación de la Materia™ y que es original de Antoine Lavoisier.

¿Poner a Einstein en una pancarta política le habrá parecido un parteaguas en la historia del marketing político al asesor que lo propuso? ¿Creería que usar como frase de campaña una ley de la Química clásica es muy creativo? ¿Confundir a Einstein con Lavoisier intenta atraer el voto de gente que apoye al candidato por lástima al generarle una imagen de imbécil?

No me cae mal la política. Ni los políticos. Ni las campañas políticas.
Me caen mal los pendejos.

Written by Salvador Leal

febrero 8th, 2006 at 5:51 pm

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México

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Sí, otro batón, pero qué le vamos a hacer… ¡le dieron a mi mero mole! La idea sale de la mente retorcida de Armando gracias a una iniciativa de Duveth y responde a una sola pregunta:

¿Qué hago yo por mi país?

Enlisto mis respuestas, en ningún tipo de orden:

1. Consumo. Satanizado por unos, santificado por otros, el consumo hace que la economía de mi país se mueva. Sí, mucho de ese dinero se va a los Grandes Capitales™, pero resulta que ellos le dan trabajo a varios miles de mexicanos no sólo entre sus filas sino también a proveedores de materia prima, servicios, etc. En pocas palabras, cada que voy a echarme unos tacos al pastor, voy al cine o me como unas papitas, ayudo a mi país.

2. Ahorro. Mi gasto corriente es cuidadosamente manejado por alguien que si no se considerara ahorrativo, diría que es marro. Guardo hasta el último peso y todo lo pongo a trabajar. Si fuera un poquito más arriesgado (cosa que, por supuesto, no soy) pondría algún negocio en lugar de que sólo me dé intereses la lana que gano mes a mes.

3. Invierto. Particularmente, invierto en capital humano para mí y los que me rodean. Visito museos, compro y leo libros, veo películas, estudio, pienso.

4. Opino. Este blog es una continuación natural a tener un programa de radio y hablar de lo que me interesa o me preocupa. Recuerdo que cuando decidí dejar de trabajar en WFM para dedicarme de lleno a terminar la carrera de Economía, me dí cuenta que mi trinchera de batalla no estaba en los medios en ese momento. Ahora que tengo un blog que revive de manera periódica, no sólo me permite lidiar con mis demonios internos sino también aportar mi granito de arena. Nunca sabes quién está leyendo, nunca sabes de qué manera tu pensamiento hace eco en la mente de las personas. Creo que escribir y publicar ayuda, aunque de manera muy mínima, a mi país.

5. Trabajo. Y no sólo por el beneficio netamente económico que tiene el que un wey de 26 años pertenezca a la Población Económicamente Activa. Mi chamba, de la que no he hablado mucho en el pasado ni hablaré demasiado en esta ocasión, me permite ayudar a mi país de las maneras más inesperadas. Justamente una de las cosas que me gustan de mi trabajo es saber que sí estoy haciendo la diferencia en muchos temas de interés público.

6. Pago impuestos. El comentario «yo no pago impuestos porque luego se los roban» se me hace reflejo de una mentalidad escandalosamente menor. Con todo el dolor de mi corazón y de mi bolsillo, pago impuestos cuando consumo (el IVA) y el impuesto sobre la renta. El gobierno podría ser más eficiente con el dinero que le pago y podría gastarlo en otros rubros, pero no pienso darle una lección no pagando. Mejor le doy una lección al ejercer mi…

7. Voto. Hago uso de mi derecho ciudadano a hacerme escuchar. Y aunque yo también estoy decepcionado del nivel de nuestros políticos, no votar «porque todos dicen los mismo y nadie me convence» tampoco resolverá el problema. Votar en las elecciones es bueno para mi país, para mi sociedad y para los tiempos históricos en los que vivo. Votar no sólo me asegura un lugar (pequeño, ínfimo) en la historia de la democracia del mundo occidental del siglo XXI, sino que limita la llegada de imbéciles dictadores que creen que saben más que todos sus gobernados.

8. Me alimento bien, me abrigo, me cuido. La gente cree que el gobierno tiene campañas de vacunación o de promoción de una buena alimentación nomás porque sí. No es así. Los enfermos son muy caros. Curar las enfermedades que se generan por una mala alimentación es extremadamente costoso, no sólo en recursos médicos sino en la incapacidad de las personas para tener una vida productiva. Cuidar mi salud es algo que le hace bien a mi país.

9. Convivo con mi familia. Quienes me conocen personalmente, saben que mi familia está en mi top 3 de prioridades personales. Si lo ven de forma mamona, al fomentar que la base de la sociedad esté unida, fomento que la sociedad en la que vivo tenga mucho más cohesión y homogeneidad social. Si lo ven más relajado, tener un lugar en donde se preocupen por tí, te mimen y te quieran es invaluable; motivar la presencia de la familia le ayuda a mi país en más de un sentido.

Dice Quack que la necesidad de quemarnos en público es una de las constantes más afianzadas en los blogs, invito a hacer exactamente lo contrario pasándole el batón a:

Ruy Feben
El Huevo
Alice
El Mulder (no se vale decir que comérsela lo hace por México)
Arbol Tsef
– y last, but certainly not least, Semidios

Y tú… ¿qué haces por tu país?

Written by Salvador Leal

enero 30th, 2006 at 2:29 pm

Darío

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Los que fueron conmigo en el glorioso Instituto México, no me dejarán mentir. Una de las personas indispensables para el correcto funcionamiento de ese edificio que albergaba a 2,500 niños entre los 6 y los 12 años, era Darío. Todos conocíamos su nombre porque el director, ante la falta de celulares (estamos hablando de 1985), utilizaba el monumental sistema de sonido de la escuela para avisarle a Darío que lo andaba buscando.

Uno podía estar en clase de Español copiando un texto, o en clase de Dibujo súper metido en realizar correctamente el punto de fuga que nos acababa de enseñar la maestra Tere Palau, cuando se encendían las bocinas de toda la escuela y una voz de ultratumba (que se nos había enseñado a ubicar como el todopoderoso Director) decía: «Dariiiooooo»

Darío -supongo, porque no tengo mi anuario a la mano- era el jefe de intendencia de la primaria. Era el encargado de dirigir a un verdadero ejército de individuos que obraban milagros. Uno no podía entender cómo la escuela podía estar limpia un día después del domingo de Kermesse en donde el patio se atascaba de cualquier cantidad de puesto de comida, bebida y juegos que se pudieran imaginar. Y sin embargo, uno llegaba el lunes después de la Kermesse y la escuela estaba rechinando de limpia.

No es por ser clasista o discriminador, pero cuando platico de Darío, básicamente imagínense a cualquier encargado de intendencia de cualquier escuela. Moreno, con rasgos más bien indígenas y un suéter horrible que jamás se cambiaba. Pero eso sí, era eficiente y trabajador. Y estoy seguro de que todos los alumnos que pasaron por el Instituto México, por lo menos cercanos a mi generación, recuerdan la voz del Director diciendo por el altavoz: «Dariiiiooooo».

Hoy justamente estaba pensando qué habría sido de Darío, cuando vi el periódico. Y me dio realmente gusto saber que Darío, ese inconfundible personaje, consiguió chamba como Presidente de Bolivia. ¡Bien por tí, Darío!

P.D. Ya en serio, o Evo Morales no tiene una esposa que lo vista, o no tiene asesores que le vayan a comprar un traje y corbata al Zara más cercano, o piensa hacer con los suéteres al estilo César Costa lo mismo que Vicente Fox hizo con las botas.

Written by Salvador Leal

enero 4th, 2006 at 12:12 pm

Carta a eluniversal.com.mx

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Estimado eluniversal.com.mx:

Antes que nada, tengo que decirte que soy fan tuyo. Hasta hace muy poco, si quería saber qué diablos pasaba en México o el resto del mundo, entraba directamente a tu portal y me informaba con la misma eficiencia que tendría al encender el radio y sintonizar una de las muchas estaciones que componen la oferta noticiosa radial.

Tus reporteros pareciera que traen su Blackberry y suben su noticia a la página de internet desde el lugar de los hechos. Sé que no es así, pero así lo parece y créeme que quienes estamos todo el día sentados frente a una computadora, lo agradecemos. Sin exagerarte, creo que consulto tu portal al menos diez veces a lo largo del día… así de frecuentes son mis visitas.

En pláticas con amigos, he externado la tesis de que tú sí sabes cómo funciona un portal de noticias en internet. Tu competidor más cercano (reforma.com) se ha limitado a trasladar los contenidos de su versión en papel a la pantalla, sin tomar en cuenta que el público que está frente a una hoja de papel periódico es muy distinto al que se encuentra frente al monitor de una computadora. Tu competencia simplemente no sabe cómo hacer las cosas y tú, sí; su formato es tremendamente cuadrado e inmutable, la página no es atractiva y cuando hay algo que finalmente te llama la atención y te atreves a darle click a esa sección, chas! te encuentras con que reforma.com te cobra!! Ahí es cuando te das cuenta que tu competencia simplemente no entiende el internet.

Claro, no es que tú seas perfecto. La prontitud de tus noticias muchas veces han generado errores de dedo garrafales (y también de concepto, como cuando mataste adelantadamente a José López Portillo), a varias de tus notas no les vendría mal una fotografía y, créeme en esto por favor, lo que tú publicitas como un weblog NO ES UN WEBLOG!

Pero en fin, te decía que era tu fan. Y digo ‘era’ porque con el último movimiento publicitario que hiciste la semana pasada caíste varios lugares en mi escala de admiraciones. Y sí, me refiero a la publicidad de Arturo Montiel que has decidido recetarnos antes de dejarnos ver el contenido de tu página.
Y no, no creas que me molesta que sea priísta o que el tipo no sepa hablar o que sea un anuncio político. No. Va mucho más allá. Si continúo con la teoría de que tú sí sabes cómo manejarte como periódico en línea y que, por lo tanto, te has sabido posicionar como la opción informativa mexicana en internet, el hecho de que hayas puesto publicidad de don Arturo Montiel antes de mostar tu página principal me hace sospechar que la orden de que aparezca esa publicidad viene de personas con mucha mayor influencia que tú pero con mucho menor conocimiento del negocio de internet.

Una publicidad tan invasiva lo único que le hace a tu público es aborrecerte a tí como medio en donde se transmite la publicidad y a la publicidad invasiva en sí, con lo que se anula cualquier mensaje positivo que se quisiera mandar a través de la misma. En pocas palabras: nos molesta la publicidad a la de a fuerzas. Es como los doscientos correos electrónicos basura que llegan a tu buzón sin ser requeridos; tienen las mismas connotaciones negativas y tienen el mismo efecto publicitario positivo… ninguno.

Pero insisto, según mi teoría, tú sabes esto. Sabes que no me (nos) gusta la publicidad invasiva. Lo sabes porque has sido el mejor jugador de noticias mexicanas en internet. Por la única explicación es que alguien mucho más arriba (no sé si tu jefe, o tu dueño o el mismo Montiel) te hayan obligado/pedido/solicitado-a-fuerzas que las fotos del precandidato aparezcan antes de tu página.

Por favor, quítame esas sospechas. Quita la publicidad invasiva de tu portal.

Afectuosa y decepcionadamente,

Salvador Leal.

Written by Salvador Leal

septiembre 13th, 2005 at 4:19 pm

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Dentro del autobús

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Uno de los factores por los que he hecho muchas de las cosas que he logrado en mi vida ha sido la existencia de personas a mi alrededor que me han dicho ‘no se puede’ en el momento justo.
Si un día se me ocurre una idea, la suelo platicar por ahí para ver cómo funciona en la mente de otras personas y si por casualidad me encuentro con alguien que, con argumentos más o menos inteligentes, me dice que no se puede… no veo mejor excusa para realizar la idea que el demostrar que sí, que sí se puede.

Así sucedió hace casi seis años, cuando se me ocurrió que la estación de radio universitaria en donde trabajaba (el Circuito de Radio y Televisión del ITAM) podía cubrir la llegada de Vicente Fox, el primer presidente electo de un partido distinto en 70 años, al poder en México.
Y cuando conté mi idea, lo primero que me dijeron fue: 1. estás estúpido y 2. no se puede. Las razones eran muchas, que si un medio de comunicación universitario no podía ser considerado como un medio digno de una acreditación para la ceremonia de traspaso de poderes; que si bien el Circuito hacía una buena labor como radio universitaria, el ITAM ni siquiera tenía la carrera de Comunicaciones y que por lo tanto no podía haber ni siquiera una buena excusa para cubrir el evento; que si había una fila interminable de medios nacionales e internacionales que querían estar en el evento… y así, muchas razones para que decirme que no, que me olvidara del asunto, que no se podía.

No recuerdo bien a bien cómo le hice. Sí recuerdo una conversación con Marta Sahagún (a quien conocí en la campaña cuando era la vocera oficial) y con una colaboradora suya de nombre Gina Morris. Recuerdo haber mandado mi solicitud explicando los motivos de la cobertura y también recuerdo que mis motivos no iban mucho más allá de a) demostrar que sí se podía y b) ver Historia sucediendo frente a mis ojos. Contra todas las posibilidades, una mañana recibí un correo electrónico en donde se me indicaba que podía pasar por mi acreditación el 29 de noviembre a un edificio muy cercano a la glorieta de Colón en el Paseo de la Reforma y que ahí recibiría mayores indicaciones.

Para no hacerles el cuento largo (los cuentos largos saben mejor al calor del vodka), el primero de diciembre del año 2000, el día en el que un presidente de un partido distinto llegaba al poder después de más de 70 años de una denominada ‘dictadura perfecta’, aquí su seguro servidor portaba su gafete de prensa y se metía por todos lados acompañado de su fiel minidisc.

Muchas cosas vienen a mi mente de ese día. Recuerdo la cara de Paco Gil cuando me acerqué a pedirle una entrevista a nombre del Circuito de Radio del ITAM. Primero se rió y luego me dijo muy divertido «¿qué no deberías estar estudiando para tus finales?». En efecto… justo mis finales comenzaban la siguiente semana y don Paco, en un afán desmoralizador y en su papel de profesor de Economía en el ITAM, prefirió remitirme a mis deberes académicos que darme ‘la nota’. Recuerdo también que los eventos que más me gustaron de ese día fueron el desfile en el Campo Marte y la celebración en Palacio Nacional. Esa fue la última actividad de ese día (mi día de reportero presidencial) y había autobuses que llevaban a la comitiva desde Palacio hasta el Centro de Prensa en la glorieta de Colón.

Pues bien, yo la neta ya estaba cansado y me quería ir a mi casita a dormir, por lo que vi un camión desocupado, me subí y esperé a que llegaran más compañeros periodistas para irnos al Centro de Prensa. De repente el chofer recibe una orden y arranca. Me había subido en uno de los camiones del Estado Mayor Presidencial.

Lo que sigue jamás se me borrará de mi mente y corresponde al título de este post. Es la imagen de un ‘reportero’ de 21 años que va, sólo, en un autobús a toda velocidad hacia el Centro de Prensa. En cierto momento me doy cuenta que la velocidad del autobús es bastante considerable por lo que decido asomarme para ver cómo diablos le está haciendo para ir a ese ritmo por las congestionadas calles de la Ciudad. Ahí descubro que la policía ha cerrado las calles y que el camión circula entre una valla de personas (hombres, mujeres, niños, familias enteras) deseosos de ver a su nuevo Presidente. Recuerdo sus ojos, sus caras, la esperanza de sus miradas.

Eran caras de personas que habían votado por una alternativa y que querían hacerle saber a su nuevo líder que estaban con él, que lo único que él tenía que hacer era no fallarles. Era un ambiente de fiesta, de la esperanza de los desesperanzados, de ojos que nunca había mirado hacia arriba, de gente que quería celebrar su logro democrático.

Recuerdo que tuve que sentarme a pensar y asimilar lo que estaba viendo. Comprendí muchas cosas acerca del Poder, de quienes están afuera del camión y también de quienes van dentro de él a toda velocidad. Me dio tanta tristeza que me dieron escalofríos.

Y luego hice lo que cualquier wey de 21 años hubiera hecho en mi lugar: abrí la ventana y saludé a la gente.

Written by Salvador Leal

septiembre 2nd, 2005 at 10:15 pm

Rebelión

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Originalmente iba a hablar de los libros que estoy leyendo; iba a hacer un pequeño resumen del por qué los leo y de cómo van y luego se los iba a recomendar (como lo había hecho hace mucho mucho tiempo). Pero la verdad es que todo eso iba a ser una vil excusa para extenderme en mi recomendación de un libro nomás.

Lo compré porque la autora escribió un libro que me encanta y porque en la portada decía «Primera Edición en Castellano sin Censura». Fue un libro caro y con el que, durante los días que lo he cargado, he descubierto que el ejercicio y la lectura no están peleados (1113 páginas lo atestiguan).

Pero desde la primera página, me cautivó. Y no miento… la página del prólogo, escrito por Fredy Kofman, dice:

«En la década de los 80, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos y el Círculo de Lectores hicieron una encuesta en la que se preguntaba cuál era el libro que mayor influencia había tenido en la vida de los encuestados. El primero en el ranking fue la Biblia; el segundo, este libro. Puedo dar fe de esa capacidad de impacto por mi propia experiencia.

(…)

«Escribir un prólogo para este libro es un gran desafío. La profundidad conceptual de la obra me tienta a hacer disquisiciones metafísicas, epistemológicas, éticas, políticas y estéticas. Pero no creo que estas reflexiones sean lo más conveniente. Para quienes conocen el texto, las palabras de Rand son insuperables y no requiren de exégesis. Para quienes no lo conocen, adentrarse en sus misterios por cuenta propia es el mejor camino.

(…)

«La Rebelión de Atlas es la obra culminante de Ayn Rand. Siendo ya una exitosa novelista, escribirla le llevó 13 años de absoluta dedicación. El discurso central de la obra, que en total tiene 55 páginas, le demandó más de tres años de trabajo febril. Despúes de La Rebelión de Atlas, Ayn Rand no pudo escribir otra novela. Publicó algunos ensayos cortos, pero nada comparable con esta. Rand se entregó a Atlas completamente, y Atlas tomó hasta la última gota de su energía creativa.
Así como Atlas le exigió a Rand un compromiso absoluto para ser escrito, le exige al lector una atención inusual para ser leído. Las más de mil páginas de esta obra pueden resultar desalentadoras para quien no conoce la recompensa que encierran.

(…)

«Leyendo las últimas páginas, me temblaban las manos como si hubiera tomado 10 tazas de café expreso doble bien cargado. Sabía que algo extremadamente significativo había tenido lugar en mi vida. Después de 38 años de vivir con los ojos cerrados, intuyendo que algo estaba mal en el mundo, pero sin saber qué era o cómo combatirlo, por primera vez los había abierto. La virtud y la nobleza de la libertad brillaban tan radiantes que me dolían, quemando mis retinas y penetrando hasta lo más hondo de mi corazón.»

Lo primero que me sorprende es que haya alguien que hable con tanta pasión y cariño de un libro y que sepa externarlo de una manera tan clara. Lo segundo que me sorprende es que voy en la página 230 (apenas llevo una quinta parte del libro) y debo decir que, en efecto, me tiene atrapado. Aún no he llegado a los niveles de éxtasis del autor del prólogo… pero sí lo suficiente como para invitarlos a que junten su lanita (cuesta como tres Harry Potters) y corran este fin de semana por él a su librería de confianza. Vale la pena.

RAND, Ayn, La Rebelión de Atlas, Ed. Grito Sagrado, Buenos Aires, 2004.

¿Quién es Ayn Rand? Aquí.
Compra el libro aquí, aquí o aquí.

Written by Salvador Leal

agosto 5th, 2005 at 10:30 am

Torero! Torero!

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No es por echarme muchas porras… pero me fue muy bien con los diputados. A reserva de luego contarles más, les puedo decir que me fue tan bien que aquí en mi oficina me acaban de agendar una reunión con Emilio Chuayfett, el coordinador de los priistas en la Cámara de Diputados.
Toma chango tu banana!… o como dijera un cuate que se fue a vivir a Sidney: toma koala tu eucalipto!
Sobra decir que ando en el *rush* al 100% y que necesito un brake con urgencia.

Written by Salvador Leal

abril 1st, 2004 at 4:52 pm

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Mission: Impossible

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Se enciende el cerillito que prende una mecha y comienza a correr el fuego mientras se escucha la musiquita compuesta por Lalo Schifrin (en pocas palabras, el «chan chan, chanchanchan, chan, chanchanchan…. turirú, turirúuu, turirúuuuu, turi»)… ¿por qué?

Resulta que desde siempre se me ha dado el choro. No piensen con esto que soy la persona más extrovertida del mundo, muy por el contrario… pero cuando la calificación de un ñoño depende de si puede echarse un choro o no, comienzas a formar un callo muy particular para aventar el verbo. Así pues, desde chiquito, en los actos cívicos, me tocaba ser el maestro de ceremonias o al que le tocaba declamar alguna poesía en honor del descubrimiento de América (obvio todos odiaban al matadito que, en lugar de estar paradote en el sol haciendo una tabla gimnástica, estaba en el palco con el director y los invitados especiales). Ya en la secundaria, era el que participaba en los concursos de oratoria, algunas veces voluntariamente y otras a fuerzas porque yo era el gallo de mi maestra de Literatura, conocida en los pasillos del Instituto México Secundaria como «La Luchadora». Para la prepa y la universidad, si algo se me daba bien eran las presentaciones del algún tema frente al grupo… en pocas palabras, hablar en público nunca ha sido un problema.

Después entré a una estación de radio donde, no es complicado entenderlo, mi choro continuaba siendo mi principal fuente de gracias y satisfacciones. Algún tiempo después, entré a trabajar en una multinacional a la que le di mi alma en calidad de arrendamiento. Ahora que hago este recuento, no me parece tan extraño que me hayan escogido los de Procter & Gamble para el área de ventas. Ahí me enseñaron (‘entrenaron’ es un verbo más preciso) para vender absolutamente cualquier cosa… hasta shampoos!
Según yo, al salirme de P&G, le había dicho adiós a mi vida como vendedor. Craso error!

Acaba de llegarme un mail de la chamba cuyo contenido transcribo a continuación (la censura es debido a lo delicado del asunto)

El propósito de la presente es hacer de su conocimiento, que nos han contactado de la oficina del Diputado *************, Secretario de la Comisión de *********** de la Cámara de Diputados y Coordinador de los trabajos para el dictamen de la Minuta de Ley de ************, para pedirnos que exprese su posición frente a la citada Minuta y de respuesta a las inquietudes que se tienen frente al tema para que los diputados puedan elaborar su dictamen.

En pocas palabras, el día de mañana (miércoles) voy a tener que venderles una ley a un grupo de diputados en San Lázaro. Tratar de hablar con ellos será todo un reto… presentarles los beneficios de la ley será tremendamente difícil, sobretodo porque nuestros diputados no son las personas más inteligentes de este país (cualquier pensaría que son, precisamente, todo lo contrario)

Ante esta complicada situación, sólo me queda ampararme a lo que le decía Anthony Hopkins a Tom Cruise en Mission: Impossible II
Mr. Hunt, this isn’t mission difficult, it’s mission impossible.
«Difficult» should be a walk in the park for you.

Si los diputados no me muerden mientras les hago la presentación, les platicaré en este blog lo que sucedió… mientras tanto no dejen de ver el canal del Congreso, en una de esas hago mi debut!

Written by Salvador Leal

marzo 30th, 2004 at 11:45 pm

Homofobia (2a. Parte)

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Me resulta muy divertido cómo los correos que me mandan con opiniones acerca de este blog tienen, casi por ley, la siguiente frase: «… creo que nací mas para crítico que para creador…«.
Quienes han hecho uso del servicio de correo electrónico, saben a lo que me refiero y saben mi opinión al respecto: no les creo.

Y no les creo porque generalmente son los que dan las mejores aportaciones, tienen la mente más lúcida e ideas más aterrizadas. Claro, también son los que tienen miedo a escribir o a ser leídos (algo así como pánico escénico, pero literario). Para comenzar a vencer el miedo de estos lectores altamente participativos, lo que viene a continuación es la respuesta al post de Homofobia (cfr. Marzo 1) que trae excelentes líneas de pensamiento que, estoy seguro, los lectores de SalvadorLeal.com sabrán digerir. Omito su nombre pero para mayor información, su correo está disponible para cualquier opinión.

Homofobia y matrimonios Gay…
Al respecto quiero comentar lo siguiente: El hecho de querer aceptar un matrimonio gay es una de las actitudes machistas que tanto daño nos hacen, ¿por qué? Es lo mismo que buscar “igualdad” entre hombres y mujeres o entre negros y blancos… ¡¡Tranquilo!! No estoy dejando salir un lado oscuro, pero lo que quiero decir es que está MUY MAL querer medir a todos con la misma vara… ¿por qué somos un país mediocre? Porque no somos mejores gringos que los gringos… si, nunca vamos a negociar como un gringo, ni a ser mas ordenados que un suizo, ni a trabajar como alemanes o japoneses… nunca vamos a bailar mejor que los cubanos, ni a correr como alguien de Kenia… cada país tiene su personalidad, sus defectos y sus virtudes que lo hacen único… pero no quiero desviarme del tema, a lo que quiero llegar es que querer que las mujeres sean igual de “hombres” que los hombres, que los negros sean mejores “blancos” que los blancos es un absurdo… te lo dice alguien que pertenece también a una minoría, y yo como zurdo nunca voy a ser mejor “diestro” que tú…

Es igual de absurdo querer que los gays sean mejores “heterosexuales” que los heterosexuales… y el matrimonio es una institución heterosexual entre un hombre y una mujer, por lo tanto, no sirve para dos personas del mismo sexo (incluso a veces creo que ya no sirve ni para una pareja heterosexual en su forma original). Por lo que quisiera que en lugar de tratar de “legalizar” un matrimonio gay, se enfocaran los esfuerzos en crear las figuras legales que mejor cumplan con lo que estas personas necesitan. Por ejemplo, ya se ha hablado de “uniones de conveniencia” para los casos donde uno de los miembros de la pareja depende de la otra, para poder “asegurar” la fidelidad y en caso de rompimiento que la parte “débil” pueda tener los beneficios de los que gozaría la señora en caso de divorcio en un matrimonio… y digo señora no por macho, sino porque lamentablemente la ley no nos ampara a los hombres aunque seamos mantenidos o ganemos menos que una mujer (otro ejemplo de que el matrimonio también necesita una revisión seria).

Otra de las situaciones por la que los homosexuales piden el matrimonio es por la capacidad de adoptar a un hijo, y ahí si tienen un problema, porque un hijo es algo que una pareja homosexual no puede hacer sin ayuda. También en este punto nacerán los asuntos de ¿y un gay puede educar a un hijo? ¿lo va a volver gay? ¿le va a hacer mal?… varios comentarios al respecto: Primero: si un padre solo o una madre sola puede educar un hijo según la ley, ¿Por qué no podrían dos?
Segundo: yo no sé aún si un gay nace o se hace, pero después de todo, si “se hace” es lo mismo, si aceptamos a un gay, por qué no aceptar a “su hijo” gay… y si al niño le parece bien esa forma de ser, pues adelante… por otro lado, esa pareja gay tiene que tener mucho cuidado de dar la posibilidad al “hijo”, porque tan malo fue cuando sus padres los quisieron obligar a ser heterosexuales como sería que ellos obligaran a otro a ser homosexual.
Tercero: ¿no estará mejor un niño en manos de una pareja que lo ame que en un orfanato, donde por cierto fue ingresado en la mayoría de las veces por una “pareja” heterosexual disfuncional?
Cuarto: por ahí dicen “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”, y la mayoría de las justificaciones por las que dicen que una pareja homosexual no podría adoptar un niño son los peores defectos de las parejas heterosexuales… siendo sinceros, la violencia, la desintegración familiar, incluso el abuso sexual son cosa de todos los días en las familias modernas, y (perdona lo grotesco) en verdad no hay mucha diferencia si una niña es violada por su papá o por una de sus mamás…

Lo que se debe prohibir no es que un gay adopte a un niño, sino que un depravado, sin valores y escoria de la sociedad lo haga… y los hay tanto heterosexuales como gays. En fin, hay muchas cosas que revisar, y siempre es más fácil agarrar a una minoría de nuestro “puerquito” que buscar a las manzanas podridas dentro de nuestro propio grupo.
Volviendo a lo de los matrimonios, es ridículo que mientras los gays se quieren casar cada vez menos parejas heterosexuales lo hagan, se deben reformar todas esas figuras, para que no sean medios de represión y sirvan para expresar el amor que las personas se tienen, y basta de tratar de volver “normales” a todos, valdría la pena pedirle a todos los habitantes del mundo “que levante la mano quien no sea miembro de una minoría”.

Written by Salvador Leal

marzo 15th, 2004 at 1:03 pm