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Hace un año recibí una llamada telefónica, a la mitad de una junta, de Diego. Diego es un moconete de 3 años a quien su Miss de Inglés le ha prometido que cada vez que se porte bien, podrá realizar una llamada por celular (sí, la pedagogía tiene caminos misteriosos). Las razones de las porqué Diego me marca a mí y no a, digamos, su papá o su tío, son desconocidas. Además, como buen niño de 3 años, si marca por teléfono, exige atención… cosa que se me dificulta dar cuando estoy a la mitad de una junta.

Pero bueh, regresemos a aquella llamada de Diego. Me marca, contesto, me saluda y yo, muy educado le pregunto que qué está haciendo. Su respuesta: «ehtoi tabajano con mis amihos» (traducción: «estoy trabajando con mis amigos»).

Es probable que Diego nunca lo sepa pero su respuesta generó en mí fuertes reflexiones que apenas voy digiriendo del todo. Me explico.

Uno sale de la prepa o la universidad, después de haber convivido con sus amigos del alma y uno desearía que, cual serie de televisión gringa, la felicidad continuara y todos trabajaran en un mismo lugar. Eso, desgraciadamente, pocas veces ocurre. Los amigos tienen intereses que no compartimos, carreras distintas, objetivos profesionales diferentes. Y pues terminan haciendo su vida profesional lejos de nosotros. Ni modo.

¿Pero qué pasaría si uno pudiera contestar lo mismo que me contestó Diego? ¿Qué tan increíble sería que uno pudiera trabajar con sus amigos? Ojo, no me refiero a que tus compañeros de oficina se vuelvan tus amigos, sino que tus amigos se vuelvan tus compañeros de oficina. ¿A poco no sacrificarías un poco el sueldo si tuvieras la oportunidad de estar con tus amigos, divirtiéndote, mientras trabajas?

Pero bueh, bajémosle un poco al sueño guajiro y pensemos que es cuasi-imposible trabajar al lado de tu amigazo del alma, ese que te ha visto en las situaciones más inconvenientes o que te conoce mejor que tú mismo. Vale. Pero qué tal que pudieras trabajar con la gente que lees diariamente en sus blogs. ¿Qué tal que El Portero realmente estuviera en la puerta de la oficina, haciendo dibujos y diseñando calcomanías? ¿O que recibieras una llamada de Alice que está fuera vendiendo el producto? ¿O que quien estuviera en la sala de juntas preparando el café (con sabor a hígado encebollado, of course) fuera Semidios?

Bueno, pues les tengo una noticia: 60% de mi área en la nueva oficina, está compuesta por gente que bloggea… Y de los chonchos, eh, no crean que es gente de Spaces. No, no… con más hits al día de los que yo podría soñar, en serio.

Con estas estadísticas, estoy a punto de declarar mi espacio de trabajo como Oficina Blogger.