Archive for abril, 2007
April 30, 4007
1. Todo comenzó con Anna Nicole Smith y sus implantes.
Supongo que supieron que esta fulanita (quien fuera Playmate y de esas personas famosas que sólo son famosas porque son famosas) se petateó. Pues bien, me puse a pensar en Anna Nicole Smith muerta y enterrada a tres metros bajo tierra.
Alto. Antes de que piensen que soy demasiado morboso u oscuro, déjenme les sigo platicando para que vean que al final llegué a conclusiones… digamos, *interesantes*. La cosa es que me puse a pensar en esta fulanita muerta con todo y sus implantes. Y después pensé en todas las mujeres que se someten a operaciones de cirugía plástica para aumentarse los senos mediante implantes de silicona. Y después me pregunté qué diablos podrían pensar los arqueólogos dentro de mil o dos mil años de nosotros. En serio, ¿qué pensarían? ¿A qué conclusiones podrían llegar al analizar una civilización que enterraba a sus muertas con dos enormes bolsas de silicona a la altura del pecho?
Si no tienen ni la más remota idea, igual y se les ocurre que la silicona, por sus características no biodegradables, representaba el alma de las mujeres que jamás moriría. Siendo un poco más inteligentes podrían adivinar que esas prácticas correspondían a la normalidad de una sociedad en donde se sobrevaloraba la imagen estética por sobre la personalidad real de los individuos.
Cualquier ser más o menos cuerdo podría cuestionarse las razones por las que alguien se abriría la piel con un bisturí, se insertaría un par de bolsas de plástico con todos los riesgos que ello implicara, para después cerrar y esperar la recuperación y cicatrización de dos profundas heridas. Los arqueólogos trabajarían con cientos de teorías que ahondarían en la superficialidad de nuestra época y cómo podríamos poner en riesgo nuestras vidas por el beneficio de tener mejores cuerpos o mejores caras.
La imagen de miles de ataudes carcomidos por el tiempo, vacíos con excepción de dos bolsitas de silicona en el primer tercio del ataúd, inundó mi mente. Y luego pasé a la siguiente reflexión.
2. Ya estando en el plano de los arqueólogos del futuro… ¿irán a tener chamba? Quiero decir que existen actualmente una buena cantidad de ruinas arqueológicas a lo largo y ancho del planeta. ¿Pero qué sucederá en dos mil años? ¿Qué edificios permanecerían durante tanto tiempo? ¿Cuáles serán las pirámides de entonces? ¿Acaso las ciudades que ahora conocemos serán en su totalidad ruinas arqueológicas? Y si así fuera, si las ciudades de hoy en día se conservan para su estudio… ¿en dónde diablos van a vivir las personas?
Hay tantas cosas construidas hoy en día, que no me imagino qué fenómeno podría destruirlas por completo y provocar que alguien comenzara a construir de nuevo sobre esos terrenos. Y por supuesto, tampoco me imagino cuáles serían los edificios que aguantarían miles de años. Es más, me pregunto si como civilización hemos creado algo que nos permita eternizarnos en la historia, como las pirámides de Egipto, por ejemplo. ¿Qué es lo que durará? ¿Qué permanecerá cuando todo se haya ido? ¿Hemos hecho alguna obra magnífica que intente traspasar los límites de la vida de cien generaciones? ¿De mil?
Y ahí fue cuando me pregunté acerca de nuestra civilización. Esa civilización en la que vivimos…
3. Mi psicoanalista me platicaba la semana pasada de una muy bonita técnica que se utiliza en psicoanálisis infantil. Se llama «Caja de Juego» o «Caja de Aberastury» y es una caja cerrada que se le da a cada niño a la que él mismo va alimentando con juguetes. Los juguetes y la manera en la que el niño juega con su caja es una herramienta que el psicólogo utiliza para diagnosticar y analizar los problemas que pudiera tener el niño.
El ejemplo que me dio fue muy ilustrativo. Un niño con una obesidad notable llega a terapia y en la primera sesión se le asigna una caja para él solito; en esta caja él encuentra algunos cuantos juguetes pero conforme pasa el tiempo y comienza a tener mayor confianza, comienza a llenar y llenar y llenar su Caja de Juego hasta que la caja se desborda. Es una manera de tener cierta idea de lo que está ocurriendo en la mente del pequeñín de un vistazo.
Pues bien, imaginemos que nosotros como cultura humana actual somos el niño que la tele, o el Internet, o los medios (prensa, cine, literatura) es nuestra pequeña gran Caja de Aberastury. ¿Qué podría decir un psicoanalista medianamente entrenado con la cantidad de cosas que le hemos puesto a nuestra caja de juego?
… Maldita Anna Nicole. Las cosas que desata.
Nuestro Pedro
Sí, está padre. Me gusta la campaña esa de Televisa que rinde homenaje a Pedro Infante. Sus películas y su forma de ser es algo que acompañan a cualquier mexicano.
Pero la verdad es que yo le organizaría un homenaje a otro gran mexicano con bastante más caché y que se ha vuelto más icónico que el mismísimo Peter the Child (oséase, Pedro Infante). Ese mexicano es una constante de este blog y ha sido mencionado varias veces como el merecedor de los más altos honores.
A ÉL le hace falta un verdadero homenaje nacional. O qué, ¿nomás porque él no se murió en la cúspide de su carrera le vamos a hacer el feo? ¿Nomás porque no le gustaba pilotear avionetas sino manejar lujosos autos vamos a darle la espalda? ¿Nomás porque los personajes que interpretaba no eran de la misma idiosincracia de Pedrito no lo vamos a poner en su debido nicho?
Aquí. Hoy. Ahorita. Pido, exijo, demando un homenaje nacional para El Maestro.
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Note to self
Un día de estos, cuando me toque organizar una fiesta infantil (presumiblemente para mis hijos y sus amiguitos), habrá dos mesas de gelatinas. Una será de fácil acceso para los niños y la otra estará en una barra alta para los adultos. En la primera, habrá gelatinas de sabores y en forma de animalitos. En la barra alta habrá gelatinas con vodka.
Crecer no debe significar quitarle actitud a la vida.
Cinco y Uno
Robo la idea vilmente de Doña Socorro y Rojo/Mon: Cinco odios y un agrado.
1. ODIO los lápices. El sonido desquiciante que hacen cuando uno escribe me puede arruinar la mañana. Y lo peor es que pareciera que el 70% del presupuesto de mi oficina se va en la compra de lápices.
2. ODIO las tapas del pan Bimbo. No me des un sandwich de tapas, mejor miéntame la madre.
3. ODIO a las personas que SIEMPRE tienen que opinar. No importa si es un tema clavadísimo de mecánica de suelos o la última idiotez de Britney Spears, hay gente que tiene que opinar de absolutamente todo. Lo peor, es que generalmente son personas con una estrechez de pensamiento espeluznante.
4. ODIO las tareas repetitivas yet necesarias de la vida. Léase: lavar el coche, bolearse los zapatos, tender la cama… Siento que pierdo valiosos minutos de mi vida que nunca nadie me va a regresar.
5. ODIO que me digan que algo «no se puede».
Y ahora, el gusto.
1. Me ENCANTA el sabor del limón concentrado con cerveza en ese último sorbo que se le da a las micheladas.
Paso este batón a:
Semidios
Arbol Fest
Ruy Feben
Ecoroberto
DC Miguel
y el pilón: W.J. Porter
Quickie
1. Se me hace chafísima escribir en un blog lo muy ocupado que has estado y cómo no has tenido tiempo para escribir… pero prometo que en esta ocasión es cierto. Estoy escribiendo ahorita porque le estoy robando tiempo a los 10 minutos que tuve para comer el día de hoy. No me la creo… estoy trabajando como nunca. Espero que crecer no implique aumentar la cantidad de horas trabajadas. Si eso fuera así, para cuando cumpla cuarenta años voy a quedar debiéndole tiempo a la vida.
2. Pedí de comer en Sushi Itto. Pedí ahí porque no me quedó de otra y porque soy tan nuevo en mi chamba y me tiene tan absorbido el mundo laboral que no he tenido tiempo de saber qué diablos hay de comer por aquí cerca. El folleto de Sushi Itto lo encontré abandonado en un cajón de mi escritorio (de alguien que lo dejó como símbolo de buena fe) y ya van varias veces que lo utilizo cuando el tiempo no me da para comer.
3. Me sorprende lo caro y lo miserables que son en Sushi Itto. De impactarse. Un Pollo Itto y un Baby Squid, ka-ching, $106.00 MX. Y ni siquiera me lleno del todo. ¡Ah! y no son $106.00, son $106.05. Resulta que en realidad la orden es de $101.00 pero le agregan el 5% por el envío ($5.05). ¿Cómo me sentiría si la señorita del Sushi Itto me dijera que son «ciento seis pesos con cinco centavos»?
4. Ahondando más en el tema, creo que tengo un issue con las propinas. Hace un par de días escuché en una de esas pláticas que se dan antes de una junta, a alguien disertando acerca de cuánto dar de propinas. Fue una lástima que parte de mi chamba consistiera en no socializar. Me cae que él y yo podríamos ser los mejores amigos.
Cuando voy a un restaurante y el servicio fue magnífico (remárquese la palabra «magnífico»), doy el 15%. Si el servicio fue entre bueno y normal, el 10%. Si el servicio fue francamente malo (me ha sucedido), me paro sin dar propina. En muchas cosas me considero alguien ‘espléndido’… pero en lo que se refiere a la propina soy un Perro del Mal®. Mis amigos me tachan de miserable, amargado y tacaño. Según yo, le hago saber a otra persona mi opinión acerca de su labor de la única manera que realmente cuenta: quitándole o agregándole pesos a su ingreso.
5. En las gasolineras, me molesta que todos consideren como aceptable una propina fija de entre 5 y 10 pesos por carga. ¿Se han fijado? Uno llega, le ponen la gasolina, pagas y le das cinco pesos al monín que hizo el enoooorme esfuerzo de sacar la bomba, abrir el tanque y apretarle a la palanquita para que salga la gasolina. Ka-ching, cinco pesos.
Cuando el fulanito me agarra de buenas, le doy dos pesos. Si me limpió el parabrisas y checó el aire de las llantas, cinco. No doy diez pesos de propina en la gasolinera ni en drogas.
6. Una vez mi papá me dijo que esa propina que yo daba era el único medio de supervivencia de los cuates que trabajan en la gasolinera y que por lo tanto no debía ser tan marro con ellos. Aún sigo esperando la explicación de por qué yo tengo que resolver el problema laboral de las gasolineras pagando un precio muy inflado por una labor que podría hacer, ya no digan un robot, sino probablemente hasta un mono amaestrado. Es más, ver a un mono cargando gasolina, a parte de todo, sería divertido. Por eso sí pagaría cinco pesos. Hasta diez.
7. Creo que ya sé la razón del sobreprecio de Sushi Itto. Para la orden de una sola persona, me mandaron cuatro salsas distintas. ¡CUATRO! La normal de soya, una de soya con chiles toreados, una que es como miel negra y otra que es más cremosa, tiene mayonesa hasta arriba y que es la única que realmente utilizo. ¿Cuánto ahorraría Sushi Itto si le preguntara a la gente qué salsa quiere en lugar de gastar a lo wey en salsas? ¿Cuánto de ese ahorro se podría pasar al consumidor?
8. Ya me voy. Me da gusto no haber posteado acerca de mis posts pendientes, de mis recomendaciones musicales o de cómo no he podido subir archivos a mi servidor y eso ha provocado que tenga varios post en cola de publicación. Maldito Sushi Itto. Todavía tengo hambre.
Atento Aviso:
Desde hace varias semanas, el tema del aborto es el clásico tema que está en todos lados, del que todo el mundo habla (muchos, haciendo gala de la enorme ignorancia que cargan), del que todo el mundo opina (varios más, haciendo gala de los enormes prejuicios que cargan) y del que todos queremos tener una postura clara que nos haga estar de un lado (los mochos) o del otro (los asesinos).
Te subes a un taxi, estas en una sala de juntas antes de la reunión, platicas antes de comenzar la comida propiamente… y no falla, el tema del aborto entra tan fácilmente como entraba AMLO a la conversación en el ya lejano 2006.
Sirva este post de aviso. Ni me intenten hacer plática del tema. Lean todo mi blog y vean que creo fervientemente en la libertad de los individuos. Sepan que estoy a favor de que las mujeres puedan abortar, de la misma manera que estoy a favor de la eutanasia y la muerte asistida. Y sí, me sigo llamando católico y también puedo defender mi fe (la poca que queda después de cada homilía del Cardenal Norberto Rivera). Discutir del tema y tratar de llegar a un resultado es tan estéril como las conversaciones entre gente a la que le gustan las corridas de toros y personas a las que no.
Por lo tanto, podemos hablar de lo que ustedes quieran. Hasta de Economía (puaj!) si quieren, pero ahórrense el tema del aborto conmigo.
Por su atención, miel gracias.
Pe pe pe
Es la onomatopeya que significa «boda». En México, uno dice «boda» y lo primero que piensa no es en la marcha nupcial, ni en los votos matrimoniales, ni en el amor eterno. En mi país, uno dice boda y lo que viene a la mente es una fiesta en donde sólo se toca música de boda. Y la música de boda significa una cosa: pe-pe-pe.
¿Aún no?
Okey, suban sus manos al aire, muévanlas como si estuvieran aplaudiendo en el lenguaje de sordomudos (o como si tuvieras un ataque de parkinson pero con los dedos mirando directo hacia el cielo). ¿Ya? Ahora dí: pe-pe-pe-pepepé, pe-pe-pe-pepepé, pe-pe-pe-pe-pe-pe-pepé.
Ahora descubran que esa canción es original del genio brasileño Jorge Ben Jor, que se llama Taj Mahal y que uno no debería decir «pe-pe-pe», sino «te-te-terereré, te-te-terereré, te-te-terereré-reré»
A la mitad de la canción, yo ya estaba de pie, casi recuperado de mi enfermedad (casi). En el momento del ‘solo’ de violines, simplemente me desmayé. Magnífico. Infaltable. Y perfecto para el viernes. ¡OBÁ!
La Caja de Petri
1. Si yo tuviera una columna en un periódico de circulación nacional -y no en este blog de 3 varos que tiene circulación quesque global- así se llamaría: ‘La Caja de Petri’. O ‘El Buey en la Barranca’, as in «sacaremos a ese buey de la barranca…». O ‘Glissando’, que es un término musical con el que me identifico mucho y que me gusta bastante.
2. Estoy enfermo desde el lunes por la mañana. Ayer de plano ya no pude más y tuve que faltar a la chamba. Para un ñoño de mis dimensiones eso es casi inconcebible… Estuve delirando y todo el rollo.
En uno de mis sueños/delirios, yo estaba en una reunión súper seria de mi oficina en donde, después de que cada uno de los asistentes se echaba un rollo mega clavado, un tipo al fondo se paraba y decía «¿y cuándo entra Jack Bauer?». Pocas veces mis sueños/delirios habían tenido tanta coherencia, hasta que terminaba la ponencia del asistente a la reunión y saltaba la frase. Y vuelta a la clavadez económica y financiera. ¿De dónde saqué la frase? Misterio.
3. Durante mi enfermedad, me di cuenta que, para toda enfermedad, existen ventanas de 20-30 minutos en donde ya no te sientes tan mal, el mundo se ve de otro color y crees que realmente vas a poder hacer muchas de las cosas que tienes pendientes. Te bañas, te medio arreglas y te dispones a poner manos a la obra… pero a eso del minuto 18-19, tómela, te vuelves a sentir del nabo y adiós a toda la buena voluntad. Al tercer intento, decides mandar todo al demonio y aventarte de lleno a la sensación miserable de la enfermedad.
4. Hoy no estoy mejor. Me sigo sintiendo mal y con náuseas. Tengo una rara mezcla de gripe-tos-dolor de cabeza-cuerpo cortado-pesadez corporal-mareos. Supongo que es lo más cercano que voy a estar de un embarazo. Dios bendiga al cromosoma Y; si tuviera que sentirme así durante 9 meses me cae que no tendría descendencia.
5. Aunque me he sentido mal el día de hoy, ha habido algo que me ha animado. En todas las reuniones a las que voy, en todas las conversaciones laborales que he tenido, por los pasillos de la oficina y en las salas de juntas, me imagino a mí mismo deteniendo la conversación o el caminar de las secretarias con una simple pero desconcertante pregunta…
«¿Y cuándo entra Jack Bauer?»
… y luego regresar como si nada al Excel.
Sputnik Abril
Ya salió la Sputnik de Abril!
«¿Y eso a mí, qué?», se preguntarán. Pus nada, que otra vez escribo en la mentada revista. En esta ocasión es un articulito acerca de disqueras y MP3.
No sean malos, vayan y cómprenla. No hay nada como llegar a la redacción y ser visto como el Reportero Estrella® debido a las altas ventas del número pasado. Órale, háganle un espacio en su presupuesto que segurito cabe.
Si no… pus ya qué… aquí está mi artículo en línea:
Corro
Hoy encontré esto en el periódico:
Ahora nomás me hacen falta las temporadas de Papá Soltero y estaré completo…