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La vida irreal de Salvador Leal

Archive for diciembre, 2006

Protegido: Estrellas

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Written by Salvador Leal

diciembre 12th, 2006 at 2:57 pm

Xmas 6

with 14 comments

No sé si a ustedes les pase con su familia, pero una vez que termina la cena navideña y se entregan los regalos el 24 de diciembre, se crea un silencio algo incómodo que cualquier estudioso del comportamiento humano calificaría como «La Reacción del ‘¿y ahora qué?'».

Lo que termina sucediendo en mi familia es que ‘los grandes’ se quedan platicando en el comedor, al calor del wisky y el cognac, de navidades pasadas; por otro lado, ‘los niños’ (el más chico de mis primos está en la prepa, pero pus ya saben que siempre seremos ‘los niños’) nos vamos a la sala a ver cómo diablos nos entretenemos durante el tiempo que nos falta de convivencia.

Cuado éramos chicos, pues la cosa estaba sencilla y un juego de mesa resolvía el problema. Ahora lo sigue resolviendo, pero sólo un ratito pues desde que mis primos se enteraron que yo tenía un problema de adicción al jugar Monopoly (se dieron cuenta cuando teníamos 10 años), no hemos vuelto a sacarlo en Navidad y así evitar quedarnos semanas enteras sentados frente al tablero.

En fin, si ustedes también tienen una familia por el estilo y no tienen la más remota idea de cómo pasar la Navidad en compañía de sus primos, encerrados en su casa (porque, seamos sinceros, todo se resolvería si cada quién se largara a donde mejor le viniera en gana… pero los papás siempre dicen que la Navidad es para pasarse en familia y bla bla bla), pues aquí les paso mi lista particular de «Las Mejores Películas Navideñas Para Pasar el Rato».

Cabe resaltar que no son ni obras de arte ni nada por el estilo (por ejemplo, el clasiquísimo ‘It’s a Beautiful Wonderful Life’ no anda por acá), sólo son películas que, por alguna extraña razón, uno disfruta ver en Navidad. Si no las tienen cómprenlas (o réntenlas un día antes, o pídanlas en el intercambio) y verán que se la pasan de yingolbels.

6. Historia de Navidad (A Christmas Story)
La pongo en el número 6 porque la verdad es que no me acuerdo muy bien de esta película (¡ni siquiera sé si el título de la película está bien!)… sólo recuerdo que es muy divertida y que me identifiqué tremendamente. A Christmas Story es la historia de un chavito en la década de los 40 que quiere un rifle de postas para Navidad. Tooooooda la película este cuate se la pasa tratando de mover cielo, mar y tierra para que Santa Claus le traiga su rifle y toda la película su mamá se la pasa diciéndole que se va a sacar un ojo con el mentado rifle. Al final… bueh, el final lo tendrán que ver ustedes. Búsquenla, generalmente la pasan en la tele y si no, aquí está en Amazon.

La escena que recuerdo más vívidamente es cuando uno de los amigos de este chavito, pone la lengua en un poste congelado… y se le queda pegada la lengua al poste!

5. Tienes Un E-Mail (You’ve Got Mail)
Creo que no lo había dicho en este espacio, pero una de las personas a las que no aguanto en este planeta, es Tom Hanks. Creo que si lo viera caminando del otro lado de la calle, me cruzaría nada más para patearlo. Es como la versión gringa y masculina de Lucerito: el tipo con la vida ‘perfecta’, las decisiones laborales ‘perfectas’ y la carrera artística ‘perfecta’.
Peeeeeero, You’ve Got E-Mail es en el único papel en el que sí lo trago. Además, es de esas películas que puedes comenzar a ver, pararte por palomitas, regresar, contestar el teléfono… y no le pierdes la continuidad. Sí, es chick flick, pero pus total, es Navidad!

4. Un Gran Chico (About A Boy)
Un puberto rechazado con una mamá loca conoce a un treintañero cool pero bueno para nada que vive de las regalías de una canción de Navidad que su papá compuso en la década de los 60. El soundtrack es de Badly Drawn Boy. Los directores son los de American Pie. ¿Necesito decir más?

3. Realmente Amor (Love Actually)
Cursi hasta decir basta, Love Actually es la mezcla de varias historias de distintos tipos de amor: el que se acaba, el que nunca será, el enfermizo, el que viene en los momentos más inoportunos, el que sobrepasa las barreras del lenguaje, el totalmente amistoso, el meramente sexual. Y todo sucede como pretexto de la Navidad.

Mi escena favorita: la de los cartelones. Esa y cuando Emma Thompson se va a llorar sola por unos minutos antes de ir a dejar a los niños a su pastorela.

2. Mi Pobre Angelito (Home Alone)
Todos la conocemos, todos la vimos, todos reímos… y no sé si todos, pero yo me sigo riendo cuando el repartidor de pizzas va a casa de los McCallister a dejar la pizza de queso y Macaulay Culkin pone el diálogo de una película de gangsters. Ah! Y cuando a la mamá le da un ride el grupo de polka. Comedia de absurdo at its best. Además, el soundtrack tiene las canciones navideñas más representativas de la época.

1. Vacaciones de Invierno (National Lampoon’s Christmas Vacation)
Simple y sencillamente, la mejor película navideña. Y Chevy Chase en su mejor papel de papá estúpido/necio/macho. Hace tiempo que no la veo, pero hay una innumerable cantidad de escenas que me vienen a la mente: cuando pone los foquitos a lo largo de toda la casa, cuando se quema el gato, cuando llega el hermano perdedor… ene!

Así que ya lo saben, ármense de valor, renten estas peliculitas en caso de que no hayan visto ninguna y disfruten su Navidad. Ah! Y si tienen alguna buena recomendación, no se olviden compartirla en los comments. Eso y…

Keep the change, you filthy animal!

Written by Salvador Leal

diciembre 11th, 2006 at 2:55 pm

Posted in cine,navidad

Credo

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«There is no such thing in life as normal»
                Morrissey, The Youngest Was The Most Loved (2006)

Written by Salvador Leal

diciembre 7th, 2006 at 7:18 pm

Errata

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Como ya lo había dicho antes, suelo leer los obituarios cuando le doy un vistazo al periódico en las mañanas. Ya estando en la parte morbosa del día, le doy una repasada también a las esquelas. Las esquelas, por si alguien no lo sabe, son esos cuadritos del periódico (que, de hecho, constituyen de los ingresos más fuertes de lana que tiene un diario) en donde la gente avisa que alguien se murió, se lamenta públicamente por la muerte de alguien o trata de comprar con 30,000 pesos una muestra de afecto que no le dio en vida al muertito.

Pues bien, el día de hoy, en la página 14 del periódico Reforma, en la sección de obituarios de Gayosso, sale lo siguiente:

WTF!!

O sea, en algún punto (supongo que ayer, pero ayer salí muy temprano y no leí el periódico) la agencia funeraria de mayor tradición en la Ciudad de México, el lugar en donde van a velar a cualquier gente importante de los negocios, el medio del espectáculo o la política… esa institución que es Gayosso, ¡se equivocó en la publicación de su obituario!

Imagínense que ustedes son parientes de Doña Ma. Magdalena Richaud Torres, a quien, de hecho, acaban de saludar mientras se tomaba su jugo de naranja. Van a la sala, abren el periódico, leen las tonterías que siguen haciendo en Oaxaca, pasan rápidamente por la sección editorial y leen los chismes políticos, llegan a los obituarios, los leen… y cierran el periódico rápidamente.

Voltean los ojos para un lado y para el otro. Vuelven a abrir el periódico en la sección en donde la habían dejado para corroborar la información y otra vez cierran el periódico. Con un nudo en la garganta, gritan: «doña magdaaaaaaaa… ¿sigue usted por ahiiiiii?» Pasan uno, dos, tres largos y espantosos segundos, después de los cuales se escucha desde la cocina un: «siiiiii, ¿quieres que ya te lleve tu frutitaaaa?».

Inmediatamente después, comienzan a sonar todos los teléfonos de la casa para confirmar la «terrible» noticia.

Eso por el lado de doña Ma. Magdalena Richaud Torres. ¿Pero qué pasa con Ma. de los Ángeles Torres Ulrich? La verdad es que no está padre eso de aparecer en los obituarios como si uno fuera un personaje de relleno o un actor de repuesto. Digo, porque eso es lo que está pasando; Gayosso está diciendo «no, la verdad es que nos hubiera gustado que aquí estuviera doña Magda, pero como no nos alcanzó el presupuesto nos tuvimos que conformar con la presencia… perdón, con la ausencia de doña Ma. de los Ángeles»

En fin, ojalá así se pudieran arreglar las cosas. Que uno no se muriera hasta que no fuera publicado en el periódico y, si se equivocaron al poner tu nombre, al día siguiente, ¡ta-rán! apareces fresco como una lechuga y sin que hubiera pasado nada.

Querido Dios: Te pido que cuando me muera, Gayosso publique bien mi nombre y mis datos en los obituarios del periódico. Nomás falta que, como cuando tienes una fiesta donde no hay gente, todo se deba a una equivocación en las indicaciones para llegar al lugar del reventón.

P.D.1¿Se fijaron en los apellidos de las involucradas? Ulrich, Richaud… caray, se nos está yendo lo mejorcito de la sociedad!
P.D.2 Nomás por mero respeto, espero que nadie de las familias esté leyendo este blog.  

Written by Salvador Leal

diciembre 6th, 2006 at 12:22 pm

Old News II

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Para que vean que no era choro:

Written by Salvador Leal

diciembre 5th, 2006 at 11:20 am

Posted in pointless a secas

Creciendo

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Cuando uno está en la secundaria, en la preparatoria o inclusive en la universidad, las reglas del juego son más o menos claras: vas a la escuela, estudias, pasas el curso, vacaciones, regresas a clases y así consecutivamente por dieciséis o dieciocho años. Para tí, ‘el verano’ tiene connotaciones vacacionales muy claras… sabes que en algún punto de mayo dejarás de hacer lo que sueles hacer casi todo el año para recetarte dos meses de descanso/viajes/recuperación.

Pero cuando sales de la universidad y comienzas a vivir en el Mundo Real®, las cosas cambian. Tus vacaciones ya no necesariamente son en julio sino cuando quieres (o cuando te dejan en tu chamba), los fines de semana haces cosas que no hacías antes y algunas veces te descubres un lunes a las once de la mañana haciendo algo que jamás habrías hecho durante los años que fuiste a la escuela (en el caso de los universitarios, al menos dieciséis… es decir, más de la mitad de tu vida). En pocas palabras, tu vida cambia y comienzas a vivir (y adaptarte) a un caos organizado.

Lo que más extraño de estar en la escuela son, sin lugar a dudas, las vacaciones. Tengo todavía muy claro en mi mente la posibilidad de estar en casa de un amigo durante todo el día haciendo ABSOLUTAMENTE nada y que de repente, salir a ‘hacer el súper’ se convirtiera en la gran actividad del momento. O verte con tus cuates para ir a chelear un martes al mediodía. O ponerte de acuerdo para irse de viaje todos juntos a algún lugar.

Crecer, avanzar en el caminito social: primaria – secundaria – preparatoria – universidad – mercado laboral, implica renunciar a muchas cosas a las que ya te habías acostumbrado y que te gustaban. Hoy, si quiero ir a comer con algún amigo, tengo que agendar la comida con, al menos, tres días de anticipación. Antes era salir de clases y poder pasar la tarde entera con alguien que compartía tus mismos gustos musicales, o salir al cine, o simplemente ir a perder el tiempo al centro comercial más cercano (o más lejano, dependiendo de lo mucho que quisieras perder el tiempo).

Durante estos meses me he dado cuenta de las crisis que muchos de mis cuates han comenzado a vivir. Creo que, a tres años de haber salido de la universidad, apenas se (nos) están (estamos) dando cuenta que los esquemas en los que vivimos durante tantos años ya no se aplican y tenemos que crear nuevos estilos de vida que representen un camino más o menos interesante hacia La Felicidad™. Nos estamos acostumbrando a la idea de que aquellos días, al igual que las oscuras golondrinas, jamás volverán. No hemos pasado a un nuevo semestre dentro del esquema de nuestras vidas, es más… nuestras vidas ya no se miden en semestres!! A lo más que llegamos es a medirlo en años fiscales o, ya muy desesperados, en quincenas.

No sé si les ha pasado, pero ante la falta de profesores y compañeros de banca de los cuales burlarnos, buscamos en nuestro lugar de trabajo patrones similares que nos regresen, aunque sea por un momento, la sensación de estar en un espacio relativamente seguro y relativamente divertido como lo era el salón de clases.

… en fin, todo lo que acabo de decir se debe a que hace unos cuantos días tuve que regresar a mi preparatoria y fue como hacer un viaje en el tiempo. Ah! y a que encontré una canción de un grupo que ando escuchando mucho durante estos días y que ha provocado dos que tres reflexiones de a varo como la que me acabo de echar. La rola habla de un tipo que está trabajando durante un grandioso día y cómo desea huir de la oficina y de su asquerosa chamba para poder irse de vacaciones con sus cuates:

I need a holiday (I need a holiday)
I need a holiday with my friends
I need a holiday (I need a holiday)
I need a holiday with my friends
I wish it could be sunday when I wake up everyday
I wish it could be sunday when I wake up everyday
I wish it could be sunday when I wake up everyday
I wish it could be sunday when I wake up everyday
I wish it could be sunday when I wake up everyday
I wish it could be sunday when I wake up everyday

Sí, así de profunda es la letra de la canción… pero la neta es que está muy divertida, y a los 2’44» la canción revienta de una manera bastante bonita con solito de piano y todo. Como se podrán imaginar, es la canción que he estado cantando durante las frías mañanas de estos días en los que lo que uno más quiere es estar en la playita disfrutando del sol, el mar y la arena, lejos de cualquier responsabilidad laboral.

Sea como sea, aquí les regalo la rola de la semana. El grupo es Scouting for Girls y la rola se llama ‘I Need a Holiday’

Clip de audio: Es necesario tener Adobe Flash Player (versión 9 o superior) para reproducir este clip de audio. Descargue la versión más reciente aquí. También necesita tener activado Javascript en su navegador.

Written by Salvador Leal

diciembre 4th, 2006 at 12:48 am

6 años

with 3 comments

Hace justamente seis años, yo andaba cubriendo la trasmisión de poderes. Hace algunos meses, hice un post que nomás por que viene mucho al caso, reproduzco aquí:

Uno de los factores por los que he hecho muchas de las cosas que he logrado en mi vida ha sido la existencia de personas a mi alrededor que me han dicho ‘no se puede’ en el momento justo.
Si un día se me ocurre una idea, la suelo platicar por ahí para ver cómo funciona en la mente de otras personas y si por casualidad me encuentro con alguien que, con argumentos más o menos inteligentes, me dice que no se puede… no veo mejor excusa para realizar la idea que el demostrar que sí, que sí se puede.

Así sucedió hace casi seis años, cuando se me ocurrió que la estación de radio universitaria en donde trabajaba (el Circuito de Radio y Televisión del ITAM) podía cubrir la llegada de Vicente Fox, el primer presidente electo de un partido distinto en 70 años, al poder en México.
Y cuando conté mi idea, lo primero que me dijeron fue: 1. estás estúpido y 2. no se puede. Las razones eran muchas, que si un medio de comunicación universitario no podía ser considerado como un medio digno de una acreditación para la ceremonia de traspaso de poderes; que si bien el Circuito hacía una buena labor como radio universitaria, el ITAM ni siquiera tenía la carrera de Comunicaciones y que por lo tanto no podía haber ni siquiera una buena excusa para cubrir el evento; que si había una fila interminable de medios nacionales e internacionales que querían estar en el evento… y así, muchas razones para que decirme que no, que me olvidara del asunto, que no se podía.

No recuerdo bien a bien cómo le hice. Sí recuerdo una conversación con Marta Sahagún (a quien conocí en la campaña cuando era la vocera oficial) y con una colaboradora suya de nombre Gina Morris. Recuerdo haber mandado mi solicitud explicando los motivos de la cobertura y también recuerdo que mis motivos no iban mucho más allá de a) demostrar que sí se podía y b) ver Historia sucediendo frente a mis ojos. Contra todas las posibilidades, una mañana recibí un correo electrónico en donde se me indicaba que podía pasar por mi acreditación el 29 de noviembre a un edificio muy cercano a la glorieta de Colón en el Paseo de la Reforma y que ahí recibiría mayores indicaciones.

Para no hacerles el cuento largo (los cuentos largos saben mejor al calor del vodka), el primero de diciembre del año 2000, el día en el que un presidente de un partido distinto llegaba al poder después de más de 70 años de una denominada ‘dictadura perfecta’, aquí su seguro servidor portaba su gafete de prensa y se metía por todos lados acompañado de su fiel minidisc.

Muchas cosas vienen a mi mente de ese día. Recuerdo la cara de Paco Gil cuando me acerqué a pedirle una entrevista a nombre del Circuito de Radio del ITAM. Primero se rió y luego me dijo muy divertido «¿qué no deberías estar estudiando para tus finales?». En efecto… justo mis finales comenzaban la siguiente semana y don Paco, en un afán desmoralizador y en su papel de profesor de Economía en el ITAM, prefirió remitirme a mis deberes académicos que darme ‘la nota’. Recuerdo también que los eventos que más me gustaron de ese día fueron el desfile en el Campo Marte y la celebración en Palacio Nacional. Esa fue la última actividad de ese día (mi día de reportero presidencial) y había autobuses que llevaban a la comitiva desde Palacio hasta el Centro de Prensa en la glorieta de Colón.

Pues bien, yo la neta ya estaba cansado y me quería ir a mi casita a dormir, por lo que vi un camión desocupado, me subí y esperé a que llegaran más compañeros periodistas para irnos al Centro de Prensa. De repente el chofer recibe una orden y arranca. Me había subido en uno de los camiones del Estado Mayor Presidencial.

Lo que sigue jamás se me borrará de mi mente y corresponde al título de este post. Es la imagen de un ‘reportero’ de 21 años que va, sólo, en un autobús a toda velocidad hacia el Centro de Prensa. En cierto momento me doy cuenta que la velocidad del autobús es bastante considerable por lo que decido asomarme para ver cómo diablos le está haciendo para ir a ese ritmo por las congestionadas calles de la Ciudad. Ahí descubro que la policía ha cerrado las calles y que el camión circula entre una valla de personas (hombres, mujeres, niños, familias enteras) deseosos de ver a su nuevo Presidente. Recuerdo sus ojos, sus caras, la esperanza de sus miradas.

Eran caras de personas que habían votado por una alternativa y que querían hacerle saber a su nuevo líder que estaban con él, que lo único que él tenía que hacer era no fallarles. Era un ambiente de fiesta, de la esperanza de los desesperanzados, de ojos que nunca había mirado hacia arriba, de gente que quería celebrar su logro democrático.

Recuerdo que tuve que sentarme a pensar y asimilar lo que estaba viendo. Comprendí muchas cosas acerca del Poder, de quienes están afuera del camión y también de quienes van dentro de él a toda velocidad. Me dio tanta tristeza que me dieron escalofríos.

Y luego hice lo que cualquier wey de 21 años hubiera hecho en mi lugar: abrí la ventana y saludé a la gente.

Ah! Los buenos viejos tiempos…

P.D. Publicado originalmente, aquí.

Written by Salvador Leal

diciembre 1st, 2006 at 2:36 pm

Posted in nostalgia,política