De vuelta II
Aquí debo volver a hacer la aclaración de que mis conocimientos de mecánica de autos no pueden ser más básicos. Sé que a un coche se le pone gasolina porque si no, no camina y que en determinado momento uno le debe poner agua a los limpiadores para que cuando aprietes el botoncito de ‘limpiador de parabrisas’, salga un chorrito de agua muy cuco que moja el vidrio y permite ver mejor. Punto. No más. No me pidas que revise el aceite porque se me frunce el uyuyuy.
Como ya todos se iban, me apresuré a buscar ayuda. Por lo menos a encontrar un hombro donde llorar mis penas. Estaba yo en un pueblo recóndito del estado de Morelos, sin coche, de noche, sin poder regresar a mi casa y con un grupo de diputados que, no sé si los han visto en el Canal del Congreso, pero la verdad es que con poca luz dan mucho miedo.
(diputado 1) ¿Qué pasó mi licenciado?
(yo, pensando ‘este wey no sabe que no he hecho ni mi tesis para graduarme pero no es momento para desengañarlo’) … pues nada, con una llanta ponchada y sin poderme ir a mi casa
(diputado 1) Uuuuuuy, cómo es eso!
(diputado 2, acercándose) ¿Qué pasó, compañero diputado?
(diputado 1) Pues nada, que aquí al compañero se le ponchó una llanta y no se puede ir su casa.
(diputado 2) No, no, no… eso ahorita lo arreglamos. Mire compañero, le propongo lo siguiente
(yo, muerto de miedo) Dígame…
(diputado 2) Nosotros nos vamos a regresar a la Ciudad hasta mañana. Así que le propongo que se venga con nosotros a nuestro hotel, pase la noche ahí y mañana yo hago que mi chofer busque una vulcanizadora y le cambie la llanta.
(yo, pensando que la oferta es muy tentadora pero que mi mamá me ha dicho que no confíe en extraños, ni en drogadictos, ni en legisladores) Mmmmmm… no sé…
(diputado 1) Sí… mire, se viene con nosotros. Vamos a ir a celebrar que la reunión salió muy bien y se va a poner de agasajo.
(yo, pensando que la frase ‘de agasajo’ no se usa desde 1973) Es que…
(diputado 2) Ándele, ya.. no se haga del rogar (me toma del brazo) véngase con nosotros, deje su coche ahí que mañana viene Damián por él. (gritando) DAMIÁAAAAN!
(damián) Dígame Diputado!
(diputado 2) Mira Damián, mañana muy tempranito te vienes por este coche y le cambias la llanta ponchada por favor.
(damián) Cómo no, Diputado
Y pues así, terminé en una camioneta con una bola de legisladores y sus asesores rumbo al hotel en el que se estaban hospedando que resultó ser una hacienda increíble de principios del siglo XVII. Nos hospedamos, fui a mi cuarto a darme un regaderazo y cambiarme (hombre prevenido vale por dos: en mi coche siempre cargo una muda de ropa) y quedamos de vernos para cenar a las diez.