Leal
No es por hacerles desaire, es que ya no soy del vicioUstedes me lo perdonen…Pero hace más de cinco años que no bebo copasManque ande con los amigos¿Que si no me cuadran?Harto, para que he de hacerme el santito!Si he sido rete borracho como pocos lo haigan sidoPero ahora si ya no tomo aunque me lleven los pingos
No puedo imaginar qué papá o qué mamá les pusieron a declamar algo así a un chavito que para esas alturas el producto con mayor contenido alcohólico que había tomado habían sido los chocolates de balón rellenos de rompope. Si no era esa poesía, las clásicas eran ‘Sólo tengo 17 años’, que contaba la historia de un chavito que moría en un accidente automovilístico, o ‘Canción del Pirata’, que era la más socorrida para salir del paso y que uno la escuchaba en la terrible interpretación de Pérez, Buitrón, López y Martínez.
Una vez que se pasaban todos, el profesor, haciendo gala de la más arraigada tradición priísta, nombraba al insulso chamaco que representaría al salón en el Concurso del auditorio. La verdad, para que lo niego, de seis años en primaria y tres en secundaria, a mí me tocó participar todos los años. Yo siempre pensé que era por mis dotes actorales, pero ahora que estoy haciendo este recuento, sí creo que era menos malo que Ballínez declamando ‘El Brindis del Bohemio’ o a Zepeda con una poesía de Rafael de León que tenía que ser dicha como si fuera nacido en España a principios de siglo (a mí, la neta, me encaba el final).
Durante la primaria, como bien lo apunta Roger, me emocionaba ser el representante del salón. En la secundaria lo odié como pocas cosas he odiado. Hoy, no puedo agradecer lo suficiente el haber tenido esa experiencia, pues las tablas que te da estar en un auditorio lleno hasta el tope o frente a toda la escuela declamando al micrófono (porque al ganador le tocaba repetir su interpretación al siguiente acto cívico frente a 2,500 personas), no las consigues en otro lado que no sean las reuniones del Sindicato Mexicano de Electricistas o siendo candidato a la Presidencia de la República.
Flashazo No. 3
Así como el post de Roger me trajo recuerdos antiguos, el de Arbol me hizo pensar en todos los amigos que dejé de ver cuando me gradué en 1997 de la prepa. (DIOS SANTO!! YA SON 7 AÑOS!!!) He sabido que a algunos los casaron y otros se casaron por su propia voluntad, de la gran mayoría no he sabido nada, aunque esto no me preocupa pues mi generación era de más de 600 personas y yo no llevaba trato con más del 10%. Contrario a lo que dice Arbol, nosotros todavía no «adoptamos el papel de hombrecitos tratando de platicar los planes futuros, la situación del país, la economía, el trabajo y la seguridad». Nosotros seguimos hablando de música, películas y caricaturas. Y no sé si eso es para alegrarse o para preocuparse.
Lo que sí sé es que añoro como no se imaginan el estar en mi salón de prepa. Y tomando prestado el concepto de Ruy Feben, mi happy place del día es estar en el 106, justo antes de entra a clase de Cachi y después de haber comido unos tacos del Cala. *sigh*