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La vida irreal de Salvador Leal

Procter, Gamble & Fox

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A la multinacional Procter & Gamble le debo mi odio jurado a los detergentes y shampoos, una disciplina laboral bastante espartana, que me guste vivir bilingüemente y mis persuasive sales skills entre muchas otras cosas más. Uno de los detalles que me llamaron la atención mientras estuve trabajando ahí fue la manera en la que la gente va creciendo dentro de la compañía.
Supongamos que el CEO de P&G muere repentinamente (me estoy imaginando las caras horrorizadas de mis lectores procterianos) y se requiere que alguien venga a sustituir a Mr. Laffley. En otras compañías (McDonald’s o Pepsi, por ejemplo) contratan a un head-hunter que les consiga a alguien del perfil que requiere el puesto y todos felices y contentos.
En Procter eso no sucede. Resulta que no hay manera de ser directivo de Procter a menos que hayas hecho una carrera dentro de la compañía; esto es, si promueven a tu jefe es muy probable que tú te quedes en su lugar, porque tu jefe se fue al lugar de su jefe y el jefe de tu jefe estará ahora en el lugar de su jefe… y así, ad infinitum. Parte de los beneficios que tiene un sistema como éste es que, cuando llegas a ocupar un nuevo puesto y te enfrentas a un problema, le puedes preguntar a tu jefe y estás seguro de que él (o ella) te puede guiar pues seguro que ya pasó por algo similar cuando estuvo en tu puesto. Así, cuando tú entras a trabajar a P&G te aseguran que puedes llegar tan alto como -literalmente- tú y tus habilidades se lo propongan. Okey, basta de cebollazos a Procter. ¿Por qué estoy hablando de estos mecanismos de subida dentro de una empresa?

En México, hasta el año 2000, teníamos un sistema político bastante similar en ese sentido. Era imperfecto, corrupto, ineficiente, costoso… pero servía extremadamente bien cuando se trataba de ir filtrando a las personas. De esta forma, el presidente de México era alguien que había comenzado desde abajo y que conocía casi-casi cada recoveco de los oscuros pasillos del poder y del partido. Sabía a quién sí llamarle y a quién no, sabía quién movía los hilos de qué y sabía cómo mover esos hilos. El que sería presidente de México conocía las Secretarías de Estado y cómo estaban fundadas institucionalmente, conocía los Pinos y sabía quién era quién en ese lugar, conocía a la gente del partido, desde ‘las bases’ hasta ‘las cúpulas’. En fin, se había entrenado en un hábitat que conocía a la perfección y había visto como otros presidentes habían resuelto los problemas a los que se habían enfrentado. Estaba *fogeado* y, como dijera mi agüe, no se cocía al primer hervor.

Todo esto terminó con la llegada de Vicente Fox. El cuate no sabía ni siquiera qué número marcar para pedir unos molletes a la cocina de Los Pinos… ya no se diga tener conocimiento de cómo se trata a otro Jefe de Estado o cómo solucionar una crisis. Y de su equipo no se podían decir cosas mejores: personas capaces e inteligentes (or so they said) que nunca habían estado en Palacio Nacional ni siquiera como turistas.

No crean que soy de esos que claman por el regreso del PRI-gobierno, la corrupción y los malos manejos. Sin embargo, me da mucha tristeza que la ‘curva de aprendizaje’ de nuestro actual gobierno nos esté costando tantos dolores de cabeza, errores garrafales y reformas que tendrán que ser pospuestas -otra vez- hasta el siguiente sexenio.

Todas estas reflexiones me vinieron a la mente después de lo ocurrido el día de ayer que México decidió alejarse aún más de las relaciones que mantenía con Cuba. Me da pena y coraje que nuestro gobierno no tenga ni idea de cómo manejar las relaciones internacionales de este país. Me resulta aterrador ver tanta estupidez desplegada en tantas declaraciones de tantas personas que ocupan lugares importantes de la política mexicana.
Y lo peor es que no se ve que todos estos cuates vayan a mejorar en algún momento, pues para cuando le vayan agarrando la onda a esto de gobernar un país, ya habrá terminado su sexenio. Sad but true.

Si a todo esto le agregamos que me duele mucho la garganta, que tengo el cuerpo cortado y que el día no quiere clarear… el panorama no se ve muy alentador.

Written by Salvador Leal

mayo 3rd, 2004 at 1:57 pm

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