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La vida irreal de Salvador Leal

Homo Videns

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Desde algún punto lejano a la campaña inquisitorial de vacunación contra el sarampión.- Leo un artículo en The Economist que me pone mucho a pensar. Como muchas cosas en esta vida, el artículo de la revista inglesa puede ser vista únicamente de frente (y tener una sola opinión) o pueden revisarse todos los aristas del asunto y darnos cuenta que la reflexión que en él se expone, se puede ver a la luz de lo que es nuestro país.
Me explico.

El artículo se encuentra en la sección ‘Britain’ y habla acerca de la BBC.
Según los conocedores (por lo menos con los que yo he tenido contacto), la BBC es el non plus ultra en cuanto a televisión y radio se refiere. Si ustedes se han fijado, muchos de los programas de A&E, People+Arts, el Discovery Channel y hasta el canal 22, son producidos y concebidos en la pequeña ciudad de la BBC localizada en West London. Tienen una sinfónica propia, productora de cine, centros educativos especializados en distintas ramas del entretenimiento y los aspectos técnicos del medio, siete estaciones de radio… en fin, los tipos son lo que todos a los que nos apasionan los medios de comunicación quisiéramos ser o tener.

El asunto es que un reciente estudio del Ministerio de Comunicaciones inglés (Ofcom) dictaminó que la BBC necesita subir sus estándares. No sé si lo hicieron nomás por joder o porque realmente eso salió en su estudio… pero esa determinación me emociona. Mucho. Porque se basa en algo en lo que he creído toda la vida (algunas veces a costa de mi salud mental) y es que no importa lo alto que esté tu nivel, siempre -siempre- puedes estar mejor.

De acuerdo con su primer director general (un cuate que tiene nombre de malo de Star Wars: Lord Reith), el objetivo de la BBC era darle al público no sólo lo que pide sino también lo que necesita: debe educar e informar con la misma pasión con la que debe entretener.
El asunto no queda ahí; la BBC se mantiene de un impuesto flat tax (corran a preguntarle a su egresado del ITAM de confianza, qué es un Flat Tax) por lo que debe regresarle a la sociedad contenidos que satisfagan TODOS los gustos. Y esto se da bajo el supuesto que tiene el gobierno británico de que la televisión es demasiado importante como para únicamente dejarla en manos privadas.

Independientemente de si los ingleses tienen razón o no, vale la pena analizar lo que ocurre en nuestro país, donde tenemos una televisión dividida en dos: la que entretiene a la parte más primitiva de nuestro cerebro (Eugenio Derbez y Paty Chapoy) y la que aburre aún a la parte más inteligente de nuestro cerebro (sintonicen cualquier programa *cultural* hecho en México y prepárense para dormir o llorar).

Alguna vez escuché que la televisión es entretenimiento gratuito. ¿Será que al pagar por lo que estoy viendo en la tele me pongo más exigente con la calidad de los contenidos y hago valer mi voz como consumidor de televisión?
Creo que el post y el tema da para bastante más, pero al haber huido apresuradamente de la ciudad ante la amenaza de vacunación no alcancé a traerme mi laptop y el tiempo del café internet desde donde estoy escribiendo se terminó.

Ojalá nos pusiéramos a analizar -una vez más- las razones de por qué vemos lo que vemos, por qué consumimos la televisión que consumimos y cómo podríamos usar nuestra fuerza como consumidores/pagadores de impuestos para modificar los contenidos de la televisión estatal (léase Canal 11 y Canal 22).

Written by Salvador Leal

abril 27th, 2004 at 12:05 pm

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