De la celebración…
Pues siento no haber escrito antes. Aquí en mi oficina decidieron que como ya cumplí 25 años la cantidad de trabajo que me iba a ser asignada se iba a multiplicar por veinticinco…
En fin, el fin de semana de celebraciones estuvo increíble. Desde el viernes hasta ya bien comenzado el domingo, no creo haber dormido más de 3 horas acumuladas. Los sentimientos y la reflexiones que surgen en los momentos de ruido y música son, en el caso de cumplir años, muy comparables a los que podemos tener instalados en el silencio y la meditación. La profundidad de estas reflexiones no me ha dejado digerirlas del todo, así que me limitaré -por el momento- a hacer un recuento/anécdota de lo ocurrido este fin de semana.
Como se había publicado en el este blog, el sábado había dos eventos: el concierto de Junior Senior y la presentación de Kinky. De Junior Senior sólo puedo decir que la calidad del evento fue inversamente proporcional a la duración del mismo: duró 50 minutos (pagué $280.00… talking about cost & benefit) El highlight de la noche fue el grandioso cover a Twist & Shout y el ambiente del Salón 21.
Con Kinky, la historia es distinta. Resulta que el evento de Kinky estaba patrocinado por la frecuencia en donde antes solía estar la estación de radio donde trabajé (el 96.9 de fm) así que me encontré con casi todas las personas con las que conviví durante el tiempo que fui Locutor de Radio™. Aquí cabe resaltar que, contrario a lo que ocurre en el resto de las estaciones de radio (y de los lugares de trabajo también), el equipo que hacía WFM era un equipo sui generis. Resulta que éramos un grupo de 6 personas que nunca antes habían hecho radio comercial en su vida y que de repente se veían obligados a trabajar con una cuasi leyenda de la radio con 16 Años De Experiencia™ (ese último ™ es un chiste local). Juntos vivimos muchas alegrías y muchas tristezas, pasamos problemas que jamás pensamos podríamos pasar, salíamos de antro juntos, nos regañaban a todos al mismo tiempo y nos gritaban con la misma frecuencia (esto no es necesariamente del todo cierto… yo era de los consentidos), teníamos juntas masivas que resultaban ser todavía más divertidas que el trabajo de oficina, jugábamos guerritas con pistolas de agua cuando caía la noche y también nos íbamos de vacaciones juntos. Este último punto es el que me interesa el día de hoy (para el resto de las situaciones tendrán que seguir visitando periódicamente este blog o esperarse a que todo el material anecdótico lo junte en un guión de televisión para hacer una serie cómica).
Un diciembre, nuestra jefa decidió mandar a tres personas a cubrir una serie de conciertos que estábamos patrocinando en Acapulco con motivo del Aca World Sound Festival (recuérdenlo aquí) y como se juntaba con ciertos días de vacaciones que nos había concedido milagrosamente, el equipo de 3 personas se volvió de la noche a la mañana en dos coches con personas que iban, unas a «trabajar» y otras a «ayudarles a trabajar».
No exagero cuando digo que las anécdotas que surgieron en WFM dan como para una serie de televisión. Imagen al grupo de locutores principiantes en su primera misión rumbo a Acapulco acompañados del gerente de la estación, el encargado de promoción y el diseñador de la estación. Imaginen además que entre el grupo de locutores hay una parejita que quiere todo el uno con la otra pero que mantiene su relación en secreto para evitar que La Jefa se entere (meses después supimos que La Jefa lo supo mucho antes que el resto del equipo). Agreguenle un concierto en la playa, un productor de eventos de música electrónica que en momentos parece barón de la droga, un niño que cuida lugares de estacionamiento en la playa del Princess y de cuya boca salen las palabras de sabiduría que guían a nuestros protagonistas a lo largo de su aventura y, finalmente, el detalle de que quien transmite al aire los pormenores de la fiesta tiene que estar medianamente sobrio.
Sé que cuando saque la serie de televisón será un hitazo.
Olvido el elemento unificador de la historia. El grupo que tocaba en nuestra fiesta en la playa era un grupo desconocido cuyo disco acababa de salir pero que no era tocado por ninguna estación de radio a pesar de las excelentes críticas extranjeras. Era un grupo de Monterrey que ya se había presentado en Estados Unidos pero que en México simplemente no existían. Su nombre: Kinky.
Ahora se podrán imaginar lo que sentimos en la fiesta del sábado cuando vemos que su tour es un rotundo éxito y que finalmente han conseguido entrar en la escena musical mexicana ofreciendo una alternativa distinta a las Paulinas, Rickys y Sin Banderas. O cuando escuchamos que ‘Soun tha mi primer amor’, rola que bailamos por primera vez en las playas del pacífico mexicano, es ahora una canción que todo el mundo conoce y brincotea con ella.
Al final del evento, todos teníamos un ‘ojito Remi’ anímico por todas las cosas que han pasado desde entonces. La estación cambió de giro y muchos de nosotros también. Unos siguieron en radio mientras que otros nos refugiamos en la seriedad de la vida laboral *normal*. Uno es director de una revista, otra sale en un noticiero matutino, uno más se dedica a la organización de eventos. El grupo se mantiene más o menos en contacto con sus muy dolorosas excepciones. ¿Y yo? Yo sólo sé que cumplí 25 años y que esto realmente apenas es el comienzo.
(inserte aquí Supergrass – Alright mientras Salvador se pone unos lentes oscuros y camina rumbo a la vida)