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La vida irreal de Salvador Leal

Los marcianos llegaron ya…

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¿Se acuerdan de lo que «querían ser cuando fueran grandes»?
Cuando yo tenía 3 años, hubiera matado por ser el cuate que pasa anunciando con una sonora campana la llegada del camión de la basura. Se me hacía el trabajo más increíble que podía existir. Mis papás, obviamente, tuvieron que ir a varias sesiones de terapia para tratar de explicarse qué es lo que había salido mal conmigo.

Después crecí y quise ser bombero. El problema es que desde que tengo memoria, estoy incapacitado para realizar la actividad más importante que hacen los bomberos, esto es, bajar por el tubo de la estación. Supongo que no tengo el gen que le permite a las personas agarrarse de un tubo, soltarse y después deslizarse hasta abajo. Triste pero cierto. Y no creo que haya cura.

Así que, sin poder ser ni ‘el señor de la basura’ ni bombero, me enfoqué en ser médico. Soñaba con poderle dar a la humanidad una alternativa viable a la peor solución médica que ha existido después de las sanguijuelas: las inyecciones. Con esta idea llegué a la secundaria y conocí al profesor Astorga que me dio Biología y sólo fueron necesarios dos años para destruir todas las aspiraciones médicas que pudiera tener en mí.
También en la secundaria conocí el dibujo técnico y quedé fascinado con hacer planos, isométricos, proyecciones y mediciones. Mi vida se habría enfocado hacia la Arquitectura de no ser porque nunca nadie me ‘vendió’ la carrera y terminé por pensar que si no conocía a ningún arquitecto era porque quizás vivían en ghettos aislados de la sociedad y repudiados por dedicarse a la profesión que se dedicaban.

Después, viene la historia que todos conocen. Me dediqué a estudiar Actuaría, carrera que supe fue un error a la semana de iniciada. Pasé por una crisis vocacional (aunque ahora que hago este recuento, mi vida entera se podría definir como una crisis vocacional) que me llevó a estudiar Letras Hispánicas y, para no morirme de hambre, Economía.

Esa es la historia vocacional de mi vida a la que le faltan dos profesiones. Una, a la que me dediqué desde muy pequeño que era jugar a la radio y la otra, que ocurrió cuando tenía entre 8 años y vivía con la tremenda ilusión de ser astronauta y viajar al espacio.
Llámenlo ingenuidad infantil, pero el asunto de estar en una nave espacial despegando y luego vivir en la ingravidez total me resultaba fantástico.
Claro, después supe que para ser astronauta se necesita ser ingeniero y que para ser ingeniero se requiere estudiar Física. Y la relación que tengo con la Física es bastante similar a la que tengo con el Deporte.

Supongo que las cosas que nos gustan cuando somos niños nunca nos dejan del todo. Simplemente necesitamos darnos cuenta de la manera en la que hemos crecido para darnos cuenta que el pequeño niño al que le gustaba imaginarse viendo la tierra desde una pequeña escotilla sigue ahí.
Eventos como los recientemente ocurridos sobre el planeta Marte, me ponen a pensar en eso. Y sigo sintiendo una fascinación muy parecida a la que tenía hace más de 16 años.

Para ver las increíbles imágenes del Spirit, visiten este link… y sueñen.

Written by Salvador Leal

enero 8th, 2004 at 1:10 pm

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