Archive for the ‘literatura’ Category
Again
Cada año pongo el mismo link al mismo cuento. Sucede que el cuento me gusta mucho y que la historia va perfecta para estas fechas. Y que, como buen cuento, el final no se revela sino hasta la última frase.
Anden, háganse un favor y vayan a leer ‘La Estrella‘ de Arthur C. Clarke.
Quickie
Post rápido.
Leyendo una entrada de Wikipedia, me encontré con las reglas para historias cortas de Kurt Vonnegut. Aquí las dejo para futura referencia:
1. Use the time of a total stranger in such a way that he or she will not feel the time was wasted.
2. Give the reader at least one character he or she can root for.
3. Every character should want something, even if it is only a glass of water.
4. Every sentence must do one of two things—reveal character or advance the action.
5. Start as close to the end as possible.
6. Be a Sadist. No matter how sweet and innocent your leading characters, make awful things happen to them—in order that the reader may see what they are made of.
7. Write to please just one person. If you open a window and make love to the world, so to speak, your story will get pneumonia.
8. Give your readers as much information as possible as soon as possible. To hell with suspense. Readers should have such complete understanding of what is going on, where and why, that they could finish the story themselves, should cockroaches eat the last few pages.
Link.
¡Ah, sí! Y feliz 2010…
Poema
Se me hizo la cosa más maravillosa (y política-mercadológicamente bien pensado) que el evento de Toma de Protesta de Barack Obama tuviera una parte musical y la lectura de un poema. Aplausos al mastermind detrás de la Ceremonia. Y aplausos, también, al poema que transcribo aquí, nomás porque me gustó mucho mucho. Y este es un lugar justamente en donde me gusta guartar ese tipo de cosas.
“Praise Song for the Day”
Elizabeth Alexander
Each day we go about our business,
walking past each other, catching each other’s
eyes or not, about to speak or speaking.
All about us is noise. All about us is
noise and bramble, thorn and din, each
one of our ancestors on our tongues.
Someone is stitching up a hem, darning
a hole in a uniform, patching a tire,
repairing the things in need of repair.
Someone is trying to make music somewhere,
with a pair of wooden spoons on an oil drum,
with cello, boom box, harmonica, voice.
A woman and her son wait for the bus.
A farmer considers the changing sky.
A teacher says, Take out your pencils. Begin.
We encounter each other in words, words
spiny or smooth, whispered or declaimed,
words to consider, reconsider.
We cross dirt roads and highways that mark
the will of some one and then others, who said
I need to see what’s on the other side.
I know there’s something better down the road.
We need to find a place where we are safe.
We walk into that which we cannot yet see.
Say it plain: that many have died for this day.
Sing the names of the dead who brought us here,
who laid the train tracks, raised the bridges,
picked the cotton and the lettuce, built
brick by brick the glittering edifices
they would then keep clean and work inside of.
Praise song for struggle, praise song for the day.
Praise song for every hand-lettered sign,
the figuring-it-out at kitchen tables.
Some live by love thy neighbor as thyself,
others by first do no harm or take no more
than you need. What if the mightiest word is love?
Love beyond marital, filial, national,
love that casts a widening pool of light,
love with no need to pre-empt grievance.
In today’s sharp sparkle, this winter air,
any thing can be made, any sentence begun.
On the brink, on the brim, on the cusp,
praise song for walking forward in that light.
Fuentes
Sí, está de moda. Ni modo.
Pero hay frases que, por lo que son, necesito poner acá.
«Uno debe tener mucho miedo al escribir. No es un acto natural como comer, o hacer el amor, es en cierto modo un acto contra natura. Es decirle a la naturaleza que no se basta a sí misma, que necesita otra realidad, la imaginación literaria».
– Carlos Fuentes
Intento
Lo realmente triste no es que nosotros nos olvidemos de los muertos, sino que, casi de inmediato, los muertos comienzan a olvidarse de nosotros, los vivos.
Post inspirado por lo que hace José Luis Zárate en su blog y en su twitter.
Monterroso 2.0
Gracias a Bef, he descubierto el blog de José Luis Zárate.
En su blog, Zárate escribe cuentos, minificciones, historias de menos de 140 caracteres. Apenas lo que cabe en un mensaje SMS (abro paréntesis: creo que debemos buscar un mejor sinónimo de «mensajes SMS» que el clásico «mensajito»).
Y no sólo eso. En su twitter, José Luis hace lo mismo pero en una sola línea. Y hay unos verdaderamente interesantes. Sobretodo porque, en un ataque de creatividad, una sola línea te remite a un universo de posibilidades literarias.
Si en algún momento te quedaste sin ideas para desarrollar aquella historia corta que querías escribir, date una vuelta a su blog o a su twitter.
Two thumbs up!
Prenunciación
A todos nos ha pasado.
Estamos en una reunión social y de repente alguien (generalmente alguien más importante que tú o alguien a quien estimas mucho), dice una palabra extranjera y, tómela, la pronuncia mal.
(inserte aquí Pena Ajena™)
Pues bien, les dejo aquí un link a una página que se llama Forvo. Y es una página que nos ayuda a saber pronunciar bien las palabras en un idioma distinto al nuestro. Dénle una visitadita antes de salir la próxima vez a convivir con el resto de la sociedad o en la siguiente ocasión que no sepan cómo se pronuncia algún vocablo foráneo.
** Este es un servicio más del Fideicomiso Salvador Leal para la Cultura, las Artes y el Buen Comportamiento Social**
Deadline I
Imaginen la clásica secuencia de película en donde alguien está súper metido escribiendo algo.
Ahora, pongan en su mente la imagen de su servidor (o sea, yo) frente a una computadora, noche y día, escribiendo.
Pero cuando digo ‘noche y día’ es, de verdad, ‘noche y día’. Es más, son varios cortes: yo escribiendo, más o menos relajado; yo, mordiendo un lápiz, como teniendo estreñimiento mental; yo, con un café en la mano y afuera es de noche; yo, con otro café en la mano y afuera es de mañana; yo, durmiendo sobre el teclado; yo, escribiendo con una sonrisa; yo, borrando lo recién escrito haciendo puchero; yo, mentándole la madre al monitor. En pocas palabras, alguien que está *escribiendo*
¿Ya? ¿No? Okey, ayudemos al más puro estilo cinematográfico… con un poco de música:
Clip de audio: Es necesario tener Adobe Flash Player (versión 9 o superior) para reproducir este clip de audio. Descargue la versión más reciente aquí. También necesita tener activado Javascript en su navegador.
Gonzales – Dot
Actualmente, mi vida vive de deadlines. El primero es este miércoles 9, el segundo es el siguiente miércoles. El último, y más importante llega el lunes 2 de junio.
Salvador Leal escribe.
50 Años
Hace exactamente 50 años, el libro que cambió mi vida de una forma impactante, fue publicado. Su nombre es ‘Atlas Shrugged’ (en español, ‘La Rebelión de Atlas’) y fue escrito por una mujer de nombre Ayn Rand.
Este libro, de más de mil páginas (sí, es un verdadero reto terminarlo) le llevó 13 años escribirlo. La parte crucial de la historia, un discurso que ocupa 55 páginas, nomás le tomó más de tres años. Su mensaje central es impecable: El ser humano (cada uno de ellos) es un fin en sí mismo, no el medio para los fines de otros. Debe existir por su propio esfuerzo, sin sacrificarse a otros ni sacrificar a otros para sí. La búsqueda de su propio interés racional y de su propia felicidad es el más alto propósito moral de su vida.
El mejor homenaje a 50 años de su publicación no es ni siquiera releer el libro, sino vivir de acuerdo a su espíritu. El mejor lugar para comenzar a leerlo es hoy, no porque cumpla cinco décadas de vida sino porque cada día que pase sin conocer la fuerza detrás de las letras escritas por Rand es un día en el que vivirás peligrosamente cerca de caer en las garras de todo lo malo que hay en este planeta. El mejor lector, eres tú, que sin terminar de leer esta frase vayas, corras, compres y leas ‘Atlas Shrugged’.
Gracias, Ayn.
Fontanarrosa
El jueves pasado murió Roberto Fontanarrosa. Escritor y dibujante argentino, Fontanarrosa alcanzó la fama gracias a dos personajes de historietas: Inodoro Pereyra y Boogie ‘el Aceitoso’. Como buen mexicano (que, por definición, es un chafísima argentino), Pereyra me es bastante equis, pero Boogie fue de esos viejos acompañantes que, durante toda mi infancia y domingo a domingo, leía en la revista Proceso que recibíamos en casa.
Si con el humor ácido, ultraviolento y machista de Boogie Fontanarrosa se ganó mis simpatías, al saberlo escritor de las locuras de Les Luthiers se ganó mi absoluto respeto. Sirva la transcripción de su participación en el Congreso de la Lengua del 2004 como un pequeño homenaje de este blog para ‘el Negro’ Fontanarrosa.
Defensa de las malas palabras ante la Academia
Roberto Fontanarrosa(…)
Un Congreso de la Lengua es, más que todo, para plantearse preguntas. Yo, como casi siempre hablo desde el desconocimiento, me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué? ¿Quién dice qué tienen las malas palabras? ¿O es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad? ¿O sea que cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿O, cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?Obviamente, no se quién las define como malas palabras. Tal vez sean (ellas) como esos villanos de viejas películas —como las que nosotros veíamos—, que en un principio eran buenos, pero que al final la sociedad los hizo malos. Tal vez nosotros, al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas. Lo que yo pienso es que brindan otros matices, muchas de ellas. Yo soy fundamentalmente dibujante, con lo que uno se preguntará: ¿qué hace ese muchacho arriba del escenario? Manejo muy mal el color, por ejemplo, pero a través de eso sé que cuanto más matices tenga uno, más puede defenderse, para expresarse, para transmitir, para graficar algo; entonces: hay palabras, palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad, por fuerza, algunas incluso por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo. Tonto puede incluso incluir un problema de disminución neurológica realmente agresivo.
El secreto de la palabra pelotudo, ya universalizada —no sé si está en el diccionario de dudas—, está en que también puede hacer referencia a algo que tiene pelotas. Puede hacer referencia a algo que tiene pelotas, que puede ser un utilero de fútbol que es un pelotudo porque traslada las pelotas; pero lo que digo, el secreto, la fuerza, está en la letra t. Analicémoslo —anoten las maestras—: está en la letra t, puesto que no es lo mismo decir zonzo que decir peloTudo.
Otra cosa, hay una palabra maravillosa que en otros países está exenta de culpa —esa es otra particularidad, porque todos los países tienen malas palabras pero se ve que las leyes de algunos países protegen y en otros no—, hay una palabra maravillosa, decía, que es carajo. Yo tendría que recurrir a mi amigo y conocedor, Arturo Pérez Reverte, conocedor en cuanto a la navegación, porque tengo entendido que el carajo era el lugar donde se colocaba el vigía, en lo alto de los mástiles de los barcos para divisar tierra o lo que fuere; entonces mandar a una persona al carajo era estrictamente eso, mandarlo ahí arriba.
Amigos mexicanos con los que estuve cenando anoche me estuvieron enseñando una cantidad de malas palabras mexicanas. Ahora que lo pienso creo que me estaban insultando porque se suscitó un problema con la cuenta a la hora de pagar. Me explicaban que las islas Carajo son unas islas que están en el océano Indico.
En España, el carajillo es el café con coñac y acá apareció como mala palabra, al punto que se llega a los eufemismos, se decía caracho; es de una debilidad absoluta y de una hipocresía… ¿no?
A veces hay periódicos que ponen: «El senador Fulano de Tal envío a la m… a su par». La triste función de esos puntos suspensivos, realmente el papel absurdo que están haciendo ahí, merecería también una discusión acá, en el Congreso de la Lengua.
Voy a ir cerrando. Hay otra palabra que quiero apuntar que creo es fundamental en el idioma castellano, que es la palabra «mierda», que también es irremplazable. El secreto de la contextura física está en la r —anoten las docentes—, porque es mucho más débil como la dicen los cubanos: mieLda, que suena a chino, y eso —yo creo que ahí está la base de los problemas que ha tenido la Revolución cubana—, le quita posibilidades de expresividad.
Voy cerrando, después de este aporte medular que he hecho al lenguaje y al Congreso. Lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo único que yo pediría (no quiero hacer una teoría) es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar.
Fuente: El Clarín