Fuego
Estoy leyendo «This Is Your Brain on Music: The Science of a Human Obsession» [link], un libro de un cuate que está muy clavado en descubrir qué es lo que, neurológicamente, hace que el ser humano esté obsesionado con la música. Esta persona, de nombre Daniel J. Levitin, quiere saber qué es lo que se activa en nuestros cerebros cuando escuchamos una melodía que nos gusta, cómo es posible que unas canciones nos gusten mucho y otras no tengan éxito y saber si las melodías que cantan los seres humanos a lo largo y ancho del planeta tienen algo en común.
Leyendo la parte de las letras, me encontré con esta frase en donde reflexiona acerca de la poesía y de su importancia para las letras de las canciones. Me gustó mucho y les comparto un párrafo traducido por mí, en este blog que poco a poco ha dejado de ser un espacio de diálogo (Twitter se llevó las conversaciones) y se ha vuelto más un lugar para guardar mis filias y obsesiones:
«Hace casi cien años, la Enciclopedia Britannica, en su edición de 1911, publicó que la poesía había «tenido tanto efecto en el destino de la humanidad como el descubrimiento del uso del fuego». Comparar la poesía con el fuego no sólo es metafóricamente satisfactorio sino también dramático (¿el fuego en el alma de hombres y mujeres? ¿el deseo quemante de expresar sentimientos con rima y ritmo?). ¿Pero queremos creer que la poesía realmente ha ejercido un efecto profundo en el curso de los eventos de la humanidad? La Británica dice que sí, que la poesía y presumiblemente, la letra de las canciones, han cambiado la historia, comenzado y terminado guerras, documentado la historia de la humanidad y cambiado la mente de los hombres acerca del curso de sus vidas.»