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La vida irreal de Salvador Leal

Una mañana

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Era una mañana. De hecho, era la última mañana de la preparatoria.
Tres años de mi vida acudiendo al mismo lugar durante la misma cantidad de tiempo. Hoy, a más de una década de distancia, los recuerdos se ven cada vez más y más como una fotografía borrosa. La realidad se mitificó casi instantaneamente y hoy, cualquier anécdota relacionada con la preparatoria, es impresionantemente fantástica. Cada vez que alguien de mi grupo la cuenta, algo se le agrega, alguna exageración se cuelga y se provocan las mismas risas que la primera vez que se contó esa anécdota hace ya mucho tiempo.

Durante la última semana de clases en mi prepa (el Centro Universitario México, o CUM), los alumnos nos formábamos afuera del salón al término de la última clase con cada maestro, para hacerle una valla en donde les aplaudíamos (a los más), los abucheábamos (a los menos) y hasta los zapeábamos (muy contados casos, pero memorables, por supuesto). Al evento se le conocía, muy creativamente, como ‘las vallas’. El viernes era el último día de vallas y a la hora de la salida, la escuela patrocinaba unos mariachis que tocaban para todos los alumnos durante una hora y que ponía a todos en ambiente para el siguiente punto que, en aquellos tiempos, eran las trajineras de Xochimilco. Y sí, a esos eventos también se les conocía, muy crípticamente como «los mariachis» y «las trajineras». Eran otros tiempos.

A riesgo de sonar como viejo decrépito, sí eran otros tiempos. Por principio de cuentas era 1997 (ja!), el grueso de nosotros no tenía celular y ese fue el año en el que los que ingresaron al Tec de Monterrey descubrieron que el uso de laptop era obligatorio, cosa que hoy me parece normal pero que en aquel momento me pareció simplemente aberrante e innecesario. El país era gobernado por el PRI, la película que más recuerdo de esa época es ‘El Quinto Elemento’ y las Spice Girls sonaban, quisiéramos o no, en los estereos de todos. No había iPods, por supuesto, ni MiniDiscs. Lo que sí había eran Discmans con bocinas de computadora; los MP3s eran algo aún no conocido.

Pero esa última mañana de preparatoria, mi mente no estaba en si sería el último día en que vería a mis amigos, o si serían las últimas clases que tomaría sentado en las incómodas bancas de madera tradicionales de las escuelas maristas. Esa mañana lo único que me preocupaba era si mi choro podría convencer a mi maestro de Física o no. Constantino de Llano, o Tino a sus espaldas, era el maestro más perro del Área 1 (Físico-Matemáticas); el tipo enseñaba -anécdota real- cosas que aprenderías en el segundo semestre de la carrera de ingeniería. Y las evaluaba con una severidad pocas veces vista y experimentada… cosa que ya es un decir en una tradicional escuela sólo para hombres donde los castigos físicos (y mejor aún, psicológicos) eran de uso corriente.

Yo y la Física nunca nos llevamos bien. La cursé en tercero de secundaria, cuarto y sexto de prepa. Las dos primeras veces logré sacarme diez gracias a mi memoria («mencione la Ley de Hooke») y a que era el consentido de los dos profesores. Pero Constantino no era fácil de roer; el tipo había estado en el CUM desde los tiempos en los que en el salón había percheras para los sacos y las boinas de los estudiantes, y era mucho más estricto que mis otros dos maestros. Dicho y hecho: sufrí con Constantino. Sufrí como pocas veces. Es más, en toda mi historia escolar, sólo dos materias me han hecho realmente sufrir y una de esas fue Física en sexto de prepa. Como yo era un ñoño, mi promedio era decente, pero no lo suficientemente bueno como para exentar el examen.

Y justamente eso era lo que estaba en mi mente aquella última mañana de la preparatoria. ¿Cómo convencer a Constantino para que me exentara y así librarme de estudiar para el peor examen final de mi vida? Esa última clase, era, por supuesto, para arreglar asuntos administrativos como quién presentaría el examen, quién no tendría el promedio para alcanzar la primera vuelta y quién se iría directo a extraordinario. Faltando cinco minutos y aprovechando que varios se habían parado a arreglar cosas con él directamente en su escritorio, me animé, me paré de la banca y me acerqué a su lista. No recuerdo el choro, pero recuerdo que fue algo prolongado y que los ojos de Tino no dejaban de ver más allá de mis palabras. Recuerdo perfectamente cuando su bigotito se movió para dar su respuesta.

Las anécdotas de preparatoria se van engrandeciendo conforme pasa el tiempo. De la nada nos convertimos en héroes o villanos, ganamos la pelea en el antro o logramos anotar ese último touchdown necesario para ganar el torneo interáreas. Con unas cuantas palabras, nos convertimos a nosotros mismos, en el cuate que salva el día; aplausos, música, créditos, final, desvanecimiento a negro.

Este no es el caso. Esa mañana, Constantino me dijo que no, que tendría que ponerme a estudiar porque mi promedio nomás no daba para la exención. No le importó que fuera a exentar el resto de mis materias, que le argumentara mil y un situaciones pre-universitarias o que se lo pidiera porfavorporfavorcito. Guardó su lista en su portafolios negro y con eso terminó la conversación. Salí del salón mientras el resto del grupo ya estaba flanqueando la puerta para hacerle la valla a Tino. Varios traían cámaras de video, recuerdo perfectamente decirle a una de ellas un clarito «que chingue a su madre!». Muy correcto yo.

Esa mañana me vino a la mente esta mañana, doce años después, cuando en Facebook un amigo publicó una fotografía. Esta:

Mi cara está siendo tapada por la cabeza de alguien con una cámara de video. Estoy frente a una columna y a mi lado está José Manuel riéndose de mi y de mi fallido intento para convencer a Constantino.

A la fecha, odio la Física.

Written by Salvador Leal

marzo 17th, 2009 at 3:26 pm

Posted in maristas,nostalgia

11 Responses to 'Una mañana'

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  1. Esas las subió Quintana al Facebook, qué buenos recuerdos.

    Omar

    17 Mar 09 at 5:42 pm

  2. En 1997 en el Tec no era obligatorio el uso de Laptop, pero empezaba a ser más popular y en donde ibas a inscripciones presenciales había stands de venta de laptops de las principales marcas. Pero que sea obligatorio es un mito.

    alice

    17 Mar 09 at 6:50 pm

  3. Wow.

    Chanfle II

    17 Mar 09 at 11:19 pm

  4. ahhh .. que buenos recuerdos. Mis mariachis y trajas fueron en el 2006 .. un suceso memorable en verdad. La tradicion de las vallas fue cambiada un poco: tomabamos desprevenido al profe (el que se dejaba), lo cargabamos en hombros y los transldabamos a la mitad del patio, para aventarlo unas cuantas veces al cielo bajo la mirada de la mayoria de los salones de cuarto y quinto (y mientras llegaba Vignau).

    Gratos recuerdos de una gran escuela y aun mas gratos de muchos profesores y amigos … ademas no importan los años de diferencia siempre hay al menos tres profesores en comun; jajaja, son como inmortales.

    Saludos

    Andacamo

    18 Mar 09 at 2:31 pm

  5. No recuerdo que hubiese «mariachis», ni las vallas y eso que ha pasado una decada apenas. El americano interáreas lo ganó el área 2, recuerdo.

    saffog

    18 Mar 09 at 4:08 pm

  6. Fue esta la primer grosería dicha en «primera persona» del blog de Salvador Leal?… yo me pregunto…

    Armando

    18 Mar 09 at 8:23 pm

  7. recuerdo bien el pasillo… yo sali del CUM en 91…recuerdo que me fui a segunda vuelta de geografía económica (área 3) y reprobe.. era la última materia que tenia que acreditar para poder dar el paso a la universidad, le explique al maestro (que chafa que no me acuerde de su nombre) que si no la acreditaba seguramente perdería la inscripción a la universidad y al menos un semestre.. le dije que queria estudiar diseño… supongo que entendio que la geografía y el diseño no tenian nada que ver, me paso con una gloriosa -S-…aún se lo agradezco….

    diseñador

    19 Mar 09 at 9:13 pm

  8. WOW me llevaste también a los dulces años de mi preparatoria con esto, porque yo también tuve a Constantino AKA Tino como maestro de Física en 6º de prepa y porque mi promedio, por décimas, tampoco fue suficiente para exentar. Lo odié todo el curso, porque el tipo me bajaba calificación sólo por ser mujer (y si, lo admitía) y casi me hizo renunciar a mi idea de estudiar la carrera de Física… que bueno que sólo fue un «casi»
    Que recuerdos esos de las vallas… recuerdo sobre todo la de «Cachi» uno de los mejores maestros que he tenido en mi vida!
    … Y Constantino… uno de los PEORES

    Danny

    20 Mar 09 at 10:10 am

  9. Ya había MiniDisc. Desde 1992. Es más, seguro usted ya tenía uno. Pero el chiste es que fue hace mucho tiempo.

    Tomate

    20 Mar 09 at 3:26 pm

  10. ¡Constantino!
    Yo salí en 2008 del CUM y ahora estudio en el ITAM. Y sí, Tino de Llano fue mi maestro de Física, pero en área II.
    Al igual que tú, también la sufrí muchísimo. Pero ¿Qué crees? A mí sí me exentó, aunque seguramente a mí me tocó conocer un Tino más benevolente. Lo pude convencer.
    Saludos.

    Ana M.

    27 Abr 09 at 1:29 am

  11. Compadres, ¿Qué creen? El tal Constantino AKA Tino, es mi abuelo… La mayoría de sus historias han sido probablemente contadas a la hora de la comida haciendo de ésta cada vez mas divertida.
    y quiero que sepan que sigue haciendo las mismas cosas que hacía hace 55 años.

    Nieta

    22 Sep 11 at 7:22 pm

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