Archive for mayo, 2008
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Desde hace como 3 meses estoy usando Google Reader para ponerme al tanto de los blogs que me interesan; todos ellos tan eclécticos como mis propios gustos.
Para aquellos que no tengan idea de qué es Google Reader, es como un concentrador de posts de blogs a los que te suscribes, los lees como si fueran mails y los marcas con estrellitas como si fuera Gmail. También, al leer cada post, uno tiene la opción de compartir algo que te haya gustado mucho con el resto de los usuarios de Google Reader y ellos, a su vez, de compartir contigo sus lecturas.
Hoy, gracias a una funcionalidad más del Google Reader, les puedo compartir a todos ustedes -no usuarios de Google Reader- los posts que a mí me parecen interesantes de los diversos blogs a los que les hinco el diente. Para aquellos interesados, den click aquí (aunque el enlace se quedará permanentemente en la columna de la derecha).
Tengan la seguridad de que habrá nuevas adiciones todo el tiempo.
¡Viva Obama!
Y en mi idea de integración México-EE.UU., estoy segurísimo de que las campañas políticas con sabor mexicano van a tener más pegue que las gringas.
Vía FaustoGurrea
¿A poco no?
Arte
Sé que, en un universo paralelo, soy un artista incomprendido que hace cosas como estas:
MUTO a wall-painted animation by BLU from blu on Vimeo.
Vía Pixel y Dixel.
Simplemente genial.
Rio (II)
Por dos razones, porque quiero darle un cierre a mi post anterior (dándole un vistazo a mi playlist actual) y porque en algún momento salió en alguna conversación como chiste (de hecho, creo recordar que el autor del comentario fue Mau), aquí está el iPod del Salvador Leal.
* Sólo incluye las canciones subidas a mi iPod, no el total de la Biblioteca de iTunes.
** La fecha de corte es del lunes 12 de mayo de 2008 a las 13hrs.
Rio
… sólo para recordar.
Hace exactamente 10 años tuve mi primer reproductor de MP3.
Si ustedes no están familiarizados con los gadgets que de entonces hasta ahora se han producido, igual y creen que el iPod fue el primer dispositivo para reproducir cancioncitas en MP3 a los oídos de felices melómanos. No es así.
Siéntense, jóvenes lectores, que les voy a contar una historia.
Hace muchos, muchos años, no existían esos cuadritos blancos que tienen en su extremo un par de audífonos del mismo color y que ahora trae hasta el velador del edificio. No. En aquellos tiempos lo que se usaba era tener un Discman (generalmente se pronunciaba ‘diksman’) que era alimentado con múltiples discos compactos. Y los discos compactos provenían de dos lugares: o la tienda de discos, o un puesto chafa de piratería. Y cuando piensen en piratería, no piensen en los niveles de sofisticación a los que han llegado los Barba Roja de la música de nuestros días. No, no, no. Piensen en discos que si dejabas demasiado tiempo en el reproductor en pausa, terminaban fritos por el rayo láser. En ese tiempo, el término «quemar un disco» se refería literalmente a tomar un CD y prenderle fuego.
Incluso en los inicios de la música por MP3 (que comenzó siendo la fascinación de nerds y geeks para luego esparcirse entre el populacho), uno mantenía su música en los discos duros sin posibilidad de que ésta saltara a otros espacios. Cabe mencionar que cuando comencé mi carrera como DJ (ja!) en las fiestas de mis cuates, fue acompañando a un amigo al que le ayudaba a cargar el CPU en donde guardábamos todas las joyas de nuestro repertorio.
Siendo así las cosas, la existencia de un dispositivo que pudiera transportar archivos de música de un lugar para otro y que no fuera tan permanente como un CD era algo que yo buscaba con desesperación en cuanta revista de música y tecnología caía a mis manos. Así llegué al RIO PMP300, una maravilla tecnológica jamás antes vista. ¡Imagínense, chiquillos y chiquillas, tenía 32 megas de memoria! No, no, no… Algo que ni en sueños podría uno pensar. Era como un casette pero digital, que te permitía ir de un track a otro sin la necesidad de adelantarle con el molesto botón del FF (un día les hablaré de otro aparatito antediluviano llamado ‘Walkman’ que sólo tenía tres botones, el de Play, el de Stop y el de Fast Forward; eso significaba que para ‘regresarle’ tenías que cambiarle de lado, ‘adelantarle’ y regresar a la cara original. Pero eso, como dijera la Nana Goya [también personaje de otros tiempos] «es otra historia»).
La cosa es que el RIO llegó a mi vida y sí, durante cierto tiempo fui la envidia de varios cuates. Porque, échenle cuentas. El RIO salió en 1998, el primer iPod salió en el 2001; y a eso agréguenle que el iPod prendió realmente hasta el 2003/2004. Tons, desde el 98 hasta el 2003, lo más parecido a un iPod que alguien podía tener, era un RIO.
El problema es que el modelo era tan poco amigable, caro y sin ‘allure’, que la neta hasta yo terminé dejándolo a un lado al año y medio de comprarlo. Hasta el día de hoy que me lo encontré en las cajas de mi mudanza:
El iPod rinde tributo a su abuelo, el RIO PMP300
Y bueh, nomás por no dejar, les dejo las rolas que se quedaron en el RIO. Y digo que se quedaron porque el único sistema operativo con el que trabaja es el Windows 98. Quede aquí una pequeña cápsula del tiempo involuntaria de lo que andaba escuchando aquellos ayeres:
1. Una versión de ‘Fly Me to the Moon’ electrónica, de esas que salían por montones en Evangelion.
2. Una versión de ‘Fly Me to the Moon’ smooth, sí, también de Evangelion (era nuestro gusto culpable de esos años).
3. La versión original de ‘Where Is My Mind?’ de The Pixies.
4. La versión en vivo de ‘Glory Box’ de Portishead
5. ‘Jane Says’, en la versión en vivo de Jane’s Addiction.
6. ‘Teach Me Tiger’ de April Stevens, sacado de alguna recopilación del Ultra-Lounge
7. El tema de James Bond en la versión de Moby (la que salió en ‘Tomorrow Never Dies’)
8. ‘Backseat Driver’ de los Propellerheads, también del soundtrack de aquella película de Bond.
Y ya. No sé si era porque ya se había llenado o porque aquella última ocasión no supe qué ponerle. Dato curioso: de las 8 canciones del RIO, sólo las dos primeras no las traigo en mi actual iPod.
¡Ah, qué tiempos!
Too much (II)
De veras, igual y todo este rollo de los blogs ya perdió sentido…
Quizás hasta pueda pensar en modificar mi curriculum para decir que soy ‘colega’ de Guadalupe Loaeza y Joaquín López Dóriga.
O no.
Living Room
El dato curioso (acompañado de un súper creepy link) del día de hoy nos da luz en cuanto a una pregunta que nos ha atormentado desde 2° de Primaria, cuando nos dijeron que ‘sala’ en inglés se dice ‘living room’. ¿Por qué se llama ‘living room’ y no ‘staying room’, ‘relaxing room’, ‘hanging room’ o ‘couch room’. La respuesta, a continuación. El texto se refiere a una de esas mórbidas fotos victorianas de personas muertas (à la The Others)
This portrait appears to have been taken in the formal parlor of a family home. The parlor, or “death room,” was an important part of funerary rituals for most of the 19th century, the place where deceased family members were laid out for final respects. This image dates to c. 1890-1905, a time when many funerals were still taking place at home. Soon, however, death would begin to leave the home and by end of World War I most Americans will receive their health care in doctor’s offices and hospitals and most funerals will take place in funeral homes. As the funeral “parlor” came into vogue, the home parlor was rechristened a “living room.” A 1910 issue of Ladies Home Journal declared the “death room” to be a term of the past.
Ahora sólo me hace falta que me expliquen la verdadera diferencia en el uso del prefijo ‘ex’ y la palabra ‘former’ (i.e. ex-president, former CEO) y creo que estamos del otro lado.
Querido Santa Claus:
Este año, sólo quiero esto:
Prometo portarme muy muy muy MUY bien.
Saludos,
Salvador Leal.
Querido Dios:
Yo sé que es complicado, difícil, imposible vaya. Sobretodo después de leer esto:
Fuente: El Semanario
Pero si no te pido un milagro a tí, ¿entonces a quién?
¿Crees que Iusacell también pudiera traer el iPhone a México?
Gracias. Atentamente,
Una víctima persona que sufre usa Iusacell.