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La vida irreal de Salvador Leal

Fontanarrosa

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El jueves pasado murió Roberto Fontanarrosa. Escritor y dibujante argentino, Fontanarrosa alcanzó la fama gracias a dos personajes de historietas: Inodoro Pereyra y Boogie ‘el Aceitoso’. Como buen mexicano (que, por definición, es un chafísima argentino), Pereyra me es bastante equis, pero Boogie fue de esos viejos acompañantes que, durante toda mi infancia y domingo a domingo, leía en la revista Proceso que recibíamos en casa.

Si con el humor ácido, ultraviolento y machista de Boogie Fontanarrosa se ganó mis simpatías, al saberlo escritor de las locuras de Les Luthiers se ganó mi absoluto respeto. Sirva la transcripción de su participación en el Congreso de la Lengua del 2004 como un pequeño homenaje de este blog para ‘el Negro’ Fontanarrosa.

Defensa de las malas palabras ante la Academia
Roberto Fontanarrosa

(…)
Un Congreso de la Lengua es, más que todo, para plantearse preguntas. Yo, como casi siempre hablo desde el desconocimiento, me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué? ¿Quién dice qué tienen las malas palabras? ¿O es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad? ¿O sea que cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿O, cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?

Obviamente, no se quién las define como malas palabras. Tal vez sean (ellas) como esos villanos de viejas películas —como las que nosotros veíamos—, que en un principio eran buenos, pero que al final la sociedad los hizo malos. Tal vez nosotros, al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas. Lo que yo pienso es que brindan otros matices, muchas de ellas. Yo soy fundamentalmente dibujante, con lo que uno se preguntará: ¿qué hace ese muchacho arriba del escenario? Manejo muy mal el color, por ejemplo, pero a través de eso sé que cuanto más matices tenga uno, más puede defenderse, para expresarse, para transmitir, para graficar algo; entonces: hay palabras, palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad, por fuerza, algunas incluso por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo. Tonto puede incluso incluir un problema de disminución neurológica realmente agresivo.

El secreto de la palabra pelotudo, ya universalizada —no sé si está en el diccionario de dudas—, está en que también puede hacer referencia a algo que tiene pelotas. Puede hacer referencia a algo que tiene pelotas, que puede ser un utilero de fútbol que es un pelotudo porque traslada las pelotas; pero lo que digo, el secreto, la fuerza, está en la letra t. Analicémoslo —anoten las maestras—: está en la letra t, puesto que no es lo mismo decir zonzo que decir peloTudo.

Otra cosa, hay una palabra maravillosa que en otros países está exenta de culpa —esa es otra particularidad, porque todos los países tienen malas palabras pero se ve que las leyes de algunos países protegen y en otros no—, hay una palabra maravillosa, decía, que es carajo. Yo tendría que recurrir a mi amigo y conocedor, Arturo Pérez Reverte, conocedor en cuanto a la navegación, porque tengo entendido que el carajo era el lugar donde se colocaba el vigía, en lo alto de los mástiles de los barcos para divisar tierra o lo que fuere; entonces mandar a una persona al carajo era estrictamente eso, mandarlo ahí arriba.

Amigos mexicanos con los que estuve cenando anoche me estuvieron enseñando una cantidad de malas palabras mexicanas. Ahora que lo pienso creo que me estaban insultando porque se suscitó un problema con la cuenta a la hora de pagar. Me explicaban que las islas Carajo son unas islas que están en el océano Indico.

En España, el carajillo es el café con coñac y acá apareció como mala palabra, al punto que se llega a los eufemismos, se decía caracho; es de una debilidad absoluta y de una hipocresía… ¿no?

A veces hay periódicos que ponen: «El senador Fulano de Tal envío a la m… a su par». La triste función de esos puntos suspensivos, realmente el papel absurdo que están haciendo ahí, merecería también una discusión acá, en el Congreso de la Lengua.

Voy a ir cerrando. Hay otra palabra que quiero apuntar que creo es fundamental en el idioma castellano, que es la palabra «mierda», que también es irremplazable. El secreto de la contextura física está en la r —anoten las docentes—, porque es mucho más débil como la dicen los cubanos: mieLda, que suena a chino, y eso —yo creo que ahí está la base de los problemas que ha tenido la Revolución cubana—, le quita posibilidades de expresividad.

Voy cerrando, después de este aporte medular que he hecho al lenguaje y al Congreso. Lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo único que yo pediría (no quiero hacer una teoría) es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar.

Fuente: El Clarín

Written by Salvador Leal

julio 22nd, 2007 at 3:10 am

4 Responses to 'Fontanarrosa'

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  1. Ud me perdona, pero yo honestamente crei que ningun mexicano iba a notar la muerte de El Negro. Con eso de que todo lo que venga con acento argentino les cae mal….

    Le dejo un link de una crónica sobre este personaje que hizo uno de sus grandes amigos, el colombiano Daniel Samper, que también ha sido escritor para Les Luthiers…

    http://www.eltiempo.com/credencial/01dejuliode2007/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3623837.html

    Saludos.

    yosola

    23 Jul 07 at 12:05 pm

  2. AHUEVO CARAJO!!! VIVA EL PINCHE NEGRO!!! ESE CABRON SI ERA UNA VERGA! NO COMO MUCHOS PENDEJOS QUE VALEN MADRES!

    … perdón! me inspiré….

    You know my name!

    24 Jul 07 at 4:47 pm

  3. […] SalvadorLeal.com » Fontanarrosa (tags: fontanarrosa homenaje caricatura humor) […]

  4. Les Luthiers y Fontanarrosa.
    No lo sabía y la relación me pareció tan maravillosa como la de Monty Phyton y Douglas Adams.
    Todo lo bueno tiene relación.

    Ministry

    26 Jul 07 at 2:18 pm

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