Archive for noviembre, 2006
Piedras
Nuestros ilustres diputados del PAN y del PRD se dieron de golpes el día de ayer. Unos querían tomar la tribuna, los otros nomás no se dejaron y en una pelea digna de un salón de quinto de primaria (vete de aquí; ¿y quién dice?; yo digo; pues tú no eres nada mío para mandarme, a ver sácame; pues te saco; ¿ah, sí? ¿tú y cuántos más?; yo solito puedo, nomás mírame; a ver te estoy esperando, ¿no que muy salsa?; pus orita vemos de a cómo nos toca; pus va; pus va) se quedaron los dos bandos a dormir en La Tribuna Más Alta de la Nación®.
A eso de las 4 de la mañana, en un arranque de mexicanidad que haría temblar al mismísimo Hidalgo, los diputados se pusieron a cantar. Bien por ellos. Creo sinceramente que para comenzar a entendernos entre nosotros debemos construir un puente formado por intereses comunes… aunque lo único que nos una sea poder cantar ‘El Rey’ a todo pulmón.
Si yo hubiera estado ahí, hubiera pedido una guitarra y a la voz de ‘espurio el que no cante’ me hubiera echado esta canción:
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Creo que la rola hubiera quedado que ni pintada para el momento… particularmente la estrofa que dice:
Encendimos el mismo fuego, competimos en el mismo juego,
compartimos el mismo amor y el mismo dolor…
La vida nos jugó una broma y el destino trazó el camino,
para que cada quien se fuera con su cada cual..
Filosofía
Esto… es tomar las cosas con filosofía:
Cuando las cosas suceden, uno siempre tiene la opción de escoger entre reír y llorar. Me da gusto que Jomi haya decidido reír. Sobretodo porque a mí me sacó una gran carcajada desde lo más negro de mi humor.
Enferma
La compu que utilizo para escribir este blog se encuentra ubicada en mi cuarto. Es mi computadora. Es bonita, moderna, con pantalla plana y un CPU silencioso. Un post escrito en una compu distinta no sabe igual…
Mi compu se descompuso desde la semana pasada y creía que el tiempo arreglaría sus achaques. «Es el frío», pensé. Ya saben, ahorita es la excusa de moda. Si hubiera sido en agosto, hubiera dicho «es el Peje».
Pero el tiempo no curó sus achaques sino que los empeoró. El sábado, ya desesperado, le hablé al servicio técnico y es hora que aún no arreglan la compu frente a la que me siento a escribir este blog, entre muchas otras cosas.
Mi compu está enfermita. Ya le prendí veladoras, le recé a San Andrés Totopo (que es el Santo Patrono de este blog) y nomás no reacciona. Espero que pronto supere este bache… porque yo tengo un buen de cosas que contarles, hartas recomendaciones de cine y dos que tres ideas que se me han ocurrido durante este ayuno blogueril.
Los Pumas perdieron. Se nos murió Raúl Velasco. Y yo sin mi compu. Snif.
Old News
Digamos que estaba revisando cómo llega la gente a este, su blog de confianza.
Digamos que vi un link extraño, perdido entre referencias a las tradicionales búsquedas relacionadas con el examen de admisión a Procter & Gamble (primerísimo tópico que atrae gente a mi blog), gente que busca información del programa «El Informal» (en donde ya no escribo pero que ocupa el segundo lugar en searches) y personas buscando a «los más guapos del ITAM» (¡no es broma! y no saben la cantidad de hits que me da esa búsqueda, eh!).
Digamos que seguí ese link extraño.
Digamos que ese link me llevó a una página que es un archivo hemerográfico en línea.
Y tómela, que me encuentro con esta noticia.
Vean la fecha bien… Sí, hace 10 años yo reciclaba papel, ganaba premios de Ciencia y Tecnología y salía en el Reforma. Ah! y no sólo eso, nuestro reportaje salió en la portada del suplemento! (en una de las peores fotos que me han sacado en toda mi vida).
Para leer el artículo completo, dar click aquí.
Topé con
**Bienvenidos a la ya conocida sección «Salvador Leal vs. el Mundo».
En el capítulo de hoy, «Salvador Leal vs. topé con»**
Las nuevas generaciones me caen bien. Sí, la neta debo admitir que ya los veo medio chavitos (mis 27 añotes han logrado mermar mi juventud) y que algunos comentarios son exactamente iguales a los que yo hacía a los 19 o a los 22 o a los 17. Pero me caen bien, pa’ que lo voy a negar. En general, esa masa amorfa presa de los intereses políticos más oscuros llamada ‘la juventud’, me cae bien.
Pero me purga, odio, aborrezco, detesto vaya, cuando usan la combinación ‘topé con’. As in: «estaba en la condesa y topé con Mauricio que estaba en el Malafama». Es malo verlo escrito, pero escucharlo me es simplemente insoportable. Uy! Pero de verdad que me pone mal, eh!
Por favor, por favorcito, la próxima vez que vayan a usar esa frase (particularmente utilizada por jóvenes condeseros/alternativos/amo a sigu ros/mi pelo chino alcanza volumenes espectaculares) no lo hagan. Utilicen un ‘me encontré con’, ‘ví a’, hasta ‘divisé a’ si quieren… pero no usen el ‘topé con’.
En caso de que sean necios, apliquen ‘me topé con’ ya que el verbo topar es un verbo pronominal. Eso significa que este tipo de verbos utilizan una forma personal átona de tipo reflexivo (te, se, me, etc.) como en el caso de los verbos arrepentir y vanagloriar.
Y si de plano la explicación gramática no les gustó, no los convenció o de plano creen que estoy equivocado… no sean malitos, de veras se oye terriblemente mal el ‘topé con’. En serio.
Frío
Hoy, la Ciudad de México amaneció especialmente fría.
Y no existe un placer mayor que el despertarse, sacar tantiiiito el pie fuera de las cobijas, darse cuenta del terrible frío que está haciendo…
Y NO TENER QUE LEVANTARSE DE LA CAMA PORQUE ES DÍA DE ASUETO!!!
Gracias, Francisco I. Madero!
Morrissey en México
Todo el equipo que hace posible SalvadorLeal.com solicitamos a los lectores que hayan asistido a la presentación de Dios Morrissey el día de ayer en el Palacio de los Deportes, lo siguiente:
– Nombre de las canciones y los intérpretes de los videos iniciales. Si no los tienen todos, con que me den el del tipo que se parecía a Elvis Presley me basta y sobra. Ah! y el del francesito del inicio.
– Lugar de donde puedo sacar la imagen que había en la parte del escenario. Ya saben, la fotografía color sepia del tipo con copete y la cruz.
– Alguna buena foto del concierto.
– Hipótesis del por qué había un par de chavos tomando fotografías de todas las personas (y cuando digo todas, creo que sí fueron todas) que estábamos en la parte frontal de la pista. Tres puntos más por una buena hipótesis del por qué eran gemelos dichos fotógrafos.
– Una versión decente de ‘The National Front Disco’, particularmente que haya captado el silencio del público durante los minutos finales.
– Hipótesis de por qué dijo: «on a thread, julia… on a thread» al inicio del concierto.
Se ofrecen jugosas recompensas dependiendo del valor del dato 😉 Interesados en ayudar a esta pobre alma en pena, comunicarse a: salv[arroba]salvadorleal[punto]com
Sólo como datito pa’ los que no fueron, aquí les va el playlist de ayer.
1. Panic
2. First of the Gang to Die
3. In the Future When All’s Well
4. You Have Killed Me
5. Disappointed
6. Ganglord
7. William, it was Really Nothing
8. Everyday is Like Sunday
9. Dear God Please Help Me
10. Girlfriend in a Coma
11. Let Me Kiss You
12. I’ve Changed My Plea to Guilty
13. How Soon is Now?
14. I Just Want to See the Boy Happy
15. I Will See You in Far-Off Places
16. Life is a Pigsty
17. Please, Please, Please Let Me Get What I Want
18. The National Front Disco
ENCORE
19. Irish Blood, English Heart
Tolerarte es Básico
En días pasados, en la estación de radio que regenteo junto con unos amigos, se nos ocurrió una dinámica para regalar boletos para el concierto de los Pet Shop Boys en el Auditorio Nacional. Como, además de todo, ese día que armamos el mailing se habían aprobado las sociedades de convivencia, pues todo caía redondito y mandamos el Correo Básico® con varias referencias tanto a esa nueva ley como a la comunidad homosexual.
Los reclamos no se hicieron llegar. Varios escuchas de Básico FM nos preguntaron (unos con mayor cortesía que otros) si acaso éramos gays, perredistas o los dos. Como a Elagus y a mí fue a quienes se nos ocurrió la idea del mailing, pues nosotros dos nos juntamos para ver cómo diablos contestábamos. A mí, la neta, lo que de verdad me ardía, era que me dijeran perredista. Pero como Elagus sí picha de ese lado, pues por ahí no podíamos irnos…
En fin, para la respuesta hecha y derecha, den click aquí.
(y recuerden que esta Navidad las Promociones Básicas son LA onda)
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P.D. Para mis anteriores opiniones del tema, ver aquí y aquí.
Besos
En el universo de la blogosfera, me parece que Orsai hace trampa y no juega el mismo juego que todos jugamos. El tipo es, simplemente, demasiado bueno para escribir. Pero dejando de lado la enorme envidia que le tengo a la forma en la que desarrolla sus temas, el día de hoy hizo que me acordara de una época que yo ya había olvidado. La etapa de mi vida en la que yo besaba hombres.
Me explico.
Justo hace diez años tuve la fortuna de vivir un buen rato en Buenos Aires y conocer de cerca la sociedad argentina. Ya lo he dicho en otras ocasiones, a mí eso de ser turista no me gusta; lo mío, lo mío, lo mío, es ser un viajero. Alguien que sabe que se debe bajar del autobús una parada antes pues se ahorrará diez pasos menos en llegar a su casa o quien ubica al mismo vendedor de periódicos todas las mañanas. El tipo de cosas que los turistas jamás notan.
Pues bien, ese tipo de experiencia la viví al estar en Buenos Aires. El tiempo que pasé en Argentina me permitió conocer las profundas diferencias (y las cercanas similitudes también) que marcaban a los pueblos argentino y mexicano. En aquella época un peso argentino era igual a un dólar americano, lo que volvía a esa ciudad algo obscenamente caro para un jovenzuelo de 17. El uso del tren y la chafez del metro fueron otra de las cosas a notar de diferencia entre mis dos ciudades. Pero la principal de todas ellas, la que más marcado me dejó, es justamente de la que habla Orsai en su último post: los besos.
Resulta ser que, por razones que desconozco pero que seguramente tendrán que ver con el delirio obsesivamente europeo que manejan los argentinos, cuando dos hombres en Argentina se saludan, lo hacen de beso. Sí, como lo leen. Los hombres se besan.
Así como aquí en México nos hacemos notar porque cuando conocemos a una mujer la saludamos de beso y abrazo, allá van un paso (?) adelante y cuando dos hombres se encuentran en la calle, se agarran del cuello y se dan un beso en el cachete.
Por supuesto, se podrán imaginar el corto circuito mental y cultural que esto provocaba. Yo llegaba a una fiesta con mi botella de Quilmes y alguien, no sé, Santi, desde el fondo del salón gritaba: «Pero que ha shegado el mexicaaaa-no!» Después de decir esto, cruzaba todo el departamento, me agarraba del cuello y me besaba. Yo no soltaba la botella de Quilmes como si de ello dependiera mi vida. Santi, dicho sea de paso, siempre traía una barba de tres días, por lo que al shock de ser besado por un hombre, agrégenle el shock de sentir barbita tocando tu, hasta entonces, virginal cachete.
Porque después de Santi (diminutivo de Santiago) venía Tincho (diminutivo de Martín), Santiago, Mateo, Matías, Facundo, Torli, Gabriel, Flavio y Ezequiel. Y todos te daban un beso y peor, OH PEOR!, todos esperaban recibir uno tuyo.
La primera semana fue más o menos fácil no caer ante el poder de la costumbre. Uno llegaba con cara de macho imaginándose Pedro Infante y diciendo por dentro «a mí ningún argentinillo me va a obligar a que lo bese». A la tercer semana, uno terminaba aplicando el «a la tierra que fueres, haz lo que vieres» y no sólo comenzaba a recibir besos sino que hasta le comenzaba a encontrar la razón del ser de la exótica manía de darle besos a los hombres. Al mes, entre lo pegajoso del acento, los modismos aprendidos y la costumbre auténtica de darle besos a los hombres, yo podía pasar por el mismísimo Martín Fierro.
Orsai compara la capacidad de darle besos a tus amigos con la profundida de la relación que puedes tener con ellos. Sé que bromea, pues tengo la fortuna de tener a mi alrededor amigos hombres que me conocen de cuerpo y alma sin que nuestros cachetes hayan sentido la necesidad de tocarse jamás. Bueno, con excepción de uno que fue, justamente, el primer amigo al que vi a mi regreso de Argentina y al que, con mucho gusto, me acerqué, lo tomé del cuello y le propiné un sonoro beso argentino en su mejilla mexicana.
Mi amigo, totalmente sacado de onda, sólo atinó a decir: «¡veo que vienes muy cambiadito!».
Navidad I
Si se han dado una vuelta por este blog (juro que cada vez que puedo pongo al corriente las categorías de mis posts para que sean más fáciles), sabrán que soy fan de la Navidad. Muy fan. Súper fan. Peeeeero, soy fan de la Navidad hasta antes de diciembre.
Seh, es raro, lo sé. Todo el año me gusta escuchar música navideña, pensar en el frío, los regalos y el bacalao. Hasta que llega. Supongo que es un tema que algún día tendré que llevar al diván y hablar de las expectativas versus las realidades.
Pero mientras eso sucede, no quería dejar pasar este momento. Porque hoy que llegué a mi casa, mi mamá estaba haciendo ponche. Y ese olor es uno de los muchos olores que me recuerdan a la Navidad. Ese junto con el olor de los suéteres cuando uno da los abrazos de felicitación (suéteres que muchas veces han estado guardados varios meses y huelen a clóset cerrado), el olor del arbolito de Navidad, los olores de la cena navideña, que van desde el mencionado bacalao, los romeritos, la pierna adobada (no suelo comer pavo) y el spaguetti. El olor de la gente que no vemos todo el año, pero que nos damos un tiempo en diciembre para reunirnos con ella y saber cómo van nuestras mutuas vidas. El olor de pasteles y galletas, del vino tinto con el que brindo en las fiestas de mis cuates o la champaña de las reuniones familiares, el olor del musgo mojado del nacimiento y de las velas prendidas en los días previos a la Navidad. El olor de los recuerdos.
En ocasiones me preguntan que por qué escribo un blog. Mis respuestas suelen ser o muy vagas o demasiado técnicas y frías. Y aunque sigo sin poder responder bien a bien por qué escribo un blog, hoy sé que escribo este post para recordar ese momento en el que olí el ponche en mi casa este año. Sé que escribo este post sin importarme si alguien lo lee. Y sé que escribo este post para recordar lo mucho que me gusta la Navidad.
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