Desarrollo
Un día de estos que pueda escribir libremente durante una semana (me imagino en una cabañita con vista al mar), haré un ensayo que se llamará «El papel del Desarrollo en la Creación Humana».
No sé si ustedes se han fijado que muchas de las obras de arte hechas por los seres humanos, particularmente sesgadas hacia disciplinas como la literatura, la música, el cine y la arquitectura, se desarrollan a lo largo de su interpretación. Una historia tiene una trama que se va desenvolviendo, mostrando personajes, lugares y situaciones, que llegan a un clímax (o anti-clímax) para finalmente terminar. Lo mismo las canciones que son reconocidas como particularmente valiosas (por no decir ‘las más populares’ o ‘las más recordadas’) y un desarrollo diferente pero existente, ocurre en las obras arquitectónicas y en la danza.
Sí, releo el párrafo anterior y me doy cuenta de que sera un ensayo deeeeeso, deeeenso. Pero no sé si logré explicarme bien. El fenómeno del ‘desarrollo’ se presenta en las canciones, en las obras de teatro, en las películas y hasta en las civilizaciones creadas por la humanidad. El ‘desarrollo’ no es una consecuéncia lógica del tiempo, sino todo lo contrario; el desarrollo adelanta o atrasa la evolución ‘natural’ de la obra para ponerla en un tiempo más humano. En el caso de la música, por ejemplo, a los sonidos ‘originales’ de la naturaleza (chirridos, golpeteos, los mismos balbuceos y gritos antropoides) se les da una cadencia y un ritmo que no existirían sin la presencia catalizadora de la humanidad.
¿Ya está quedando más claro?
El hombre le da un ritmo propio, *humano*, a las obras creadas por él. Y ese ritmo se refleja en el concepto del desarrollo. Un concepto tan cercano al hombre que es plasmado de manera inevitable. Escojan su libro favorito, o la canción que más les guste y verán que obedecen al patrón del ‘desarrollo’.
¿Y por qué se me ocurrió todo esto? Pues resulta que en el desayuno, mi papá y yo platicábamos que hoy es el aniversario no. 250 de Mozart y de cómo resulta impactante saber que un ser humano pueda llegar a ser y hacer tanto en una disciplina, y que sea lo suficientemente bueno como para perdurar por cientos de años.
Ya después, en el tráfico y escuchando mi canción favorita de Mozart, pensaba en el ensayo que les acabo de platicar y me atrevía a afirmar que una de las cosas que hicieron grandes a Mozart (en otras palabras, una de las características por las que lo consideramos un genio musical) fue el haber llevado el concepto del ‘desarrollo’ en una obra musical a niveles quizás nunca antes escuchados. Y mientras más pensaba en las obras que conozco de don Wolfgang, más me convencía que el tipo tenía un don en lo que a desarrollar las obras musicales se refiere.
Un amigo, compañero de micrófonos y ahora dedicado a editar revistas, me decía una vez que no le gustaban las canciones que terminana en fade out (o sea, que simplemente van bajando el volumen hasta quedar en silencio) pues sentía que al artista (o al productor) mostraba una falta absoluta de creatividad al no saber cómo cerrar su obra. Con sus excepciones, creo que ese argumento engloba en muchos aspectos mi teoría acerca del papel que tiene el ‘desarrollo’ en las obras creadas por seres humanos. Y también se liga con la maestría de Mozart para lograr obras musicales que elevaron el standard del ‘desarrollo’ hasta los niveles a los que pocas personas habían llegado antes: a los más profundamente humanos.
P.D. Sé que es viernes y que no debí haber publicado algo tan rollero, pero si no lo escribía ahorita, seguramente lo hubiera olvidado para el lunes. En la blogosfera uno nunca sabe, por lo que si alguno de los lectores sabe que este concepto del ‘desarrollo’ en las obras humanas ya fue descrito en otra ocasión, no sea malo y hágame el favor de decírmelo. Je! por lo menos para incluirlo en la bibliografía de mi ensayo.
P.D. 2 Y aquí les dejo mi rola favorita de Mozart. Feliz Cumpleaños!!