Archive for enero, 2006
México
Sí, otro batón, pero qué le vamos a hacer… ¡le dieron a mi mero mole! La idea sale de la mente retorcida de Armando gracias a una iniciativa de Duveth y responde a una sola pregunta:
¿Qué hago yo por mi país?
Enlisto mis respuestas, en ningún tipo de orden:
1. Consumo. Satanizado por unos, santificado por otros, el consumo hace que la economía de mi país se mueva. Sí, mucho de ese dinero se va a los Grandes Capitales™, pero resulta que ellos le dan trabajo a varios miles de mexicanos no sólo entre sus filas sino también a proveedores de materia prima, servicios, etc. En pocas palabras, cada que voy a echarme unos tacos al pastor, voy al cine o me como unas papitas, ayudo a mi país.
2. Ahorro. Mi gasto corriente es cuidadosamente manejado por alguien que si no se considerara ahorrativo, diría que es marro. Guardo hasta el último peso y todo lo pongo a trabajar. Si fuera un poquito más arriesgado (cosa que, por supuesto, no soy) pondría algún negocio en lugar de que sólo me dé intereses la lana que gano mes a mes.
3. Invierto. Particularmente, invierto en capital humano para mí y los que me rodean. Visito museos, compro y leo libros, veo películas, estudio, pienso.
4. Opino. Este blog es una continuación natural a tener un programa de radio y hablar de lo que me interesa o me preocupa. Recuerdo que cuando decidí dejar de trabajar en WFM para dedicarme de lleno a terminar la carrera de Economía, me dí cuenta que mi trinchera de batalla no estaba en los medios en ese momento. Ahora que tengo un blog que revive de manera periódica, no sólo me permite lidiar con mis demonios internos sino también aportar mi granito de arena. Nunca sabes quién está leyendo, nunca sabes de qué manera tu pensamiento hace eco en la mente de las personas. Creo que escribir y publicar ayuda, aunque de manera muy mínima, a mi país.
5. Trabajo. Y no sólo por el beneficio netamente económico que tiene el que un wey de 26 años pertenezca a la Población Económicamente Activa. Mi chamba, de la que no he hablado mucho en el pasado ni hablaré demasiado en esta ocasión, me permite ayudar a mi país de las maneras más inesperadas. Justamente una de las cosas que me gustan de mi trabajo es saber que sí estoy haciendo la diferencia en muchos temas de interés público.
6. Pago impuestos. El comentario «yo no pago impuestos porque luego se los roban» se me hace reflejo de una mentalidad escandalosamente menor. Con todo el dolor de mi corazón y de mi bolsillo, pago impuestos cuando consumo (el IVA) y el impuesto sobre la renta. El gobierno podría ser más eficiente con el dinero que le pago y podría gastarlo en otros rubros, pero no pienso darle una lección no pagando. Mejor le doy una lección al ejercer mi…
7. Voto. Hago uso de mi derecho ciudadano a hacerme escuchar. Y aunque yo también estoy decepcionado del nivel de nuestros políticos, no votar «porque todos dicen los mismo y nadie me convence» tampoco resolverá el problema. Votar en las elecciones es bueno para mi país, para mi sociedad y para los tiempos históricos en los que vivo. Votar no sólo me asegura un lugar (pequeño, ínfimo) en la historia de la democracia del mundo occidental del siglo XXI, sino que limita la llegada de imbéciles dictadores que creen que saben más que todos sus gobernados.
8. Me alimento bien, me abrigo, me cuido. La gente cree que el gobierno tiene campañas de vacunación o de promoción de una buena alimentación nomás porque sí. No es así. Los enfermos son muy caros. Curar las enfermedades que se generan por una mala alimentación es extremadamente costoso, no sólo en recursos médicos sino en la incapacidad de las personas para tener una vida productiva. Cuidar mi salud es algo que le hace bien a mi país.
9. Convivo con mi familia. Quienes me conocen personalmente, saben que mi familia está en mi top 3 de prioridades personales. Si lo ven de forma mamona, al fomentar que la base de la sociedad esté unida, fomento que la sociedad en la que vivo tenga mucho más cohesión y homogeneidad social. Si lo ven más relajado, tener un lugar en donde se preocupen por tí, te mimen y te quieran es invaluable; motivar la presencia de la familia le ayuda a mi país en más de un sentido.
Dice Quack que la necesidad de quemarnos en público es una de las constantes más afianzadas en los blogs, invito a hacer exactamente lo contrario pasándole el batón a:
– Ruy Feben
– El Huevo
– Alice
– El Mulder (no se vale decir que comérsela lo hace por México)
– Arbol Tsef
– y last, but certainly not least, Semidios
Y tú… ¿qué haces por tu país?
Desarrollo
Un día de estos que pueda escribir libremente durante una semana (me imagino en una cabañita con vista al mar), haré un ensayo que se llamará «El papel del Desarrollo en la Creación Humana».
No sé si ustedes se han fijado que muchas de las obras de arte hechas por los seres humanos, particularmente sesgadas hacia disciplinas como la literatura, la música, el cine y la arquitectura, se desarrollan a lo largo de su interpretación. Una historia tiene una trama que se va desenvolviendo, mostrando personajes, lugares y situaciones, que llegan a un clímax (o anti-clímax) para finalmente terminar. Lo mismo las canciones que son reconocidas como particularmente valiosas (por no decir ‘las más populares’ o ‘las más recordadas’) y un desarrollo diferente pero existente, ocurre en las obras arquitectónicas y en la danza.
Sí, releo el párrafo anterior y me doy cuenta de que sera un ensayo deeeeeso, deeeenso. Pero no sé si logré explicarme bien. El fenómeno del ‘desarrollo’ se presenta en las canciones, en las obras de teatro, en las películas y hasta en las civilizaciones creadas por la humanidad. El ‘desarrollo’ no es una consecuéncia lógica del tiempo, sino todo lo contrario; el desarrollo adelanta o atrasa la evolución ‘natural’ de la obra para ponerla en un tiempo más humano. En el caso de la música, por ejemplo, a los sonidos ‘originales’ de la naturaleza (chirridos, golpeteos, los mismos balbuceos y gritos antropoides) se les da una cadencia y un ritmo que no existirían sin la presencia catalizadora de la humanidad.
¿Ya está quedando más claro?
El hombre le da un ritmo propio, *humano*, a las obras creadas por él. Y ese ritmo se refleja en el concepto del desarrollo. Un concepto tan cercano al hombre que es plasmado de manera inevitable. Escojan su libro favorito, o la canción que más les guste y verán que obedecen al patrón del ‘desarrollo’.
¿Y por qué se me ocurrió todo esto? Pues resulta que en el desayuno, mi papá y yo platicábamos que hoy es el aniversario no. 250 de Mozart y de cómo resulta impactante saber que un ser humano pueda llegar a ser y hacer tanto en una disciplina, y que sea lo suficientemente bueno como para perdurar por cientos de años.
Ya después, en el tráfico y escuchando mi canción favorita de Mozart, pensaba en el ensayo que les acabo de platicar y me atrevía a afirmar que una de las cosas que hicieron grandes a Mozart (en otras palabras, una de las características por las que lo consideramos un genio musical) fue el haber llevado el concepto del ‘desarrollo’ en una obra musical a niveles quizás nunca antes escuchados. Y mientras más pensaba en las obras que conozco de don Wolfgang, más me convencía que el tipo tenía un don en lo que a desarrollar las obras musicales se refiere.
Un amigo, compañero de micrófonos y ahora dedicado a editar revistas, me decía una vez que no le gustaban las canciones que terminana en fade out (o sea, que simplemente van bajando el volumen hasta quedar en silencio) pues sentía que al artista (o al productor) mostraba una falta absoluta de creatividad al no saber cómo cerrar su obra. Con sus excepciones, creo que ese argumento engloba en muchos aspectos mi teoría acerca del papel que tiene el ‘desarrollo’ en las obras creadas por seres humanos. Y también se liga con la maestría de Mozart para lograr obras musicales que elevaron el standard del ‘desarrollo’ hasta los niveles a los que pocas personas habían llegado antes: a los más profundamente humanos.
P.D. Sé que es viernes y que no debí haber publicado algo tan rollero, pero si no lo escribía ahorita, seguramente lo hubiera olvidado para el lunes. En la blogosfera uno nunca sabe, por lo que si alguno de los lectores sabe que este concepto del ‘desarrollo’ en las obras humanas ya fue descrito en otra ocasión, no sea malo y hágame el favor de decírmelo. Je! por lo menos para incluirlo en la bibliografía de mi ensayo.
P.D. 2 Y aquí les dejo mi rola favorita de Mozart. Feliz Cumpleaños!!
5 Extraños Hábitos Propios
Los batones, memes y cadenas are sooooo 2005, lo sé. Pero bueh, nunca está de más develar las manías y obsesiones con las que cada uno convive diariamente. Para los lectores de este blog, las respuestas probablemente no les parezcan sorpresivas después de que he confesado públicamente que me identifico con Melvin Udall, el personaje de ‘As Good As It Gets’… lo que sí me sorprendió durante la redacción de las respuestas, es que gracias a la misma receta que le aplicaron a dicho personaje, mis manías han bajado en cantidad e intensidad. Venga puesn!
LAS REGLAS DEL JUEGO SON:
La primera víctima de este juego inicia su mensaje con el título «5 extraños hábitos propios». Las personas embaucadas a escribir un mensaje en su respectivo blog a propósito, de sus extraños hábitos, deben también indicar claramente este reglamento. Al final, también deberán de escoger 5 nuevas víctimas para que este infinito ciclo de embaucación continue, para esto es necesario ligar su blogsito con el propio (osea en el blog del embaucador se pone la lista de 5 embaucados). Para rematar, evitando la descontinuidad, es necesario avisarle a tu víctima que ha sido embaucada con el siguiente mensaje: «Has sido elegida para hablarme de tus malos hábitos…».
Mis 5 extraños hábitos son:
1. Al meterme a bañar, siempre abro la llave del agua caliente de la regadera con la mano izquierda. Si por alguna razón utilizo la mano derecha para abrir la llave (cosa que sólo ha pasado 3 veces en los últimos diez años), cierro el agua, salgo del cuarto de baño, vuelvo a entrar y abro la llave de la regadera con la mano izquierda.
2. Todas las mañanas, al leer el periódico, leo los Obituarios que publica Gayosso en la sección Nacional del Reforma y hago un promedio de las edades de quienes murieron el día anterior. Si alguno de los listados tiene mi edad, pienso en la difícil noche que tuvieron sus papás y sus amigos.
3. Cuando estoy en algún restaurant/tienda/lugar-público y en el sonido hay una canción que me gusta, no puedo evitar preguntar quién canta. También aplica a los coches de amigos, conocidos y aventones, fiestas en casas, antros y transporte público.
4. Cuando voy a un restaurante, no me puedo sentar de espaldas a la entrada. Si la entrada es enorme, me siento en el lugar que da justo frente a esa entrada. Si el lugar tiene dos entradas, me siento en un lugar en donde pueda ver las dos entradas. Si el lugar está abierto por todos lados y no hay una entrada principal, me colapso y caigo echando espuma por la boca. Bueno… no, pero casi.
5. Cantar a todo pulmón cuando voy manejando. Mi manía ha llegado a los extremos de tener una lista específica en el Ipod que tiene «Las Mejores Canciones para Cantar». Y no, no me importa que el resto de los automovilistas me vean cantando.
¿A quién le paso este batón?
– Ruy Feben
– Brayan
– B3co
– Lulú Marina
– Pada
Ticketmaster miente!
Comencemos por lo primero. A mí U2 no me causa las reacciones fisio-sexuales que sí provoca en muchas personas en, abajo y arriba de mi generación. Sí, son un buen grupo; sí, me gustan algunas canciones; sí, son básicos en la historia de la música contemporánea. Pero no sé si será un nihilismo escondido o simple falta de algún gen, pero yo no moría por ir al concierto de U2 que se celebrará en la Ciudad de México los próximos 15 y 16 de febrero.
Intenté comprar boletos pues me considero de esos odiados personajes (odiados por los Fans de Verdad™) que nomás van a ir al concierto porque es El evento. Sí, acepto que quise comprar boletos nomás por el puro morbo y la moda de ‘todo el mundo quiere ir a ver a U2’, lo acepto, lidia con ello.
Pero bueh, la historia ya la conocen. Yo y varias decenas de miles más tuvimos las mismas ganas y los 120,000 boletos disponibles volaron en cuestion de horas. Twice. Y como buen nihilista, deje el asunto por la paz, dejé la puerta abierta con un cuate para que me consiguiera boletos en caso de extrema urgencia y listo.
Pero mi día de ayer comenzó (como comienzan todos mis días) con mi repaso diario de blogs. Y si mi mamá me había dicho que nada bueno podía sacar leyendo blogs, por primera vez encontré un beneficio directo, contante y sonante al leer este post de Mau que recién se publicaba cuando llegué a visitar su blog.
El anuncio era tan corto que hedía a sinceridad. Sin pensarlo demasiado y al mismo tiempo que sacaba mi tarjeta de crédito, llamé a Ticketmaster para saber si era cierto lo que ahí había leído. Mientras escuchaba el tardado menú, entré a la página de internet de la empresa de boletos y me di cuenta que no tenía el más pequeño problema para entrar, esto es, no estaba saturada ni mucho menos.
«¿Será que estoy siendo víctima de una cruel broma?» me pregunté, «¿o seré el beneficiario de información privilegiada?» Me contestaron y pedí 4 boletos para U2. Me los cobraron y me dijeron que el día de mañana (es decir, hoy) podría recogerlos en Liverpool. Extrañado pero satisfecho, colgué el teléfono y me dispuse a avisarles a todos los amigos y conocidos que sabía se habían quedado sin boleto para ir; luego lo puse de nick en el Messenger para terminar de avisarle a toda mi comunidad.
En el transcurso de la siguiente hora y media, compré 8 boletos más (obvio con tarjetas de crédito distintas) sin ningún problema ni contratiempo. Reforma.com no recogió la información privilegiada sino hasta pasado el medio día reportando que Ticketmaster había liberado 60 boletos únicamente. Se me hizo muy extraña la cifra, sobretodo porque eso significaría que yo había sido el *afortunado* poseedor del 20% de los boletos disponibles.
Hoy me doy cuenta que no. Que es imposible que hayan liberado 60 boletos únicamente pues no sólo yo, sino varias decenas de personas más que conozco, compraron boletos. Además, dudo mucho haber sido el primero en enterarme y hasta el cierre de edición de la versión impresa de El Universal de hoy, todavía quedaban algunos boletos.
Si todo eso no es suficiente, hoy que fui a recoger mis boletos a Liverpool Polanco, la señorita que me atendió me dijo que no podía darme los boletos sino hasta mañana. «Es debido a la gran demanda del evento», me dijo.
¿Cuándo se ha visto que el sistema de Ticketmaster tenga que retrasar la impresión de boletos durante un día para satisfacer la demanda de 60 pinchurrientos lugares?
¿Por qué mintió Ticketmaster al dar a conocer la liberación de boletos?
¿Cuántos boletos liberó realmente?
¿Estará cayendo en un engaño al consumidor?
Está raro. En otra ocasión ya había tenido un encuentro con el engaño de Ticketmaster… ¿por qué habrá sido en esta ocasión?
Mancuernillas
Cuando viene la Navidad o mi cumpleaños (19 de marzo, anótenlo en sus agendas) mis amistades cercanas, pero particularmente mis familiares, reciben un correo electrónico de mi parte. Este correo electrónico incluye un link a una página especialmente creada dentro de mi página personal en donde se encuentra un listado de las cosas que me gustaría que me regalaran. Esa fue una idea que se me ocurrió cuando comencé con esto del internet y que a la fecha me ha dado muy buenos resultados, a saber, me han dejado de regalar cosas como lociones y juegos de escritorio para comenzar a regalarme los DVD’s que me faltan o libros a los que les tengo ganas.
El mecanismo, aunque puede sonar algo excesivo, mata dos pájaros de un tiro. Si mis familiares no tenían en mente comprarme algo (o que siquiera venía mi cumpleaños), pues la página les da un empujoncito y les puede llegar a mover un poco el corazón. Ahora que si el link le llega a alguien que tenía en mente regalarme algo, pues qué mejor que ayudarle en la difícil decisión de escogerme un regalo.
En fin, el caso es que este diciembre hice, por primera vez, una división entre los regalos «serios» (léase «útiles» como corbatas, portafolios, plumas) y los regalos «buenos» (DVD’s, libros, CD’s, etc.) Y dentro de los regalos «serios» me quejé amargamente de que me gustaba mucho usar mancuernillas pero que sólo tenía un par.
Más me tardé en hacer la página (no pongo el link aquí, pues contiene cosas muy íntimas) que en lo que llegó mi papá a decirme que él tenía un buen de mancuernillas que con mucho gusto me regalaba.
Yo me esperaba mancuernillas espeluznantes que fueran fiel reflejo del echeverrismo o de los años dorados del Desarrollo Estabilizador mexicano, pero me sorprendió que mi papá me dio varios pares no sólo decentes sino que incluso pueden ser considerados como hip. Fue dándome una por una y derepente me comenzó a explicar que algunas de ellas él las había diseñado y que las había mandado a hacer. Aunque luego me llegó la reflexión de cómo he heredado muchas características (obsesivas) de alguien que manda hacer mancuernillas basadas en diseños hechos por él mismo, se me hizo un detallazo y le agradecí a mi papá.
Pues bien, hoy escogí uno de los pares diseñados por mi papá y me los puse. Pasé todo el día y a la hora de la comida me di cuenta que el diseño me parecía algo familiar. Y ahí me tienen viendo el par de mancuernillas y tratando de ver de dónde se me hacían conocidas… hasta que me pegó como un relámpago.
Mi papá, sí, mi papá, se había adelantado por varias décadas al diseño que identifica el logotipo de la Universidad Anáhuac. ¿No me lo creen? Ustedes mismos comparen…
El diseño de mi papá:
Darío
Los que fueron conmigo en el glorioso Instituto México, no me dejarán mentir. Una de las personas indispensables para el correcto funcionamiento de ese edificio que albergaba a 2,500 niños entre los 6 y los 12 años, era Darío. Todos conocíamos su nombre porque el director, ante la falta de celulares (estamos hablando de 1985), utilizaba el monumental sistema de sonido de la escuela para avisarle a Darío que lo andaba buscando.
Uno podía estar en clase de Español copiando un texto, o en clase de Dibujo súper metido en realizar correctamente el punto de fuga que nos acababa de enseñar la maestra Tere Palau, cuando se encendían las bocinas de toda la escuela y una voz de ultratumba (que se nos había enseñado a ubicar como el todopoderoso Director) decía: «Dariiiooooo»
Darío -supongo, porque no tengo mi anuario a la mano- era el jefe de intendencia de la primaria. Era el encargado de dirigir a un verdadero ejército de individuos que obraban milagros. Uno no podía entender cómo la escuela podía estar limpia un día después del domingo de Kermesse en donde el patio se atascaba de cualquier cantidad de puesto de comida, bebida y juegos que se pudieran imaginar. Y sin embargo, uno llegaba el lunes después de la Kermesse y la escuela estaba rechinando de limpia.
No es por ser clasista o discriminador, pero cuando platico de Darío, básicamente imagínense a cualquier encargado de intendencia de cualquier escuela. Moreno, con rasgos más bien indígenas y un suéter horrible que jamás se cambiaba. Pero eso sí, era eficiente y trabajador. Y estoy seguro de que todos los alumnos que pasaron por el Instituto México, por lo menos cercanos a mi generación, recuerdan la voz del Director diciendo por el altavoz: «Dariiiiooooo».
Hoy justamente estaba pensando qué habría sido de Darío, cuando vi el periódico. Y me dio realmente gusto saber que Darío, ese inconfundible personaje, consiguió chamba como Presidente de Bolivia. ¡Bien por tí, Darío!