Paredón
A lo largo de mi vida he tenido varios maestros. Pocos han sido buenos, pero los que lo son, son muy pero MUY buenos maestros.
Uno de ellos lo tuve como profesor de Cálculo en tercero de prepa, se llamaba Enrique Alonso y respondía al apodo de ‘Cachi’ (sí, un apodo que le pusieron en la década donde Enrique Alonso ‘Cachirulo’ era super conocido y no la oscura referencia a la televisión de los 70’s que es hoy).
Imaginen tercero de prepa: estás a punto de dejar la preparatoria y sabes que lo que no hagas en ese año, ya estuvo que no lo hiciste; te preocupa el futuro y te agobia tu pasado. El presente simplemente es lo único que tienes. Y en ese presente, tu maestro de Cálculo se vuelve, simplemente, el mejor puente al mundo ‘de verdad’.
Pero contrario a lo que se podría pensar, el día de hoy no voy a hablar de Cachi pues tendría que hablar de tus pláticas en donde todo el salón terminaba motivadísimo o echando lágrima y de la reacción de todos cuando nos enteramos que necesitaba un transplante de hígado urgentemente. No. El tema de Cachi es demasiado grandote como para entrarle así como así. Más bien, voy a hablar de una dinámica que tenía el buen Cachi para los viernes en los que ya estábamos hartos de resolver derivadas y dobles integrales: El Paredón.
El paredón era una dinámica muy cruel, muy ruda, pero que es perfecta para una prepa sólo para hombres como lo era la nuestra. Además, el 70% de nosotros habíamos convivido desde primero de primaria, por lo que todos conocíamos la medida de cada quién.
Como su nombre lo indica, en la dinámica de El Paredón, un tipo (elegido a la azar o que pasaba voluntariamente), pasaba al frente del salón y se subía al desnivel desde donde el maestro daba clases (y que pueden ver en funcionamiento, aquí)
Una vez que estaba ahí, el resto del salón se dedicaba a ‘tirarle’ toooodas las netas que habías guardado por doce largos años. Que si eras un mamón, que si eras un mal amigo, que si te apestaba la boca, que si te debías bañar más seguido, que si cantabas horrible o que si tu pretención de vestirte con ropa de marca era bastante ridícula.
Era, la neta, un espectáculo bastante divertido.
Todo se sabía y todo se decía. El tipo que le había bajado la novia a su compañero de banca era desenmascarado y se le confrontaba por su mala-ondez. Hagan de cuenta la escena de ‘Y tu mamá también’ en donde se están diciendo netas en la playa (justo antes del threesome) nomás que sin alcohol y sin Maribel Verdú presente.
Yo, desde luego, nunca me animé a pasar y mis amigos siempre tuvieron la decencia de decirme todas mis verdades en petit-comité y no frente a todo el salón. Sea como sea, era todo un suceso pasar al paredón y enterarte de los más oscuros y terribles secretos de la víctima.
Uno de los más famosos y, por supuesto, de los más comentados, fue un paredón que ocurrió en el salón 105 (yo estaba en el HHH 106) un viernes de abril. Resulta que pasaron al frente a alguien cuyo nombre no recuerdo pero al que comenzaron a tirarle de manera… uhmmmm… diferente, digamos.
El momento climático fue cuando un tipo, desde su lugar, comenzó con un: «Sí, sí… por ejemplo, antier que me comenzaste a agarrar la pierna…»
Priceless.
PD1. Este es el HHH Salón 106 con Cachi al centro, por supuesto. Diviértase jugando ‘¿Dónde está Salvador?’.
PD2. Ayer los dejé sin rolita. Hoy los dejo con una Rola Sorpresa™. Buenísima y con un sabor a viernes como pocas. Si la quieren vayan aquí.
PD3. ¿Ya les recomendé ConversacionesAjenas.com?