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La vida irreal de Salvador Leal

Navidad!

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Estar seis años en el ITAM te cambia de varias formas. A algunos se les cae el pelo, otros se vuelven amargados y a unos más se les cae el pelo, se vuelven amargados y terminan trabajando en el Banco de México.

Aparte de los efectos que tan eminente institución tuvo en mi presión arterial y mi supuesto conocimiento de la ciencia económica, el ITAM tuvo a bien inmunizarme contra el espíritu navideño. Me explico.
Como varios de ustedes saben, la mayor parte de las universidades en el Distrito Federal (en México) se manejan por semestres; esto es, los cursos escolares comienzan en agosto y terminan en diciembre (1er. semestre) y vuelven a comenzar en enero para terminar en mayo (2o. semestre). Pues bien, el ITAM tiene la virtud de ser la universidad que empieza clases primero (por ahí del 2 de agosto ya pasamos el proceso de inscripción y comenzamos clases-clases) y termina hasta el final.

Y a ese punto es al que quiero llegar. ¿Pueden imaginar qué tipo de Navidad puede tener alguien que tiene examen el 22 de diciembre a las 8 de la noche? Pregúntenle a su itamita de confianza y estoy seguro de que sufre del mismo tipo de problema: cuando todos comienzan a sentir en sus venas el correr del Espíritu Navideño™, uno está estudiando para los exámenes finales.
Estudiar para los exámenes finales era, además, todo un ritual de estrés y malcopeo; la biblioteca permanece abierta las 24 horas para apaciguar los ímpetus ñoños de los estudiantes y por todos lados ves a los alumnos vestidos en sus peores pants con cientos de copias y libros bajo el brazo, arrastrándose a las clases extras de dudas o hacia los cubículos de los maestros para una pregunta de último momento.

De hecho, cuando me preguntan si no extraño la universidad, lo único que tengo que hacer es ponerme a pensar en Los Finales™ y mi respuesta es sencilla. No.

Pero en fin, el asunto es que, después de seis largos años de no ejercitar el sentimiento de que la Navidad se acerca, uno sale de la universidad y como que nomás no pega igual que antes. Es más… ya ni me acuerdo cómo era mi Navidad antes de entrar en ese hoyo de vicio y pernicio!

Por ejemplo, se me hace raro que ya comiencen las reuniones ‘navideñas’ y cada vez que voy a una de ellas y me encuentro a un camarada itamita, como que nos vemos a los ojos diciéndonos, sin hablar, que si uno no está tomando café, Cocas, aspirinas y pizzas frías… como que la Navidad no sabe igual. Pero, en fin, el Palacio de Hierro y Liverpool nos dicen que la época navideña nos envuelve día a día y lo, en lo único que no puedo dejar de pensar, es que no he ni siquiera comenzado con las compras de este año!!

Written by Salvador Leal

diciembre 8th, 2004 at 10:45 am

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