Positivo!
P: ¿Hay algo peor que te saquen sangre para unos análisis?
R: Sí. Ir por los resultados.
La hojita decía que podía ir por los resultados de mi análisis de sangre desde las 8 de la mañana y hasta las 7 de la noche, de lunes a viernes. Así que ahí me tienen diez minutos antes de las siete, llegando con el alma sostenida por alfileres.
Y no, no me malentiendan. No es que yo lleve una vida sórdida, llena de excesos y riesgos (bueno, sí tantito), pero lo que ocurre aquí es la aparición del Síndrome del Splash Mountain.
Explicación:
El Síndrome del Splash Mountain, también conocido en la Región 4 como el Síndrome del Boomerang, el Síndrome de la Canoa Krakatoa o hasta el Síndrome de la Montaña de la Catarina se presenta mientras uno se encuentra haciendo la kilométrica fila que lo lleva a uno a alguno de estos juegos en los parques de diversiones. Al comienzo de la fila, uno puede leer cuidadosamente un letrero que dice:
Las personas que suban a este juego deben gozar de buena salud y no deben padecer de mareos, problemas en la espalda o cuello, problemas del corazón y demás condiciones que podrían agravarse por esta aventura.
Al principio, uno pasa casi sin ver el letrero.
Pero después de veinte minutos de estar en la fila, una onda de pánico recorre nuestra espalda llegando hasta la cabeza en donde uno se hace la pregunta: ‘¿Y si estoy enfermo del corazón y no me he dado cuenta?’, ‘¿Y si me doy cuenta en pleno juego?’, ‘¿Y SI ME MUERO por ser lo suficientemente imbécil como para subirme al juego ignorante de mi condición física?’, ‘¿Y si me convierto en una leyenda urbana más?… en algo así como «¿recuerdan al tipo que se subió a la Montaña Rusa de Six Flags sin saber que tenía un soplo en el corazón y murió en el trayecto?»‘
Para cuando estamos subiéndonos al juego, la onda de pánico se ha vuelto un tsunami de terror por una simple y sencilla razón: ¿qué tal que tengo algo y que vengo a darme cuenta precisamente mientras el carrito va cayendo a 350 kilómetros por hora?
Uno no sólo se va a morir por tener una condición cardiaca, sino al darse cuenta en el peor momento que tiene una condición cardiaca!
Fin de la explicación.
Así me pasó a mí mientras hacía la cola para los resultados de mi análisis de sangre.
¿Qué tal que tengo algo y que he estado sano en mi ignorancia?
¿Qué tal que en el momento en el que me entero, me empiezo a sentir mal y muero?
¿Qué tal que si me voy y no sé cuáles son mis resultados, me garantizo por lo menos 6 meses más de vida?
La señorita me dio un sobre y me pidió que entrara al consultorio no. 2
Y ahí tienen a Salvador pensando: ¿A todos les diran que pasen al consultorio?, ¿Qué tal que sólo es a los que les han detectado algo?
«Siéntese» dice el doctor
Y Salvador piensa: ‘¿La noticia será lo suficientemente dura como para que me pida sentarme?’, ‘Cree que no aguanto?’ y, todavía peor: ‘¿Cómo le voy a decir a mis papás?’, ‘¿Qué va a ser de mi vida?’, ‘¡PERO SI SOY TAN JOVEN!’
«Deme el sobre, le voy a explicar sus resultados», dice el doctor mientras toma mi sobre, lo abre antes que yo, lo ve y me mira.
Y entonces pasan
los
tres
segundos
más
largos
de
mi
vida
…
Me enseña la hoja y lo primero que veo en mayúsculas, negritas y subrayado es un ‘POSITIVO’. La boca se me seca, el estómago se me encoje y se me frunce el uyuyuy.
Estoy a punto de abrir la boca para pedirle al doctor que me hagan otros exámenes, que me pasen a segunda vuelta, que me dejen volver a intentarlo o lo que sea, cuando el doctor dice:
«Aquí viene todo muy bien explicado. Primero viene su tipo de sangre que es O. Y su RH, es decir, la proteína producida por su sangre, que es del tipo Positivo.
Aquí abajo están los resultados. Todo salió negativo. Al parecer sólo tiene que cuidar un poco sus niveles de colesterol.»
Salvador besa al Doctor y sale a zumbarse unos tacos para celebrar. ¿A quién le importa el colesterol cuando todo lo demás está bien? A mí no.