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La vida irreal de Salvador Leal

La Práctica 28 (2a. parte)

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Como su número bien lo indicaba, la práctica de ‘Observación de Células Sexuales Masculinas’ era la número 28. Lo que significaba que durante todo el primer semestre de mi segundo de secundaria el tema de conversación era sólamente uno: la práctica 28.

Porque no sólo significaba lidiar con nuestras ya de por sí alborotadas hormonas. Había que lidiar con las ‘buenas conciencias’ de numerosas familias que habían enviado a sus retoños a una escuela-católica-solo-para-hombres con la esperanza, ya fuera de corregir los torcidos pasos de sus angelitos, o para asfaltar aún más el camino al cielo que tenían previsto para sus querubines. El alboroto fue tanto que los reclamos no se hicieron esperar y para mediados de octubre, ya había padres de familia formados afuera de la oficina del Director (conocido por todos como ‘Benny Hill’) reclamando que en una escuela de tan renombrado prestigio se permitiera fomentar «ese tipo de actividades». Claro, nunca nadie decía a qué actividades se referían… simplemente era «esas actividades».

Nuestro profesor de biología, un infame biólogo con el nombre de Eduardo Astorga, ya ni siquiera se tomaba la molestia de negarse a las numerosas citas con los padres de familia. Simplemente no había horario de atención a papás en lo que a la materia de Biología se refería. «Y háganle como puedan!» decía Astorga cada vez que llegaba a quejarse con los alumnos de tener padres tan persignados. Así pasó el primer semestre. Abrimos ojos de buey, matamos gallinas, disecamos patas de rana, cocinamos el cerebro de un sapo para poderlo exponer en frasquitos con formol… estar en su clase o trabajar en un rastro venía siendo la misma cosa. Cuando llegó enero, mis manos (y las manos de toda la generación) estaban arrugadas por el manipuleo constante de formol y cloroformo, y mi ropa nunca volvería a oler a nada que no fuera un laboratorio de biología.

Finalmente, llegó el día:

«Jóvenes» -nos dijo Astorga- «durante estos meses ha habido mucha presión por parte de sus padres para evitar que realicemos la práctica que corresponde a la próxima semana»
(murmullos)
«Silencio!» -dijo mirando fíjamente a cada uno de nosotros- «un murmullo más y su calificación comienza en 6»
«He platicado con el Señor Director y con el otro profesor de Laboratorio, y hemos llegado a la conclusión de que… Ramírez! Vaya inmediatamente por un reporte!!»
(Ramírez) «Pero profesor…»
«Le he dicho que vaya por un reporte»
(Ramírez) «…lo que pasa es que…»
«Le recuerdo a usted que aquellos que han querido probar mi paciencia no han querido repetir la experiencia. Salga inmediatamente del salón»
(Ramírez se levanta haciendo ruido con la banca y sale del salón)
(Dios… así era la vida en la secundaria. Quizás por eso me gusta tanto «La Lista de Schindler»)

(Astorga no suelta la mirada de Ramírez hasta que sale. Se voltea hacia nosotros)
«El asunto es que, el Señor Director y yo hemos platicado largamente del asunto y no hemos encontrado ninguna razón por la que la práctica 28 no se lleve al cabo»
«Les recuerdo que, al igual que con el pollo, las ranas y el ojo de buey, si no traen ABSOLUTAMENTE TODO EL MATERIAL REQUERIDO, tendrán cero en la práctica. Y que para aprobar la materia de Biología es requisito haber pasado primero el Laboratorio»
(un escalofrío recorre la espalda de todos al recordar que así ha sido todo el año)
«Habrán su cuaderno de prácticas. De la Peña, lea el material»
(De la Peña se levanta y lee con grandes dificultades pues sabe que si se ríe la clase tendrá a un reportado más)
«Escucharon bien jóvenes. Una muestra por equipo»
«No me importa de quién es la muestra, no me importa cómo la consigan, no me importa si la tienen que comprar, robar u obtener por métodos no convencionales. Si no traen la muestra FRESCA, tienen cero en la práctica. ¿Entendido?»
(murmullo de ‘si’)
«Fresca significa que no pueden comprarla congelada, pues sé hay lugares donde la venden congelada a precios estratosféricos. Fresca significa que no tenga más de 24 horas de antigüedad. Fresca significa Fresca»
«Ahora pónganse sus batas y pasen al laboratorio»

Los papás que, pasado un semestre, aún no se habían enterado de la práctica 28 se enteraron durante esa semana y hubo fuertes rumores de que sería cancelada y que correrían a Astorga justo después de excomulgarlo por pervertir a las jóvenes mentes del Instituto México Secundaria.
¡Pobres padres! Pensar que se puede pervertir aún más la mente de sus hijos inscritos en tan renombrada escuela marista no era ingenuo, sino estúpido.

Los equipos de laboratorio de Biología en los que me tocó participar a lo largo de mi carrera académica eran como un castigo divino que me invitaba a arrojarme a un barranco. Siempre terminaba yo («el ñoño de Leal») pasando en límpio los apuntes, escribiendo a máquina la práctica, haciendo todo en el laboratorio, dibujando los esquemas y anotando las conclusiones. El resto de los integrantes solía verme con una mirada que mezclaba la lástima con el triunfo. Yo, internamente, les pintaba cremas.
Ese año, segundo de secundaria, no fue la excepción. De cuatro integrantes de mi equipo, sólo dos (un amigo y yo) eramos ñoñamente responsables pues teníamos una fascinación casi orgásmica por sacarnos dieces y salir exentos. Los otros dos eran un par de patanes que jamás podrían distinguir entre un tubo de ensaye y un mechero Bunsen. Vaya, ni siquiera podían pronunciar ‘bunsen’ correctamente.

Hace poco, para entrar a Procter & Gamble me hicieron describir el problema más grande al que me hubiera enfrentado en mi vida… y por poquito incluyo el ‘the 28th practice incident’ en mi solicitud.
El asunto resultaba espinoso por donde lo viéramos:
– Si no llevábamos la ‘muestra fresca’ reprobaríamos y no podíamos darnos ese lujo
– Si obligaba a los otros dos patanes del equipo a que llevaran la ‘muestra fresca’ era muy probable que no la trajeran. Y no por falta de ganas de hacer el procedimiento requerido… simplemente porque tenían como política a)no pelarme, b)hacerme enojar a toda costa y c)empujarme a reprobar la materia a como diera lugar.
– Pero si yo era el que llevaba la muestra… bueno, supongo que ustedes entienden cómo quedaría ante los ojos de mi equipo. Ellos no habrían perdido la oportunidad de oro que una situación así les brindaría. Básicamente, no me la hubiera acabado.

…qué pasará?
…cómo resolverá nuestro protagonista tan duro dilema?
…quién terminó proveyendo la materia prima?
No se pierdan el siguiente bati-episodio, a la misma bati-hora y en el mismo bati-blog.

(Comentarios bienvenidos)

Written by Salvador Leal

enero 22nd, 2004 at 4:51 pm

Posted in maristas,nostalgia

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