Perdido
Leído en Milenio (click, aquí):
La edad más difícil para perderse es, dicho sea esto con toda honestidad, la adolescencia.
Después de leer a Baudelaire, a Benjamin o a Keruack, ningún extravío es un extravío.La adolescencia, que es pura errancia, sufre de las limitaciones propias de las ideologías radicales o las misiones divinas. Perderse a los 14 o a los 17 es más un requisito que una aventura.
El adolescente, a fin y principio de cuentas, siempre encuentra su casa. Cuando no lo hace, entonces se sabe, con toda la amarga certeza del caso, que ha empezado la edad adulta. El verdadero extravío.
Letras agridulces leídas por alguien que acaba de traspasar la barrera de los treinta…