Control
Mi admiración por Stanley Kubrick es innegable.
Y la base de mi admiración recae recaía en la capacidad de ejercer control en todos y cada uno de los aspectos de sus cintas. Recuerdo haber leído la opinión de un crítico que decía que las películas de Kubrick no sólo eran increíbles por sus historias, sino que podías tomar un fotograma de cualquiera de sus cintas, ponerle un marco y exhibirla como una fotografía en cualquier galería sabiendo que la iluminación iba a ser perfecta, la intención de los actores iba a estar impecablemente cuidada y que, en resumen, ese cuadro sería una obra de arte per se.
Su perfeccionismo lo llevaba a filmar películas en tres veces el tiempo normal. A hacer una toma, tras otra, tras otra, tras otra. Era El Director.
Hoy me entero, gracias a un artículo de The Telegraph que publicó una serie de cartas de Kubrick, que el tipo, este ejemplo de los Control Freaks del planeta Tierra, también decidía en qué parte de las estaciones del metro de Londres quería que el póster de su película estuviera exhibido y en cuál no.
Increíble.