Archive for febrero, 2006
Ken & Chente
Ken Livingston es un político inglés que fue elegido en el año 2000 como alcalde de la ciudad de Londres. En ese mismo año, Vicente Fox se convierte en el primer Presidente de México que pertenece a un partido distinto del que gobernó el país durante más de 70 años.
Londres y México no tienen mucho que ver ni en sistema político ni social ni económico. Ellos han pasado por cosas que nosotros jamás nos hemos ni siquiera imaginado, y nosotros tenemos una historia particular digna de la creatividad galopante de un escritor esquizofrénico y en drogas.
No deseo comparar, sólo señalo. No aspiro ni siquiera a nivelar los estándares… y no sé si eso refleje cinismo, pesimismo o simple realismo. Pero ahí va.
El pasado viernes, el alcalde de Londres fue suspendido de sus funciones durante un mes por un comentario antisemita dicho a un reportero a la salida de una fiesta (Dato inútil pero interesante: la fiesta era para celebrar los 20 años de la salida del clóset de un diputado). Si bien el periódico al que pertenece el reportero le tiene especial tirria a don Ken, el comentario fue calificado como «innecesariamente insensible» de acuerdo con el Comité que se encarga de revisar asuntos relativos al actuar gubernamental (algo así como nuestra Secretaría de la Función Pública) y se decidió mandar a su casa al Alcalde por cuatro semanas. Si quieren ver las notas periodísticas, den click aquí y aquí.
¿Resumen? Alcalde de Londres suspendido por un comentario antisemita dicho a un reportero. ¿Ok? Ok.
Hoy, Enrique Krauze, en su columna del periódico Reforma, publica un comentario que le hizo el Presidente de México en privado. Escribe: (…) Alguna vez me tocó atestiguar la calidad moral de uno de esos personajes encumbrados, muy próximo al Presidente. En un desayuno me dijo, ya en confianza: «En Los Pinos trata uno todo tipo de gente extraña, hasta judíos». Y luego remata Krauze, en un reproche apenas velado: Admiré su tolerancia al compartir conmigo el pan y la sal.
¿Resumen? Personaje encumbrado y cercano al Presidente de México hace un comentario estúpido que raya en lo antisemita a un intelectual que es líder de opinión.
¿Alguien, en algún punto, le va a decir a nuestros políticos que no pueden decir tantas idioteces? ¿Se podría obligar a Krauze a decir quién dijo eso? ¿Alguien podría castigar a dicho personaje anónimo? ¿Quién castiga a nuestros políticos?
Limpieza + Cuento
Estoy haciendo limpieza en mi cuarto. Claro, lo voy haciendo por partes. Comencé con la ropa de mis cajones y la ropa del clóset; luego pasamos al grupo de cajas y documentos que tenía guardados de mis dos anteriores chambas… terminar con esto me tomó dos fines de semana (escombrar, como dijera mi abuelita). Acomodé los libros en el librero y puse en una columna todos los que tengo que leer en fechas próximas.
El pasado fin de semana terminé con la zona de los zapatos y comencé con los cajones de mi escritorio. Justo en uno de los primeros cajones me encontré un cuento que escribí hace varios (muchos) años. Y como nunca les he puesto *verdadera* creación literaria original, pues aquí se las dejo.
El cuento no tiene título, así que se aceptan sugerencias. Ahí les va:
El Sol estaba a punto de llegar a su posición más alta en el cielo. Ya era la hora.
Como lo marcaban los códices y las tradiciones, el juego comenzaría en el instante preciso en que nuestro Sol, aquél por el que trabajamos, vivimos, dormimos y cantamos, llegara a su cenit. Todos los juegos eran importantes, pero ésta no era cualquier confrontación para Mazatzin. Su vida dependía del resultado y no pensaba dejar que Totocani fuera quien se llevara el triunfo, la gloria y la supervivencia.
Un juego de pelota no era nada sencillo; requería una destreza y una velocidad que muy pocos alcanzaban después de arduos entrenamientos que hacían desfallecer aún a los guerreros más fieros. Pero en este caso, los contendientes eran fuertes y experimentados; tanto, que el anuncio de la confrontación entre Totocani y Mazatzin había causado revuelo aun más allá de su círculo de amistades… ¡el propio Tlatoani, gran emperador de Tenochtitlán, iría al encuentro!
El juego no fue fácil. El Sol, nuestro Sol, descargaba con especial saña sus rayos sobre los dos jóvenes que se batían en el campo. Por momentos parecía que uno aventajaba al otro para que, instantes después, éste se recuperara y cobrara terreno sobre el primero. Ninguno de los espectadores recordaba un encuentro tan cerrado y difícil, nadie podría pensar en otra ocasión donde las habilidades de cada jugador alcanzaran tal nivel de perfección y esfuerzo. El marcador, un conjunto de piedras verticales que movían sus muescas según los puntos que cada uno de los jugadores fuera anotando, miraba estoico el desarrollo del partido.
El tiempo transcurría y los dos todavía estaban demasiado parejos para poder adivinar quién sería el ganador, aunque por lo destacado de los jugadores, el Tlatoani, ansioso espectador de la maestría desplegada en el campo de juego, levantaría los brazos de los dos contrincantes en reconocimiento a su esfuerzo.
De repente, un certero movimiento de Totocani le dio la ventaja que tanto había buscado durante el desarrollo del juego. La palidez cubrió los rostros de quienes apoyaban a Mazatzin. Si él no anotaba un punto en la próxima jugada, la victoria de Totocani sería un hecho y la sangre de Mazatzin correría por la piedra de sacrificios según lo establecido por los dos al momento de concertar el partido.
Sólo se escuchaba la pesada respiración de los dos contendientes que ya no transpiraban sudor sino miedo.
La fuerza en el golpe que dio Mazatzin a la pelota, jamás había sido vista y muchos juraron que sería obra de algún tipo de energía sobrehumana, resultado no sólo de años de entrenamiento sino inclusive de intervención divina. El tiro tenía la fuerza de un rayo y dio a los testigos mucho de qué hablar durante los años venideros. La pelota salió disparada, surcando el campo de juego y trazando el destino del partido.
A la mañana siguiente, al despertar el alba, Mazatzin fue desollado vivo con una doble afrenta. No sólo había fallado el tiro y perdido el partido. El golpe fue tan rápido y potente, que el Tlatoani nunca supo que fue lo que lo mató.
Propósitos
– Dos donas glaseadas de Dunkin’ Donuts.
– Una bolsa mediana de palomitas acarameladas de Cinépolis.
– Tres donas de Krispy Kreme.
– Unos pingüinos.
– Un helado de Oreo Cookies n’ Cream de Baskin and Robbins.
– Un helado de Pralines n’ Cream de Baskin and Robbins.
– Un paquete de galletas Oreo cubiertas de chocolate blanco.
– Una pizza grande de pepperoni y extra queso de Domino’s Pizza.
– Un croissant almendrado de la pastelería La Balance.
– Unos tecolotes con salsa verde de Sanborns.
– Un Bagan de roast beef con queso del Big Red.
– Un choux de La Villita.
– Una lasagna.
Desde hace varios meses estoy a dieta. Low-carb le llaman; eso significa nada de pastas, pan, harinas y azúcares (among other things). ¿Me ha funcionado? Sí. ¿Me he muerto de hambre? No. ¿Me gustaba el pan dulce y los postres antes de comenzar la dieta? No. ¿Ahora? Mataría por un pastelito de El Globo.
Dentro de un mes es mi cumpleaños (19 de marzo, anótenlo en sus agendas). Ese fin de semana planeo comerme las cosas de la lista que acabo de enumerar más las que se me ocurran de aquí al 19.
… the clock is ticking.
De todo un poco…
– En mi lista de odios, el 14 de Febrero® viene justo debajo de los huevos revueltos, la leche tibia y los exámenes sorpresa. No sólo no entiendo la manía de las personas de trivializar algo [que me parece] tan importante como el Amor y la Amistad, sino que además me genera una molestia genuina. Me trato de tranquilizar pensando en que quizás ocurre lo que con el resto de las festividades, y es que si a la gente no le dicen que festeje algo (a la madre, la Navidad, a los muertos), se olvidan de ello y sólo se ocupan de vivir sus vidas tristes y desgraciadas. Creo que si necesitas de un día para celebrar a tu mamá, al amor o a la amistad, tu vida sí está muy en el hoyo.
– A pesar de todo esto, el Día de San Valentín tuvo tres buenos detalles conmigo. Me regaló ver cuatro autos, tres de ellos estacionados, que fueron decorados con globos y post-its por novias(os) enamorados. El mejor de todos fue el coche que iba en movimiento; era manejado por un tipo que no le pudo quitar unas enoooormes estampas que decían cosas como «BEBE TE AMO» y «NO DEJO DE PENSAR EN TI». ¿Se pueden imaginar la cara de odio que llevaba el cuate? Imagínenlo y multiplíquenlo por cinco. No sé qué era mejor, si su cara o las risas contenidas del resto de los automovilistas.
– Los coches estacionados los vi en la UNAM. Porque sí, hoy fui a la UNAM. No sé si ya les había contado pero mis dudas vocacionales llegaron hasta el nivel de decidir estudiar dos carreras: una que no me gustaba (que era Economía, pero que ahora me gusta) en el ITAM y la otra que era mi adoración (que lo sigue siendo y que es Lengua y Literatura Hispánicas) en la susodicha Universidad Nacional Autónoma de México. Sin dudarlo ni un momento puedo decir que nunca tuve una vida universitaria tan plena como en aquellos días en los que dobleteaba carreras. Obtuve, por un breve lapso, lo mejor de dos mundos. Y digo que fue breve porque a un grupo de personas (llamarlos estudiantes sería darles demasiado crédito) se les ocurrió que no era justo aumentar las cuotas universitarias y decidieron invadir el campus universitario.
– Con La Huelga™, dejé de ir a clases y me dediqué de lleno a la Economía. Luego entré a trabajar a WFM y ya no pude regresar. Volver para terminar la carrera está en mi top 3 de pendientes en mi vida, sobretodo porque dejar la UNAM es de las pocas decisiones que he tomado influido por factores ajenos a mis propios intereses. Lo curioso es que, al final de cuentas, los cegeacheros (como se les denominaba a los huelguistas) lograron el propósito de que no aumentaran las cuotas universitarias. ¿Cuánto cuesta cursar una carrera en la UNAM?, se preguntarán ustedes. La respuesta: 25 centavos de peso ($0.25), o lo que es lo mismo, 2 centavos de dólar ($0.023 USD)
– Platicando con un cuate que tiene familia en Guerrero, hablábamos de cómo una ciudad tan fea como Chilpancingo pudiera ser, ya no digamos ciudad, sino capital del estado. Con la misma personalidad que tiene el queso panela o la jícama, Chilpancingo es un lugar perdido en la mitad de la nada y su único atractivo lo constituyen sus gasolinerías que permiten al viajero cargar combustible en su viaje hacia Acapulco o rumbo a la Ciudad de México.
– Dicho esto, no deja de sorprenderme que Bono (sí, el cantante de U2), haya declarado abiertamente sus deseos de irse a vivir a Chilpancingo (más info, aquí). No cabe duda, uno nunca sabe hasta dónde pueden llegar las excentricidades de los rockstars.
– El jueves voy al concierto de U2. Tengo boletos para la sección de cancha, lo que significa que en estos momentos tendría que estar formado para agarrar buen lugar. Como creo que tengo mejores cosas que hacer de mi vida que irme a formar a pasar tres noches de frío y mal sueño afuera del Estadio Azteca, he renunciado a dicha prerrogativa. Siéntanse libres de ir y tomar mi lugar.
– Ayer, por breves minutos, la luna se vio realmente grandiosa en la Ciudad de México. No sólo estaba grande sino que además tenía un color rojizo muy provocador. Me afectó tanto la luna que estuve a punto de llegar a escribir una poesía acerca del canibalismo que me provocaba ver una luna tan roja y enorme. Hoy le he dado vueltas al asunto y creo que si tuviera que escoger una sociopatía, probablemente sería caníbal. Y no, no son ganas de imitar a Hannibal Lecter ni mucho menos… Creo que tendré que averiguar más del asunto.
– He encontrado un nuevo pintor que me gusta mucho y que se parece mucho a mi favorito (David Hockney). Su nombre es Edward Hopper y un día de estos que escriba una novela, un personaje vivirá «una soledad digna de un cuadro de Edward Hopper».
Política
No me puedo imaginar a un asesor político que haya cobrado por esta idea con la firme convicción de no haber engañado a su cliente. Y no sé quién haya sido más estúpido, si el asesor político por la idea o el político por hacerle caso al asesor político sin que la explicación haya pasado primero por su cerebro.
De buenas a primeras, en una esquina de mi colonia (ubicada en uno de las dos delegaciones [municipios] del Distrito Federal que son gobernadas por el PAN y no por el PRD como el resto de la ciudad) apareció esta manta.
Independientemente de que el texto está plagado de comas que nomás no van y de comillas fuera de lugar, no entiendo a quién diablos le puede parecer una buena idea poner una manta con el rostro de Einstein junto a una frase que se asemeja a la Ley de la Conservación de la Materia™ y que es original de Antoine Lavoisier.
¿Poner a Einstein en una pancarta política le habrá parecido un parteaguas en la historia del marketing político al asesor que lo propuso? ¿Creería que usar como frase de campaña una ley de la Química clásica es muy creativo? ¿Confundir a Einstein con Lavoisier intenta atraer el voto de gente que apoye al candidato por lástima al generarle una imagen de imbécil?
No me cae mal la política. Ni los políticos. Ni las campañas políticas.
Me caen mal los pendejos.