Ego
Escribe San Agustín:
Si creen que los blogs es el juego de los egos… no, no es así. El medio es uno de los más grandes, entre los comerciales, y sus hermanos mayores: la televisión, el cine, la radio, etcétera. Este juego no es para cualquier persona, es para gente que no tenga miedo de destacar, que pueda olvidar su inseguridad, que este dispuesto a darse unos buenos putazos y sobre todo, ambición, mucha ambición.
Y no puedo más que estar de acuerdo con él.
Sus palabras me recordaron los días en los que trabajaba en Televisa y cómo los egos, sin razón aparente, solían inflarse de vez en vez. En WFM se le conocía como ‘el efecto del ladrillo’, en donde la persona (cualquier que ésta fuera) comenzaba a sentirse Dios Padre (o Emilio Azcárraga, que es lo mismo). De repente ‘la fama’ te daba alas y todos sabían que lo que realmente había pasado era que te habías subido a un ladrillo y te habías mareado. Supongo que los medios tienen ese efecto en cualquier persona; digo, eso de no hacer cola para entrar a ningún lado (antro de moda incluído), de que te pidan autógrafos (don’t ask) y de que te inviten a una fiesta tras otra puede afectarte la mema. Algunos se acostumbran y cuando lo pierden sufren como pocos. A mí, debo aceptarlo, jamás me afectó el hacer o no hacer cola en el antro o el ir o no ir a la premiere de la película de moda. Me pegó muchísimo más salir del aire… pero esa es otra historia digna de adicciones enfermizas.
Yo no me enteré que había subido y bajado varias veces del ladrillo sino hasta que salí de W y mis amigos (esos que me conocieron en shorts tratando de hacer el salto del tigre en la primaria) me lo confesaron. Lo realmente triste es que jamás me di cuenta. De hecho, varias veces creo que exageraron pues si algo nos caracterizaba a los que trabajábamos en W era que sabíamos que no éramos absolutamente nada más que un grupo de weyes que habían tenido la suerte de estar en el momento justo en el que una estación de radio está en crisis. Cuando a alguno de nosotros se nos comenzaba a subir el gafete a la cabeza (recordemos que un gafete de Televisa abre hartas puertas), el equipo de personas que estaba a tu alrededor te aplicaba un Correctivo®.
Sí, sí, sé que están pensando que un correctivo es una palabra genérica que denomina algún tipo de castigo o penalización por algo malo que estás haciendo. Pero en W no.
En la estación de radio, un Correctivo® era una verdadera tradición que databa -según llegué a escuchar- de tiempos de ‘el Negro’ González Iñárritu. Desgraciadamente no les puedo platicar de qué se trataba el Correctivo® pues una de las características del mismo es que sólo sabes de qué se trata hasta que te toca que te apliquen uno. Créanme… no es nada grato ni cómodo.
Sin embargo, a pesar de no ser realmente nada más que unos locutores de una estación de radio conocida en el Distrito Federal, estábamos expuestos a una enorme cantidad de experiencias dignas de una telenovela o un estudio psicológico. La gente de radio tiene una forma de hacer y decir las cosas que yo jamás había visto. Grita, se enoja hasta niveles peligrosos, avienta cosas y te amenaza de muerte. De hecho, para los locutores ‘nuevos’ había dos diversiones muy particulares: ‘las Aventuras de Charo’ y ‘las Historias de las Vacas Sagradas de la Radio’.
‘Las Aventuras de Charo’ era cuando Charo, nuestra jefa, se sentaba a platicarnos una cantidad infinita de historias que generalmente involucraban a Luis Miguel, hijos de ex-Presidentes y gente famosa de la década de los ochenta. En el caso de ‘las Historias de las Vacas Sagradas de la Radio’, lo que se sucedía era que se intercambiaban anécdotas de las distintas personalidades que habían pasado por aquella estación y que pululaban en el medio artístico… que si ‘el Burro’ Van Rankin sí había andado con la hija de Salinas, que si Luis Gerardo Salas había aventado su celular a la alberca del puro coraje o que si los de Radioactivo eran más divas que Celine Dion y Whitney Houston juntas.
En fin, todo esto lo pensé nomás con el asunto de los egos inflados. Bueh, y también porque escuché ésto y me acordé de toda una época.
[…] Leal, en un post que continua lo de Mipholbo, dice que la fama que se te sube a la cabeza no es otra cosa sino que […]
Bozso. | Árbol 2:17
19 Oct 10 at 4:01 am edit_comment_link(__('Edit', 'sandbox'), ' ', ''); ?>