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La vida irreal de Salvador Leal

Wonderama

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Ya les había platicado acerca de aquel profesor de Biología que tuve en 5° de prepa y que hacía cosas extrañísimas para calificarnos en su materia. Y cuando digo cosas extrañísimas, debo aclarar que en mi escuela cualquier cosa que no fuera un examen rudísimo o un trabajo maratónico era extraño.

Si ustedes hacen un recuento de cualquier película gringa de preparatorias privadas (La Sociedad de los Poetas Muertos, the Emperor’s Club, Código de Honor y hasta Toy Soldiers), se encontrarán en el mismo lugar común: los maestros de una Escuela Sólo Para Hombres® son viejitos que enseñan las mismas clases desde hace 40 años, fecha en la que ellos se graduaron de la misma institución y decidieron comenzar a dar clases ahí. A los alumnos no se les enseña a pensar, sino que los incitan a memorizar datos y competir salvajemente entre ellos para tratarles de asegurar un lugar en alguna universidad de élite.

Detalles más, detalles menos, así era mi prepa. Tenía sus momentos muy divertidos pero también había situaciones altamente restrictivas. Por supuesto que no podías llevar el pelo largo, ni aretes, ni tatuajes, ni nada por el estilo (en la primaria, ni tenis podías llevar… zapato negro bien boleado). Lo único *rudo* que podías hacer era fumar. Big deal!

Eso se los platico para que se den cuenta del nivel de rareza de maestro del que les hablo. Un maestro que en lugar de exámenes nos ponía a componer una canción de la mitosis no era algo que vieras todos los días en mi preparatoria.

Pues bien, además de ser el promotor de todas estas descabelladas actividades, mi profesor era un ArtGeek. Le encantaba el teatro, el cine y la literatura. Así que, como *puntos extra*, nos mandaba a ver obras de teatro, leer algún libro o hacer reseñas de películas (gracias a él vi Seven, Memorias de Antonia y leí Ficciones de Borges).

Un día, este maestró llegó y nos dijo que nos tenía una actividad para punto extra. Teníamos que ir a una famosa (y ahora desaparecida) tienda de comics, comprar un pequeño libro de cuentos, leerlo y hacer un crítica o comentario de lo que habíamos leído. La actividad cobraba un giro interesante pues si íbamos ese mismo día, el autor del libro nos firmaría nuestro ejemplar (y, si la memoria no me falla, eso aumentaba el valor del punto extra).

Pues ahí va Salvador acompañado de otro amigo a comprar el libro (ahórrense la crítica: no, no necesitaba el punto extra, pero un ñoño hace lo que el maestro dice en el momento en el que se lo dicen. punto.) y cuál va siendo nuestra sorpresa que el ‘libro’ es más bien un cuadernillo de color amarillo y que, en efecto, el autor estaba firmando en una mesa. Después de un nutrido intercambio de ideas, el autor firma: «Para Salvador Leal, poseedor de un gran ego, como yo.»
Ahí conocí a Bef, caricaturista, ilustrador, diseñador gráfico y excelente narrador. El libro/cuadernillo (llamado Combinaciones Posibles 1.0) me maravilló. Las historias son pequeños cuentos de ciencia ficción que, a la fecha, me siguen haciendo pensar y reir. Uno en particular, ‘Wonderama’, me resulta muy personal por las referencias a una época que recuerdo con particular nostalgia y que creo que forma parte de nuestra Pop-Culture Mexicana.

Hoy, gracias a otro bloggero, me entero que Bef tiene su propio blog. Lo he leído y me ha gustado. Parece que no publica sus cuentos en el blog, pero continúa dibujando y escribiendo, tanto, que recientemente ganó el primer concurso nacional de novela policiaca «Otra vuelta de tuerca», convocado por Planeta y el gobierno del estado de Querétaro.

Desde aquí, un saludo al buen Bef. Vayan a su blog y denle una buena leída; las listas de «10 cosas que…» son particularmente buenas.

Written by Salvador Leal

abril 13th, 2005 at 5:22 pm

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