Los enemigos del futuro
Así como podría hacer un sitcom acerca de los días que trabajé en una estación de radio, podría hacer una serie cómica acerca de la relación con mis papás. Resulta que ellos son economistas (los dos), de la UNAM (los dos), de la generación del movimiento del 68 (mi mamá organizaba mítines and stuff) y fueron expuestos a altas dosis de Marx, Engels y Echeverría.
Imagínense lo que es tener un hijo (que de milagro no se llamó ‘Lágrima de Oso’ o ‘Garra de Ocelote’ o alguno otro de esos nombres que a los hippies les encantaba poner) que, después de muchos años de estar en un ambiente de campo, jorongos de Chinconcuac, agua de jamaica y Serrat, se convierte en un *monstruo* que estudia economía en el ITAM (cuna de la tecnocracia mexicana), le gusta la música electrónica, McDonald’s y no puede vivir sin su palm. A mí me da mucha risa… aunque analizándolo más de cerca, a mis papás les ha de causar serios conflictos educativos.
Dentro de las características que no tengo, hay una muy particular que a mis papás les parece que raya en el cinismo y que para mí es pecar de ingenuidad: las ideologías. Cuando yo veo todo lo que ellos hicieron en la universidad a finales de la década de los sesenta, me parece loable, interesante e histórico… pero para que a mí me saquen hoy en día a la calle a manifestarme a favor o en contra de algo, mínimo me tendrían que cloroformar. El asunto de *expresarse* mediante marchas y mítines me parece no sólo inútil y primitivo, sino también demodé.
Todo esto viene a cuento debido a la próxima cumbre de Jefes de Estado de Latinoamérica y Europa que se realizará en la ciudad de Guadalajara a finales de esta semana. Resulta que los periódicos comienzan a darnos reportes de las actividades que grupos globalifóbicos tendrán a lo largo de esos dos días de encuentro. Nomás lo pienso y no lo entiendo. ¿por qué se manifiestan? ¿creen que así van a cambiar la situación de inequidad por la que actualmente pasa nuestro planeta? ¿piensan que los jefes de estado van a decir ‘híjoles! sí son retehartos… a lo mejor tienen razón y deberíamos cerrar nuestras puertas al comercio internacional’? ¿o es básicamente una forma más elaborada de ‘echar desmadre’?
Recientemente estuve en un foro donde se presentó el índice de Libertad Económica que The Heritage Foundation presenta anualmente junto con The Wall Street Journal. De las primeras cosas que se dijeron, al comenzar a increpar a los ponentes acerca de los *beneficios* que el aumentar las medidas *neoliberales* (Dios, cómo odio ese adjetivo!!) podrían traer a países como México.
Y lo primero que contestó el representante de The Heritage Foundation fue, palabras más, palabras menos: ‘el debate no debe ser entre ideas de izquierda versus ideas de derecha, ni entre liberales versus conservadores… sino entre ideas dinámicas versus ideas estacionarias’ Esto es, ideas que permitan movernos hacia un lugar mejor (apertura de mercados, desaparición de fronteras comerciales, globalización, competitividad, infraestructura) en comparación con ideas que permitan mantener el status quo (economías cerradas, subsidios, aumento del paternalismo gubernamental, «soberanía»).
Ja! Entonces resulta que los cuates globalifóbicos son los individuos más *reaccionarios* que desean que las cosas o se queden como están o regresen a como estábamos hace 30 años; en un país donde el gobierno era omnipotente y omnipresente en los niveles político, económico y social.
La palabra clave aquí, es ‘libertad’. Libertad de ser y hacer sin que el gobierno meta las narices (más que para ejercer el marco legal, obvio); libertad para invertir, para elegir y para decidir; libertad para pensar y para mejorar. Ni siquiera estamos hablando de autonomía (ya ven que la UNAM es ‘autónoma’ pero sigue chupando del presupuesto del gobierno… y que la educación de la mayoría de los niños mexicanos la dan maestros que obedecen a los intereses de la estructura gubernamental), sino de libertad de acción.
Pero bueno, pensarán, eso es lo que piensa un niñito fresa que fue a una universidad privada y que cree que el mundo es un feliz ecosistema constituído por ranitas saltarinas y nubes de algodón de azúcar. Nada, qué! Uno puede ser medio wey, pero no puedes estar ciego ante la situación que vive nuestro país… y ver que parte de los problemas consisten en grupos de personas que, en lugar de ponerse a trabajar, se dedican a perseguir reuniones de jefes de estado para aventarles harina y huevos. ¡Uy! ¡Mufasa!
Luego les sigo platicando del índice de Libertad Económica… el reloj marca que ya es hora de ponerse a chambear.