La Práctica 28
No recuerdo quién me lo dijo. Pero sé que yo no fui el que hojeó el libro de prácticas de biología a principios de año. Si yo lo hubiera visto y lo hubiera dicho, sería una ‘ñoñada más de Leal’. Pero como no fui yo el que dio el aviso… se convirtió en el evento de ese curso escolar.
Era el año de 1993, el inicio de los noventas y, para mi generación, el inicio de lo que se puede llamar propiamente ‘vida’. Yo cursaba el 2o. de secundaria en un reclusorio de paga que se hacía llamar ‘escuela’. La característica principal de esta institución no sólo la conformaban los maestros orates y una disciplina que rayaba en lo irracional. No. Lo que realmente destacaba era que mi secundaria, el Instituto México, era sólo para hombres.
A primera vista, una secundaria sólo para varones no podría tener mucha diferencia de una escuela mixta. Sin embargo, las diferencias son abismales; el tipo de clases, las bromas en el salón, el lenguaje mismo y la educación en sí que se impartía en mi escuelita iba enfocada a convertir a niños de primaria en verdaderos monstruos dispuestos a quemar cualquier preparatoria que se dejara. Si alguna vez han estado en un mismo lugar con más de dos ex-alumnos de mi escuela, entenderán a lo que me refiero.
El asunto al fin y al cabo, es que yo no hojeé el libro de prácticas de laboratorio de Biología al inicio del año y que, gracias a eso, tuve que enterarme dos semanas después del gran escándalo que se había armado alrededor de esta materia. Sé que desde que mis antiguos compañeros de secundaria leyeron el título de este post, esbozaron una sonrisa de complicidad y nostalgia. Y es por eso que me he tardado un poco en realmente contar la historia que un amigo me hizo recordar el pasado fin de semana. La práctica 28 del laboratorio de Biología.
Podría decir que si ahora, diez años después, nos volvieran a poner una práctica de este estilo, podríamos mantener la cordura y la madurez para realizar la práctica… pero estaría mintiendo vilmente. Sería igual o peor.
Cualquiera que hubiera tenido la mínima curiosidad de hojear su «Libro de Prácticas de Laboratorio de Biología. 2o. de Secundaria. Biol. Eduardo Astorga Riquer» se hubiera encontrado, después de pasar la disección de ojo de buey, del cerebro de un sapo y justo adelante de la práctica del sistema nervioso de una gallina, con un peculiar título:
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Práctica No. 28
Células Sexuales Masculinas
Objetivo: Que el alumno observe al microscopio células sexuales masculinas, identifique sus partes, dibuje lo observado, conteste las preguntas adjuntas y elabore conclusiones.
Material:
– Microscopio
– Portaobjetos
– Cubreobjetos
– Muestras frescas (1 por equipo)
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Este párrafo fue suficiente para causar el alboroto más grande que había visto en toda mi vida académica. Todo empezó como un pequeño rumor; como si un pequeño secreto se fuera esparciendo a lo largo de todos los miembros de la generación. «¿Ya viste la práctica 28?», susurraban mientras el profesor Garibay daba sus lecciones de Civismo y Derecho. «Sí sabes lo que significa, ¿no?» preguntaban incautos a diestra y siniestra mientras ‘La Cebolla’, nuestra eficiente maestra de Matemáticas, se esforzaba en enseñarnos la ley del sandwich. Todos sabíamos lo que significaba y, precisamente eso, era lo que más nos mataba de curiosidad.
Continuará..
…will proceed if required