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La vida irreal de Salvador Leal

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Las preguntas para ir al W!

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A continuación, las tres preguntas a responder para ganar (una invitación doble por persona) la entrada a la gran fiesta de Frecuencia en el Hotel W:

1. Menciona a dos colaboradores del programa Frecuencia que estén en el programa desde su inicio.
2. Menciona el día en que cumple años el autor de este blog.
3. Menciona cómo se llamaba la nave en donde viajaban los personajes del programa original de televisión ‘Burbujas’.

Para ser acreedor a una invitación para la fiesta de Frecuencia debes mandar un mail inmediatamente con las tres respuestas contestadas al correo electrónico exlocutor@yahoo.com
Si eres ganador, se te notificará via mail este viernes antes de las 6 de la tarde.

Buena Suerte!!

Written by Salvador Leal

marzo 12th, 2004 at 12:15 am

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Te invito al W!

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Durante un buen rato, mi vida laboral y mi vida social estuvieron fundidas en una sola cosa y eso fue cuando trabajé como locutor de radio. Muchas cosas pasaron antes, durante y después de que eso sucediera y varios lectores no estarían aquí si no fuera porque todavía andan siguiendo el rastro de un wey que en algún momento de su vida tuvo un turno de 3 a 6 de la tarde todos los días.

El ambiente de radio es muy extraño. La gente que trabaja ahí forma parte del segmento más tímido de la población, pero también del más creativo y divertido que a mí me ha tocado conocer. Pero bueno… eso se los cuento otro día!
Lo que nos importa el día de hoy es lo siguiente:

El próximo sábado 13 de marzo, el programa Frecuencia que se transmite a través de WRadio 96.9 cumple 1 año al aire. Este programa es conducido por un gran amigo que conocí antes de que fuera el monstruo mediático que es ahora y que compartía conmigo el triste e infame denominativo de genotipo.

El buen Alejandro Franco ha querido invitar a gente selecta e inteligente para que asistan a la celebración del primer año de transmisión de Frecuencia. Al no tener éxito, ha decidido regalarnos invitaciones para que vayan los siempre dispuestos lectores de SalvadorLeal.com a la magna celebración que tendrá lugar en el recién inaugurado Hotel W de la Ciudad de México.

¿Cómo ganarse las invitaciones?

Hoy a la medianoche se publicarán las sencillas preguntas…
Keep on Bloggin’!

Written by Salvador Leal

marzo 11th, 2004 at 1:06 pm

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Homofobia

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El sábado pasado fui a una comida de cumpleaños y estuve platicando con varias personas… a continuación, un fragmento de la conversación:

AO: Tons qué wey, ¿vas a ir a ver a Junior Senior?
SL: Hiiiijole, pues aún no sé… me preocupan dos o tres cosas…
AO: O sea….?
SL: Bueh, primero, su disco tiene demasiada producción como para que pueda sonar tan bien en vivo.
AO: Okey, puede ser…. y luego?
SL: Pues hay otros detalles que no me laten…
AO: Si… va a ir mucho gay, ¿no?
SL: …
AO: ¿… a poco eres homofóbico?

***

Durante una docena de años (6 de primaria, 3 de secundaria y 3 de preparatoria) asistí, de lunes a viernes, por 9 meses al año, a una escuela de puros hombres. Doce años dejan una honda huella en la psique de cualquier persona, ya no digamos de un niño/adolescente/joven que se ve diariamente estimulado en todos sus sentidos por la experiencia de estar en un mismo salón de clases con puro machín.

Al principio de la primaria aprendes las reglas básicas de supervivencia que te serán de gran utilidad por el resto del tiempo que tus papás planeen tenerte en ese sistema educativo… Conoces lo que le sucede a los soplones, qué lugar ocupan los mataditos, cómo son tratados los favoritos del profesor y qué tipo de vida social puede tener alguien que llega el primer día de clases con una lonchera de los ositos cariñositos. En pocas palabras, es como Oz pero en región 4 y clasificación ‘para toda la famlia’

Si algo aprendimos (mi inconsciente y yo) durante estos doce años, fue que tú podías ser ladrón, hijo de político corrupto, pobre, feo, ojete, hijo de prófugo de la justicia o bastardo… pero nunca de los nuncas podías identificarte como gay. O puñal. O puto. O cualquiera de sus sinónimos. Los que por alguna razón eran tachados como tal, no tenían mayor opción que aguantar las más crueles ‘bromas’ que a los delicuentes juveniles disfrazados de estudiantes maristas se les podían ocurrir. Era eso o cambiarse de la escuela. Como ñoño, lo acepto, a las pocas personas que podía torturar en la escala totémica de la escuela, era a los amanerados… y ooobviamente yo hacía uso de ese pequeño lujo.

Así pasó el tiempo, salí de la prepa y estando en la universidad, comencé a enterarme de varios compañeros que salieron del clóset. Cuando no habían sido muy cercanos, la noticia era como chisme de lavadero que corría por los pasillos de las universidades que habían dado refugio a los ex-alumnos maristas.
Cuando los involucrados eran tan cercanos como para considerarlos mis amigos, el asunto era distinto porque yo entraba como paño de lágrimas, en algunas ocasiones y como portavoz de la noticia ante los papás, en otras. Yo, desde luego, no tuve nunca ningún problema con que algún amigo tuviera tendencias homosexuales… finalmente yo me hice amigo de él, no de sus tendencias y cada quien tiene derecho de cambiar de opinión según le parezca conveniente.

Según yo, era muy tolerante pensar así. Según yo, la homofobia me era ajena pues contaba entre mis cuates a personas con preferencias sexuales distintas a las mías. Eso, según yo.

El problema vino cuando entré a trabajar a WFM.
En ese momento, y debido a que entró al aire el primer programa dirijido a gente gay en la FM, me vi obligado a trabajar casi de tiempo completo con gente que a) no conocía, b) era gay y c) era parte del equipo de W. Sobra decir que los primeros días yo era el más alejado a los tres nuevos conductores del programa gay (quizás oyeron hablar de él, se llama Triple G y se sigue transmitiendo los martes de 10 a 12pm en el 96.9) y cuando todos estábamos en junta, el ambiente era bastante tenso.

Para fortuna de la estación, los tres conductores estaban muy conscientes de que la comunidad gay es una comunidad que, más que ser defendida y/o reconocida, necesita primero promover la información libre en una sociedad ídem. Así que un día me sentaron y comenzamos a platicar todos los prejuicios que una persona como yo, con una carga histórica como la mía, podía tener con respecto a los homosexuales.

A partir de ahí comencé a comprender muchas cosas, no sólo de la comunidad gay sino de la comunidad en general. De la aceptación propia como persona y de los miedos que pueden surgir de la ignorancia. De cómo deberían actuar tanto los gays como nosotros. Aprendí palabras como buga, tortillera, lencha, trailera, jota, menachera, guagüis, ocho, draga y closetero. Pero sobretodo aprendí de la enorme diferencia que existe entre tener un amigo que se vuelve gay y conocer un gay que se vuelve tu amigo.

***

Con todo esto dicho, no me puedo considerar homofóbico. Tampoco puedo decir que soy super open-minded y que no tengo problema alguno al ver a dos hombres besándose en la calle…tampoco. Desgraciada o afortunadamente me educaron a la antigüita y mi primera reacción es una mezcla de morbo e impacto. Pero homofóbico no soy. Ser homofóbico significa ser ignorante… y he tratado toda mi vida de quitarme diariamente, aunque sea un poquito, esa carga.

Actualmente existe una controversia en Estados Unidos desatada por su presidente (cuyo nombre trataré de no pronunciar en este blog) para modificar la constitución de tal forma que se prohiban los matrimonios entre parejas homosexuales. A reserva de una mayor discusión del tema, creo que el presidente de los EUA está equivocado. Creo que debe existir un enorme esfuerzo por parte de las comunidades gay y hetero para borrar las barreras que puedan existir entre las dos (nosotros debemos dejar de verlos raro, ellos deben dejar de hacer desfiles raros) Y creo que una medida más (no la mejor, no la única) para que seamos una sola comunidad, es aceptar los matrimonios entre homosexuales.

Este post va con dedicatoria a los que han cuestionado el criterio de apertura que tiene mi blog.

Written by Salvador Leal

marzo 1st, 2004 at 1:55 pm